“¡YEKA! ¡MI AMOR!”
Escuchando los gritos de desesperación del elfo, en el cielo, flotando, la figura de una mujer y un hombre que escapaban a la vista de los que estaban en tierra, parecían, rechazar, detestar o incluso, degradar la situación del elfo.
“Fu, amor, deberíamos de ayudarlos”
“No te preocupes, ella no los va a matar, tal vez, no todavía, Yekaterina es demasiado importante. Además, ya nos hemos mezclado mucho con ese elfo angelical”
Dando media vuelta, ambos comenzaron a irse flotando en el aire. Ignorando por completo a quienes antes habían ayudado.
“Fu, la guerra hace ya más de 20 años que acabó, además, nosotros no nos vinos afectados hasta varios cientos de años de su inicio”
“Nunca entenderé como eres capaz de empatizar con todo el mundo, incluso si ellos estuvieron del lado de quienes extinguieron a las demás razas”
Ninguno de los dos parecía estar enojado, tampoco afectado por lo ocurrido hace algunos años.
Era más bien, una animadversión natural. Como si sus instintos le dijeran que todo lo que tuviera que ver con ellos era, no peligroso, sino de riesgoso.
Pasando por encima de la ciudad que su Princesa había dejado atrás, pudieron ver con claro detalle en lo que se habían convertido.
“¿En esto se convirtió Izymianov?”
Con cierta mirada de tristeza se detuvieron por un momento para contemplar lo que hoy era una ciudad decadente.
Los grandes edificios se habían deteriorado al punto en que sus cumbres se cayero, muchas de las casas a lo lejos, podían verse como sus fachadas era una podredumbre.
“Recuerda que al final, quienes más sufrieron los estragos de la guerra fue el Imperio Humano, que fue condenado a desaparecer. Aun con la Reina Valerya y su esposo, el territorio seguía sin poder despegar”
“Epifania también dijo que Alexander les quitó el nombre a las ciudades y que esta era la capital de la Sexta Provincia”
Pensativos, siguieron mirando lo que antes podía ser considerado una ciudad que se esforzaba en despegar y que hoy era nada más que un basurero.
“En este mundo, ningún territorio fue conocido como provincia, eso solo lo escuché en la división de la República”
Las palabras de Fuxi calaron fuertemente, en la cabeza de Alaric que le dirigió su mirada a su compañera.
“Y si, ¿Alexander quiere replicar la República aquí no solo en su estructura, sino también, en su desarrollo?”
Dudando de sus palabras, Fuxi miró directamente a Alaric, pero, su mirada se desviaba de sus ojos.
“¿Que te hace creer eso?”
“Alexander siempre fue alguien que buscaba el cambio, tal vez, eso lo motivó a hacer lo que hizo. Piénsalo, él vivió a la par de nosotros más de 10 años en un mundo puramente humano, en el que sus tecnologías eran mayores que las del extinto Imperio Humano”
Por más que habló, tal vez, ya lo había notado, Fuxi había perdido la concentración en su conversación y, solo podía mirarlo con una expresión sonrojada.
Pero, no podían hacer nada, estaban en medio de la ciudad.
“Si es así, solo podremos saberlo al ver las ciudades de las otras provincias. Vamos, tenemos que ir con la Princesa”
Sonrojada, sostuvo la mano de Alaric y lo arrastró por el camino que sentìa que los llevarìa hacia Laure.
......................................................................
En medio de la oscuridad, sus ojos podían ver claramente como cayeron desde el aire.
“¿Amelia? ¿Valerya? ¿Dónde están?”
Para Elena, era imposible ver lo que se ocultaba a sus alrededores, por la oscuridad.
En cambio, Amelia podía ver perfectamente como Laure estaba tirada en el suelo inconsciente.
“Fuego”
En su mano, una pequeña llama amarilla alumbró los oscuros alrededores dando paso a unas paredes negras.
A sus alrededores montones de cajas y bolsas selladas.
“Valerya, despierta!”
