En un mundo asediado por la oscuridad, Elara y sus amigos, Kael, Lila y Thalion, se embarcan en una peligrosa expedición para invocar el poder del dragón y descubrir un antiguo artefacto en el Valle de la Luz, con la esperanza de proteger su hogar, Eldoria, de las sombras que amenazan con regresar.
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Capítulo 1: El Secreto Antiguo
El viento soplaba suavemente entre los árboles de Eldoria, una brisa fresca que parecía susurrar secretos olvidados. Elara, con sus cabellos oscuros ondeando como llamas a su alrededor, se adentró en el corazón del bosque, donde la luz del sol apenas alcanzaba el suelo cubierto de hojas. Con cada paso, sentía la energía mágica que vibraba en el aire, una conexión profunda que había conocido desde pequeña.
“¿Por qué siempre te alejas tanto, Elara?” preguntó su amiga, Lila, tratando de seguirle el ritmo. Lila era una elfa de piel pálida, con ojos dorados que reflejaban la luz del sol. “¿No te da miedo perderte?”
“No puedo evitarlo,” respondió Elara, girándose para mirarla. “Hay algo aquí… una sensación. Es como si el bosque me estuviera llamando, como si guardara algo importante.”
Lila frunció el ceño. “A veces creo que tu conexión con la magia te está llevando a lugares peligrosos. La última vez que exploraste sola, casi te encuentras con un espectro.”
“Fue un malentendido,” replicó Elara con una sonrisa traviesa. “Aquel espectro solo quería compartir historias. Además, estoy más preparada ahora. He practicado mis hechizos.”
“Eso no cambia el hecho de que deberías tener más cuidado,” insistió Lila. “Este bosque tiene sus sombras. No todos los seres que habitan aquí son amistosos.”
Elara se detuvo y miró a su amiga con seriedad. “Lo sé, pero tengo que descubrir la verdad sobre mi magia. Hay algo en mi linaje que no comprendo del todo.”
Lila suspiró, sintiendo la determinación en la voz de Elara. “Está bien, pero no te alejes demasiado. Prométeme que regresarás antes del atardecer.”
“Lo prometo,” dijo Elara, con una sonrisa tranquilizadora. “Voy a buscar un lugar donde pueda sentir la magia más intensamente.”
Mientras Lila se alejaba hacia el campamento, Elara continuó su camino. Después de unos minutos de andar, encontró un claro rodeado de árboles altos. En el centro, había un viejo altar cubierto de musgo y enredaderas. La estructura parecía llamar su atención, como si hubiera estado esperando su llegada.
“¿Qué es lo que escondes?” murmuró Elara, acercándose al altar. Se agachó y tocó la superficie fría de la piedra, sintiendo una oleada de energía recorrerla. “Es tan antigua…”
De repente, un destello de luz iluminó el claro, y Elara se apartó, sorprendida. Una figura etérea apareció ante ella, una imagen difusa de un anciano con una larga barba blanca y ojos profundos que parecían conocer todos los secretos del universo.
“¿Quién… quién eres?” preguntó Elara, su voz temblando ligeramente.
“Soy Eldrin, el guardián de los secretos antiguos,” respondió el anciano con una voz resonante. “He estado esperando a alguien como tú.”
“¿A mí?” Elara parpadeó, incrédula. “¿Por qué?”
“Porque llevas la sangre de los antiguos hechiceros,” dijo Eldrin, señalando su pecho con un gesto. “Tu conexión con la magia elemental es más poderosa de lo que imaginas. El destino de tu reino depende de ti.”
El corazón de Elara latía con fuerza. “¿Qué destino? ¿Qué tengo que hacer?”
Eldrin inclinó ligeramente la cabeza. “Para salvar tu hogar de la oscuridad que se aproxima, debes despertar al último dragón. Su poder es la clave para restaurar el equilibrio en el mundo. Pero para ello, debes enfrentar tus propios miedos y buscar la verdad que se oculta en tu linaje.”
