(Vol. 1) Capítulo 5: Ecos del Pasado

Tal vez no había fin o tal vez, desde un inicio, nunca hubo fin pera la extrema oscuridad que la rodeaba.

Por más que caminara, por más que intentara escapar, no había fin; gritando, esperando que alguien pudiera escucharla y rescatarla, solo tenía por respuesta el eco de sus propias palabras.

Desconocía el tiempo que llevaba allí, si de alguna forma hubiera aparecido o de lo contrario, si alguien la hubiera llevado allí. Donde estaba sola con sus pensamientos.

Desconocía el por qué y el para qué de haberla llevado allí, ante aquella oscuridad que no dejaba de atraparla.

Su visión, lejos de borrosa o reducida, era nula. No podía ver sus pies, ni su ropa, mucho menos los dedos de su mano, que sentía tener en frente.

Aunque por su condición, sus ojos podían ver incluso en la mayor de las oscuridades, está oscuridad era diferente, tanto que, desconfiaba de si era esto la realidad.

Por más que vagaba, sus pies, nunca chocaban con nada, ni siquiera, sentía que estuviera pisando algo sólido.

Como si de las nubes se tratara, como si pudiera hacer algo que nunca pudo hacer, volar.

Pero, no estaba contenta, alegre o feliz por ello, en cambio, estaba ansiosa, preocupada, asustada.

Estaba a la merced de una oscuridad que podía hacer con ella lo que quisiera.

“Fuego”

Dando unas pequeñas palabras, extendió su palma.

Las palabras habían tenido efecto, en su palma, sentía el leve calor del fuego, y el poder escapándose tan lentamente.

Lastimosamente, no tuvo el efecto que ella deseaba. Lejos de tener una pequeña lampara que pudiera alumbrar su oscuro y agobiante camino, solo había obtenido una pérdida de energía incapaz de alumbrar.

“¡Fuego!”

Gritando, nuevamente en busca de una fuente de luz más fuerte, una que esta vez seguramente si pudiera darle una luz a su oscuridad, solo se encontró con la realidad de que era un intento en vano.

Nuevamente pudo sentir como sus fuerzas, la abandonaron, pero, esta vez, no era la pequeña llama que sentía, era un río que intentaba drenarse, casi queriendo tragársela.

En un fútil intento de escapar de su angustia, con las pocas fuerzas que le quedaban, dirigió su poco poder a sus ojos. Hermosos ojos rojos que brillaban como un rubí escurriendo su color en sangre...

“¿Por qué...?”

Pero, que lastimosamente, seguía incapaz de poder ver algo que hubiera a su alrededor.

“...”

En desesperación, jadeando por los nervios que la carcomían, se lanzó al suelo, gateando mientras enviaba las manos hacia los lados al avanzar, intentando alcanzar algo que no estaba allí, algo que simplemente no existía.

Quería alcanzar algo que la sacara o por lo menos, relajara los nervios de su absurdo miedo.

“...”

Y allí estaba, algo que no solo la relajó, sino que la altero aún más. Una pequeña explosión había sonado a su lado, en uno de sus oídos.

Los nervios, el temor, y casi, el terror la hicieron levantarse y salir corriendo, por lo que ella creía, era el camino que había recorrido.

“...”

“...”

“...”

Daba igual, por cuanto tiempo corriera en la completa oscuridad, cuanto intentara escapar, a su lado, siempre escuchaba aquellos sonidos de pequeñas explosiones.

Siguiéndola, persiguiéndola, sonidos de los que simplemente no podía escapar.

“Fuego” “Fuego” “Fuego” “¡Fuego!” “¡Fuego!”

Gritó, y con sus palmas extendidas, sintió como la fuerza la abandonaba, pero, también como las pequeñas ondas de calor escapaban de sus manos hacia donde ella creía estaba el enemigo.

Pero, de nada había servido.

Aunque por pequeños segundos el sonido de las explosiones se había detenido, tras uno o dos suspiros apócrifos de tranquilidad, su cuerpo y mente se habían paralizado.

“.........................................................” “¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡!!!!!!!!!!!!”.......................

El ruido de las explosiones, ya no eran intermitentes y leves. Sonidos de explosiones continuados, a sus oídos llegaban el rugido del viento siendo cortado.