En completo desespero, Elena, intentaba despertar a Laure. Sin resultado alguno.
Dentro de la habitación, aunque alumbradas por la llama de Amelia, seguía persistiendo la sensación de oscuridad.
Los muros, bien trabajados en su forma, eran negros, carentes de sensación alguna de mana.
(¿En dónde habremos dado a parar?)
Mirando los alrededores, solo podía encontrarse con la puerta de la habitación y unas bolsas que parecían contener algo.
“¡Valerya! ¿Estás bien?”
Escuchando aun la preocupación de Elena, su expresión se volvió complicada, tal vez por envidia al ver como estaba de alterada la o, tal vez, por preocupación hacia la pequeña.
“No te preocupes Elena, ella solo se desmayó, dentro de algún tiempo despertará”
Como si se acordara de la existencia de la demonio, Elena volteó su mirada hacia Amelia.
“¿Estás segura?”
“Si, no tienes que preocuparte. Ya estamos fuera de peligro, por ahora”
Como si la preocupación se hubiera ido, la expresión de nerviosismo y el tono nervioso desaparecieron para convertirse en una sonrisa.
(¿Por qué estará tan apegada a este punto si apenas si han hablado?)
Levantándose para ir hacia las bolsas que veía en el lugar, fue consumida por la duda.
Mientras abría una de las bolsas con su mano libre, miró a la pequeña que seguía sentada al lado de Laure.
“No entiendo. ¿Por qué te preocupa tanto si apenas han hablado? Me dijiste que, ella estuvo un mes completo durmiendo”
Con una expresión complicada, mantuvo el silencio por unos segundos, mientras que, Amelia continuaba hurgando.
“Es cierto que no hemos hablado mucho, pero, mi abue dijo que ella me iba a cuidar y, por alguna razón, siento que debo de estar a su lado”
“¿A su lado? Como una deuda o una promesa o, ¿Algo por el estilo? Ah, encontré algo de comida”
Dejando pensativa a la pequeña, sacó varias barras de pan, frutas y uno que otro recipiente con agua.
Con su ropa blanca sucia, miró por unos segundos a la pensativa Elena. Como si hubiera dado en un punto.
Sacó varias barras de pan, algunas frutas y el agua para repartirlas entre ella y Elena.
“No, no sabría como decirlo. Es como si, siento que mi destino de alguna u otra forma está ligado al de Valerya. Gracias por la comida”
Recibiendo las cosas de Amelia con una mirada complicada, entre el desconocimiento y la tristeza, pero, sin dejar que ello afectara su hambre, comenzó a comer.
Guardando en una de las bolsas el resto para darle a Laure. Amelia colocó la llama en el suelo y comenzó a comer también.
Extrañamente, la llama no se caía o desaparecía, continuaba estática, dando luz.
“Fuertes palabras para una niña de tu edad. ¿Qué tal si mientras comemos me cuentas sobre ti?”
La sonrisa de Elena desapareció en un segundo y se convirtió en una completa cara de tristeza.
“Si no quieres contarme no tienes que hacerlo”
Sin poder ignorar el hecho de haberse dado cuenta, intentó subirle los ánimos, pero, no pudo.
(¿Por qué ese cambio tan brusco de ánimos? ¿Será como la Princesa?)
Viendo a la pequeña comiendo y negando a la vez, perdió la preocupación del momento.
“No es eso. Es que no sé qué decir”
“Ah, ¿Qué tal si lo hago primero?”
Viendo que la expresión de la pequeña cambió a mejor, mientras comía, comenzó a hablar.
“Como sabes, me llamo Amelia, no tengo apellido porque mis padres no eran tan importantes dentro de la esfera de los demonios, crecí en lo que hoy es Mavi Orman en el continente central, en un pequeño Reino de Elfos Demoníacos u oscuros, como te gusté llamarlos, ¿Qué otra cosa? Tengo entre 22 a 25 años, realmente no me acuerdo”
Con una sonrisa, Amelia miró a la pequeña que se puso pensativa.
