El sol de la mañana bañaba a todos los presentes en la gran sala. El lugar, a diferencia del pasado, no estaba construido en madera y simple piedra. Los ladrillos pintados de blanco, con sus grandes ventanas, las sillas de madera cubiertas por una capa de espuma.
Todo el lugar se llevaba las miradas asombradas de los presentes, incluyendo a los guardias que cargaban las armas desconocidas para ellos.
No podían soportar las ganas de tomar fotos para mostrar las grandezas que con las que hoy contaban.
Pero, el actor principal del lugar estaba allí parado, bañado en fotografías, embelesados por su traje.
Nadie de los presentes en el pasado apostaba una sola moneda a que el gobierno de Alexander fuera a progresar, pero, los resultados y el acelerado avance los había dejado más que callados, incluso, incapaces de adaptarse a la nueva realidad.
“Muchas gracias a todos los presentes por haber venido a esta rueda de prensa”
Dando apertura al discurso, allí estaba ese inconfundible hombre de cabello negro, corto y puntiagudo, como si nunca se lo peinara, con unos ojos azules que siempre daban la sensación de estar enojado. Su altura, comparada al Emperador, solo les llegaba a los hombros y, aunque su apariencia era de un hombre que rozaba entre los 25 a 30 años, el aura que lo rodeaba era de una persona en sus 60.
“Sabemos que por la acelerada introducción de las nuevas tecnologías puede haber dificultades, pero, por favor, espero que lo comprendan”
“Señor, primer ministro, ¿Con cuál nuevo invento va a sorprender a las personas?”
“Primer ministro, ¿De dónde se obtuvieron todos estos conocimientos?”
“Primer ministro, ¿Cuál va a ser el destino de las demás razas en el Imperio?”
Con libretas, grabadoras y cámaras en mano, comenzaron a bombardear a Leonid con preguntas.
“Por favor, las preguntas que tengan serán respondidas al finalizar el discurso que nos dará el Emperador”
Las miradas pesadas se centraron en el hombre de cabello negro hasta los hombros, con sus ojos rojos, que tenían una profunda mirada, más alto que su primer ministro, y con un tono de piel blanco, que lo hacía parecer un Europeo del Norte.
Los pocos que conocían las historias o que simplemente conocían la verdad, entendieron completamente que su Emperador, era en verdad un Demonio.
Parado frente a los micrófonos, dirigió su mirada pesada que intentaba camuflar con una sonrisa hacia los presentes.
“Muchas gracias a todos por venir hoy, entiendo perfectamente lo pesado que debe ser venir cada 3 o 4 días al mismo lugar a escuchar a los funcionarios a dar noticias, pero, les aseguro que hoy será algo muy importante”
Aunque las radios del país transmitían las palabras de Alexander y Leonid, no toda la población podía permitirse dejar sus nuevos trabajos solo por escuchar una emisión.
Rápidamente, las personas comenzaban a grabar, tomar fotos y a anotar las palabras del Emperador.
“Como sabrán, hace 17 años realicé el golpe de Estado, en donde depuse del gobierno a mi hermano y su esposa, sus hijos escaparon a otros países y su segunda hija y la menor de los 3 está desaparecida. Muchos me cuestionaron y los entiendo. Los primeros años de mi gobierno se caracterizaron por una ausencia exagerada de mi persona, siendo el primer ministro, Leonid quien llevó las riendas de este nuevo país, único entre los demás”
Alexander desconocía las reacciones que tendría la población en general, pero, si hacía algo que demostraba tener más que efecto, era indudable que nadie lo podría cuestionar.
Apelar a los sentimientos.
“Muchas cosas cambiaron en poco tiempo, nuestro país dejo atrás las viejas ideas de esclavitud y hambruna, por la libertad y el desarrollo, hace varios años que muchas de las provincias dejaron de sufrir por la hambruna y comenzaron a desarrollarse y tener tecnologías que ni siquiera el extinto Imperio Humano poseía”
Muchos de los presentes entendieron el mensaje, apelar por los sentimientos tanto personales como nacionales, para crear una cohesión nacional.
