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The Lost Princess

(Vol. 1) Capítulo 0

Solo estaban ellos dos, sentados mirándose fijamente, separados por un inmenso hueco en el medio de la mesa redonda, acompañada de varías sillas vacías.

Aún no había llegado la hora para que la reunión diera inicio, pero ahí estaban los dos, continuando con la rutina adquirida por los años, de llegar siempre temprano al trabajo.

Se miraban fijamente, pero ninguno mostraba signo de alegría ante la presencia del otro. Ambas miradas expresaban la animadversión que sentían.

“Como siempre, tan cumplida con tus horarios, Nicole, lástima que no hayas logrado cumplir sobre lo de encontrando a tu novia”

“Deberías de mantener la boca cerrada Alexander, o acaso, ¿Quieres que te la cierre yo a patadas? ¿O ya se te olvido que mi novia te rompió el culo?”

Fuesen o no iguales ante las personas, ambos carecían de respeto mutuo. La mera necesidad o utilidad mantenía su frágil enemistad.

“Vaya, quien diría que la orgullosa Nicole estaría reluciendo logros ajenos”

“Y quien diría que un pedazo de mierda como tu es rey. Ah, y no se te olvide lo de perdedor, porque tener que huir cuando estas por perder la guerra, no sé qué clase de vergüenza es esa. Ya que yo nunca perdí”

“La abusadora tiene garras, ¿Por qué no buscas que tu noviecita te perdone?”

“¿Perdón? No me compares contigo, a diferencia de ti, yo jamás he hecho algo que amerite pedirle perdón a nadie”

Tal vez la contundencia de las palabras hizo que Alexander se quedara callado, o simplemente, no veía sentido alguno en una discusión que no llevaría a ningún lado.

“Respóndeme, Alexander, ¿Como fue aquella guerra?”

Cambiando el tema al instante, cogió por sorpresa al hombre que intentó evadir la respuesta.

“¿Cual guerra? La nuestra tú...”

Nicole no tuvo reparos en interrumpirlo en medio de su contestación.

“No te hagas es estúpido, tú sabes a que guerra me refiero. La Guerra de los 300 Años”, La Guerra Olvidada, La Guerra de las 4 Razas o tal vez la recuerdes mejor como La Gran Guerra de la Extinción”

La expresión de animadversión se volvió complicada, la seriedad repentina con la que miró a la mujer que tenía casi los mismos poderes suyos.

“¿Por qué habría de contarte? Esas cosas no son de tu incumbencia”

“No te hagas el santo, ¿O es que quieres que me vaya con los 12 reinos? Tu bien sabes que si me uno a ellos, tu guerra puede finalizar incluso antes de empezar”

“Maldita hija de...”

Callándose la boca, Alexander guardó silencio.

Él lo sabía perfectamente, la mujer que tenía al frente, era la única que podía igualar a su sobrina. Tal vez él superara a su sobrina por mucho en términos mágicos y fuerza bruta, pero, carecía completamente de lo que la mujer frente a ella tenía, técnica y conocimientos modernos.

Además, su sobrina tenía algo que podría superarlo por mucho, los antiguos guardaespaldas de la anterior Reina, Valerya di Reyjavik.

No tenía más opción que darle lo que quería a la mujer.

“¿Qué quieres saber de esa guerra?”

“Dame un resumen de todo”

Recostado en la mesa, sus pensamientos explotaron por la cantidad de información de aquella guerra y la incapacidad para contarla por completo.

“El termino más correcto para llamarla sin duda sería: La Gran Guerra de las Extinciones. Hace más de 300 años que tuvo lugar, pero sus secuelas serán eternas, este mundo jamás podrá borrar lo que ocurrió”

“¿A qué te refieres con que no podrás borrarlo?”

“Para los estándares de nuestro planeta, esto era un paraíso, si lo comparamos con La Tierra, este planeta era el sueño de cualquier persona que quisiera estar en un mundo de fantasía. Un lugar que carecía de grandes conflictos o sufrimientos. Pero hace más de 320 años que eso cambió”

“¿Que tan grave fue el conflicto?”

“Si lo comparamos con la guerra entre tu novia y yo, sería un juego de niños, pero para nosotros, fue el mismo infierno en vida. No solo los demonios se extinguieron, ogros, goblins, onis, súcubos, gigantes, entre decenas de razas más se extinguieron; los elfos hasta hace casi 100 años estaban en un estado de peligro de extinción junto con las hadas, los enanos, los híbridos, y unas pocas razas; las pocas especies terrestres que sobrevivieron tuvieron que esconderse en las mazmorras abandonadas y vaciadas de todo poder mágico, todo para así evitar la extinción.

No teníamos bombas, misiles, fusiles ni cañones, muchas de las extinciones de las razas se llevaban a cabo, por propia mano.

Las mazmorras fueron invadidas por todas las razas, las bestias que las habitaban, masacradas para usarlas como materiales, los interiores usados como minas y explotados hasta que ya no tuvieran más recursos, y luego abandonadas, hasta que ya no quedara ningún recurso, con su magia drenada por completo, se volvieron cuevas, hoyos en la tierra que perdían toda belleza y vida.

Las grandes bestias que habitaban los mares fueron extinguidas, algunas usadas como comida o materiales, otras usadas como armas para matarnos entre nosotros.

Pero los peores a mi criterio, fueron los humanos, cuando junto a los ¡Putos dragones! invadimos este continente, los reinos humanos se rendían a nuestros pies, no por miedo o terror, sino buscando la salvación. El gran Imperio Humano, aprovechando su superioridad tecnológica que los hacía rivalizar con los ¡Pedazos de mierda llamados dragones!, usaban a los diferentes reinos poco organizados para cometer distintos tipos de atrocidades jamás vistas en nuestro planeta, por ejemplo, la actual Diosa Humana, no era más que una rata de laboratorio en el pasado.

Y nosotros los demonios, junto a los Súcubos, los únicos que siempre fueron fieles a nuestra amistad, a diferencia de los ¡Malnacidos hijos de puta! de los dragones, fuimos completamente extinguidos”

El ímpetu de Alexander era mayor cuando algo tenía que ver sobre dragones, su odio llegaba al punto de que, finalizando su relato, golpeo la mesa con su puño dejando un enorme hueco donde se supone, iba a ir su taza.

“Pero, si tienes un hijo con una humana, con Carmilla, por ejemplo, es más que probable que salga parte demonio”

Con una gran serenidad en sus palabras, las palabras de Nicole fueron descartadas al instante por Alexander.

“Ese es el problema, que sea parte, por más que pueda sentirse demonio, no dejaría de ser un híbrido. La sangre humana debe de ser superior a la sangre de la otra especie para que la persona mantenga el juicio, por lo que no importa que tanta sangre demoníaca posea. Por más que quisiera regresar a la vida a los demonios y los súcubos, ambas especies ¡Ya están extintas!”

“¿Entonces cuál es tú plan? ¿Vengarte de los ángeles y dragones?”

Tal vez por lo sencillo de la pregunta, o tal vez la fácil deducción y la equivoca idea de Nicole que, hizo que Alexander diera una gran sonrisa.

“Eso solo es un fin muy burdo y básico. Mi meta, es la meta de mi padre, La Paz. Él lo intento por los medios diplomáticos y cosecho lo que sembró, la muerto; pero yo, yo lo haré por medio de las armas, al igual que lo hizo tu novia. Seré yo quien los gobierne y les traiga la paz”

El jolgorio interno de Alexander se escapaba por su mirada.