“Bueno, yo tengo 9 años, estoy por cumplir los 10, solo recuerdo la Ciudad Capital de la Sexta Provincia, siempre he vivido con mi abuela y el mes que pasé con Valerya mientras dormía. Soy de la raza Black Cats y creo que es todo”
Comiendo las frutas, la mirada de Elena volvió a ser complicada, casi como si el desespero, el nerviosismo y la ansiedad se juntaran.
“¿Y qué hay de tus padres? ¿Como fue tu vida con tu abuela?”
Pensando por unos momentos la pregunta de Amelia, las pupilas de Elena se dilataron.
“No sé...”
Con una voz monótona, casi rozando las lágrimas respondió.
Dejó de comer y colocó su mirada fija al suelo. Como si su vida estuviera vacía.
“¿No te contó sobre tus padres? ¿Como eran? ¿Recuerdas algo de cómo era vivir en la Ciudad Capital?”
Miró a Amelia.
“No recuerdo nada. Sus nombres, sus rostros, ni siquiera recuerdo nada de mi vida antes de la llegada de Valerya”
Su mirada sería que no dejaba cabida a interpretación y su tono monótono alejaba de toda posible pregunta que pudiera surgir.
(¿Tendrá algún trauma que no le deje recordar? Pero, por más trauma que tenga, debería de recordar algo, por más estúpido que sea)
Mirando como sus pupilas dilatadas daban la sensación de estar tratando con alguien fuera de sí, prefirió finiquitar la conversación.
“Perdona, tal vez pregunte más de lo que debía”
“Ah, no te preocupes, ya ni me acuerdo de que estábamos hablando”
Con una pequeña risa, el estado de Elena volvió a cambiar, de un momento a otro, sus pupilas volvieron a la normalidad y, su monotonía, desapareció en una sonrisa.
(¿Qué mierda se supone que fue eso?)
Sin quitar la mirada de Elena, la sorpresa la consumió, no era como Laure con sus cambios de tranquilidad a un enojo incontrolable.
(Mejor voy a despejarme)
Levantándose del oscuro suelo, se paró frente a la degradada puerta de la habitación.
“Voy a ir revisar en donde estamos. Dejaré la magia activada por si algo”
“¿Quieres que te acompañe?”
En un tono alegre Elena se ofreció, pero, rápidamente fue rechazada.
“No, está bien, no me demorare mucho”
“Si me necesitas puedes decirme”
“Claro”
Saliendo por la puerta, sin mirar a Elena, dio a parar a un pasillo, completamente iluminado.
Las paredes igual de negras que la habitación, pero, iluminado por fuertes esferas amarillas que no permitían que la oscuridad volviera a consumir el lugar.
(¿Que fue ese cambio tan drástico? Era como si algo le obligara a no hablar)
Caminando tranquilamente, miro los alrededores, grandes huecos en los laterales del pasillo.
Siguiendo por su camino, a su alrededor, los pasillos comenzaban a ser más frecuentes.
Todos ellos iluminados a un punto en que nadie podría perderse en la oscuridad.
(¿Flechas?)
Algunos, incluso poseían señalización.
Caminando por varios minutos, entre los diferentes pasillos, encontró varias habitaciones.
Al lado de sus puertas, distintos carteles que daban una idea para lo que se usaban.
[Almacén de armas, almacén de alimentos, bodega de minerales...]
Revisándolas, una por una, todas estaban vacías.
Pensando por unos momentos, llegó a una conclusión.
(Esto es una mazmorra. Debería de regresar)
Dando media vuelta, comenzó a regresar en sus pasos.
(¿En qué parte del continente estará esta mazmorra? Y, aún está en funcionamiento, las piedras siguen llenas de mana)
En medio de sus pensamientos, continuó por su camino.
.............................................................
Laure...
No sé, no sé si llegaré a saberlo, pero, tampoco me interesa saberlo, el cómo, el por qué, el para qué o, el simple qué, que me ha llevado a esta situación.
No duele recordar, porque simplemente, ya no lo hago, tampoco, me molesta esta oscuridad que me rodeada. No puedo ver nada, pero, no me interesa ver algo.
