The Lost Princess
Solo estaban ellos dos, sentados mirándose fijamente, separados por un inmenso hueco en el medio de la mesa redonda, acompañada de varías sillas vacías.
Aún no había llegado la hora para que la reunión diera inicio, pero ahí estaban los dos, continuando con la rutina adquirida por los años, de llegar siempre temprano al trabajo.
Se miraban fijamente, pero ninguno mostraba signo de alegría ante la presencia del otro. Ambas miradas expresaban la animadversión que sentían.
“Como siempre, tan cumplida con tus horarios, Nicole, lástima que no hayas logrado cumplir sobre lo de encontrando a tu novia”
“Deberías de mantener la boca cerrada Alexander, o acaso, ¿Quieres que te la cierre yo a patadas? ¿O ya se te olvido que mi novia te rompió el culo?”
Fuesen o no iguales ante las personas, ambos carecían de respeto mutuo. La mera necesidad o utilidad mantenía su frágil enemistad.
“Vaya, quien diría que la orgullosa Nicole estaría reluciendo logros ajenos”
“Y quien diría que un pedazo de mierda como tu es rey. Ah, y no se te olvide lo de perdedor, porque tener que huir cuando estas por perder la guerra, no sé qué clase de vergüenza es esa. Ya que yo nunca perdí”
“La abusadora tiene garras, ¿Por qué no buscas que tu noviecita te perdone?”
“¿Perdón? No me compares contigo, a diferencia de ti, yo jamás he hecho algo que amerite pedirle perdón a nadie”
Tal vez la contundencia de las palabras hizo que Alexander se quedara callado, o simplemente, no veía sentido alguno en una discusión que no llevaría a ningún lado.
“Respóndeme, Alexander, ¿Como fue aquella guerra?”
Cambiando el tema al instante, cogió por sorpresa al hombre que intentó evadir la respuesta.
“¿Cual guerra? La nuestra tú...”
Nicole no tuvo reparos en interrumpirlo en medio de su contestación.
“No te hagas es estúpido, tú sabes a que guerra me refiero. La Guerra de los 300 Años”, La Guerra Olvidada, La Guerra de las 4 Razas o tal vez la recuerdes mejor como La Gran Guerra de la Extinción”
La expresión de animadversión se volvió complicada, la seriedad repentina con la que miró a la mujer que tenía casi los mismos poderes suyos.
“¿Por qué habría de contarte? Esas cosas no son de tu incumbencia”
“No te hagas el santo, ¿O es que quieres que me vaya con los 12 reinos? Tu bien sabes que si me uno a ellos, tu guerra puede finalizar incluso antes de empezar”
“Maldita hija de...”
Callándose la boca, Alexander guardó silencio.
Él lo sabía perfectamente, la mujer que tenía al frente, era la única que podía igualar a su sobrina. Tal vez él superara a su sobrina por mucho en términos mágicos y fuerza bruta, pero, carecía completamente de lo que la mujer frente a ella tenía, técnica y conocimientos modernos.
Además, su sobrina tenía algo que podría superarlo por mucho, los antiguos guardaespaldas de la anterior Reina, Valerya di Reyjavik.
No tenía más opción que darle lo que quería a la mujer.
“¿Qué quieres saber de esa guerra?”
“Dame un resumen de todo”
Recostado en la mesa, sus pensamientos explotaron por la cantidad de información de aquella guerra y la incapacidad para contarla por completo.
“El termino más correcto para llamarla sin duda sería: La Gran Guerra de las Extinciones. Hace más de 300 años que tuvo lugar, pero sus secuelas serán eternas, este mundo jamás podrá borrar lo que ocurrió”
“¿A qué te refieres con que no podrás borrarlo?”
“Para los estándares de nuestro planeta, esto era un paraíso, si lo comparamos con La Tierra, este planeta era el sueño de cualquier persona que quisiera estar en un mundo de fantasía. Un lugar que carecía de grandes conflictos o sufrimientos. Pero hace más de 320 años que eso cambió”
“¿Que tan grave fue el conflicto?”
“Si lo comparamos con la guerra entre tu novia y yo, sería un juego de niños, pero para nosotros, fue el mismo infierno en vida. No solo los demonios se extinguieron, ogros, goblins, onis, súcubos, gigantes, entre decenas de razas más se extinguieron; los elfos hasta hace casi 100 años estaban en un estado de peligro de extinción junto con las hadas, los enanos, los híbridos, y unas pocas razas; las pocas especies terrestres que sobrevivieron tuvieron que esconderse en las mazmorras abandonadas y vaciadas de todo poder mágico, todo para así evitar la extinción.