Por su mente, la imagen de todas las razas respondiendo a su mandato era como una droga que lo llevaba al mismo éxtasis.

Para Nicole que lo veía con asco, no podía imaginárselo gobernando sobre un territorio tan basto, y mucho menos, que, de lograrlo, simplemente, fueran a aceptar su mandato.

¿De qué servía el poder, si no podía ser ejercido en su totalidad? ¿De qué te sirve el gobierno, si nadie quiere ser gobernado por uno?

“Ehhh, me encantaría ver si en verdad lo logras, pero te mentiría si te dijera que en verdad me interesa”

“Tú y tu arrogancia como siempre”

“Alexander, yo no estoy interesada en subirte al poder del mundo, solo te estoy ayudando porque así puedo encontrar a Laure, que no se te olvide”

“Y no se te olvide que es graci...”

Antes de que su conversación pudiera proseguir como de costumbre, la puerta de la sala fue abierta.

Tranquilamente y con elegancia, dos mujeres entraron por ella.

Ninguna estaba acompañada por un guardia o ayudante.

“Vaya, Su Majestad, ¿Desde hace cuánto está aquí? ¿Me estaba esperando?”

Mientras que una de las mujeres se dirigió a una esquina de la sala, la otra se sentó al lado de Alexander.

No estaba interesada en mantener la distancia, sentada, acercó su silla a la de Alexander hasta quedar hombro con hombro.

“Bienvenida, Carmilla, hoy también estas muy hermosa”

Para Nicole que los veía a la distancia, era difícil saber si el sonrojo de Alexander era verdadero o era una mera farsa para mantener a Carmilla de su lado.

“Ayy, Su Majestad, tan dulce como siempre, ¿Por qué no acepta mi propuesta para ir a una cita? Solo usted y yo, disfrutando de los paisajes de la 4 provincia”

Incapaz de aguantar, Carmilla se abalanzó sobre Alexander agarrándolo fuertemente entre sus brazos, bajo la mirada de desagrado de Altair que estaba recostada en uno de los muros.

“Podríamos ir tal vez, a disfrutar de la gastronomía de la 9na ciudad, de los lujosos hospedajes de la 8va ciudad, o si quiere, puede ir a mi mansión en la ciudad capital. ¿Qué le parece?”

Con dulzura y con una mirada deseosa de tener en ese mismo instante a su objetivo, Carmilla movía sus dedos en forma circular por el pecho de Alexander.

Para Alexander, no parecía haber inconveniente alguno, aun teniendo una mirada tranquila e imperturbable, pero, entre más tiempo Carmilla lo tocaba, su respiración más se aceleraba.

Muy posiblemente, por el calor del momento, ambos hubieran ignorado completamente la existencia en dicho lugar de Nicole, y de la hija de Carmilla, Altair.

“Por cierto, Carmilla, ¿Qué día Alexander y tú se van a casar?”

Para Nicole, era simplemente una manera más de molestar a Alexander, pero, eso fue suficiente para que Carmilla se detuviera y fuese consciente de su entorno.

Aunque rápidamente fue consumida por sus pensamientos y desvió la mirada al hombre a su lado. La simple idea de casarse con Alexander hizo que su cara enrojeciera.

“Bueno, si Su Majestad así lo desea, no tendría problema en que sea hoy mismo”

Para su hija que escuchaba las palabras de su madre, sentía una vergüenza que la hacía querer que la tragase la tierra, o lo que para ella sería mejor, escupirles en la cara, a la vez de un desprecio y repudió inimaginable.

Para Altair, su madre se había convertido en una vergüenza, una mujer que se había vendido a un traidor aun cuando ya estaba casada, pero, se negaba a abandonarla, porque al final de todo, era su madre, a diferencia de su padre que abandonó su país apenas los conflictos comenzaron.

El padre que nunca conoció, o si lo hizo, ya no lo recordaba.

Pero, si hubiera algo que Altair más odiaba que una posible relación entre su madre y Alexander era a la mujer que estaba entrando por la puerta junto a otras 4 personas.

Una extranjera que el Rey y Carmilla habían adoptado como si fuesen una pareja, la trataban como una hija de toda la vida, y a la cual, querían que fuese la hermana de Altair.

“Como siempre desde tan temprano, ustedes dos deberían de formalizar lo suyo”

“Diana, no molestes así a tu madre, además recuerda que estas en presencia del Emperador”

“Como eres de aburrido anciano, si quieres pregúntale a los demás si están de acuerdo en que ellos ya deberían de casarse, ¿O no chicos?”

“En efecto” “Concuerdo con Diana” “Tiene razón, ya va siendo momento que su Majestad escoja a la Emperatriz”

“¿Lo ves? Viktor”

Todos reafirmaron la postura de Diana, incluyendo a Leonid y Elías que, en apariencia, eran los más “neutrales” entre todos.

Tomando asiento en medio de su conversación, 7 sillas de gran porte estaban ocupadas, mientras que otras 6 estaban vacías y, por último, solo dos personas permanecían de pie.

A simple vista, la reunión parecía una condena extrajudicial hacía Nicole, que estaba completamente sola en el lugar.

Inclusive si dirigía su mirada a la hija de Carmilla, era rechazada con una expresión de completo desprecio rozando el odio injustificado.

Lo único que la ataba al dicho lugar, era el trato que mantenía con Alexander.

“Daré comienzo a la reunión de hoy. ¿No hay problema con ello? Su Majestad”

Iniciando con la ceremonia de apertura, Leonid pidió el permiso de aquel que lo supera en rango, aquel que mientras está presente, puede hacer o deshacer a su voluntad, El Emperador del Imperio más poderoso, Alexander di Reyjavik.

Aún que no obtuvo respuesta, con solo ver el manoteo de una de las manos de Alexander, supo que tenía la autorización para continuar con su trabajo.

“Lo primero, transmitiré los informes de los avances económicos y tecnológicos de las distintas provincias, cabe recordar que no diré los pertenecientes a los de Diana y Carmilla Lefevre, y tampoco los de Elías”

Con una de las manos, sostenía una pila de documentos tan voluminoso que fácil se confundiría con una conferencia de más de 6 horas.

“La primera, segunda, quinta, séptima y de la 9na a la 12va provincia tienen reportes financieros altos, sus procesos de industrialización y tecnificación van mejor de los esperados, si bien la electrificación no ha podido alcanzar a todos los municipios, todas las provincias tienen más del 70%. Actualmente, se están encargando de la electrificación y conexión por carreteras de los municipios faltantes, se calcula que entre 6 a 7 años más dichas provincias estarán completamente funcionales”

De alguna manera, escuchar los avances de dichas ciudades, hacía que tanto Alexander como la mayoría de los presentes se sintieran orgullosos.

Excepto por Viktor y Jalila, que intentaron esconder la cabeza entre los matorrales ficticios. El hecho de que tuvieran que hacer un informe sobre la progresión de sus gobiernos, los hacía sentir como los pésimos administradores que eran.

En cambio, Altair, desde una esquina, veía con rarezas todo lo que estaban hablando. Simplemente, no podía entender lo que era la electrificación o la industrialización.

Desde que ella tiene memoria, jamás le había sido permitido pisar dichas provincias, por lo que no tenía la menor idea de lo que era.