“A diferencia de los demás Reinos, en nuestro Imperio, la mayoría de los nobles fueron depuestos de sus cargos para darle paso al gobierno de la gente. Y ustedes han sido testigos del cambio, en solo 16 años hemos dejado el atraso que gobierna nuestro mundo y nos convertimos en un país en donde cualquier persona puede caminar libre, sin miedos”
Leonid que estaba a su lado, parecía estar imperturbable, pero, por dentro, se quería morir de la risa. Lo único que evitaba que de la nada empezara a reírse era la perdida de prestigio que eso le traería a Alexander y, a él.
“Pero eso no es suficiente, les pregunto. ¿Es justo que solo la humanidad pueda disfrutar de esto? ¿Aun cuando su regente es un Demonio?”
Tras la espalda de Alexander, con un fuerte brillo, dos alas negras se abrieron libremente para captar la atención de las personas.
“Es hora de que cambiemos nuestra visión del mundo. La magia no lo es todo, y la raza tampoco, por ello, he estado conversando con los gobernadores de provincia y el primer ministro. Hemos decidido que, desde hoy, los elfos, híbridos y enanos que habiten en la primera, segunda, tercera, quinta, séptima, y de la novena a la doceava provincia, podrán solicitar ser ciudadanos de este gran Imperio. Es hora de dejar las viejas ideas, como nosotros hemos dejado al viejo mundo”
Las miradas y los gritos de impacto por la noticia no se hicieron esperar entre los asistentes, en sus miradas se podía ver claramente la cantidad de dudas que iban a tener.
El único Imperio que podía definirse como un país, estaba teniendo cambios demasiado grandes.
Tanto que los detractores de dichos cambios no podían ni siquiera saber por dónde agarrarse o si lo sabían, no se les daba tiempo para cimentarse.
..........................
Capital, Sexta Provincia, Imperio de Reyjavik.
El atardecer estaba bañando por completo a la ciudad, la poca luz que alumbraba el lugar era incapaz de llegar a ella.
Sus alrededores eran, definitivamente, deplorables, en una en casi completa oscuridad, rodeada por paredes de madera en tan mal estado, que era imposible imaginarse como el lugar seguía en pie, una ventana tapada con madera con pequeñas aberturas donde no soplaba el viento.
En una esquina, había una pequeña mesa, sin silla. Ahí estaba su uniforme junto con sus armas.
Mientras que ella, dormía en una cama en un estado igual que el resto de la habitación.
La madera descompuesta y la carencia de colchón, durmiendo solamente sobre las tablas de madera.
Vestida únicamente con un vestido blanco, rozando la transparencia, la hacía lucir como una princesa durmiendo en un ciclo eterno sin fin.
*......
Un ciclo que finalizó en el momento en que un pequeño ruido salió de la madera que la sostenía.
Cayendo violentamente al suelo, su cuerpo fue rodeado por los pedazos rotos de madera.
“Hmmmm”
Lentamente, abrió sus ojos solo para ver el estado lamentable del techo.
(¿Qué demonios...?)
Intentando levantarse, sus brazos y piernas apenas le respondían. Su cuerpo estaba demasiado dormido como para moverse a plena potencia.
Se apoyó en la cama para ponerse de pie, pero, apenas lo logró, su cuerpo cayó bruscamente fuera de la cama, golpeándose la cabeza en el proceso.
(Mierda, me duele mucho la cabeza)
Desde el piso, buscando en que poder apoyarse, vio la mesa apoyada contra la pared, en un estado en que cualquiera preferiría botarla y comprarse una nueva. Ni siquiera, había una silla.
(Duele...)
Arrastrándose por el suelo, sentía sus huesos y músculos gritar del dolor, aun así, continuó arrastrándose mientras rechinaba sus dientes.
Aún con el dolor que recorría su cuerpo, no dio un solo quejido o grito.
Cuando sus manos tocaron la mesa, notó el deterioro en el que estaba, la superficie estaba rasposa, ya había perdido por completo la suavidad.