Solo sé, que soy consciente, mientras muevo mis manos, siento perfectamente el movimiento de mis dedos, de mis huesos. Siento como la carne que antes dolía, ya no lo hace. No, esto no es un sentir, es un mero recuerdo, desde hace muchos años que mi cuerpo no me duele y, aunque me duela, el dolor desaparecerá, como siempre lo ha hecho.
Mi dolor, siempre desaparece, sea porque el tiempo lo borra o, porque yo misma lo mato.
Ese es mi único camino, el camino que escogí con mi plena consciencia y es el único que nunca podre abandonar.
Para mí... Para mí ya no hay descanso, tranquilidad o alegría que me pertenezca. Yo misma, lo escogí y, yo misma lo finalizaré o lo continuaré cuando lo mate.
Esta oscuridad, no significa nada, es solo, el lamento de mi alma que desea lo que no puede tener, paz. Esto, esto nunca será nada. Esta oscuridad que me impide ver mis manos y mis pies es solo el lamento de algo que nunca podrá ser.
Yo no estaba destinada a la paz, no estaba destinada a la alegría, tampoco, a que ella en realidad me quisiera. Solo son las aspiraciones estúpidas de un alma que siempre estuvo destinada a la muerte.
“Laure” “Eh, capitana” “Jefa” “Laure, mi amor”
Unas palabras vacías, siempre, vacías. Palabras que solo quieren contentar a mi corroída alma.
Palabras de unos muertos, a una muerta, a la que nunca le fue permitida la felicidad.
No sé, no me interesa por qué y, tampoco quiero saberlo. Por qué la luz que intenta alejar esta oscuridad es tragada. No sé por qué aquellos que me mintieron están frente a mí.
“Laure, siempre estaremos juntas” “Laure, cuando todo esto termine, yo seré tu nuevo padre” “Jefa, ¿Qué piensa de irse a vivir conmigo y mi hermano al finalizar la guerra?” “Laure, mientras estés bajo mi cuidado, te cuidaré”
Mentiras, todas fueron mentiras. Muertos, intentando mentirle a alguien que también está muerta. Aún cuento me prometió que siempre estaríamos juntas, me abandonó cuando más la necesitaba; aun cuando dijo que sería mi padre, murió; aun cuando me ofreció vivir con su familia, también murió; aun cuando dijo que me cuidaría, TODOS querían MATARME.
Aun cuando recuerdo sus sonrisas al decírmelo, aun cuando aún puedo sentir la calidez al decírmelo, aun cuando recuerdo la alegría que me creó. Todos me mintieron, al final, nunca estaríamos juntas, al final, nunca podría ser tu hija, al final, nunca podría vivir con ustedes, al final, nunca pudiste cuidarme. Al final, todos me mintieron.
Al final, ustedes, me convirtieron en el monstruo que los salvaría y que los condenaría.
“Laure, gracias por ayudar a mi esposo” “Gracias por cuidar a mi hermano” “Gracias por dejarnos ayudarte” “...”
Palabras vacías, una luz que la oscuridad traga sin remordimientos, mentiras de aquellos afectados.
Palabras vacías de aquellos que solo buscaban la venganza, como yo. Que me usaron y que yo use para nuestros propios intereses. Mentiras, de personas que lo perdieron todo por su culpa, por mi culpa.
Personas, que nunca me quisieron.
“Laure. Yo no te quiero, ¡Yo te Amo!”
Vacías, solo son palabras vacías de una niña que una vez conocí en mi niñez y que hoy se postraba ante mí.
Su pelo rubio, sus ojos azules, y esa alegría de la que hoy carece.
“Mentirosa”
Ya no hay razón, mi alma ya está cansada de esta discusión.
“Laure, tú sabes que es verdad, siempre iré a por ti. También te prometí que te protegería”
“Mentirosa”
“Ven, con un abrazo, todo se arregla”
Con su característica alegría. Se acercó a mí, no sé, tampoco me interesa saber, pero, pude sentir, como en esta oscuridad que inundaba mi alma, sus brazos rodearon mi cuello y cintura.
