En el mundo de los negocios, el control y el poder no existe lugar para el amor, o al menos eso es lo que manifiesta Vladimir Chandoski. Sin embargo, al llegar a su cumpleaños número treinta se verá obligado a contraer matrimonio con una de las hermanas Bonfatti y así conservar su imperio y preservar el legado familiar con la llegada de un heredero. Él no tiene el menor interés en conocer a sus candidatas y le da lo mismo contraer matrimonio con cualquiera de ellas, por eso decide hacer un sorteo, pero grande es su sorpresa cuando conoce a su futura esposa y descubre que no es nada más ni nada menos que la dueña de sus desvelos. Una hermosa mujer con un gran secreto que lo cambiará todo.
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Capítulo N°1
La música sonaba en la mansión de la familia Chandoski, retumbando los pasillos de bellas y alegres melodías, sin embargo cada nota que llegaba a los oídos de Vladimir le generaba un terrible dolor de cabeza. Los invitados chocaban sus copas de champagne brindando por el anfitrión, reían y hablaban de lo maravillosos que era el agasajado, sin embargo nadie sabía a donde se encontraba o lo habían visto desde que la fiesta comenzó.
Él estaba sentado en la terraza, alejado de todos los invitados, intentando calmar la ansiedad de saber que esta noche el ultimátum de su padre había llegado a su fin y debía contraer matrimonio con alguna de las hermanas Bofantti. Ninguna de esas mujeres era de su agrado para él todas eran iguales, unas niñas malcriadas, frívolas y caprichosas que estaban acostumbradas a los lujos y a gastar la riquezas de sus padres sin ningún tipo de miramiento ni consideración. El matrimonio Bofantti consintieron a sus hijas y eran consideradas una niñas mimadas de la alta sociedad, sin estudios ni gracias.
— ¡Idiota, hubieras buscado una esposa en otro lado! —se recrimina el magnate.
Bebiendo una vez más directamente de la botella, saboreo el whisky en su boca y miró al cielo estrellado e intentó en vano contar las estrellas para olvidarse por un instante que su vida se convertiría en un infierno, junto a una mujer que seguramente sería su dolor de cabeza más grande.
Bebiendo un trago tras otro se levantó del asiento y comenzó a caminar en el jardín de la mansión alejándose de todo y de todos. Entre cerezos repletos de flores blancas y pinos que despedían un aroma increíble llegó al laberinto que era la atracción principal del lugar y se adentro, tambaleante, rozando su traje de diseñador entre el ligustro, hasta que se detuvo en seco al ver una bella mujer sentada en un banco de cemento. Ella estaba distraída, su cabello cubría su rostro y su vestido era sencillo, nada fino, sin embargo en ella lucía perfecto.
Tratando de mantenerse erguido, disimulando que no había bebido de más, se acercó torpemente, escondiendo la botella detrás de su espalda, entonces arrastrando la voz le habló.
— Buenas noches señorita.
La joven se exaltó, al escuchar esa voz pero al levantar su vista se encontró con un hombre guapo, despeinado, visiblemente ebrio, su traje estaba algo desprolijo, la corbata caía por ambos lados de la solapa de forma descuidada y de su boca el hedor a alcohol salía sin disimulo. Ella temía que se tratará de algún invitado ebrio así que inmediatamente se puso de pie e intentó alejarse, pero llevaba tantas horas sentada en ese lugar observando la misma piedra en el suelo que se olvidó por completo de donde era la salida.
Vladimir al ver la desesperación en el rostro de esa mujer intentando huir de él, comprendió que la había asustado, así que se sentó en el asiento y la vio caminar en círculos por un momento, hasta que finalmente susurró.
— No tema, no le haré daño —bebió de la botella—. Solo quiero alejarme de esa fiesta y de todos esos hipócritas que pretenden ser amigos de Vladimir Chandoski —habló en tercera persona tomando de la botella y tocando el lugar vacío a su lado le dijo — . Ven si me haces compañía un rato, te ayudaré a salir de este lugar.
La mujer miró para ambos lados buscando una salida, pero al sentirse acorralada se aferró al crucifijo que colgaba de su escote, lo miró por un minuto analizando la situación y finalmente se sentó a su lado.
Ella jugaba con su cadenita, una simple bijouterie que no valía más que unos centavos en cualquier tienda de la ciudad, sin embargo era lo más valioso que poseía. Sin dejar de sostenerla la llevó a sus labios y la sostuvo con fuerza sobre su boca, hasta que finalmente depositó un besó sobre la cruz y la soltó.
—¿Estás orando?—preguntó Vladimir levantando una de sus cejas al observar con curiosidad la escena.
— No te conozco, no sé qué intenciones tienes conmigo y solo me encomiendo a Dios para que ilumine tu camino y no me hagas daño —respondió y cada palabra fue pronunciada con vehemencia y genuina devoción.