Ráfagas que cortaban el viento que se dirigían a ella desde todos los ángulos.

Sumida por el miedo, solo pudo tirarse al suelo y esconder su rostro entre lo que creía eran sus rodillas.

“Detente...”

Invadida por el sin fin de ruidos que caían cerca de ella.

“¡Detente...!”

Tal vez, sus suplicas habían sido escuchadas o tal vez, simplemente se había acabado su sufrimiento.

O simplemente, todo estaba por terminar y nunca pudo defenderse.

“............”

Sobre ella, en la oscuridad, pudo escuchar un ruido de algo que destruyó la barrera del sonido, el mismo ruido que escondía aquello que no podía ver hace unos instantes.

Cuando sacó, su cabeza de entre sus piernas para mirar hacia arriba. La oscuridad había desaparecido, pero, sus ojos no pudieron encontrarse con un cielo azul y radiante, en cambio, se encontró a un objeto con punta redonda cayendo sobre ella a gran velocidad.

El mismo objeto que pudo ver como a pocos centímetros de rostro, explotaba borrando su existencia.

“¡Por favor! ¡Para!”

En desespero, gritó abriendo los ojos.

Casi cayendo al suelo, se había despertado, observando, como la oscuridad que había presenciado, simplemente desapareció.

El sudor bajaba por su cuello, incluso, por sus cejas negras se escurría.

“¿Estás bien? Amelia”

Tal vez era una pesadilla o, una simple alucinación. Al final, frente a ella, estaba sentada Laure sobre la cama, mirándola fijamente, no como si estuviera preocupada, le estaba restando importancia.

Tras Laure, la dueña de la voz que se preocupaba por su situación.

“Si, estoy bien, solo... era una pesadilla, nada más”

Sudando y aún con nervios, quiso evitar todo lo posible la pregunta.

“Mejor me largo, iré a buscar algo para tomar”

Laure, en medio de la dos, como si fuese algo que poco o nada le incumbiera, se levantó de la cama y se fue, dejando a Elena y Amelia.

“Por cierto, nunca me dijiste tú nombre”

Aun con un leve nerviosismo en sus palabras, intentó relajar lo más posible su respiración.

“Ah, discúlpame. Me llamo Elena, Elena Ivanova...”

Sacudiendo su cabeza de un lado a otro, como si se hubiera dado cuenta de algo.

“No me cambies el tema. ¿Segura que estas bien? Amelia. Estabas gritando muy fuerte”

“Claro, ya estoy perfecta. No te tienes de que preocuparte Elena”

Dándole una sonrisa, el rostro de la niña parecía iluminarse y perder todo atisbo de duda o preocupación.

Tal vez era demasiado sincera o, seguía siendo eso, una niña.

(Ahora que lo pienso)

Mirando a los alrededores, la luz del amanecer comenzaba a entrar por la ventana bañando el rostro de Elena.

“Ahora que lo noto, ¿Cuánto tiempo llevas con Lau... con Valerya?”

“A su lado, llevo un mes y un día, pero, con ella solo solo hoy”

Dudando por lo que estaba escuchando, no pudo entender a lo que se refería Elena.

Para ella, era extraño, estar y a la vez no estar.

“¿A qué te refieres? No entiendo”

“Cuando mi abue y yo la encontramos, ella estuvo un mes durmiendo, justo ayer despertó”

“¿Qué, mierda?”

La respuesta en su cabeza había generado aún más dudas. Como era posible, incluso sin alguna repercusión físicamente.

(Estuvo un mes quieta, pero su estado es como si estuviera en su mejor momento...)

Antes de poder continuar inundada en sus pensamientos, la luz del amanecer que golpeaba en el rostro de Elena comenzó a ser opacada.

“............”

Tras ella, el potente ruido del muro siendo destruido la tomo por sorpresa, tanto, que dio un brinco.

Entre nervios, se dio un giro para ver que había destruido el muro, pero, para mayor sorpresa, solo pudo dar pasos hacia atrás en un intento de proteger de Elena.

“Aquí no está la princesa”

“La princesa no es nuestro objetivo, es la demonio que la acompaña y mira qué suerte que se separaron”

Frente a ella, tres personas, cubiertas por completo en una armadura marrón. Todos ellos portando sus espadas desprendiendo una atmósfera de estar listos para atacar en cualquier momento.