Con sus brazos y piernas temblorosas, se levantó del suelo, mientras sus manos estaban apoyadas en la mesa, decidió mirar a sus alrededores y a sí misma.
(¿En dónde mierda estoy? Y ¿Por qué estoy vistiendo esto? Si uno se pone detallista casi son visibles)
Su expresión no mostraba asombro, tampoco desconcierto, aunque por dentro sufriera por el dolor de su cuerpo, tampoco había una expresión de que algo le doliera.
Ni siquiera mostró interés al ver lo que había sobre la mesa.
(¿Por qué mi uniforme está aquí? No parece estar dañado ni sucio, es imposible que luego de eso este en buenas condiciones y mis armas limpias...)
Guardando para sí sus pensamientos e impresiones que pudiera tener por las mismas. Las dudas solo incrementaban.
Tocando temblorosamente su rifle y pistola, evitando cuidadosamente el gatillo, la sensación en sus manos, y el peso que podía sentir le dejaban en claro que esas eran sus armas.
Al igual, junto a su fusil y pistola, estaban los diferentes cargadores, listos para ser usados, como los había dejado.
(¿Alguien estará intentando conseguir algún favor mío?)
Pensando en todas las posibilidades, comenzó a divagar.
(Mejor lo pensaré después...)
En medio de su divagación, los pasos animados de alguien acercándose a su habitación la llevaron a mirar hacia la puerta. Una puerta igual de descompuesta que el resto del lugar.
Los pasos se detuvieron tras la puerta.
“¡Eyy! Ya despertaste”
Sin haber siquiera tocado o avisado que iba a entrar, una voz alegre, la saludaba.
La poca distancia que había entre ellas dejaba deducir que no era ni la mitad de su altura, pero, de igual forma fijo su mirada en la dueña de la voz.
Una pequeña niña de un largo cabello negro, con sus ojos verdes como una gema preciosa, de una hermosa piel blanca y vestida con lo que podría casi definirse como un trapo.
Pero la mirada de Laure se dirigieron con total indiferencia a la cabeza de la niña que aparentaba tener por lo menos unos 9 años.
(¿Que mierda son esas orejas? ¿Acaso es un gato? ¿Será un disfraz?)
Lo único visible para ella en ese instante era el basto cabello de la niña que tapaba los laterales de su rostro impidiendo ver sus orejas humanas.
“¿Que pasa que te me quedas mirado?”
“¿Eso es acaso un disfraz? O ¿Que son esas orejas sobre tu cabeza?”
Con algo de incomodidad la pequeña llevo sus manos a la cabeza y comenzó a sobarse las orejas.
“Son mis orejas, es la muestra de que soy una híbrida de la raza Black Cat”
“¿Ah? ¿Es una broma, cierto? No me digas que también existen los Red Cat”
Incapaz de creerle, intentó buscarle el lado sarcástico.
Pero, aun así, la mirada de la pequeña no mostraba signo de estar vacilando o bromeando.
“Bueno, no sé si habrá, pero mi abue dice que los híbridos Cats siempre dan la raza en base al color del cabello, lo que me hace una Black Cat”
Definitivamente para la pequeña no era ninguna broma.
(¿Será de familia? O ¿Es en serio?)
Por dentro, comenzaba a dudar de la salud psicológica de la familia y siendo consciente del estado del lugar, comenzaba a dudar de si debía permanecer mucho cerca de la pequeña.
“Bueno, si lo dices en serio o no, no me interesa, ¿Por qué mejor no me dices tu nombre?”
“Elena, me llamo Elena Ivanova y ¿tú?”
Al escuchar el nombre de la pequeña la duda solo creció.
(¿Es rusa? ¿Búlgara? No tiene sentido, la entiendo perfectamente, además es imposible que en el Amazonas Brasileño haya población, ¿En dónde me habré metido ya?)
Aunque su rostro no lo mostrara, las dudas solo crecían.
“Solo llámame ‘Valerya.’ Ahora Elena, si me dejaras, me gustaría vestirme, o es que, ¿Viniste a espiarme?”
