Alex Borisov es un Don de la mafia rusa. Tenía un acuerdo de matrimonio cerrado con la italiana Caterina Colombo, cuando él alcanzaba la mayoría de edad y ella era apenas una adolescente. Una de las cláusulas de ese acuerdo era esperar a que Caterina cumpliera dieciocho años, y que ella solo supiera que tenía un prometido el día de la boda.
Los años pasaron, y Alex fue víctima de una trampa, obligándolo a casarse con la joven, con quien tuvo una hija. Fueron meses viviendo amargados, recordando que no deseaba ese matrimonio. Él, que siempre había sido serio, se cerró a todo, como una piedra inaccesible. Hasta que, misteriosamente, su esposa es asesinada.
Cuando queda viudo, decide ir en busca de su verdadera prometida en Italia. Caterina llega a la vida de Alex con toda su intensidad y persuasión, dispuesta a sacudir su mundo y, con su insistencia, promete romper la piedra que él puso en lugar de su corazón.
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Capítulo 1
Caterina Colombo
Una brisa suave de final de tarde golpeó mi rostro, mientras recogía flores en el jardín. Un viento más fuerte pasó, amenazando con llevar mi sombrero de paja. Lo sujeté con una mano y, con la otra mano, agarré la barra de mi vestido, para que no mostrara mi ropa interior a los varios soldados que hacían la seguridad, pues yo siempre ignoraba las miradas de codicia que ellos intentaban disimular.
El gran jardín era el lugar con el cual yo me sentía conectada con la naturaleza y aún más conmigo misma. Las flores eran vivas, pues yo sacaba tiempo para cuidar de ellas personalmente. En realidad, yo tenía un tiempo bien ocioso, por no tener mucha cosa para hacer. Mi padre nunca me dejaba participar de los negocios, diciendo que no era "cosa de mujer" y yo tenía rabia por eso, y también celos, porque yo era la mayor y, mi hermano, con apenas quince años ya estaba siendo preparado para ser el sucesor. Mientras yo, con diecinueve, sabía el destino que me esperaba.
No importaba para mi padre si yo nací primero. Yo sabía cómo funcionaba la cabeza de él. Él esperaba que yo asumiera mi papel en este medio. Yo era un símbolo de alianza para nuestra familia, y sabía de eso desde niña, pero no aceptaba totalmente.
Llegaría el momento en el que yo tendría que aceptar una alianza, una unión, como símbolo de grandeza y de paz. Sabía que eso acontecería a través de un matrimonio, y yo tendría que aceptar, tenía total noción de eso, mismo no siendo lo que quería para mi vida. Yo crecí en este medio, sabiendo que tenemos que hacer sacrificios por un bien mayor.
Sabía también, que tal vez yo nunca amaría de verdad a mi "futuro marido", pues mi corazón pertenecía al chico que me salvó cuando yo era adolescente, y que yo nunca más vi.
Recuerdo como si fuera ayer, cuando estábamos recibiendo familias de otras mafias, para conmemorar el aniversario de mi hermano. No tengo tantos recuerdos de ese día, solo recuerdo a mi padre dando órdenes a los soldados, para expulsar al hombre que había entrado con un perro Pitbull, para algunos podría ser inofensivo, pero mi padre siempre fue listo y sabía que aquel animal podría ser usado como un arma.
En medio de esa discusión, yo me aproximé al tumulto, vi el exacto momento que el perro iba a avanzar hacia mí y sentí dos manos tirando de mí por el hombro, miré y vi al chico más lindo del mundo. Yo tenía apenas doce años y él debía tener algunos años más que yo, pero su belleza y determinación, llamó mi atención. Aquello fue suficiente para enamorarme. Al menos yo creo.