“Elena, ¡Mantente detrás de mí”

“...”

Sin poder despegar la mirada de los tres hombres, solo pudo confirmas que Elena estaba tras ella al sentir sus manos en su espalda.

“¿Por qué no te rindes? Te juramos que nos encargaremos de que la niña este en un buen lugar”

“Ahórrate los problemas y ríndete. Fuera del Emperador y la Princesa, eres un tesoro nacional. Puede que te perdonen por tus delitos”

La violenta intrusión de los hombres y sus charlas, no le permitían concentrarse y pensar en lo siguiente que podría hacer.

“¿Por qué mejor no te callas? ¿¡Acaso no se dan cuenta que su invasión acaba de desencadenar un conflicto militar con el gremio!?”

Los gritos de Amelia fueron claramente escuchados, pero, para ellos, poco o nada significaba.

Entre sus yelmos, se miraron por unos segundos y, sin poder preverlo, se rieron.

No les importaba haber interrumpido en un edificio a primeras horas de la mañana, tampoco les importaba haber creado un gran conflicto.

No les importaba en lo más mínimo las posibles consecuencias.

“¿Guerra? ¿Contra quién? ¿Contra ese montón de imbéciles que ya no sirven de nada en un mundo en el que ya no hay monstruos?”

Entre risas, ignoraban por completo la seriedad de Amelia y la esfera que mantenía siempre en su mano.

“¡Fuego!”

Con un fuerte grito y, con su mano libre extendida, lanzó una ráfaga de fuego que quemó todo a los alrededores.

..................................................................

Limpiándose el rostro con el agua que escurría del grifo, parecía estar pensativa.

Tal vez, su encuentro con su novia le había pasado factura o, había algo más que la movía a estar pensativa.

(Será que algún día podré estar tranquila...)

Aunque a su lado hubiera una toalla para secarse el rostro, no la uso y dirigió su mirada al espejo.

(Ya perdí la cuenta... ¿Cuantos días llevo en esta situación? Cuando por fin estaba por terminar todo)

Perdida en su propia mirada, dejó que el agua siguiera escapándose del grifo, como si no tuviera un fin visible.

(¿Por qué siempre tengo que estar en estas situaciones tan estresantes?)

Mirando fijamente su reflejo en el espejo. A sus hermosos ojos rojos.

Que, de alguna forma, habían perdido toda muestra de hostilidad o seriedad.

(¿Como estará Verónica...?)

Claramente estaba preocupada. No por Amelia, Elena o, por ella misma... algo más estaba motivando sus pensamientos.

Algo que era más grande, tanto que, ni siquiera le molestaba la situación en la que estaba.

Llevando nuevamente su boca a la corriente de agua. Bebía del líquido como si llevara semanas privada del mismo.

No se molestó si quiera, en saber si el agua que tomaba era apta para su consumo.

(No... eso no importa ahora. Ella se las arreglará, no hay nada mejor en el país que ella...)

Despegándose del grifo, con sus manos y rostro mojados, salió del baño al pasillo.

Un pasillo tranquilo, con muros pintados en blanco que parecían ser dorados por el brillo de las luces que lo iluminaban.

Pero, antes de comenzar a caminar, por algún motivo, se mantuvo allí, quieta.

(Nunca puedo estar tranquila...)

Miró a su derecha, luego a su izquierda, como si estuviera preparada para algo.

“..........................................................”

A sus oídos, llegaba el sonido de leves destrozos. Cerca de ella, pero, no a su lado.

Como si estuviera siendo vigilada.

Tal vez, intentaban llevarla a una trampa o, estaban evitándola.

Con completa tranquilidad, comenzó a caminar por el pasillo.

No estaba preocupada, tampoco nerviosa o alegre en especial, parecía tranquila. Como si todo hubiera tal vez, no calcula, pero si, anticipado.

(Como siempre, tan diligente)

Pasó por el lado de la habitación donde Amelia y Elena se encontraban, pero, decidió ignorarlas por completo y continuar caminando.

Tras pocos segundos, en el segundo piso mirando a la entrada del edificio, allí estaba ella.

Vistiendo esa armadura dorada y cargando en su mano, una claymore que brillaba como el oro.