No teníamos bombas, misiles, fusiles ni cañones, muchas de las extinciones de las razas se llevaban a cabo, por propia mano.
Las mazmorras fueron invadidas por todas las razas, las bestias que las habitaban, masacradas para usarlas como materiales, los interiores usados como minas y explotados hasta que ya no tuvieran más recursos, y luego abandonadas, hasta que ya no quedara ningún recurso, con su magia drenada por completo, se volvieron cuevas, hoyos en la tierra que perdían toda belleza y vida.
Las grandes bestias que habitaban los mares fueron extinguidas, algunas usadas como comida o materiales, otras usadas como armas para matarnos entre nosotros.
Pero los peores a mi criterio, fueron los humanos, cuando junto a los ¡Putos dragones! invadimos este continente, los reinos humanos se rendían a nuestros pies, no por miedo o terror, sino buscando la salvación. El gran Imperio Humano, aprovechando su superioridad tecnológica que los hacía rivalizar con los ¡Pedazos de mierda llamados dragones!, usaban a los diferentes reinos poco organizados para cometer distintos tipos de atrocidades jamás vistas en nuestro planeta, por ejemplo, la actual Diosa Humana, no era más que una rata de laboratorio en el pasado.
Y nosotros los demonios, junto a los Súcubos, los únicos que siempre fueron fieles a nuestra amistad, a diferencia de los ¡Malnacidos hijos de puta! de los dragones, fuimos completamente extinguidos”
El ímpetu de Alexander era mayor cuando algo tenía que ver sobre dragones, su odio llegaba al punto de que, finalizando su relato, golpeo la mesa con su puño dejando un enorme hueco donde se supone, iba a ir su taza.
“Pero, si tienes un hijo con una humana, con Carmilla, por ejemplo, es más que probable que salga parte demonio”
Con una gran serenidad en sus palabras, las palabras de Nicole fueron descartadas al instante por Alexander.
“Ese es el problema, que sea parte, por más que pueda sentirse demonio, no dejaría de ser un híbrido. La sangre humana debe de ser superior a la sangre de la otra especie para que la persona mantenga el juicio, por lo que no importa que tanta sangre demoníaca posea. Por más que quisiera regresar a la vida a los demonios y los súcubos, ambas especies ¡Ya están extintas!”
“¿Entonces cuál es tú plan? ¿Vengarte de los ángeles y dragones?”
Tal vez por lo sencillo de la pregunta, o tal vez la fácil deducción y la equivoca idea de Nicole que, hizo que Alexander diera una gran sonrisa.
“Eso solo es un fin muy burdo y básico. Mi meta, es la meta de mi padre, La Paz. Él lo intento por los medios diplomáticos y cosecho lo que sembró, la muerto; pero yo, yo lo haré por medio de las armas, al igual que lo hizo tu novia. Seré yo quien los gobierne y les traiga la paz”
El jolgorio interno de Alexander se escapaba por su mirada.
Por su mente, la imagen de todas las razas respondiendo a su mandato era como una droga que lo llevaba al mismo éxtasis.
Para Nicole que lo veía con asco, no podía imaginárselo gobernando sobre un territorio tan basto, y mucho menos, que, de lograrlo, simplemente, fueran a aceptar su mandato.
¿De qué servía el poder, si no podía ser ejercido en su totalidad? ¿De qué te sirve el gobierno, si nadie quiere ser gobernado por uno?
“Ehhh, me encantaría ver si en verdad lo logras, pero te mentiría si te dijera que en verdad me interesa”
“Tú y tu arrogancia como siempre”
“Alexander, yo no estoy interesada en subirte al poder del mundo, solo te estoy ayudando porque así puedo encontrar a Laure, que no se te olvide”
“Y no se te olvide que es graci...”
Antes de que su conversación pudiera proseguir como de costumbre, la puerta de la sala fue abierta.
Tranquilamente y con elegancia, dos mujeres entraron por ella.
Ninguna estaba acompañada por un guardia o ayudante.
“Vaya, Su Majestad, ¿Desde hace cuánto está aquí? ¿Me estaba esperando?”