“Dame un abrazo, Laure”
Ya no había razón, no había motivación, no había algo que me diera ánimos a devolverle el abrazo y, aunque quisiera, no lo haría.
“Laure, vamos, sé que me quieres, al igual que yo. Entonces, ¿Que sucede?”
No había nada que me motivara y, aunque mi cuerpo aun la quisiera. Mi alma la odiaba, y la odiará.
“Suéltame, Nicole”
“No te dejaré ir. Siempre estaremos juntas, Laure”
No pude resistirme, tampoco iba a hacer. Al pasar mi mano, pude recordar la sensación de su cuerpo, pude sentir el surco de su espalda, el calor de su piel, la suavidad de su cabello y, el GOZO QUE GENERA AHORCAR A UNA PERSONA.
“LauRe, ¿PoR Quué?”
Mis manos no podían parar, y tampoco querían hacerlo. El gozo, la satisfacción que me generaba, el poder, transmitir mi enojo, mi odio hacia aquella que me mintió. Hacia aquella que dijo iba a acompañarme por siempre y al final, me quiso tratar como un animal. Hacia aquella que dijo que me protegería, y al final, me hirió.
Hacía ella, que puso el último clavo en mí, en la creación de este monstruo al que, incluso, sus propios aliados odian.
“Nuestro tiempo finalizó, Nicole. Tú lo finiquitaste tras ese día. Mi única pareja es mi país”
Retorciéndose, no puedo ni siquiera describir el gozo que me genera. Pero, al final, todo tiene que acabar, al igual que sus intentos por que la soltara.
Al igual, que este sueño.
Porque al final, los muertos no pueden revivir, y esta oscuridad, no puede ser borrada.
Pero, este camino que hoy tomé, si pudiera, lo repetiría sin dudar.
..................
Lentamente, la oscuridad a mi alrededor era borrada por el tenue brillo de una llama.
“Valerya, ¿Estás despierta?”
Frente a mí, la cara de esa niña gato me recibía con una sonrisa mientras tapaba la fuente de la pequeña luz. Su presencia ya no me suponía ninguna molestia, al final, estoy metida en este problema con ella.
No me molestaba su sonrisa, simplemente, era asquerosamente desagradable. Conozco la falsedad, conozco la mentira, pero, su sonrisa, es plástica, puede que no tenga algún motivo escondido, pero su sonrisa no se siente real, es una falsedad que alguien implantó en ella.
“¿Quieres algo de comer? Amelia encontró comida antes de irse”
Parecía contenta, incluso después de lo que pasó, por alguna razón actuaba como si nada de eso hubiera ocurrido.
Como si no le hubiera afectado que apenas nos despertamos hubiéramos sido atacadas por Nicole.
“¿Y dónde está la otra esa?”
Sin esperar a que me las entregara, yo misma cogí las cosas, la verdad, no siento hambre, por alguna razón, solo siento sed. De igual forma, comí lo que había.
Desde ayer, no siento hambre, pero, tampoco siento que estoy saciada al comer. No sé qué me está pasando.
“Dijo que iba a investigar en dónde estamos”
Realmente, no me importa en donde estemos, solo me importa alejarme lo más posible de Nicole. Tampoco me importa volver, sé que Verónica puede encargarse de las cosas, ellos también pueden hacerlo sin mi ayuda.
Solo me importa verlo muerto, a él, y a todos los que lo ayudaron, debo verlos muertos.
No me importa si mi alma se pierde en el infierno, al final, tampoco soy creyente.
“Volví, y con malas o buenas noticias”
Tras Elena, la malnacida esta hizo acto de presencia. Puedo sentirlo desde lo profundo de mi ser, al final soy como ella, una mentira. Nadie salva a nadie por nada. Todos buscamos algo y, el que ella nos salvara, es porque claramente nos necesita para algo.