Con una mirada afilada y una voz firme, él dijo:
"Si deja que su perro se acerque a ella, es un hombre muerto"
Quedé impresionada con aquello, en ser defendida con tanta fuerza. Me sentí extraña, pero también protegida. Pensé que había acabado por ahí, hasta nuevamente sentir sus manos tocándome y colocándome detrás de él. Después todo quedó borroso en mi memoria. Pero recuerdo haber visto al perro encima de él, mordiéndolo justo en el pecho. Después de eso, los hombres de confianza de mi padre, llevaron a las prisas a mí, mi hermano y mi madre para dentro, junto con personas cercanas y un intercambio de tiros aconteció en el jardín. Consiguieron abatir al hombre que había comenzado todo esto, que era el dueño del perro, yo estaba tan nerviosa con la situación, sin embargo, quería saber quién era el chico que me defendió. Pero, el último recuerdo que tengo de él, es de verlo por el vidrio de la ventana, con la camisa rasgada y sucia de sangre, con una cara de dolor, entrando en un coche con otro hombre e yéndose.
Pregunté a mi padre quién era él, di todas las características, no obstante, él insiste en decir que solo había adultos en la fiesta, excepto yo y mi hermano. Insistí durante mucho tiempo que mi padre dijera el nombre del chico misterioso, pero no descubrí nada y nunca olvidé de aquello.
Respiro hondo alejando los recuerdos y sigo para dentro de casa, cargando las rosas recién recogidas, que iba a adornar la mesa de la cena. Al pasar por el corredor que lleva al comedor, paré al oír algunas voces, venía del escritorio, y una voz yo sabía que era de mi padre, pero la otra yo desconocía.
Curiosa, resolví espiar por la puerta entreabierta. Vi la espalda ancha de un hombre con traje oscuro, la tensión entre los dos era notable.
— Ese acuerdo existe hace muchos años, no admito que desista ahora. Ese matrimonio saldrá como máximo en una semana. — la voz del hombre era firme, pero la palabra "matrimonio" me dio un frío en la espina dorsal.
Ciertamente, era sobre mí que discutían.
— Nuestro acuerdo fue deshecho, a partir del momento que embarazó a una mujer, no voy a admitir que mi hija sea sacada de dentro de casa para ser niñera. Usted mismo sabe que no existe más acuerdo, no sé por qué vino aquí. — Mi padre golpeó la mesa y yo sentí la rabia del hombre de lejos.
¿Él tiene un hijo? ¿Cómo así? Yo quería oír y entender todo.
— Tengo certeza que fue una trampa. Solo necesito de más pruebas...
— Me admira mucho, un hombre conocido por su astucia y fuerza, caer en una trampa de esas. — mi padre lo interrumpió y el hombre bajó la cabeza y pasó la mano por los cabellos. No porque parecía intimidado, parecía apenas pensar.
Un silencio reinó y yo quería entender. ¿El hombre quería el matrimonio y mi padre no quería? ¿Era eso lo que yo entendí? Tal vez por él tener hijo. ¿Será que él era viudo? La peor parte de este medio, era tener su destino trazado. Aceptar un matrimonio, por el bien mayor. Ya había pensado varias veces en rebelarme y decir que no aceptaba nada de eso. Pero yo amaba a mi familia demasiado, y nunca iba a querer iniciar una guerra, por mi culpa.
¡Pero eso todo era una lata!
Queriendo oír más, me aproximé y vi el exacto momento en el que mi padre percibió que yo estaba en la puerta. Él me lanzó una mirada afilada y yo me apresuré en salir.
Fui casi corriendo para el comedor, a arreglar las rosas.
Mientras hacía un lindo buqué para poner en el jarrón, oí los pasos por el corredor.
Yo estaba curiosa demasiado para saber quién era aquel hombre. Corrí para el corredor y lo que conseguí ver, fue apenas su espalda nuevamente.
Él andaba con elegancia, una postura impecable, como si todo alrededor fuera insignificante. Quedé impresionada, pero él exhalaba arrogancia y eso me incomodó.
¿Quién era aquel hombre?