Mientras que una de las mujeres se dirigió a una esquina de la sala, la otra se sentó al lado de Alexander.
No estaba interesada en mantener la distancia, sentada, acercó su silla a la de Alexander hasta quedar hombro con hombro.
“Bienvenida, Carmilla, hoy también estas muy hermosa”
Para Nicole que los veía a la distancia, era difícil saber si el sonrojo de Alexander era verdadero o era una mera farsa para mantener a Carmilla de su lado.
“Ayy, Su Majestad, tan dulce como siempre, ¿Por qué no acepta mi propuesta para ir a una cita? Solo usted y yo, disfrutando de los paisajes de la 4 provincia”
Incapaz de aguantar, Carmilla se abalanzó sobre Alexander agarrándolo fuertemente entre sus brazos, bajo la mirada de desagrado de Altair que estaba recostada en uno de los muros.
“Podríamos ir tal vez, a disfrutar de la gastronomía de la 9na ciudad, de los lujosos hospedajes de la 8va ciudad, o si quiere, puede ir a mi mansión en la ciudad capital. ¿Qué le parece?”
Con dulzura y con una mirada deseosa de tener en ese mismo instante a su objetivo, Carmilla movía sus dedos en forma circular por el pecho de Alexander.
Para Alexander, no parecía haber inconveniente alguno, aun teniendo una mirada tranquila e imperturbable, pero, entre más tiempo Carmilla lo tocaba, su respiración más se aceleraba.
Muy posiblemente, por el calor del momento, ambos hubieran ignorado completamente la existencia en dicho lugar de Nicole, y de la hija de Carmilla, Altair.
“Por cierto, Carmilla, ¿Qué día Alexander y tú se van a casar?”
Para Nicole, era simplemente una manera más de molestar a Alexander, pero, eso fue suficiente para que Carmilla se detuviera y fuese consciente de su entorno.
Aunque rápidamente fue consumida por sus pensamientos y desvió la mirada al hombre a su lado. La simple idea de casarse con Alexander hizo que su cara enrojeciera.
“Bueno, si Su Majestad así lo desea, no tendría problema en que sea hoy mismo”
Para su hija que escuchaba las palabras de su madre, sentía una vergüenza que la hacía querer que la tragase la tierra, o lo que para ella sería mejor, escupirles en la cara, a la vez de un desprecio y repudió inimaginable.
Para Altair, su madre se había convertido en una vergüenza, una mujer que se había vendido a un traidor aun cuando ya estaba casada, pero, se negaba a abandonarla, porque al final de todo, era su madre, a diferencia de su padre que abandonó su país apenas los conflictos comenzaron.
El padre que nunca conoció, o si lo hizo, ya no lo recordaba.
Pero, si hubiera algo que Altair más odiaba que una posible relación entre su madre y Alexander era a la mujer que estaba entrando por la puerta junto a otras 4 personas.
Una extranjera que el Rey y Carmilla habían adoptado como si fuesen una pareja, la trataban como una hija de toda la vida, y a la cual, querían que fuese la hermana de Altair.
“Como siempre desde tan temprano, ustedes dos deberían de formalizar lo suyo”
“Diana, no molestes así a tu madre, además recuerda que estas en presencia del Emperador”
“Como eres de aburrido anciano, si quieres pregúntale a los demás si están de acuerdo en que ellos ya deberían de casarse, ¿O no chicos?”
“En efecto” “Concuerdo con Diana” “Tiene razón, ya va siendo momento que su Majestad escoja a la Emperatriz”
“¿Lo ves? Viktor”
Todos reafirmaron la postura de Diana, incluyendo a Leonid y Elías que, en apariencia, eran los más “neutrales” entre todos.
Tomando asiento en medio de su conversación, 7 sillas de gran porte estaban ocupadas, mientras que otras 6 estaban vacías y, por último, solo dos personas permanecían de pie.
A simple vista, la reunión parecía una condena extrajudicial hacía Nicole, que estaba completamente sola en el lugar.
Inclusive si dirigía su mirada a la hija de Carmilla, era rechazada con una expresión de completo desprecio rozando el odio injustificado.
Lo único que la ataba al dicho lugar, era el trato que mantenía con Alexander.
