Esta pareja se separó por culpa de él. Todo lo malo que él le hizo vivir fue demasiado para ella y con el corazón roto salió de su vida para siempre...
Anya se casó por amor, Alex no. Él ya amaba a alguien más y fue obligado a separarse de ella; pensando que Anya era la culpable, le hizo la vida miserable.
Su esposa pensó que con el tiempo él podría enamorarse de ella; sin embargo, eso no pasó en todo el tiempo que estuvieron juntos.
Una noche, fue el comienzo del fin para que ella lograra salir del fondo del pozo donde estaba viviendo.
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Capítulo 2
Mientras Anya veía cómo del auto descendía el chofer y que rápidamente se acercaba atrás para abrir la puerta del copiloto, se sorprendió al ver al hombre ayudando a salir del auto a Alex, quien caminaba con paso tambaleante hasta la casa. Anya, al ver esto, se abrigó con una bata y bajó a la planta baja. Al llegar a los escalones superiores de la escalera podía ver que su marido, recién había acabado de entrar por la puerta.
Con cuidado fue bajando escalón por escalón mientras veían como le costaba al chofer ayudar a Alex a moverse por la casa. Cuando termino de bajar las escaleras se acercó a ellos. El chofer al verla le dijo apenado:
-Buenas noches, señora. Discúlpeme, pero no sabía donde más llevarlo, el señor esta muy borracho y pidió ir a casa.
Para Anya el trato tan cortes del chofer no le sorprendió para nada, ya que solo los empleados de esa casa sabían como era en verdad que se la trataba ella.
-Esta bien, no te preocupes. Déjame que te ayude a subir las escaleras con él.
-Gracias, se lo agradezco mucho.
Le dijo el hombre agradecido porque sabía que solo no iba a poder ayudar a su jefe a subir las escaleras.
A Alex, aun en ese estado de borrachera, la idea de que esa mujer lo tocara no le gustó para nada y quiso impedírselo, pero ella al ver que iba a protestar le dijo.
-Si no te dejas ayudar por mí, Alex, él solo no podrá subirte por las escaleras.
Alex lo pensó un poco y asintió, ya que no quería dormir en la sala o en su oficina. Los tres con mucho cuidado fueron subiendo las escaleras hasta llegar a la habitación de él. Lo colocaron en la cama y el chofer bajó para irse, dejándolos a los dos, solos en la habitación.
Anya, mirando cómo se veía de lamentable su marido, le dijo con voz suave.
-Voy a traerte un vaso de agua y una pastilla para la resaca. No te duermas que ya vuelvo.
Él no le respondió, pero se sentó en la cama y a eso, ella lo tomó como una afirmación. Anya bajó a la cocina con rapidez y tomó un vaso, el cual llenó de agua, y después tomó una pastilla para llevarle a Alex.
Cuando llegó a la habitación nuevamente, se sorprendió al verlo sentado en la cama con el pecho desnudo. Ya no tenía ni la chaqueta ni la camisa puesta. Las había descartado en el piso, al lado de su cama.
Era la primera vez que ella lo veía de esa forma, por lo cual estaba muy sorprendida. En estos años de casados, nunca había recibido ni un solo beso, por lo cual mucho menos pudo verlo así. Su cara estaba roja de la vergüenza, pero no podía apartar la mirada, así como así.
-¿No me darás eso?
Le dijo él un poco impaciente, con la vos un poco rara y es que estaba muy bebido. Ella salió de sus pensamientos y se acercó a darle la bebida y la pastilla, que rápidamente él se tomó.
Cuando terminó coloco el vaso en la mesa de luz y se paró. Se acercó paso a paso a ella. Al hacer esto, ella tuvo que elevar la vista, ya que él era mucho más alto que ella.
A pesar de sus pasos tambaleantes, Alex, llegó al frente de ella y tomándola por completa sorpresa, inclino su cara y empezó a besarla. Al principio ella se le resistió un poco, tratando de empujarlo con sus manos porque él estaba borracho, pero llego un momento en donde se rindió y le contesto el beso lo mejor que pudo. Y es que era su primer beso de verdad.
Antes, Alex, solo le había dado unos miseros picos en la boda y en la fiesta de la misma. Sin embargo, esos besos no se comparaban en nada a lo que estaba sintiendo en este momento. Así que abandono todo pensamiento razonable de rechazarlo y se dejó llevar.
Al rato, ella ya estaba sobre la cama tocando con suaves caricias la espalda de él. Seguían en su beso, cuando Alex empezó a abrir de a poco la bata de ella, revelando el camisón un poco viejo que ella tenía puesto. Como no recibía ni un poco de dinero desde que llego a allí, solo tenía la ropa que traía en la maleta en el momento que se mudó. Por eso tenía eso puesto, que más que ropa ya parecía un trapo viejo.
Solo se le había permitido ropa interior nueva y eso era porque se las daban con el uniforme que usaba cuando limpiaba la casa. Esas prendas eran entregadas para todas las sirvientas junto a los uniformes para que ellas trabajaran en la casa.
A pesar de que su prenda se reveló, Alex no estaba prestando atención a lo que ella traía o no puesto. A él solo lo movía el deseo y la borrachera que tenía.