“Quiero hacer una pregunta ya que tenemos esta oportunidad, ¿Desde hace cuánto este país está industrializándose?”

Tampoco es que Altair pudiera intentar acercarse a Nicole para despejar sus dudas, no solo el rechazo y odio que sentía por ella, sino también su nulo interés en tratar con lo que para ella se considerarían como “traidores” le impedía hacerlo.

“Desde hace 15 o 16 años, apenas obtuve la información, le pedí a Leonid que hiciera todo lo posible para implementar los conocimientos de La Tierra en este país”

Con la duda de Nicole resuelta por el propio Alexander mantuvo el silencio.

Altair por su parte, solo tuvo más dudas, ni siquiera sabía que era aquello que llamaban La Tierra.

“Continúo con el informe, se calcula que entre el 60 y el 75% de la electricidad generada es por medio del carbón, actualmente, el resto viene de las pocas petroleras que hay en el Imperio. Solo la primera y quinta provincia comenzaron a realizar represas. Ese sería la primera parte de mi informe”

“Ahora que recuerdo, ¿Cuándo van a llevar electricidad a mi provincia? Ya estoy cansada de tener que encender velas”

“Jalila, ya te he dicho, que mientras no te encargues de los problemas en tu zona, no puedo ni siquiera hacer buenas carreteras con las demás provincias”

Obteniendo su respuesta no de Leonid, sino desde el mismo Emperador, no tuvo más remedio que quedarse callada/o. Aunque desde el fondo del corazón detestara que le dieran ordenes, del único que no le molestaba recibirlas, era del mismo Alexander.

“Espero que no haya más interrupciones. Pasando al plano económico, la mayoría de las provincias son incluso más ricas que continentes enteros, por ejemplo, la quinta provincia actualmente tiene el mismo poder económico que toda la alianza de los doce reinos, la primera es más rica económicamente que todo el continente central, la segunda, supera moderadamente al continente de los ángeles, y la tercera, tiene la capacidad de igualar a los dragones”

Altair que estaba desconectada de toda la conversación, en lo poco que pudo, comprendió por qué siempre se autodenominaban el Imperio más poderoso del mundo.

El Imperio actual había perdido todo conocimiento antiguo de la magia y tecnología del extinto Imperio de la Humanidad.

Pero en sus adentros, pudo sentir que toda la información que el Emperador había obtenido era superior a todo lo que había leído en los pocos libros de historia que existían sobre la cruenta Guerra de las Extinciones.

Había dirigido su mirada a Nicole, no pudo comprender por qué parecía tan inmutable ante declaraciones que eran no solo extrañas, sino alarmantes.

Luego volvió a dirigir su mirada a Alexander para ver como este movía su mano de un lado a otro.

“Entiendo, Su Majestad. Si nos tuviéramos que comparar con algún país de La Tierra, calculando nuestra riqueza actual, seríamos equiparables solamente a Oceanía. Otros países como la Nueva URSS, o la Unión del Norte, nos superan en todos los aspectos. Incluso nuestro referente como lo es la República tiene una riqueza 50 veces la nuestra en su mejor momento, y en el peor, es entre un 25 a 30 veces más rica”

La vista de Alexander se convirtió en repudio, nadie además de Diana, Carmilla y Leonid pudo adivinar si era a causa del informe de hoy o si, por el contrario, la comparación aún le parecía desastrosa.

Cada vez que veían a estas reuniones, las comparaciones eran evidentemente, un desastre.

“Esto es debido a que nos estamos centrando en la producción de material bélico, aunque, la calidad de vida ha mejorado entre un 50 a 70% en estos quince años en las provincias antes mencionadas, el consumo y movilización de valores aún es baja. Por ejemplo, hemos construido varios aeropuertos en las mencionadas provincias, pero nuestra producción industrial solo nos permite tener una tecnología igual a los años 60, además, la introducción de dicha tecnología fue tan abrupta que las poblaciones aún desconfían”

“¿Qué tal si pasas a lo importante ya? El resto nos lo puedes comentar con Viktor, Jalila y Nicole a solas.”

Estaba claro, Alexander estaba cansado de escuchar los mismos informes una y otra vez, aunque cada semana las provincias tuvieran avances significativos en el desarrollo del país, si Alexander quería mínimamente igualar a la República, les faltaba demasiado camino por recorrer.

Carmilla y Elías sabían porque sus regiones eran la cúspide del mundo antiguo, y también porque no podían dar el salto a la nueva era. La cantidad de habitantes, sus procedencias, y sus intereses, hacían imposibles que el Imperio pudiera llevar el desarrollo a dichas regiones.

Pero en cambio Viktor y Jalila era diferente, no podían nada más que sentir vergüenza porque iban nuevamente a ser regañados.

“En el plano militar, somos capaces de producir tanques de los años 50 a 70 en masa, pero, de los años 80 en adelante, la inversión sería imposible, y mucho menos para los pertenecientes a los años 2000 en adelante. Por el lado aeronáutico, es lo mismo, al igual que con el marítimo, ciertas provincias recién están creando empresas para recrear los microcomponentes necesarios.

La artillera que podemos producir en masa es la remolcada, pero considerando el nivel tecnológico del resto del planeta, sería suficiente para hacer frente a los 12 Reinos. Incluso si los ángeles y los híbridos se unieran, los morteros y granadas, serían suficientes para causar grandes bajas.

Si hablamos del terreno mágico, tampoco nos quedamos atrás, los antiguos salones de gremio se convirtieron en el actual Ministerio de Magia, y las personas que decidieron quedarse, principalmente magos, están dando resultados más que prometedores. Actualmente, solo existen 4 salones de gremio en el Imperio, en la provincia de Jalila, Carmilla, Viktor y Elías.

La frustración presente en el rostro de Alexander se fue reduciendo gradualmente, su mayor preocupación, era no estar al nivel de la República, pero, él estaba seguro, que, si el Imperio continuaba por este camino, podrían incluso mirar cara a cara a grandes potencias como la Nueva URSS, la Federación Asiática o a la misma Unión del Norte.

Pueden que fueran países de otro mundo, pero, desde que estuvo en La Tierra, Alexander pudo ver cuál era el camino para su ambición.

Aunque tuviera a Carmilla y todos los generales, el Imperio no hubiera podido contra una coalición de Reinos, simplemente, una población de casi 250 millones contra más de 1.500 millones de personas era un suicidio. Era un suicidio, hasta que puso sus manos en un vasto conocimiento que incluso él aseguraba, superaba por mucho a la tecnología del Antiguo Imperio Humano, y al poder de los dragones, ángeles y demonios combinados.

Ya estaba más que seguro con gran razón, que el poder y los conocimientos que obtuvo, eran la llave para cumplir el sueño de su padre, no por medio de la Paz, sino por medio de la FUERZA.

Es que acaso, no se supone que, ¿Para tener paz hay que estar preparado para la guerra?

Él, y solo él, iban a ser quienes pusieran en orden un mundo en caos.

“Eso es todo lo importante para esta reunión, Su Majestad”

Dando un suspiro tranquilizador, miro a Leonid.

“Bien, por favor, que solo se queden Viktor, Jalila, Leonid y Nicole, el resto puede irse”

Con una expresión reconfortante, sintió como las sillas se movían y las pisadas se alejaban, pero, lo que no pudo dejar de sentir, fue los brazos de Carmilla abrazándolo.