“Daré comienzo a la reunión de hoy. ¿No hay problema con ello? Su Majestad”
Iniciando con la ceremonia de apertura, Leonid pidió el permiso de aquel que lo supera en rango, aquel que mientras está presente, puede hacer o deshacer a su voluntad, El Emperador del Imperio más poderoso, Alexander di Reyjavik.
Aún que no obtuvo respuesta, con solo ver el manoteo de una de las manos de Alexander, supo que tenía la autorización para continuar con su trabajo.
“Lo primero, transmitiré los informes de los avances económicos y tecnológicos de las distintas provincias, cabe recordar que no diré los pertenecientes a los de Diana y Carmilla Lefevre, y tampoco los de Elías”
Con una de las manos, sostenía una pila de documentos tan voluminoso que fácil se confundiría con una conferencia de más de 6 horas.
“La primera, segunda, quinta, séptima y de la 9na a la 12va provincia tienen reportes financieros altos, sus procesos de industrialización y tecnificación van mejor de los esperados, si bien la electrificación no ha podido alcanzar a todos los municipios, todas las provincias tienen más del 70%. Actualmente, se están encargando de la electrificación y conexión por carreteras de los municipios faltantes, se calcula que entre 6 a 7 años más dichas provincias estarán completamente funcionales”
De alguna manera, escuchar los avances de dichas ciudades, hacía que tanto Alexander como la mayoría de los presentes se sintieran orgullosos.
Excepto por Viktor y Jalila, que intentaron esconder la cabeza entre los matorrales ficticios. El hecho de que tuvieran que hacer un informe sobre la progresión de sus gobiernos, los hacía sentir como los pésimos administradores que eran.
En cambio, Altair, desde una esquina, veía con rarezas todo lo que estaban hablando. Simplemente, no podía entender lo que era la electrificación o la industrialización.
Desde que ella tiene memoria, jamás le había sido permitido pisar dichas provincias, por lo que no tenía la menor idea de lo que era.
“Quiero hacer una pregunta ya que tenemos esta oportunidad, ¿Desde hace cuánto este país está industrializándose?”
Tampoco es que Altair pudiera intentar acercarse a Nicole para despejar sus dudas, no solo el rechazo y odio que sentía por ella, sino también su nulo interés en tratar con lo que para ella se considerarían como “traidores” le impedía hacerlo.
“Desde hace 15 o 16 años, apenas obtuve la información, le pedí a Leonid que hiciera todo lo posible para implementar los conocimientos de La Tierra en este país”
Con la duda de Nicole resuelta por el propio Alexander mantuvo el silencio.
Altair por su parte, solo tuvo más dudas, ni siquiera sabía que era aquello que llamaban La Tierra.
“Continúo con el informe, se calcula que entre el 60 y el 75% de la electricidad generada es por medio del carbón, actualmente, el resto viene de las pocas petroleras que hay en el Imperio. Solo la primera y quinta provincia comenzaron a realizar represas. Ese sería la primera parte de mi informe”
“Ahora que recuerdo, ¿Cuándo van a llevar electricidad a mi provincia? Ya estoy cansada de tener que encender velas”
“Jalila, ya te he dicho, que mientras no te encargues de los problemas en tu zona, no puedo ni siquiera hacer buenas carreteras con las demás provincias”
Obteniendo su respuesta no de Leonid, sino desde el mismo Emperador, no tuvo más remedio que quedarse callada/o. Aunque desde el fondo del corazón detestara que le dieran ordenes, del único que no le molestaba recibirlas, era del mismo Alexander.
“Espero que no haya más interrupciones. Pasando al plano económico, la mayoría de las provincias son incluso más ricas que continentes enteros, por ejemplo, la quinta provincia actualmente tiene el mismo poder económico que toda la alianza de los doce reinos, la primera es más rica económicamente que todo el continente central, la segunda, supera moderadamente al continente de los ángeles, y la tercera, tiene la capacidad de igualar a los dragones”
Altair que estaba desconectada de toda la conversación, en lo poco que pudo, comprendió por qué siempre se autodenominaban el Imperio más poderoso del mundo.
El Imperio actual había perdido todo conocimiento antiguo de la magia y tecnología del extinto Imperio de la Humanidad.
Pero en sus adentros, pudo sentir que toda la información que el Emperador había obtenido era superior a todo lo que había leído en los pocos libros de historia que existían sobre la cruenta Guerra de las Extinciones.