— ¡Eres extraña!—dijo y comenzó a reír.
—¿Por qué? ¿Por tener fé, por creer en Dios?
— No, por venir a una fiesta y esconderte en un laberinto a rezar. Eso lo debes hacer en una iglesia, no aquí.
— Dios está en todas partes, no necesito orar en una capilla y créeme él escucha nuestros ruegos y obra de manera misteriosa.
— Entonces pregúntale porque me abandonó a mi suerte, porque no puedo creer en el amor y porque estoy en esta situación de mierda, sí te responde, por favor despiértame —dijo y cambiando de posición se recostó en la falda de la joven y cerró los ojos—. Reza por mí y dile que me ayude a salir de este lío —rogo arrastrando las palabras y quedándose completamente dormido
La joven no sabía qué hacer, no podía dejar solo a ese desconocido, ni mucho menos sabía cómo salir de ese lugar, entonces apoyó su cabeza sobre la planta que estaba a su espalda y acariciando con ternura la cabeza de ese hombre comenzó a rezar hasta que finalmente el cansancio la venció y cerrando sus ojos se quedó dormida.
El sol salió en el horizonte dejando atrás la noche mientras que el rocío de la mañana mojaba sus rostros, Vladimir se removió en las piernas de la joven entonces ella se quejó al tener sus miembros entumecidos y de su labios salió un bostezo. De inmediato él abrió sus ojos y se encontró con un rostro limpio, sin ni una gota de maquillaje, perfecto, hermoso y sus ojos grises transmitían tanta paz y a la vez su belleza lo aterraba.
— Lo siento, me quedé dormido y por mi culpa te perdiste la fiesta —dijo incorporándose y mirando a la joven que permanecía sentada.
— No te preocupes, lo menos que deseaba era estar en esa casa.
— ¡Aún no entiendo qué haces aquí, es obvio que no perteneces a este lugar!
— Tuve que acompañar a mi familia, no podía faltar al cumpleaños de Vladimir, eso sería una deshonra y mi padre tenía asuntos que atender con el señor Mijail Chandoski y no me pude negar a acompañarlo.
— Entiendo —respondió y la observó nuevamente, entonces ella se puso de pie, su vestido largo le llegaba hasta sus tobillos, sus zapatos bajos eran muy humildes y su cabello oscuro caía hasta cerca de su cintura, como único accesorio de belleza.
Ella se sintió observada y por instinto cubrió su cuerpo abrazándose a sí misma y bajando la vista susurró.
— Necesito volver a la mansión y conseguir un taxi. Seguramente mis padres regresaron a nuestra casa y se olvidaron de mi existencia —comentó con nostalgia.
— ¿Quieres que te lleve a algún lado? Es lo menos que puedo hacer después de arruinarte la noche.
Ella lo miró, su estado era deplorable, aún arrastraba la voz al hablar y era obvio que seguía ebrio, así que negó con la cabeza y luego le agradeció.
— Eres muy amable, pero prefiero tomar un taxi, es evidente que tienes resaca y puedes ocasionar un accidente.
— Tienes razón, disculpa por ser tan torpe, no lo pensé.
— No te preocupes.
— Ven, te guiaré a la casa.
— Gracias.
Vladimir camino lentamente, arrastrando sus pies hasta la salida, conocía perfectamente ese lugar y cuando finalizó el recorrido, se volteó y con pesar se volvió a disculpar.
— Bueno, aquí está la salida y espero no haberte causado problemas.
— Descuida, nadie me presta atención, así que supongo que ni cuenta se dio mi padre que me fugué antes del brindis.
Ambos caminaron en silencio y como era de esperar la mansión estaba en silencio, solo los sirvientes estaban trabajando a esa hora, ordenando el desastre de la noche anterior. Vladimir le sonrió con amabilidad a una de las mucamas y le indicó que llamara un taxi para la señorita, luego se despidió extendiendo su mano y estrechando con suavidad la mano de la joven y se sorprendió al sentir su piel áspera y ver sus uñas prolijamente recortadas.
— Eres muy especial, sigue orando por mí.
— Lo haré —respondió con sus mejillas sonrojadas y se dirigió a la entrada principal a esperar su taxi.
Vladimir subió las escaleras, sin dejar de pensar en la tranquilidad que sentía estando en los brazos de esa mujer era como un ángel, una visión divina.
Al llegar a su cuarto se quitó la ropa, necesitaba una ducha urgente para aliviar el dolor de cabeza que le oprimía la sien entonces se sorprendió al ver que de su cuello colgaba la pequeña cruz, con desespero se aferró a ella y sonrió.
— Gracias—murmuró mirando la bijouterie.
Vamos por la próxima 😘😘
Felicidades por tan hermosa novela 🥰🌹🫂
Felicidades 🎆 querida escritora vamos por más novelas así 🫂🥰