A su lado, varios soldados vistiendo armaduras marrones que la miraba fijamente.

“Laure, veo que viniste, eso significa que, ¿Estás dispuesta a venir conmigo?”

No estaba fingiendo, tanto sus ojos como su tono de voz mostraban la alegría que sentía al verla.

Había perdido toda importancia la destrucción que yacía a su espalda. Para los ojos de la rubia, solo había algo importante y, era aquella pelinegra de ojos rojos.

“...”

Pero, tal vez para su pesar, Laure no respondió a su pregunta, solo, comenzó a bajar las escalas.

Mirando fijamente a Nicole.

La leve tranquilidad de la que estaba disfrutando, había desaparecido, sus ojos no brillaban en alegría, sus expresiones no mostraban regocijo.

Cada vez que se acercaba más a Nicole, lo que parecía estar consumiéndola, era el odio y la ira.

“Acaso, ¿No te cansas de molestar tanto?”

“¿De qué estás hablando? ¿Por qué te estaría molestando? Esa fue nuestra promesa, estar siempre juntas. Solo estoy cumpliéndola”

“...”

No había gracia en las palabras de Nicole, pero, eso no evitó que Laure se riera.

“Nunca cambias. Nicole, tal vez, deberíamos dejar las cosas en claro”

“Lo único claro aquí, Laure, es que te vienes conmigo, quieras o no”

La fuerza de las palabras, y la autoridad que parecía ejercer, de alguna forma irritó levemente a Laure.

“........” “...........”

Frente a ella, tenía a una Nicole que se mostraba superior y, no solo era su figura envuelta en la armadura dorada, el ruido de las espadas chocando a lo lejos se lo dejaba aún más claro.

Estaba en clara desventaja ante alguien que tenía todas las de ganar.

Envueltas por el sonido de las explosiones, se miraban fijamente.

“¡Oblígame!”

“...”

Nicole no se pudo aguantar.

Su cuerpo salió disparado en un intento de agarrar a Laure. En pocos segundos, había dejado atrás a sus subordinados.

(¿Qué...?)

Sus ojos pudieron ver a Nicole acercándose, su mente e incluso su piel se lo decía, si no hacía algo, iba a ser derrotada sin hacer nada.

En un parpadeo, estaban a poco de tocarse.

Con su mano izquierda, Nicole estaba lista para sostener por el cuello a Laure que parecía incapaz de defenderse ante su velocidad.

Pero, al igual que Laure, los ojos de Nicole pudieron percibir, incluso con más claridad el cómo la pelinegra daba un giro para luego asestarle una patada en todo el rostro.

No pudo esquivar el golpe, solo pudo recibirlo por completo y, ser enviada a chocar contra uno de los muros.

“Me dislocaste la mandíbula”

Apoyada sobre el muro, sostuvo su mandíbula y con la fuerza de sus dedos, o tal vez, con ayuda de algo poco visible, volvió a encajar.

No parecía que le doliera, en cambio, su mirada estaba fija sobre Laure, una mirada no llena de enojo, sino sorpresa.

“Aunque hayas estado un mes en contacto con la magia, es imposible que me pudieras igualar, ¿Qué hiciste?”

“¿Y desde cuando te importan esas cosas?”

“¡Hum!”

Nuevamente, salió disparada hacia Laure. Esta vez, no con la intención de sostenerla por el cuello.

(¿Como mierda es posible tener esa...?)

No pudo reaccionar, antes de poder analizar lo que ocurría a su alrededor fue enviada a estrellarse contra las escalas a su espalda, destruyéndolas en el proceso.

(¡ESTA MALNACIDA!)

Tanto el golpe que la envió a volar, como el impacto con las escalas fueron sentidos y, peor, al momento del choque, los pedazos de madera que se intentaron clavar en su espalda.

Sin pensarlo dos veces, miró a Nicole y salió corriendo hacia ella.

Sosteniéndola por la cadera, intentó levantarla, pero, en el momento en que iba a hacerlo, fue recibida por un golpe en su estómago que la separó al instante.

(Velocidad, fuerza y esa tal magia…)

Con la respiración aun calmada. Se mantuvo de pie, inmóvil. No por el miedo, sino por algo más.

En los leves momentos que Nicole no la atacaba, analizaba la situación, sus alrededores.