En el rostro de “Valerya” solo había seriedad, pero eso no impidió que las abultadas mejillas de Elena se ruborizaran.
“Yo... yo lo siento”
Apenada, casi soltando humo, como si hubiera sido consciente de la figura de la mujer frente a ella, salió a toda prisa de la habitación.
(Es imposible que en el Amazonas Brasileño haya población, todo había sido evacuado)
Dirigiendo sus temblorosas manos, se quitó el vestido que la había acompañado durante las largas noches en las que dormía.
Su largo cabello negro que se levantó, dejo ver por unos segundos su tonificada espalda, una espalda que mostraba decenas o, tal vez, las centenas de cicatrices en forma circular que cubrían no solo su parte trasera, sino también todo su cuerpo.
Aunque era hermosa, no había belleza alguna en sus acciones, su forma de hablar, de expresarse, de pensar, carecía completamente de la belleza que se esperaría que poseyera.
Incluso, en su forma de vestirse, no había belleza notable, su uniforme contrastaba con su figura.
Vestida entre los diferentes tonos verdes, junto con unos guantes de cuero negros, puso entre sus brazos una correa con la que cargaba su fusil y, en su cinturón, su pistola.
Con sus piernas y manos temblorosas, se apoyó en las paredes mientras se acercaba lentamente a la puerta.
Tras mover el trozo de madera en descomposición, vio a Elena sentada en el estrecho pasillo frente a su habitación.
“Ey, niña, ayúdame a sostenerme”
Con una mirada inocente, la pequeña se acercó a Valerya y prestó su hombro para que se sostuviera de sus temblorosas piernas.
No solo era su habitación, toda la madera de los alrededores estaba en mal estado, varios huecos de forma irregular eran visibles por todas las paredes.
“Valerya, ¿pasa algo?”
Miró nuevamente a la pequeña que parecía estar preocupada, pero, tampoco estaba dispuesta a responder.
“¿Estás sola aquí? ¿Hay alguien más contigo?”
“Esta mi abue, ¿Quieres ir donde ella?”
“Vamos”
Caminando lentamente mientras temblaba, se acercaba a las únicas escalas del lugar.
(¿Cuánto tiempo llevaré durmiendo?)
Frente a las escalas, siguiendo a Elena que descendía lentamente, bajó el primer escalón, en el segundo, sus piernas temblorosas le pasaron una mala jugada.
Resbalando con la esquina, cayó dando giros hasta chocar de espaldas con un muro.
(Hoy sí que no es mi día)
Viendo como la pequeña se apresuraba para ayudarla, aún con la frustración que sintió en el momento, mantuvo un rostro tranquilo.
“¿Están muy animadas después de que despertaras?”
Mientras que Elena la ayudaba a levantarse, la voz llena de serenidad de una anciana llamó su atención.
A su lado, sentada en el medio de la gran y vacía sala, una anciana casi decrepita las miraba tranquilamente. No mostró preocupación alguna por el golpe que Valerya había recibido, solo estaba sentada en el suelo, con los ojos cerrados, pero, que parecía penetrar en lo profundo de su ser.
“Ah, abue, aquí la traje, ¿Para qué nos necesitabas?”
Apoyada en Elena, internamente la sorpresa llenaba su cabeza.
(¿Abuela? Pero si ni el cabello comparten)
Los ojos de Valerya rápidamente comenzaban a analizar a la anciana frente a ella.
Mientras se sentaban, menos parecidos tenían.
La forma de la nariz, el color del cabello, ni los pómulos o los labios compartían, mucho menos aquello característico que eran las orejas encima de la cabeza como si de un gato se tratase.
(¿Que es esta sensación?)
Pero, su sorpresa no iba a ser solo por ello, aunque la anciana tuviera los ojos cerrados, lo que sería su expresión, se mantenía fija en Valerya.
“Eh, anciana, ¿En dónde estamos?”
“Te diré a su tiempo, ¿Qué tal si comemos primero?”
Con una tranquilidad preocupante dio la respuesta.