“Carmilla, tú también, si quieres algo, podemos hablar después”

“Hmmm, que malo, Su Majestad. Usted sabe que yo no quiero alejarme de usted”

“Carmilla, tenemos toda una vida para hablar, no hay nada de que estar preocupada”

Las orejas de Carmilla se habían enrojecido, tal vez por la sensación de que en algún momento tendría una oportunidad con el hombre a su lado, o por la vergüenza de que los estuvieran mirando.

En silencio, y con la cara roja como un tomate, se levantó de su asiento y salió de la sala, siendo seguida por su hija.

Por otra parte, Jalila y Viktor solo podían esconder los rostros bajo la mesa, como niños queriendo evitar el regaño de la madre.

“Ahora lo último, Viktor y Jalila”

“Sí”

Ambos respondieron al mismo tiempo, ya sabían lo que les iban a decir, pero de igual forma, la vergüenza los consumía.

“Viktor, ya te lo dije, DEJA DE DELEGAR TUS FUNCIONES EN EL RETRASADO METAL DE TU HIJO. ¿Como es posible que un Imperio que se jacta de haber abolido la esclavitud use esclavos en sus minas? Sin mencionar los numerosos reportes de como tu hijo tiene a la población de la capital. Ya te lo he dicho, no me hagas tener que intervenir”

“Si, Su Majestad, recién regrese a mi territorio, me encargaré de que la situación cambie. Si me permite, me retiro en este instante para no incomodar a Jalila”

Cambiando su mirada a Jalila que buscó consuelo en el paisaje que podía verse desde el exterior, no pudo salvarse.

“Jalila, te lo he dicho varias veces, y no te lo repito más, si quieres conservar tus funciones en la sexta provincia, deja de vagar y empieza a administrar bien esa provincia, o si no, no tendrás tu deseada electricidad. Y deshazte de las ratas que llevas por guardaespaldas, y no me refiero a que los cambies de puesto, me refiero a que te deshagas de ellos y te busques otros mejores”

“Si, si Su Majestad desea, incluso le daré mi cuerpo y alma, ya mismo me pongo a trabajar”

Muriendo de la vergüenza por el regaño de siempre, salió corriendo con las lágrimas a punto de caer de sus mejillas.

Nicole no prestó mucha atención a los regaños que ya había escuchado varias veces, pero no estaba dispuesta a perder la oportunidad de seguir molestando a Alexander. A fin de cuentas, él fue el causante de toda esta situación, ¿No?

“Tienes amigos extraños, el retrasado que se cree la reencarnación de una diosa, el sobreprotector, la obsesionada, debería decir que la única normal entre todos ellos es Diana.

“No hablemos de eso Nicole. Más importante, pasemos a lo que nos interesa a ambos. Ya sabes que hacer Leo”

Sin responder a Alexander, Leonid se acercó a la puerta de la sala y miró al exterior.

Ni siquiera había guardias en la cercanía debido a que estaban ocupados en otros asuntos en el castillo.

Cerró la puerta de la sala y regresó al lado de Alexander.

“Pondré cierta magia para evitar invitados no deseados. Leo, entrégale los documentos”

Con un chasquido de sus dedos, el circulo apareció y desapareció en menos de 2 segundos.

Leonid ni siquiera se acercó a Nicole, solo le tiró los documentos que, de alguna manera, cayeron perfectamente frente a ella.

“No confías ni siquiera en tu...”

Quería reprochar la actitud de Alexander, pero mientras veía la portada de los documentos, cerró la boca.

[Pruebas de compatibilidad Humano - Elfo - Enano - Híbridos]

Sus ojos se nublaron no por la sorpresa del documento en completo Castellano ya que gran parte del Imperio tuvo que aprenderlo, sino por la clara investigación que daba resultados que podrían generar controversias.

“Esto... ¿Que mierda es esto? Esto, ¿Es en serio?”

Las muecas que se formaban en su rostro, ni ella misma podía creerse los resultados que los documentos le mostraban.

[La compatibilidad de ADN entre las tres especies con los humanos es de: 96.69 para los elfos; enanos 95,84; híbridos 93,26. Se concluye que las tres razas, en su raíz genética, son humanas. Se aclara que es debido a la manipulación genética por parte del antiguo Imperio Humano a los híbridos que tienen la menor compatibilidad]

“Las pruebas se han realizado 23 veces, cada una con una población diferente, y siempre muestran los mismos resultados, pero, mira los otros dos documentos”

Cambiando de pila de documentos, cogió unos que relajaron levemente su conmoción, pero, duraría poco.

[Pruebas de compatibilidad topográfica]

Leyendo detenidamente, sus ojos volvieron a nublarse, no podía creerse lo que estaba en el documento, era ilógico, irreal, imposible, incluso de cierta forma, lo que estaba escrito en las páginas, era blasfemo desde la vista de este mundo.

[Los continentes, excluyendo el demoníaco, son similares a países y continentes de La Tierra. El actual continente Humano, que es el doble de grande, es una recreación de la Federación Rusa; El Continente Central, posee el mismo tamaño que su par, la Unión Centro-Sur Africana...]

Solo pudo llevarse la mano a la cabeza, en lo que miró el último de reojo la portada del último documento.

[Compatibilidad genética entre humanos de La Tierra y de Utennade]

Por alguna razón, de sus manos y cabeza, el sudor era frío, ya había visto lo irreal de los demás informes, estaba segura de que este iba a ser igual o peor, pero, jamás creyó que fuese tan irreal.

[Por medio de la muestra sanguínea de Nicole Di Reyjavik, se pudo establecer que la compatibilidad entre los humanos de ambos mundos es de: 99,998%. Por ahora, la única diferencia segura, es la carencia de magia entre los mundos]

Nicole se quería desmayar, su cabeza le imposibilitaba discernir toda la información que había recibido.

“¿Cómo es posible que ambos mundos sean tan similares?”

Irritada, lanzó su pregunta esperando que no tuviera respuesta.

“Leonid y yo consideramos que antes no existía algo llamado Utennade. Solo existía La Tierra”

“Me estás diciendo que ambos mundos fueron separados. Eso es una locura”

“Puede ser una locura, pero parece ser lo más acertado, algo o alguien separó a los dos mundos, hace entre 5 a 6 años se pudo declarar con seguridad, que el sistema de escritura que usábamos, tanto en este continente como en el demoníaco, era el latín. El Latín del Imperio Romano”

Aunque ambos parecían estar tranquilos. El solo pensar que algo o alguien tuvo el poder suficiente para separar dos mundos sin que ninguno de los dos se destruyera en el proceso y lo enviara a otro lado, lo dejaba más que perplejo. Si una entidad así existiera, simplemente, nadie podía hacerle frente, no alguien que él conociera.

Incluso dudaba que Laure, aun siendo consciente de sus capacidades, pudiera hacer algo contra un ser así. ¿Tal vez?

“Yo... yo pensaré mejor en lo que he leído. En este instante tengo que dirigirme a la capital de la Sexta Provincia para buscar a Laure. Si tienes algo importante que decirme, ya sabes con quien enviarme los mensajes”

Alexander no la iba a detener, no tenía razón para ello, al final, para eso había venido a este mundo, sin embargo, continuó hablando.