Como me encantaría poder escuchar sus huesos partiéndose, pero, aun no. Al igual que ella me está usando para algo, yo también necesito usarla.
Es cierto, no me importa en donde estoy, pero, no puedo quedarme aquí y dejar que Nicole me encuentre y me haga lo mismo.
“¿Qué pasó?”
“Estamos en una mazmorra y no encontré las escalas de entrada, solo las de bajada”
No me importa la conversación de ellas dos, lo que me importa es obtener el poder para deshacerme de ella, no puedo dejar que se repita lo mismo, debo matarla, debo matarlos a todos. Pero, como soy ahora, no puedo, pasaría lo de hace unas horas, me volvería a derrotar.
“Creo que esta era una mazmorra usada para la extracción de recursos cuando ocurrió la guerra”
“¿Guerra? ¿Cuál guerra?”
Necesito lo mismo que hizo que Nicole me superara aún con las mejoras, necesito aquello que le permitió ser tan rápida y veloz aún sin haber recibido el tratamiento.
Lo recuerdo, sus palabras, “Laure, ¿Qué te hiciste? No estás usando magia y, por más que seas tú, es imposible, que en el poco tiempo que llevas aquí puedas hacer esto”.
“La Guerra de la Extinción. ¿Tú abue no te habló de ella?”
“Eh, no recuerdo, ¿o sí?
“Magia”
Deje escapar mis pensamientos, pero, no importa, de igual forma iba a meterme en su conversación en cualquier momento.
“¿Que pasa Valerya? ¿Estás mejor?”
No me interesan las falsas preocupaciones, solo me interesa aquello que pueda servirme.
Necesito aquello que me haga superior a todos, aquello que me permita ejercer mi voluntad como lo hacía en mi país. Necesito poder.
“Amelia, enséñame a usar magia”
“¿Eh?”
Se quedó callada, mirándonos a Elena y a mí.
Si me vas a usar a mí, yo te usaré.
......................................................
Sentado, bañado por la luz del sol que entraba por la ventana de su oficina, frente a su escritorio, lleno de papeles, leía y firmaba, uno por uno.
Montañas de papeles se apilaban en los rincones de la oficina, uno cada más grande que el otro.
(¿Por qué estos idiotas me piden confirmar lo que ya hizo Leonid? Ahora tengo que firmar más de 12 años de papeleo)
Su mirada dejaba en claro que quería quemar todo el lugar al llenarlo de trabajo innecesario, pero, simplemente no lo hizo.
Firmando a velocidades irreales, se detuvo para divisar por la ventana, lo que podría llamar un paraíso de cemento.
Su visión fue invadida por las grandes grúas torre que ayudaban a construir los edificios y, aun a lo lejos, un parque con un pequeño lago artificial en su centro.
Con una vista privilegiada, solo tenía que moverse de su oficina a otra parte del edificio para que toda la ciudad fuese visible.
Más que cualquier otro, podía ver lo que su esfuerzo había cosechado.
(Por fin lo tengo, lo que siempre debió ser mío y lo que soñé...)
Colocando una mano en el cristal que lo separaba del exterior, su mirada fue absorbida por el paisaje urbanizado.
(Lástima que ellos ya no estén aquí para verlo... Pero, es normal, los demonios estábamos condenados, al igual que hoy lo están las demás razas)
“...”
Sintiendo el golpe de la puerta, giró su mirada para ver quien la atravesaría.
Solo dos personas en todo el Imperio se atrevían a entrar sin su permiso a la oficina, su futura pareja, Carmilla Lefevre y, su mayor amigo y primer ministro, Leonid.
Con inconfundibles ojos azules, un cabello negro puntiagudo, su aura de hombre mayor aun viéndose como un joven, vistiendo un traje de negocios de color negro, entró sin permiso alguno.
“Leonid, ¿Que sucede? Creí que ya no había más reuniones en el itinerario de hoy”
“Bueno, no es como tal una reunión. Es solo que tu secretaria tenía terror de darte esta noticia y me pidió el favor, pero...”