Había dirigido su mirada a Nicole, no pudo comprender por qué parecía tan inmutable ante declaraciones que eran no solo extrañas, sino alarmantes.
Luego volvió a dirigir su mirada a Alexander para ver como este movía su mano de un lado a otro.
“Entiendo, Su Majestad. Si nos tuviéramos que comparar con algún país de La Tierra, calculando nuestra riqueza actual, seríamos equiparables solamente a Oceanía. Otros países como la Nueva URSS, o la Unión del Norte, nos superan en todos los aspectos. Incluso nuestro referente como lo es la República tiene una riqueza 50 veces la nuestra en su mejor momento, y en el peor, es entre un 25 a 30 veces más rica”
La vista de Alexander se convirtió en repudio, nadie además de Diana, Carmilla y Leonid pudo adivinar si era a causa del informe de hoy o si, por el contrario, la comparación aún le parecía desastrosa.
Cada vez que veían a estas reuniones, las comparaciones eran evidentemente, un desastre.
“Esto es debido a que nos estamos centrando en la producción de material bélico, aunque, la calidad de vida ha mejorado entre un 50 a 70% en estos quince años en las provincias antes mencionadas, el consumo y movilización de valores aún es baja. Por ejemplo, hemos construido varios aeropuertos en las mencionadas provincias, pero nuestra producción industrial solo nos permite tener una tecnología igual a los años 60, además, la introducción de dicha tecnología fue tan abrupta que las poblaciones aún desconfían”
“¿Qué tal si pasas a lo importante ya? El resto nos lo puedes comentar con Viktor, Jalila y Nicole a solas.”
Estaba claro, Alexander estaba cansado de escuchar los mismos informes una y otra vez, aunque cada semana las provincias tuvieran avances significativos en el desarrollo del país, si Alexander quería mínimamente igualar a la República, les faltaba demasiado camino por recorrer.
Carmilla y Elías sabían porque sus regiones eran la cúspide del mundo antiguo, y también porque no podían dar el salto a la nueva era. La cantidad de habitantes, sus procedencias, y sus intereses, hacían imposibles que el Imperio pudiera llevar el desarrollo a dichas regiones.
Pero en cambio Viktor y Jalila era diferente, no podían nada más que sentir vergüenza porque iban nuevamente a ser regañados.
“En el plano militar, somos capaces de producir tanques de los años 50 a 70 en masa, pero, de los años 80 en adelante, la inversión sería imposible, y mucho menos para los pertenecientes a los años 2000 en adelante. Por el lado aeronáutico, es lo mismo, al igual que con el marítimo, ciertas provincias recién están creando empresas para recrear los microcomponentes necesarios.
La artillera que podemos producir en masa es la remolcada, pero considerando el nivel tecnológico del resto del planeta, sería suficiente para hacer frente a los 12 Reinos. Incluso si los ángeles y los híbridos se unieran, los morteros y granadas, serían suficientes para causar grandes bajas.
Si hablamos del terreno mágico, tampoco nos quedamos atrás, los antiguos salones de gremio se convirtieron en el actual Ministerio de Magia, y las personas que decidieron quedarse, principalmente magos, están dando resultados más que prometedores. Actualmente, solo existen 4 salones de gremio en el Imperio, en la provincia de Jalila, Carmilla, Viktor y Elías.
La frustración presente en el rostro de Alexander se fue reduciendo gradualmente, su mayor preocupación, era no estar al nivel de la República, pero, él estaba seguro, que, si el Imperio continuaba por este camino, podrían incluso mirar cara a cara a grandes potencias como la Nueva URSS, la Federación Asiática o a la misma Unión del Norte.
Pueden que fueran países de otro mundo, pero, desde que estuvo en La Tierra, Alexander pudo ver cuál era el camino para su ambición.
Aunque tuviera a Carmilla y todos los generales, el Imperio no hubiera podido contra una coalición de Reinos, simplemente, una población de casi 250 millones contra más de 1.500 millones de personas era un suicidio. Era un suicidio, hasta que puso sus manos en un vasto conocimiento que incluso él aseguraba, superaba por mucho a la tecnología del Antiguo Imperio Humano, y al poder de los dragones, ángeles y demonios combinados.
Ya estaba más que seguro con gran razón, que el poder y los conocimientos que obtuvo, eran la llave para cumplir el sueño de su padre, no por medio de la Paz, sino por medio de la FUERZA.