No había nada, a sus alrededores, solo quedaban los escombros de la decoración. Nada que pudiera usar como un arma, o por lo menos, no contra alguien que sabía y tenía como defenderse.

(Tendré que hacerlo...)

Nuevamente se acercó a Nicole, queriendo golpearla en el rostro, pero, antes de que el puño chocara contra el rostro de la rubia, fue detenida por la mano de Nicole.

Sin dejarse detener, con el izquierdo, golpeó nuevamente la mandíbula de la rubia, con tal fuerza que la elevó varios centímetros del suelo.

“¿¡Qué...!?”

Sin poder entender lo ocurrido, en el instante en que sus pies volvieron a tocar suelo, agarrada por el rostro, Laure la empujó de lleno contra el muro, golpeándola.

En el proceso, destruyendo el muro, al igual que, dañando la infraestructura de varias habitaciones más.

Pero, por más que la golpeara contra el concreto, para Nicole, esto parecía no tener efecto alguno y, de un solo golpe con su puño en el estómago de Laure, la obligo a soltarla.

“Laure, ¿Qué te hiciste? No estás usando magia y, por más que seas tú, es imposible, que en el poco tiempo que llevas aquí puedas hacer esto”

“¿¡Y desde cuando te importa lo que pase conmigo!?”

Tal vez para Nicole, esto era simplemente una rabieta o un capricho de Laure. No podía entender a lo que se refería.

Viéndola intentar mantenerse de pie, con una respiración agitada.

“Soy tu novia, es obvio que me preocupe por ti”

Como si de un chiste se tratase, en el rostro de Laure se formó una pequeña sonrisa.

No había razones, no había ni siquiera algo que hubiera dado lugar a que Laure comenzara a sonreír.

“Que ironía. Alguien como tú, diciendo que se preocupa por mi...”

De cierta, forma, algo había calado en Nicole.

La duda que había sembrado Laure con esa sola palabra, sin embargo, el punto de quiebre no había llegado, aún.

“Nicole, tú y yo, no somos nada. ¡Hace mucho tiempo que terminamos!”

“¿Eh?”

La sorpresa fue instantánea. Sus ojos bailarines mostraban el pasmo del momento. El impacto de las palabras hizo que, de sus ojos, lentamente escurrieran las gotas.

“¿Es esto alguna clase de chiste? Acaso... acaso, ¿no significa nada para ti nuestra promesa?”

Sus palabras vacilantes, sus lágrimas, daba la sensación de estar por romper en llanto, pero, eso solo era lo que parecía. Aun en su lugar, inamovible, no estaba dispuesta a dar su brazo a torcer.

Aun con sus ojos bañados en lágrimas.

“Las promesas se rompen con la misma facilidad con la que se erigen”

“Ya veo. Entonces eso significa que debo llevarte por la fuerza. Lo siento, Laure, pero, ya no me contendré”

“...”

Entre palabras, Nicole desapareció para, en un parpadeo, reaparecer frente a Laure.

Su velocidad, imposible de igualar para Laure, solo hizo que la pelinegra recibiera un golpe en su rostro que la devolvió contra los muros, destruyendo un par de ellos.

(Mi espalda...)

Parada en medio de una habitación, miro a su alrededor decenas o tal vez, cientos de armas. Frente a ella, Nicole, que caminaba lentamente acercándose, con su espada en mano, enfundada.

“¿Por qué Laure? ¿Qué daño te hice para que me salgas con eso?”

Entre las lágrimas y su tono decaído, su mirada y caminar contrastaban completamente. No desprendía tristeza, exudaba enojo.

En desesperación, Laure cogió una la lanza que colgaba del muro.

Sosteniéndola con su mano derecha, se preparó para lanzar su punta contra la rubia.

No era el enojo, tampoco la adrenalina del momento, para la rubia no parecía haber razón alguna para preocuparse.

En un fuerte zumbido que cortaba el aire de la habitación, la lanza estaba a pocos centímetros de alcanzar el cuerpo de Nicole. Al igual de irreal que había sido todo para Laure, en un movimiento rápido, aunque perceptible para su vista, era, simplemente, improbable o extremadamente difícil de realizar a tan corta distancia y con un tiempo tan reducido.