“¿El último dragón?” repitió Elara, asombrada. “¿Es real? Pensé que solo era una leyenda.”
“Las leyendas a menudo ocultan verdades profundas,” respondió Eldrin con un brillo en sus ojos. “El dragón ha estado dormido, esperando a que un verdadero heredero de la magia lo despierte. Pero no serás la única en buscarlo. Otros, con intenciones oscuras, también lo quieren.”
“¿Otros?” Elara sintió un escalofrío recorrer su espalda. “¿Quiénes son?”
“Seres de la oscuridad, aquellos que buscan aprovecharse del poder del dragón para sus propios fines,” explicó Eldrin. “Están dispuestos a hacer cualquier cosa para encontrarlo primero. Debes actuar con rapidez.”
“¿Cómo puedo hacerlo?” preguntó Elara, sintiendo una mezcla de emoción y temor. “¿Dónde lo encuentro?”
“Las respuestas están en la montaña de fuego,” dijo Eldrin, levantando una mano y señalando al horizonte. “Allí encontrarás la clave para despertar al dragón. Pero ten cuidado, el camino está lleno de peligros y pruebas que pondrán a prueba tu valentía.”
Elara asintió, sintiendo que una chispa de determinación se encendía en su interior. “Lo haré. No dejaré que la oscuridad se apodere de mi hogar.”
Eldrin sonrió, como si hubiera visto este momento venir. “Recuerda, no estarás sola en esta búsqueda. Formarás alianzas inesperadas, y juntos enfrentaréis la adversidad.”
“¿Qué debo hacer ahora?” preguntó Elara.
“Confía en tu instinto, sigue el llamado de la magia y busca a aquellos que comparten tu objetivo,” dijo Eldrin antes de desvanecerse en una nube de luz brillante.
Elara se quedó sola en el claro, con el eco de las palabras de Eldrin resonando en su mente. El destino de su reino estaba en sus manos. Con determinación renovada, se levantó y se dirigió hacia la salida del bosque, lista para enfrentar lo que viniera.
Mientras caminaba, su mente se llenó de preguntas. ¿Quiénes serían sus aliados? ¿Cómo encontraría la montaña de fuego? Y, lo más importante, ¿podría realmente despertar al último dragón?
Al salir del bosque, se encontró con Lila, quien la miraba con preocupación. “¿Estás bien? Te vi hablar con alguien.”
“Sí, estoy bien,” respondió Elara, tratando de ocultar la emoción que burbujeaba en su interior. “Pero tenemos que prepararnos. Hay algo que debo hacer.”
“¿Qué es?” preguntó Lila, frunciendo el ceño.
“Debemos ir a la montaña de fuego. Hay un dragón que necesita ser despertado,” dijo Elara, sintiendo el peso de su decisión.
“¿Un dragón? ¿De verdad?” Los ojos de Lila se abrieron con sorpresa. “Esto suena peligroso, Elara.”
“Lo sé, pero es nuestra única esperanza,” insistió Elara, con firmeza en su voz. “Debemos encontrar a quienes puedan ayudarnos. No podemos hacerlo solas.”
Lila asintió, sintiendo la gravedad de la situación. “Está bien, hagámoslo juntas. Pero primero, necesitamos más información. Hablemos con los ancianos del pueblo.”
Elara sonrió, agradecida por la lealtad de su amiga. “Sí, eso es lo que necesitamos. Vamos.”
Mientras se dirigían hacia el pueblo, Elara sintió que el destino la guiaba. La magia estaba en el aire, y la promesa de una aventura épica la llenaba de emoción. Sabía que el camino sería difícil, pero estaba dispuesta a enfrentar cualquier desafío. Su viaje para despertar al último dragón había comenzado, y no se detendría hasta cumplir su misión.
A medida que se acercaban al pueblo, Elara miró hacia el horizonte, donde las montañas se alzaban imponentes. La montaña de fuego la esperaba, y con ella, la oportunidad de cambiar el destino de su reino. Con cada paso, se sentía más fuerte, lista para enfrentar la oscuridad que se avecinaba.