Elena que estaba sentada al lado de Valerya, como si hubiera recibido una orden, se levantó del suelo y se dirigió a una de las habitaciones del primer piso.
“No me interesa la comida, ¿Quiero saber en dónde estoy y quienes son ustedes?”
“Está bien, pero ¿Por qué no me dices primero tu nombre? Después de todo, si no hubiera sido por mí, ahora estarías muerta, ¿Tal vez?”
Tras escuchar las palabras de la anciana, tuvo más que claro que no era cualquier persona.
El tono imponente, hizo que sus dudas crecieran, pero que, a la vez, le decía que no era cualquier anciana.
“Me llamo Valerya, mis apellidos no te interesan”
Con dos cuencos de madera en mano, Elena se acercó a Valerya. Sentada junto a ella, colocó uno de los cuencos frente a la pelinegra que lo miró con cierta indiferencia.
“¿Hay algún problema?”
Extrañada ante la pesada atmósfera, con completa inocencia, preguntó tanto a Valerya como a su abuela.
“No, no pasa nada Lena”
Con interés, Valerya miró fijamente a la anciana que le devolvió una sonrisa incomoda a Elena. Una mirada tan incomoda que no parecía ser de una abuela a su “nieta”
“Ya respondí tu pregunta, ¿Qué tal si ahora respondes las mías”
La atmósfera del lugar se volvió aún más pesada, como si hubiera deseado que la corta intervención de Elena hubiera desviado el interés de la mujer.
“La niña a tu lado, se llama Elena Ivan...”
“Eso no fue lo que te pregunté anciana, ¿En dónde estamos y quienes son ustedes?)
No estaba incomoda, estaba segura de que algo buscaba la mujer frente a ella.
(Tal vez se está haciendo la que no puede ver)
Con algo de hambre, dirigió su mirada al cuenco y lo cogió. Disimuladamente miró a la pequeña a su lado que tragaba la comida como si se la fueran a quitar.
“No te preocupes, puedes comer”
“No desvíes el tema”
Comiendo lentamente, volvió una mirada fija a la anciana que podía verse comenzando a sudar.
“Llámame Epifania. Ahora mismo estamos en lo que ellos comenzaron a llamar ciudad capital de la sexta provincia”
“¿Sexta provincia? ¿Y quienes son ellos?”
“Hace algunos años el rey y ahora proclamado emperador, privó a las ciudades y territorios de sus nombres. Ahora mismo estamos en la primera ciudad de la sexta provincia”
Claramente, no entendió nada, o por lo menos, no pensándolo desde su contexto.
(¿Rey? ¿Emperador? ¿De qué mierda me está hablando está anciana? Desde la fundación de los nuevos países los reyes dejaron de tener potestad o relevancia)
“Anciana ¿De qué mierda me estás hablando?”
Mientras comía, miró fijamente a Epifania que parecía haberse calmado.
“Hace más de 20 años, el Emperador, junto a algunos de sus seguidores, mató a su hermano, el antiguo rey, intentó asesinar a sus sobrinos que escaparon a reinos vecinos, y a la esposa del antiguo rey que actualmente está desaparecida”
“No te pedí que me explicaras la historia de este supuesto reino”
“Te estoy explicando sobre este lugar desde el inicio”
Con cierto enojo en el rostro, miró a la anciana que seguía levemente incómoda para luego mirar a la pequeña que parecía estar levemente nerviosa por la conversación.
“Anciana, para mí, eso es una estupidez, porque de donde yo vengo, los Reinos e Imperios, ya no existen. Explícame en dónde estoy, no la historia de un reino o imperio ficticio”
“...”
Callada por el asombró, Epifania miró lentamente como la mujer frente a ella dejaba el cuenco de comida vació sin siquiera agradecer, pero, su asombro era obviamente por las palabras enojadas de Valerya.
“Un lugar donde no existen los Reinos o los Imperios...”
Del asombro, solo pudo repetir sus palabras bajo la mirada juzgadora de Valerya.