“Mañana daré las noticias. Leo y yo hemos estado discutiéndolo y, hemos decidido conceder a los elfos, enanos e híbridos que así lo quieran, la ciudadanía. Mañana daremos los detalles”

Nicole no se detuvo por ello y continúo caminando, pero, ella ya podía imaginarse las consecuencias que traería tal decisión.

Actualmente, los humanos eran casi 250 millones de personas, pero si se sumaban las demás razas que habitaban este país, los habitantes podrían llegar a ser entre 270 a 280 millones.

Aunque no ingresaran al ejército, eran personas que podrían ingresar a la economía aumentando en gran medida la riqueza del Imperio

Una riqueza que Alexander va a necesitar para cumplir su nimio y fugaz deseo.

(Vol. 1) Capítulo 1: Un Lugar Desconocido

El sol de la mañana bañaba a todos los presentes en la gran sala. El lugar, a diferencia del pasado, no estaba construido en madera y simple piedra. Los ladrillos pintados de blanco, con sus grandes ventanas, las sillas de madera cubiertas por una capa de espuma.

Todo el lugar se llevaba las miradas asombradas de los presentes, incluyendo a los guardias que cargaban las armas desconocidas para ellos.

No podían soportar las ganas de tomar fotos para mostrar las grandezas que con las que hoy contaban.

Pero, el actor principal del lugar estaba allí parado, bañado en fotografías, embelesados por su traje.

Nadie de los presentes en el pasado apostaba una sola moneda a que el gobierno de Alexander fuera a progresar, pero, los resultados y el acelerado avance los había dejado más que callados, incluso, incapaces de adaptarse a la nueva realidad.

“Muchas gracias a todos los presentes por haber venido a esta rueda de prensa”

Dando apertura al discurso, allí estaba ese inconfundible hombre de cabello negro, corto y puntiagudo, como si nunca se lo peinara, con unos ojos azules que siempre daban la sensación de estar enojado. Su altura, comparada al Emperador, solo les llegaba a los hombros y, aunque su apariencia era de un hombre que rozaba entre los 25 a 30 años, el aura que lo rodeaba era de una persona en sus 60.

“Sabemos que por la acelerada introducción de las nuevas tecnologías puede haber dificultades, pero, por favor, espero que lo comprendan”

“Señor, primer ministro, ¿Con cuál nuevo invento va a sorprender a las personas?”

“Primer ministro, ¿De dónde se obtuvieron todos estos conocimientos?”

“Primer ministro, ¿Cuál va a ser el destino de las demás razas en el Imperio?”

Con libretas, grabadoras y cámaras en mano, comenzaron a bombardear a Leonid con preguntas.

“Por favor, las preguntas que tengan serán respondidas al finalizar el discurso que nos dará el Emperador”

Las miradas pesadas se centraron en el hombre de cabello negro hasta los hombros, con sus ojos rojos, que tenían una profunda mirada, más alto que su primer ministro, y con un tono de piel blanco, que lo hacía parecer un Europeo del Norte.

Los pocos que conocían las historias o que simplemente conocían la verdad, entendieron completamente que su Emperador, era en verdad un Demonio.

Parado frente a los micrófonos, dirigió su mirada pesada que intentaba camuflar con una sonrisa hacia los presentes.

“Muchas gracias a todos por venir hoy, entiendo perfectamente lo pesado que debe ser venir cada 3 o 4 días al mismo lugar a escuchar a los funcionarios a dar noticias, pero, les aseguro que hoy será algo muy importante”

Aunque las radios del país transmitían las palabras de Alexander y Leonid, no toda la población podía permitirse dejar sus nuevos trabajos solo por escuchar una emisión.

Rápidamente, las personas comenzaban a grabar, tomar fotos y a anotar las palabras del Emperador.

“Como sabrán, hace 17 años realicé el golpe de Estado, en donde depuse del gobierno a mi hermano y su esposa, sus hijos escaparon a otros países y su segunda hija y la menor de los 3 está desaparecida. Muchos me cuestionaron y los entiendo. Los primeros años de mi gobierno se caracterizaron por una ausencia exagerada de mi persona, siendo el primer ministro, Leonid quien llevó las riendas de este nuevo país, único entre los demás”

Alexander desconocía las reacciones que tendría la población en general, pero, si hacía algo que demostraba tener más que efecto, era indudable que nadie lo podría cuestionar.

Apelar a los sentimientos.

“Muchas cosas cambiaron en poco tiempo, nuestro país dejo atrás las viejas ideas de esclavitud y hambruna, por la libertad y el desarrollo, hace varios años que muchas de las provincias dejaron de sufrir por la hambruna y comenzaron a desarrollarse y tener tecnologías que ni siquiera el extinto Imperio Humano poseía”

Muchos de los presentes entendieron el mensaje, apelar por los sentimientos tanto personales como nacionales, para crear una cohesión nacional.

“A diferencia de los demás Reinos, en nuestro Imperio, la mayoría de los nobles fueron depuestos de sus cargos para darle paso al gobierno de la gente. Y ustedes han sido testigos del cambio, en solo 16 años hemos dejado el atraso que gobierna nuestro mundo y nos convertimos en un país en donde cualquier persona puede caminar libre, sin miedos”

Leonid que estaba a su lado, parecía estar imperturbable, pero, por dentro, se quería morir de la risa. Lo único que evitaba que de la nada empezara a reírse era la perdida de prestigio que eso le traería a Alexander y, a él.

“Pero eso no es suficiente, les pregunto. ¿Es justo que solo la humanidad pueda disfrutar de esto? ¿Aun cuando su regente es un Demonio?”

Tras la espalda de Alexander, con un fuerte brillo, dos alas negras se abrieron libremente para captar la atención de las personas.

“Es hora de que cambiemos nuestra visión del mundo. La magia no lo es todo, y la raza tampoco, por ello, he estado conversando con los gobernadores de provincia y el primer ministro. Hemos decidido que, desde hoy, los elfos, híbridos y enanos que habiten en la primera, segunda, tercera, quinta, séptima, y de la novena a la doceava provincia, podrán solicitar ser ciudadanos de este gran Imperio. Es hora de dejar las viejas ideas, como nosotros hemos dejado al viejo mundo”

Las miradas y los gritos de impacto por la noticia no se hicieron esperar entre los asistentes, en sus miradas se podía ver claramente la cantidad de dudas que iban a tener.

El único Imperio que podía definirse como un país, estaba teniendo cambios demasiado grandes.

Tanto que los detractores de dichos cambios no podían ni siquiera saber por dónde agarrarse o si lo sabían, no se les daba tiempo para cimentarse.

..........................

Capital, Sexta Provincia, Imperio de Reyjavik.

El atardecer estaba bañando por completo a la ciudad, la poca luz que alumbraba el lugar era incapaz de llegar a ella.

Sus alrededores eran, definitivamente, deplorables, en una en casi completa oscuridad, rodeada por paredes de madera en tan mal estado, que era imposible imaginarse como el lugar seguía en pie, una ventana tapada con madera con pequeñas aberturas donde no soplaba el viento.

En una esquina, había una pequeña mesa, sin silla. Ahí estaba su uniforme junto con sus armas.

Mientras que ella, dormía en una cama en un estado igual que el resto de la habitación.

La madera descompuesta y la carencia de colchón, durmiendo solamente sobre las tablas de madera.

Vestida únicamente con un vestido blanco, rozando la transparencia, la hacía lucir como una princesa durmiendo en un ciclo eterno sin fin.

*......