Es que acaso, no se supone que, ¿Para tener paz hay que estar preparado para la guerra?
Él, y solo él, iban a ser quienes pusieran en orden un mundo en caos.
“Eso es todo lo importante para esta reunión, Su Majestad”
Dando un suspiro tranquilizador, miro a Leonid.
“Bien, por favor, que solo se queden Viktor, Jalila, Leonid y Nicole, el resto puede irse”
Con una expresión reconfortante, sintió como las sillas se movían y las pisadas se alejaban, pero, lo que no pudo dejar de sentir, fue los brazos de Carmilla abrazándolo.
“Carmilla, tú también, si quieres algo, podemos hablar después”
“Hmmm, que malo, Su Majestad. Usted sabe que yo no quiero alejarme de usted”
“Carmilla, tenemos toda una vida para hablar, no hay nada de que estar preocupada”
Las orejas de Carmilla se habían enrojecido, tal vez por la sensación de que en algún momento tendría una oportunidad con el hombre a su lado, o por la vergüenza de que los estuvieran mirando.
En silencio, y con la cara roja como un tomate, se levantó de su asiento y salió de la sala, siendo seguida por su hija.
Por otra parte, Jalila y Viktor solo podían esconder los rostros bajo la mesa, como niños queriendo evitar el regaño de la madre.
“Ahora lo último, Viktor y Jalila”
“Sí”
Ambos respondieron al mismo tiempo, ya sabían lo que les iban a decir, pero de igual forma, la vergüenza los consumía.
“Viktor, ya te lo dije, DEJA DE DELEGAR TUS FUNCIONES EN EL RETRASADO METAL DE TU HIJO. ¿Como es posible que un Imperio que se jacta de haber abolido la esclavitud use esclavos en sus minas? Sin mencionar los numerosos reportes de como tu hijo tiene a la población de la capital. Ya te lo he dicho, no me hagas tener que intervenir”
“Si, Su Majestad, recién regrese a mi territorio, me encargaré de que la situación cambie. Si me permite, me retiro en este instante para no incomodar a Jalila”
Cambiando su mirada a Jalila que buscó consuelo en el paisaje que podía verse desde el exterior, no pudo salvarse.
“Jalila, te lo he dicho varias veces, y no te lo repito más, si quieres conservar tus funciones en la sexta provincia, deja de vagar y empieza a administrar bien esa provincia, o si no, no tendrás tu deseada electricidad. Y deshazte de las ratas que llevas por guardaespaldas, y no me refiero a que los cambies de puesto, me refiero a que te deshagas de ellos y te busques otros mejores”
“Si, si Su Majestad desea, incluso le daré mi cuerpo y alma, ya mismo me pongo a trabajar”
Muriendo de la vergüenza por el regaño de siempre, salió corriendo con las lágrimas a punto de caer de sus mejillas.
Nicole no prestó mucha atención a los regaños que ya había escuchado varias veces, pero no estaba dispuesta a perder la oportunidad de seguir molestando a Alexander. A fin de cuentas, él fue el causante de toda esta situación, ¿No?
“Tienes amigos extraños, el retrasado que se cree la reencarnación de una diosa, el sobreprotector, la obsesionada, debería decir que la única normal entre todos ellos es Diana.
“No hablemos de eso Nicole. Más importante, pasemos a lo que nos interesa a ambos. Ya sabes que hacer Leo”
Sin responder a Alexander, Leonid se acercó a la puerta de la sala y miró al exterior.
Ni siquiera había guardias en la cercanía debido a que estaban ocupados en otros asuntos en el castillo.
Cerró la puerta de la sala y regresó al lado de Alexander.
“Pondré cierta magia para evitar invitados no deseados. Leo, entrégale los documentos”
Con un chasquido de sus dedos, el circulo apareció y desapareció en menos de 2 segundos.
Leonid ni siquiera se acercó a Nicole, solo le tiró los documentos que, de alguna manera, cayeron perfectamente frente a ella.
“No confías ni siquiera en tu...”
Quería reprochar la actitud de Alexander, pero mientras veía la portada de los documentos, cerró la boca.
[Pruebas de compatibilidad Humano - Elfo - Enano - Híbridos]
Sus ojos se nublaron no por la sorpresa del documento en completo Castellano ya que gran parte del Imperio tuvo que aprenderlo, sino por la clara investigación que daba resultados que podrían generar controversias.