(Grosera, irreverente, caprichosa, mentirosa, incluso desconoce la situación de este Reino o Imperio, mucho menos sabe de su familia, ¿Acaso sabe de sus hermanos? ¿Qué clase de cosas le enseñaste en ese otro mundo Valerya? En ese extraño lugar donde no existen los Reinos e Imperios)
“...”
En lo que era un silencio agonizante, el sonido de las pisadas llegaba incluso al interior del edificio, pisadas del metal chocando contra el suelo.
Las tres, alertas por la velocidad y la cantidad de las pisadas, dirigieron sus miradas a la entrada del lugar.
A los pocos segundos, las pisadas se detuvieron tras la puerta.
“Llegaron muy rápido”
“¿Quienes llegaron?”
La incomodidad del lugar aumento en el momento en que alguien tocó la puerta esperando a que le abrieran.
“Somos el grupo de búsqueda especial del Imperio, abran la puerta”
Valerya no había recibido respuesta de la anciana, pero, pudo escuchar perfectamente la voz gruesa de un hombre.
(Esto va a ser un problema)
Como si su instinto se lo dijera, se levantó del suelo y, con su mano, estaba lista para desenfundar su pistola en caso de ser necesario.
“...”
Por segunda vez, volvieron a tocar la puerta, pero esta vez la anciana a su lado también se levantó del suelo y se puso rígida.
“¿Qué está pasando?”
Con una voz tímida, la pequeña de ojos verdes se colocó inesperadamente tras la pelinegra que acababa de conocer.
Para Valerya, era algo extraño, pero mantuvo su concentración en lo que pudiera entrar.
(¿Por qué no abrirá esta vieja decrepita? ¿De quién se intenta esconder?)
Por la duda, dirigió de reojo su mirada por unos segundos a la anciana que parecía haberla notado.
“¿Valerya, cierto? Como pago por haberte salvado la vida, espero que puedas cuidar de esa niña por lo menos hasta que pueda vivir por sí misma”
“¿De qué mierda me estás hablando?”
“Jefa, parece que no nos quieren abrir” -Exterior-
Alguien a quien era difícil tomar por sorpresa en ese instante cayó en el asombro. Tanto que había perdido la consciencia sobre los alrededores por unos segundos.
Miro por un segundo a la pequeña para pasar a la anciana. En los pocos segundos que tuvo, no pudo tragarse la retribución que esperaba la anciana.
“Eso es porque ya la encontramos” -Exterior-
El asombro no la dejó pensar, ni siquiera pudo analizar las palabras del exterior que llegaban a sus oídos.
Pero, la voz la había no cautivado, pero si molestado.
(Es la voz de Nicole, pero, es imposible, yo la mandé a su propia tumba)
“********”
Un potente sonido llegó a sus oídos, frente a ella, la puerta no había sido forzada de su chapa, había sido derribada de una patada.
Solo estaba ese gran rectángulo que mostraba a la mujer que tanto quiso hacer desaparecer.
(Es imposible. ¡YO LA ENVIÉ A MORIR A EUROPA!)
“Hola Laure. Ha sido mucho tiempo desde que nos vimos”
Tal vez por miedo o por asombro de ver a alguien que creía muerta o porque simplemente no se imaginaba que la iba a buscar incluso allí es que dio unos pasos hacia atrás haciendo que la pequeña se cayera.
Para la anciana que la veía de cerca, era increíble, no por la mujer que tumbó la puerta de su casa, sino por la reacción de quien se había dado a conocer como Valerya y ahora era llamada Laure.
Alguien que se intentaba mostrar imponente, ahora estaba haciendo una expresión de terror ante la mujer que tenía en frente.
“..................................................”
Como si de un tambor se tratara, potentes sonidos llegaron a los oídos de todos.
Tirada en el suelo como una bolita, Elena se intentaba proteger del ruido.
Mientras que Epifanía miró a Laure con una sorpresa ilógica, tal vez porque no entendía de donde salió dicho ruido o que lo produjo o, tal vez por el hecho de que no se había dado cuenta del momento en el que entre sus manos cargaba una barra gruesa de lo que para ella era metal.