Un ciclo que finalizó en el momento en que un pequeño ruido salió de la madera que la sostenía.

Cayendo violentamente al suelo, su cuerpo fue rodeado por los pedazos rotos de madera.

“Hmmmm”

Lentamente, abrió sus ojos solo para ver el estado lamentable del techo.

(¿Qué demonios...?)

Intentando levantarse, sus brazos y piernas apenas le respondían. Su cuerpo estaba demasiado dormido como para moverse a plena potencia.

Se apoyó en la cama para ponerse de pie, pero, apenas lo logró, su cuerpo cayó bruscamente fuera de la cama, golpeándose la cabeza en el proceso.

(Mierda, me duele mucho la cabeza)

Desde el piso, buscando en que poder apoyarse, vio la mesa apoyada contra la pared, en un estado en que cualquiera preferiría botarla y comprarse una nueva. Ni siquiera, había una silla.

(Duele...)

Arrastrándose por el suelo, sentía sus huesos y músculos gritar del dolor, aun así, continuó arrastrándose mientras rechinaba sus dientes.

Aún con el dolor que recorría su cuerpo, no dio un solo quejido o grito.

Cuando sus manos tocaron la mesa, notó el deterioro en el que estaba, la superficie estaba rasposa, ya había perdido por completo la suavidad.

Con sus brazos y piernas temblorosas, se levantó del suelo, mientras sus manos estaban apoyadas en la mesa, decidió mirar a sus alrededores y a sí misma.

(¿En dónde mierda estoy? Y ¿Por qué estoy vistiendo esto? Si uno se pone detallista casi son visibles)

Su expresión no mostraba asombro, tampoco desconcierto, aunque por dentro sufriera por el dolor de su cuerpo, tampoco había una expresión de que algo le doliera.

Ni siquiera mostró interés al ver lo que había sobre la mesa.

(¿Por qué mi uniforme está aquí? No parece estar dañado ni sucio, es imposible que luego de eso este en buenas condiciones y mis armas limpias...)

Guardando para sí sus pensamientos e impresiones que pudiera tener por las mismas. Las dudas solo incrementaban.

Tocando temblorosamente su rifle y pistola, evitando cuidadosamente el gatillo, la sensación en sus manos, y el peso que podía sentir le dejaban en claro que esas eran sus armas.

Al igual, junto a su fusil y pistola, estaban los diferentes cargadores, listos para ser usados, como los había dejado.

(¿Alguien estará intentando conseguir algún favor mío?)

Pensando en todas las posibilidades, comenzó a divagar.

(Mejor lo pensaré después...)

En medio de su divagación, los pasos animados de alguien acercándose a su habitación la llevaron a mirar hacia la puerta. Una puerta igual de descompuesta que el resto del lugar.

Los pasos se detuvieron tras la puerta.

“¡Eyy! Ya despertaste”

Sin haber siquiera tocado o avisado que iba a entrar, una voz alegre, la saludaba.

La poca distancia que había entre ellas dejaba deducir que no era ni la mitad de su altura, pero, de igual forma fijo su mirada en la dueña de la voz.

Una pequeña niña de un largo cabello negro, con sus ojos verdes como una gema preciosa, de una hermosa piel blanca y vestida con lo que podría casi definirse como un trapo.

Pero la mirada de Laure se dirigieron con total indiferencia a la cabeza de la niña que aparentaba tener por lo menos unos 9 años.

(¿Que mierda son esas orejas? ¿Acaso es un gato? ¿Será un disfraz?)

Lo único visible para ella en ese instante era el basto cabello de la niña que tapaba los laterales de su rostro impidiendo ver sus orejas humanas.

“¿Que pasa que te me quedas mirado?”

“¿Eso es acaso un disfraz? O ¿Que son esas orejas sobre tu cabeza?”

Con algo de incomodidad la pequeña llevo sus manos a la cabeza y comenzó a sobarse las orejas.

“Son mis orejas, es la muestra de que soy una híbrida de la raza Black Cat”

“¿Ah? ¿Es una broma, cierto? No me digas que también existen los Red Cat”

Incapaz de creerle, intentó buscarle el lado sarcástico.

Pero, aun así, la mirada de la pequeña no mostraba signo de estar vacilando o bromeando.

“Bueno, no sé si habrá, pero mi abue dice que los híbridos Cats siempre dan la raza en base al color del cabello, lo que me hace una Black Cat”

Definitivamente para la pequeña no era ninguna broma.

(¿Será de familia? O ¿Es en serio?)

Por dentro, comenzaba a dudar de la salud psicológica de la familia y siendo consciente del estado del lugar, comenzaba a dudar de si debía permanecer mucho cerca de la pequeña.

“Bueno, si lo dices en serio o no, no me interesa, ¿Por qué mejor no me dices tu nombre?”

“Elena, me llamo Elena Ivanova y ¿tú?”

Al escuchar el nombre de la pequeña la duda solo creció.

(¿Es rusa? ¿Búlgara? No tiene sentido, la entiendo perfectamente, además es imposible que en el Amazonas Brasileño haya población, ¿En dónde me habré metido ya?)

Aunque su rostro no lo mostrara, las dudas solo crecían.

“Solo llámame ‘Valerya.’ Ahora Elena, si me dejaras, me gustaría vestirme, o es que, ¿Viniste a espiarme?”

En el rostro de “Valerya” solo había seriedad, pero eso no impidió que las abultadas mejillas de Elena se ruborizaran.

“Yo... yo lo siento”

Apenada, casi soltando humo, como si hubiera sido consciente de la figura de la mujer frente a ella, salió a toda prisa de la habitación.

(Es imposible que en el Amazonas Brasileño haya población, todo había sido evacuado)

Dirigiendo sus temblorosas manos, se quitó el vestido que la había acompañado durante las largas noches en las que dormía.

Su largo cabello negro que se levantó, dejo ver por unos segundos su tonificada espalda, una espalda que mostraba decenas o, tal vez, las centenas de cicatrices en forma circular que cubrían no solo su parte trasera, sino también todo su cuerpo.

Aunque era hermosa, no había belleza alguna en sus acciones, su forma de hablar, de expresarse, de pensar, carecía completamente de la belleza que se esperaría que poseyera.

Incluso, en su forma de vestirse, no había belleza notable, su uniforme contrastaba con su figura.

Vestida entre los diferentes tonos verdes, junto con unos guantes de cuero negros, puso entre sus brazos una correa con la que cargaba su fusil y, en su cinturón, su pistola.

Con sus piernas y manos temblorosas, se apoyó en las paredes mientras se acercaba lentamente a la puerta.

Tras mover el trozo de madera en descomposición, vio a Elena sentada en el estrecho pasillo frente a su habitación.

“Ey, niña, ayúdame a sostenerme”

Con una mirada inocente, la pequeña se acercó a Valerya y prestó su hombro para que se sostuviera de sus temblorosas piernas.

No solo era su habitación, toda la madera de los alrededores estaba en mal estado, varios huecos de forma irregular eran visibles por todas las paredes.

“Valerya, ¿pasa algo?”

Miró nuevamente a la pequeña que parecía estar preocupada, pero, tampoco estaba dispuesta a responder.

“¿Estás sola aquí? ¿Hay alguien más contigo?”

“Esta mi abue, ¿Quieres ir donde ella?”

“Vamos”

Caminando lentamente mientras temblaba, se acercaba a las únicas escalas del lugar.