Con su mano izquierda, Nicole había atrapado la lanza por debajo de la punta, a pocos centímetros de su cabeza.

Nuevamente, con una velocidad imperceptible para Laure, soltó su espada y corto distancia.

(Esto es imposible...)

En un intento desesperado, envió un puño donde creía que aparecería Nicole, pero, cuando por fin estuvieron frente a frente, el golpe no solo había fallado, sino que, fue Laure quien se tragó el golpe que la levantó del suelo.

Antes de poder caer al suelo, fue sostenida por el cuello.

“Es hora de que regresemos a casa, Laure”

Aunque por fin la tenía en su mano, ejerció una gran presión y fuerza, tanta que, mantenía a Laure separada del suelo y lentamente la privaba del aire.

“Suéltame”

Por más que la golpeara, ya fuera con sus puños o patadas que podían destruir el concreto o abollar armaduras, con Nicole, no había el mismo resultado.

No había marca alguna, solo suciedad de la destrucción a la que nunca le prestaron atención.

Tras ellas Nicole, solo se encontraba una montaña de escombros que selló por completo la habitación.

“Esto no te dolerá, cuando despiertes, estaremos juntas, en casa”

“...”

No le dio tiempo de responder o pensar, los puños y patadas de Laure por liberarse del agarre perdían velocidad y fuerza.

Pequeños espasmos en sus músculos comenzaban a inmovilizarla por completo.

“¡.....!”

En un grito sordo, sus ojos se dilataron, su cuerpo dejo de moverse, como si de un cadáver se tratara, su cuerpo había perdido toda tensión.

Incapaz de moverse, incapaz de saber lo que pasaba a su alrededor, había caído desmayada tras ser electrocutada repetidas veces por Nicole.

La sostuvo por la espalda y soltó su cuello para pasar a sostener su cabeza, para, lentamente, abrazarla.

“No te preocupes, por fin... Por fin podremos estar juntas, tal y como lo prometimos. Ya... ya no tendrás que estar sola...”

Bañada en lágrimas, y con una expresión más que complicada, cargó en sus brazos a alguien que no podía siquiera defenderse o protestar.

Tal vez, creyendo, que ya nadie podría oponer resistencia, relajó su cuerpo y bajo la guardia.

Al final, los demás ocupantes estaban ocupados con los caballeros de Nicole y en lo que llevaba, no había indicios, de que, aquellos antiguos generales que se suponía acompañaban a Laure hubieran hecho acto de presencia.

Ya no habría nada, nada que pudiera separarlas o, por lo menos, esa era la mentira que quiso creer.

“.....................”

El muro a su derecha había sido destruido, dando paso a gigantes ramas de madera, tan gruesa que los escombros no podían escapar.

En vez de seguir una trayectoria recta. Las ramas se dirigieron hacia Nicole que, por estar absorta en su fantasía, no pudo defenderse.

Recibiendo de lleno el golpe, sus manos soltaron a Laure, y fue arrastrada contra el muro que la separaba del exterior. Chocando de lleno y siendo expulsada de lo que quedaba del edificio.

Saliendo del hueco creado por las ramas, a la cabeza, una rubia de ojos verdes vistiendo una armadura dorada, siendo seguida por dos pelinegras; una de ojos rojos y la otra de iguales ojos verdes y, por último, cubriéndolas a ellas, un elfo.

“¡Valerya!”

Solo habiéndola detallado, la pequeña con orejas de gato corrió desesperada al lado de una desmayada Laure.

“Que forma más extraña de llamar a la princesa”

Su preocupación le arrebató todo tipo de atracción que las palabras de la rubia pudieran tener. Tras la pequeña, la morena de ojos rojos se posiciono a su espalda.

“Es hora de que se vayan. Dejen esto a nosotros”

“¿Estás segura de que ustedes dos podrán con ella? Si incluso la princesa terminó así... Además, ¿Qué hay de ellos?”

Con cierto disgusto, Amelia intentó esconder la preocupación que sentía por quienes los habían ayudado, especialmente, por la rubia.

“.............”

En una potente explosión, la fachada restante había sido reducida a escombros, y las grandes ramas de madera, fueron carbonizadas.

“¡Váyanse ya!”