Pero para Laure, la sorpresa se había convertido en miedo. Tanto que ni siquiera se molestó en mirar lo que la rubia de ojos azules frente a ella llevaba puesto.
“Laure, no entiendo por qué intentas matarme cuando yo no te he hecho nada, pero ya tendremos tiempo para hablarlo”
Su sola voz era suficiente para que incluso Epifania, que nunca la había visto, entendiera que no iba a ser alguien fácil de tratar.
Su sola imagen, su hermosa piel blanca, sus ojos azules y cabello rubio demasiado cuidado, su mirada seria casi rozando lo iracunda, la armadura extrañamente extravagante de color dorado y lo más llamativo, su espada, eran suficientes para infundirle no miedo, sino terror a Laure.
Una Claymore lo suficientemente grande y pesada para tener que ser cargada con las dos manos, pero que Nicole fácilmente pudo usar con una sola, con la velocidad y fuerza suficiente como para haber detenido tres balas que viajaban a 930m/s a una distancia tan corta.
“¿Como es que... detuvis...?”
“Laure, es hora de que regresemos a nuestro mundo, vendrás conmigo, quieras o no”
Con completa naturalidad, Nicole apuntaba su brillante Claymore a Laure que se solo pudo pasmarse.
“No sentirás nada, solo no podrás mover tus brazos por unas cuantas horas”
Laure no tuvo el menor tiempo para pensar el significado de esas palabras, tampoco tenía el tiempo suficiente para ayudar a Elena que estaba a su espalda hecha bolita en un intento de escapar de la realidad.
La sorpresa fue aún mayor, demasiada, inimaginable, cuando en la hoja de Nicole pequeñas líneas blancas azuladas se movían de un lado a otro y, con la punta de la hoja mirando a Laure, estaba lista para dar una leve descarga de electricidad lo suficientemente leve como para incapacitarla.
Epifania no podía creerlo, tampoco era capaz de asimilarlo por completo, la magia en forma de rayo estaba recorriendo la espada dorada, sin necesidad de circulo o incluso de un hechizo.
Viendo como la que ella era conocida la heroína del Imperio estaba lista para disparar, no tuvo más opción que intervenir.
“¡Tierra!”
Levantando su brazo y dando un fuerte grito, frente a Laure un muro de piedra se alzó poco antes de que la descarga eléctrica la alcanzara.
En el muro de piedra solo quedó una muy pequeña marca de color negro.
La mirada de Nicole se desvió instantáneamente para la anciana que ahora mostraba con su mirada el nerviosismo que la situación estaba generando.
“Eh tú, Laure, te transportaré junto a Elena a un lugar donde podrán escapar. Ya sabes nuestro trato, cuida de la niña”
“¿De qué me estás hablando?”
La espada cambió en un instante de objetivo, apuntando a la anciana, la concentración de electricidad en la espada era superior, tanto que, ya no era solo uno o dos líneas blancas azuladas, la misma electricidad podía verse bailando por la hoja sin control alguno.
“¡Tierra! ¡Tierra!”
Mientras gritaba y saltaba para atrás, la descarga eléctrica que salió disparada de la espada de Nicole fue detenida por el primer muro de piedra, pero, no fue lo suficientemente resistente dejando una gran zona destruida en la mitad, mientras que el segundo muro, recibió una descarga tal que lo destruyó por completo.
En esa leve ventana de tiempo, bajo los pies de Laure y rodeando a Elena, apareció un círculo de color blanco brillante que en pocos segundos las hizo desaparecer del lugar.
“Quien diría que la heroína del Imperio era una maltratadora, ¿Acaso es esa forma de tratar a una princesa?”
“Ese no es asunto tuyo, más bien dime a dónde la enviaste. Epifania”
“Interesante, ¿cómo supiste que se trataba de mí?”
Lentamente, partículas de diferentes colores se alejaban de la anciana cambiando drásticamente su aspecto.
“Hay muchas formas de saberlo. ¿A dónde la enviaste?”