(¿Cuánto tiempo llevaré durmiendo?)

Frente a las escalas, siguiendo a Elena que descendía lentamente, bajó el primer escalón, en el segundo, sus piernas temblorosas le pasaron una mala jugada.

Resbalando con la esquina, cayó dando giros hasta chocar de espaldas con un muro.

(Hoy sí que no es mi día)

Viendo como la pequeña se apresuraba para ayudarla, aún con la frustración que sintió en el momento, mantuvo un rostro tranquilo.

“¿Están muy animadas después de que despertaras?”

Mientras que Elena la ayudaba a levantarse, la voz llena de serenidad de una anciana llamó su atención.

A su lado, sentada en el medio de la gran y vacía sala, una anciana casi decrepita las miraba tranquilamente. No mostró preocupación alguna por el golpe que Valerya había recibido, solo estaba sentada en el suelo, con los ojos cerrados, pero, que parecía penetrar en lo profundo de su ser.

“Ah, abue, aquí la traje, ¿Para qué nos necesitabas?”

Apoyada en Elena, internamente la sorpresa llenaba su cabeza.

(¿Abuela? Pero si ni el cabello comparten)

Los ojos de Valerya rápidamente comenzaban a analizar a la anciana frente a ella.

Mientras se sentaban, menos parecidos tenían.

La forma de la nariz, el color del cabello, ni los pómulos o los labios compartían, mucho menos aquello característico que eran las orejas encima de la cabeza como si de un gato se tratase.

(¿Que es esta sensación?)

Pero, su sorpresa no iba a ser solo por ello, aunque la anciana tuviera los ojos cerrados, lo que sería su expresión, se mantenía fija en Valerya.

“Eh, anciana, ¿En dónde estamos?”

“Te diré a su tiempo, ¿Qué tal si comemos primero?”

Con una tranquilidad preocupante dio la respuesta.

Elena que estaba sentada al lado de Valerya, como si hubiera recibido una orden, se levantó del suelo y se dirigió a una de las habitaciones del primer piso.

“No me interesa la comida, ¿Quiero saber en dónde estoy y quienes son ustedes?”

“Está bien, pero ¿Por qué no me dices primero tu nombre? Después de todo, si no hubiera sido por mí, ahora estarías muerta, ¿Tal vez?”

Tras escuchar las palabras de la anciana, tuvo más que claro que no era cualquier persona.

El tono imponente, hizo que sus dudas crecieran, pero que, a la vez, le decía que no era cualquier anciana.

“Me llamo Valerya, mis apellidos no te interesan”

Con dos cuencos de madera en mano, Elena se acercó a Valerya. Sentada junto a ella, colocó uno de los cuencos frente a la pelinegra que lo miró con cierta indiferencia.

“¿Hay algún problema?”

Extrañada ante la pesada atmósfera, con completa inocencia, preguntó tanto a Valerya como a su abuela.

“No, no pasa nada Lena”

Con interés, Valerya miró fijamente a la anciana que le devolvió una sonrisa incomoda a Elena. Una mirada tan incomoda que no parecía ser de una abuela a su “nieta”

“Ya respondí tu pregunta, ¿Qué tal si ahora respondes las mías”

La atmósfera del lugar se volvió aún más pesada, como si hubiera deseado que la corta intervención de Elena hubiera desviado el interés de la mujer.

“La niña a tu lado, se llama Elena Ivan...”

“Eso no fue lo que te pregunté anciana, ¿En dónde estamos y quienes son ustedes?)

No estaba incomoda, estaba segura de que algo buscaba la mujer frente a ella.

(Tal vez se está haciendo la que no puede ver)

Con algo de hambre, dirigió su mirada al cuenco y lo cogió. Disimuladamente miró a la pequeña a su lado que tragaba la comida como si se la fueran a quitar.

“No te preocupes, puedes comer”

“No desvíes el tema”

Comiendo lentamente, volvió una mirada fija a la anciana que podía verse comenzando a sudar.

“Llámame Epifania. Ahora mismo estamos en lo que ellos comenzaron a llamar ciudad capital de la sexta provincia”

“¿Sexta provincia? ¿Y quienes son ellos?”

“Hace algunos años el rey y ahora proclamado emperador, privó a las ciudades y territorios de sus nombres. Ahora mismo estamos en la primera ciudad de la sexta provincia”

Claramente, no entendió nada, o por lo menos, no pensándolo desde su contexto.

(¿Rey? ¿Emperador? ¿De qué mierda me está hablando está anciana? Desde la fundación de los nuevos países los reyes dejaron de tener potestad o relevancia)

“Anciana ¿De qué mierda me estás hablando?”

Mientras comía, miró fijamente a Epifania que parecía haberse calmado.

“Hace más de 20 años, el Emperador, junto a algunos de sus seguidores, mató a su hermano, el antiguo rey, intentó asesinar a sus sobrinos que escaparon a reinos vecinos, y a la esposa del antiguo rey que actualmente está desaparecida”

“No te pedí que me explicaras la historia de este supuesto reino”

“Te estoy explicando sobre este lugar desde el inicio”

Con cierto enojo en el rostro, miró a la anciana que seguía levemente incómoda para luego mirar a la pequeña que parecía estar levemente nerviosa por la conversación.

“Anciana, para mí, eso es una estupidez, porque de donde yo vengo, los Reinos e Imperios, ya no existen. Explícame en dónde estoy, no la historia de un reino o imperio ficticio”

“...”

Callada por el asombró, Epifania miró lentamente como la mujer frente a ella dejaba el cuenco de comida vació sin siquiera agradecer, pero, su asombro era obviamente por las palabras enojadas de Valerya.

“Un lugar donde no existen los Reinos o los Imperios...”

Del asombro, solo pudo repetir sus palabras bajo la mirada juzgadora de Valerya.

(Grosera, irreverente, caprichosa, mentirosa, incluso desconoce la situación de este Reino o Imperio, mucho menos sabe de su familia, ¿Acaso sabe de sus hermanos? ¿Qué clase de cosas le enseñaste en ese otro mundo Valerya? En ese extraño lugar donde no existen los Reinos e Imperios)

“...”

En lo que era un silencio agonizante, el sonido de las pisadas llegaba incluso al interior del edificio, pisadas del metal chocando contra el suelo.

Las tres, alertas por la velocidad y la cantidad de las pisadas, dirigieron sus miradas a la entrada del lugar.

A los pocos segundos, las pisadas se detuvieron tras la puerta.

“Llegaron muy rápido”

“¿Quienes llegaron?”

La incomodidad del lugar aumento en el momento en que alguien tocó la puerta esperando a que le abrieran.

“Somos el grupo de búsqueda especial del Imperio, abran la puerta”

Valerya no había recibido respuesta de la anciana, pero, pudo escuchar perfectamente la voz gruesa de un hombre.

(Esto va a ser un problema)

Como si su instinto se lo dijera, se levantó del suelo y, con su mano, estaba lista para desenfundar su pistola en caso de ser necesario.

“...”

Por segunda vez, volvieron a tocar la puerta, pero esta vez la anciana a su lado también se levantó del suelo y se puso rígida.

“¿Qué está pasando?”

Con una voz tímida, la pequeña de ojos verdes se colocó inesperadamente tras la pelinegra que acababa de conocer.

Para Valerya, era algo extraño, pero mantuvo su concentración en lo que pudiera entrar.