Tal vez, por su mirada, sintió preocupación en el rostro de Alexander y cerró la boca un momento para pensar que podría pasar por su mente. Pero, en el poco tiempo, nada podía pasar por su mente.
“¿Qué te preocupa?”
“Nada exactamente. Es solo que, estoy triste. Veo a lo que hemos llegado y pienso a lo que llegaremos, que, me da tristeza que ellos ya no estén aquí”
Desconocía a quienes se refería por ellos, pero, la única o, los únicos que podían llegar a su mente eran los muertos. Aquellos demonios que no se pudieron salvar.
“Eso no fue tu culpa, tu no podías hacer nada para salvarlos, el único culpable en eso es tu hermano, que mandó a matarlos después de que lucharon juntos”
Con cierta tranquilidad, Alexander continúo mirando el exterior. Lo único que tal vez podía demostrarle lo que hizo y lo que hará. El costo que conllevará.
“Ese es el problema, de haberlo sabido, hubiera intervenido, mucho antes. Pero, estoy tranquilo, porque, lo logramos Leo. He aquí, el Imperio con el que siempre soñé. Mi...”
Como si se diera cuenta del error que estaba por cometer, cerró la boca por unos momentos y con efusividad, habló.
“¡Este es nuestro Imperio! ¡El que tú, Carmilla, Epifania y todos nosotros estamos construyendo”
“Yo conocí a Epifania por poco tiempo, pero, es una lástima que haya decido abandonarnos, tal vez, diría que traicionarnos”
“...”
Mantuvo el silencio, tal vez le dolía la verdad o, tal vez, no sabía cómo responder ante la dura afirmación de Leonid.
“¿Cuál es la noticia que mi secretaría tendría tanto miedo de decirme?”
Desviando el tema sobre Epifania, no sabía que el tema lo perseguiría, tal vez, hasta sus últimos días.
Sentándose nuevamente en su escritorio, escuchó la noticia.
“Laure apareció en la capital de la Sexta Provincia y, Epifania la ayudó a escapar de Nicole...”
La mirada de Alexander se deformó por la noticia, el enojó se desbordaba por su piel.
Quien lo había ayudado en un pasado, hoy lo había traicionado.
“Según la información, Nicole la iba a interceptar en la misma ciudad, pero, una demonio la salvó y escaparon al edificio del gremio en búsqueda de ayuda...”
“Y la muy obsesionado, ¿Los atacó, me imagino?”
Interrumpiendo a su amigo, dio justo en el clavo, notando como la mirada de Leonid seguía siendo sería.
A él no le molestaba que lo interrumpieran en medio de su discusión, al final, como enojarse con su amigo y salvador. Aunque solo Leonid podía verlo, mantenía una mirada fija a sus manos.
“Si, pero, lograron escapar. Aunque, Yekaterina casi es convertida en carne molida, los soldados lograron convencerla para que la dejara viva. En este momento, ambos están en prisión mientras se estudia el circulo con el que escaparon”
Recostándose en su silla, miró el techo dando un suspiro para relajarse.
“Tenemos a los ´Dioses´ ayudando a mi sobrina, al gremio ayudándola, y a una demonio...”
Sin dar una palabra más cerró los ojos, sumergiéndose en la oscuridad de sus pensamientos.
(¿Con qué estamos guerra? Bueno, no importa. Nicole no va a ser tan estúpida de matar a la demonio, lo más probable es que la use como moneda de cambio. Que se encargue ella de esas cosas)
Fijó su mirada en su amigo y con una pequeña sonrisa parecía estar completamente relajado.
“Leo, ¿Qué tal si conquistamos el Continente Demoníaco?”
“¿Quieres que de la orden para que inicien los preparativos?”
“Hazlo. Es hora de retomar lo que por derecho me pertenece”
Saliendo de la habitación, Alexander nuevamente quedó solo en el lugar, pero, con una mirada no disgustada, sino, alegre.
“Gracias Nicole, adelantaste lo que iba a iniciar. Lástima que seas una maldita loca”
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 30 Episodes
Comments