“Esto... ¿Que mierda es esto? Esto, ¿Es en serio?”
Las muecas que se formaban en su rostro, ni ella misma podía creerse los resultados que los documentos le mostraban.
[La compatibilidad de ADN entre las tres especies con los humanos es de: 96.69 para los elfos; enanos 95,84; híbridos 93,26. Se concluye que las tres razas, en su raíz genética, son humanas. Se aclara que es debido a la manipulación genética por parte del antiguo Imperio Humano a los híbridos que tienen la menor compatibilidad]
“Las pruebas se han realizado 23 veces, cada una con una población diferente, y siempre muestran los mismos resultados, pero, mira los otros dos documentos”
Cambiando de pila de documentos, cogió unos que relajaron levemente su conmoción, pero, duraría poco.
[Pruebas de compatibilidad topográfica]
Leyendo detenidamente, sus ojos volvieron a nublarse, no podía creerse lo que estaba en el documento, era ilógico, irreal, imposible, incluso de cierta forma, lo que estaba escrito en las páginas, era blasfemo desde la vista de este mundo.
[Los continentes, excluyendo el demoníaco, son similares a países y continentes de La Tierra. El actual continente Humano, que es el doble de grande, es una recreación de la Federación Rusa; El Continente Central, posee el mismo tamaño que su par, la Unión Centro-Sur Africana...]
Solo pudo llevarse la mano a la cabeza, en lo que miró el último de reojo la portada del último documento.
[Compatibilidad genética entre humanos de La Tierra y de Utennade]
Por alguna razón, de sus manos y cabeza, el sudor era frío, ya había visto lo irreal de los demás informes, estaba segura de que este iba a ser igual o peor, pero, jamás creyó que fuese tan irreal.
[Por medio de la muestra sanguínea de Nicole Di Reyjavik, se pudo establecer que la compatibilidad entre los humanos de ambos mundos es de: 99,998%. Por ahora, la única diferencia segura, es la carencia de magia entre los mundos]
Nicole se quería desmayar, su cabeza le imposibilitaba discernir toda la información que había recibido.
“¿Cómo es posible que ambos mundos sean tan similares?”
Irritada, lanzó su pregunta esperando que no tuviera respuesta.
“Leonid y yo consideramos que antes no existía algo llamado Utennade. Solo existía La Tierra”
“Me estás diciendo que ambos mundos fueron separados. Eso es una locura”
“Puede ser una locura, pero parece ser lo más acertado, algo o alguien separó a los dos mundos, hace entre 5 a 6 años se pudo declarar con seguridad, que el sistema de escritura que usábamos, tanto en este continente como en el demoníaco, era el latín. El Latín del Imperio Romano”
Aunque ambos parecían estar tranquilos. El solo pensar que algo o alguien tuvo el poder suficiente para separar dos mundos sin que ninguno de los dos se destruyera en el proceso y lo enviara a otro lado, lo dejaba más que perplejo. Si una entidad así existiera, simplemente, nadie podía hacerle frente, no alguien que él conociera.
Incluso dudaba que Laure, aun siendo consciente de sus capacidades, pudiera hacer algo contra un ser así. ¿Tal vez?
“Yo... yo pensaré mejor en lo que he leído. En este instante tengo que dirigirme a la capital de la Sexta Provincia para buscar a Laure. Si tienes algo importante que decirme, ya sabes con quien enviarme los mensajes”
Alexander no la iba a detener, no tenía razón para ello, al final, para eso había venido a este mundo, sin embargo, continuó hablando.
“Mañana daré las noticias. Leo y yo hemos estado discutiéndolo y, hemos decidido conceder a los elfos, enanos e híbridos que así lo quieran, la ciudadanía. Mañana daremos los detalles”
Nicole no se detuvo por ello y continúo caminando, pero, ella ya podía imaginarse las consecuencias que traería tal decisión.
Actualmente, los humanos eran casi 250 millones de personas, pero si se sumaban las demás razas que habitaban este país, los habitantes podrían llegar a ser entre 270 a 280 millones.
Aunque no ingresaran al ejército, eran personas que podrían ingresar a la economía aumentando en gran medida la riqueza del Imperio
Una riqueza que Alexander va a necesitar para cumplir su nimio y fugaz deseo.
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