Entre la desesperación, el grito de la rubia solo pudo ser recibido por la tristeza de Amelia.

Aprovechando el humo de la explosión, Amelia creo en el suelo, un círculo blanco iluminó a las tres.

Antes de desparecer entre las partículas que se difuminaban por el lugar, dio una mirada a la rubia.

“Perdónanos”

Para luego desaparecer entre la silueta de una mujer que entraba en lo que quedaba del humo que no consumió los alrededores.

Frente a frente, ambas rubias se miraban, bajo la atenta mirada del elfo que parecía estar listo para estirar la pierna.

“¡Yekaterina...!”

Para la ahora ex líder del gremio, solo había una cosa en frente, su posible homicida.

“¿Qué pasa, actual heroína?”

“¡Te voy a destruir la puta cara por esto y a tu maldito elfo, lo voy a dar de comer a los perros!”

“Muy gracio...”

Creía que todo era la simple exageración de una obsesionada, pero, las cosas iban más que en serio.

En un parpadeo, Nicole estaba a un paso lista para cortarla, pero, igualando su velocidad, chocaron su espada. Su fuerza fue tal que la onda expansiva expulsó el humo que había a los alrededores.

Mirándose fijamente, un exudante rencor que salía hasta por los poros contra una seriedad que intentaba, que estaba careciendo de voluntad.

En rápidos movimientos, las hojas de sus espadas continuaban chocando, ninguna de las dos parecía cansarse, pero, la balanza claramente estaba en favor de Nicole.

En un choque de sus espadas, ambas se separaron en un enorme salto. Quien esta vez tomo la iniciativa fue Yekaterina que en un paso rápido se lanzó contra Nicole para cortar su hombro.

Sin embargo, al igual que ella, Nicole también se abalanzo con su espada lista para cortarla, pero, estando frente a frente, aunque Yekaterina logró dar un corte al aire, terminó recibiendo un golpe de Nicole en el rostro que las separó por un gran margen.

Un poco desorientada, con la mirada fija en su enemiga, extendió su mano, al mismo tiempo, que, del suelo, grandes cúmulos de agua salían a alta presión contra Nicole que los esquivó con total tranquilidad.

Tras Nicole, varios trozos de escombro y el suelo fueron partidos en dos.

“Muy lenta. Pero ¿Quieres usar magia?”

Con completa confianza, apuntó su espada a Yekaterina.

“¡TIERRA!”

Al momento de que de la espada de Nicole se desprendió una carga de electricidad. El grito de un hombre fue seguido por la aparición de un muro de piedra que media casi el doble que Yekaterina.

Tras una estela de humo creada por el choque del rayo con la piedra, Yekaterina, aprovechando la cortina que parecía esconderla, nuevamente salió disparada contra Nicole. Esta vez, su espada poseía un intenso brillo dorado.

“¡Cariño, detente!”

“¿Eh?”

Sus ganas de acabar con Nicole hicieron que perdiera la compostura, no había notado, la tranquilidad en su enemiga y, para cuando escucho el grito, ya era muy tarde.

“¡Te lo dije! ¡Te voy a destrozar!”

Del suelo, estacas de color gris plateado, destruyeron la armadura de Yekaterina, atravesándola de un lado a otro. Desde sus pies, hasta su pecho, casi rozando su corazón y núcleo, hasta tocar su mandíbula, inmovilizada, por decenas de ellas.

Pudo sentir como el calor de su sangre se escapaba por sus heridas.

Su mirada solo podía encontrarse con la expresión de Nicole, una expresión tan pesada que claramente exigía más que su vida, su existencia misma como compensación.

“¡Jefa, espere, por favor! ¡Pueden sernos útiles!”

“¡Por favor! Piénselo de nuevo, esta es una oportunidad”

“Jefa, no todo está perdido, podemos estudiar el circulo y saber a donde fueron. Así que, ¡Por favor! ¡Reconsidere esto!”

“¡Yekaterina! ¡Cariño! ¡Dime algo!”

Lentamente, perdiendo su conocimiento, solo pudo escuchar las voces de los soldados de Nicole que abogaban por su existencia.

“¡YEKA! ¡MI AMOR!”

A la vez que, la voz de aquel hombre, de su esposo, solo se alejaba cada vez más y más entre gritos entre la gran oscuridad.

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