“Si así es como la heroína va a tratar a la princesa del Imperio, no creo que merezca la pena decirte”
“¿Princesa? ¿Acaso eres estúpida o es que ser una rata te dejo con problemas? Laure no es una princesa, ella es una mujer común y corriente que por circunstancias de la vida es mi novia”
“No me parece que ella este muy de acuerdo con esa última parte y, ¿No serás acaso tú la rata de laboratorio de Alexander?”
Ahora, sin nada más que un suelo destruido separándolas, nada las detenía de insultarse u atacarse en el momento.
Como si la fibra hubiese sido tocada, la mirada de Nicole se volvió sombría, estaba dispuesta en ese momento a matar a la misma representante de los humanos.
“Yo no soy la mujer a la que su propio Reino secuestró e hizo con ella lo que quiso y como quiso”
Y al igual que con Nicole, la respuesta había hecho vacilar a Epifania.
Su corazón palpitaba a una mayor velocidad de lo que haría normalmente.
“Veo que hiciste tu tarea”
Simplemente, había perdido la batalla de las palabras.
“Secuestrada a los 12 años, y modificada genéticamente por medio de la magia para ser el pináculo de la humanidad en la Guerra de la Extinción, pero, no solo fue eso, lo que te hizo el Imperio Humano, a tu familia, lo que te hicieron a ti, usada de miles de maneras, un vejestorio. Fuiste nada más que un juguete, una máquina de matar, mataste a los tuyos, tu fuiste participe de la extinción de decenas de razas, tú junto a tus amiguitos los ángeles. Lo sé todo”
“¡Cállate! ¡Tú no sabes nada de mí! ¡Esa no era yo!”
Con su apariencia de niña, dio un potente grito, eran cosas que simplemente, no quería recordar.
Estaba siendo agobiada mentalmente por Nicole.
Las palabras que menos quedaría escuchar siendo usadas en su contra. Recordándole que, aunque no lo quiso, sus manos y todo su cuerpo estaba manchado de la sangre de aquellos que no merecían morir y también de los que, a su juicio, no merecían vivir.
“Claro, esa no eras tú, en esas noches donde incluso las investigadoras experimentaban contigo, no eras tú”
Una mujer de más de 250 años siendo agobiada por una de 18 años.
Agobiada por los recuerdos de lo que un Imperio que se había negado a desaparecer le había obligado a hacer.
“¡Te dije que te callaras!... ¡Explosión!”
Incapaz de contener la furia que fluía por todo su cuerpo, todo a su alrededor explotó, creando grandes cúmulos de polvo que impedían la visión.
Lentamente, la brisa del aire disipaba las cantidades de polvo, dejando visible la carencia ahora de edificio y la ausencia de Epifania en el lugar.
“¡jefa en funciones! ¿¡Se encuentra bien!?”
Preocupado, varias personas vestidas en una armadura marrón que daba la sensación de ser de pobre calidad se acercaron corriendo a Nicole.
“Rápido, busquen a Laure, puede que este débil o que no sepa usar magia todavía, pero recuerden que el mana fortalece los músculos y más aún si son personas que antes no tuvieron interacción con la magia. Avisen a los soldados del ejército regular que tengan cuidado de encontrarse con ella. Además, va armada, por lo que es demasiado peligrosa, no duden incluso de que por culpa del mana pueda destruir armaduras con sus solos puños. Y recuerden, ella está sobreentrenada”
“Entendido, en este instante comenzamos la búsqueda y captura, además avisaremos a todos los soldados del ejército regular cercanos”
Todos los que estaban bajo sus órdenes entendían la rigidez con la que debían de trabajar y el nivel necesario para no morir, pero, eso no significaba que pudieran hacer mucho para ayudar a los miles de soldados del ejército regular.
Solo podían evitar la mayor cantidad de fatalidades posibles a la vez de evitar su propia fatalidad a manos de lo que ellos ya presumían, un monstruo al mismo nivel que su jefa Nicole o de Carmilla.
Rápidamente, todos comenzaron a dispersarse por todo el lugar.
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