(¿Por qué no abrirá esta vieja decrepita? ¿De quién se intenta esconder?)

Por la duda, dirigió de reojo su mirada por unos segundos a la anciana que parecía haberla notado.

“¿Valerya, cierto? Como pago por haberte salvado la vida, espero que puedas cuidar de esa niña por lo menos hasta que pueda vivir por sí misma”

“¿De qué mierda me estás hablando?”

“Jefa, parece que no nos quieren abrir” -Exterior-

Alguien a quien era difícil tomar por sorpresa en ese instante cayó en el asombro. Tanto que había perdido la consciencia sobre los alrededores por unos segundos.

Miro por un segundo a la pequeña para pasar a la anciana. En los pocos segundos que tuvo, no pudo tragarse la retribución que esperaba la anciana.

“Eso es porque ya la encontramos” -Exterior-

El asombro no la dejó pensar, ni siquiera pudo analizar las palabras del exterior que llegaban a sus oídos.

Pero, la voz la había no cautivado, pero si molestado.

(Es la voz de Nicole, pero, es imposible, yo la mandé a su propia tumba)

“********”

Un potente sonido llegó a sus oídos, frente a ella, la puerta no había sido forzada de su chapa, había sido derribada de una patada.

Solo estaba ese gran rectángulo que mostraba a la mujer que tanto quiso hacer desaparecer.

(Es imposible. ¡YO LA ENVIÉ A MORIR A EUROPA!)

“Hola Laure. Ha sido mucho tiempo desde que nos vimos”

Tal vez por miedo o por asombro de ver a alguien que creía muerta o porque simplemente no se imaginaba que la iba a buscar incluso allí es que dio unos pasos hacia atrás haciendo que la pequeña se cayera.

Para la anciana que la veía de cerca, era increíble, no por la mujer que tumbó la puerta de su casa, sino por la reacción de quien se había dado a conocer como Valerya y ahora era llamada Laure.

Alguien que se intentaba mostrar imponente, ahora estaba haciendo una expresión de terror ante la mujer que tenía en frente.

“..................................................”

Como si de un tambor se tratara, potentes sonidos llegaron a los oídos de todos.

Tirada en el suelo como una bolita, Elena se intentaba proteger del ruido.

Mientras que Epifanía miró a Laure con una sorpresa ilógica, tal vez porque no entendía de donde salió dicho ruido o que lo produjo o, tal vez por el hecho de que no se había dado cuenta del momento en el que entre sus manos cargaba una barra gruesa de lo que para ella era metal.

Pero para Laure, la sorpresa se había convertido en miedo. Tanto que ni siquiera se molestó en mirar lo que la rubia de ojos azules frente a ella llevaba puesto.

“Laure, no entiendo por qué intentas matarme cuando yo no te he hecho nada, pero ya tendremos tiempo para hablarlo”

Su sola voz era suficiente para que incluso Epifania, que nunca la había visto, entendiera que no iba a ser alguien fácil de tratar.

Su sola imagen, su hermosa piel blanca, sus ojos azules y cabello rubio demasiado cuidado, su mirada seria casi rozando lo iracunda, la armadura extrañamente extravagante de color dorado y lo más llamativo, su espada, eran suficientes para infundirle no miedo, sino terror a Laure.

Una Claymore lo suficientemente grande y pesada para tener que ser cargada con las dos manos, pero que Nicole fácilmente pudo usar con una sola, con la velocidad y fuerza suficiente como para haber detenido tres balas que viajaban a 930m/s a una distancia tan corta.

“¿Como es que... detuvis...?”

“Laure, es hora de que regresemos a nuestro mundo, vendrás conmigo, quieras o no”

Con completa naturalidad, Nicole apuntaba su brillante Claymore a Laure que se solo pudo pasmarse.

“No sentirás nada, solo no podrás mover tus brazos por unas cuantas horas”

Laure no tuvo el menor tiempo para pensar el significado de esas palabras, tampoco tenía el tiempo suficiente para ayudar a Elena que estaba a su espalda hecha bolita en un intento de escapar de la realidad.

La sorpresa fue aún mayor, demasiada, inimaginable, cuando en la hoja de Nicole pequeñas líneas blancas azuladas se movían de un lado a otro y, con la punta de la hoja mirando a Laure, estaba lista para dar una leve descarga de electricidad lo suficientemente leve como para incapacitarla.

Epifania no podía creerlo, tampoco era capaz de asimilarlo por completo, la magia en forma de rayo estaba recorriendo la espada dorada, sin necesidad de circulo o incluso de un hechizo.

Viendo como la que ella era conocida la heroína del Imperio estaba lista para disparar, no tuvo más opción que intervenir.

“¡Tierra!”

Levantando su brazo y dando un fuerte grito, frente a Laure un muro de piedra se alzó poco antes de que la descarga eléctrica la alcanzara.

En el muro de piedra solo quedó una muy pequeña marca de color negro.

La mirada de Nicole se desvió instantáneamente para la anciana que ahora mostraba con su mirada el nerviosismo que la situación estaba generando.

“Eh tú, Laure, te transportaré junto a Elena a un lugar donde podrán escapar. Ya sabes nuestro trato, cuida de la niña”

“¿De qué me estás hablando?”

La espada cambió en un instante de objetivo, apuntando a la anciana, la concentración de electricidad en la espada era superior, tanto que, ya no era solo uno o dos líneas blancas azuladas, la misma electricidad podía verse bailando por la hoja sin control alguno.

“¡Tierra! ¡Tierra!”

Mientras gritaba y saltaba para atrás, la descarga eléctrica que salió disparada de la espada de Nicole fue detenida por el primer muro de piedra, pero, no fue lo suficientemente resistente dejando una gran zona destruida en la mitad, mientras que el segundo muro, recibió una descarga tal que lo destruyó por completo.

En esa leve ventana de tiempo, bajo los pies de Laure y rodeando a Elena, apareció un círculo de color blanco brillante que en pocos segundos las hizo desaparecer del lugar.

“Quien diría que la heroína del Imperio era una maltratadora, ¿Acaso es esa forma de tratar a una princesa?”

“Ese no es asunto tuyo, más bien dime a dónde la enviaste. Epifania”

“Interesante, ¿cómo supiste que se trataba de mí?”

Lentamente, partículas de diferentes colores se alejaban de la anciana cambiando drásticamente su aspecto.

“Hay muchas formas de saberlo. ¿A dónde la enviaste?”

“Si así es como la heroína va a tratar a la princesa del Imperio, no creo que merezca la pena decirte”

“¿Princesa? ¿Acaso eres estúpida o es que ser una rata te dejo con problemas? Laure no es una princesa, ella es una mujer común y corriente que por circunstancias de la vida es mi novia”

“No me parece que ella este muy de acuerdo con esa última parte y, ¿No serás acaso tú la rata de laboratorio de Alexander?”

Ahora, sin nada más que un suelo destruido separándolas, nada las detenía de insultarse u atacarse en el momento.

Como si la fibra hubiese sido tocada, la mirada de Nicole se volvió sombría, estaba dispuesta en ese momento a matar a la misma representante de los humanos.

“Yo no soy la mujer a la que su propio Reino secuestró e hizo con ella lo que quiso y como quiso”

Y al igual que con Nicole, la respuesta había hecho vacilar a Epifania.

Su corazón palpitaba a una mayor velocidad de lo que haría normalmente.

“Veo que hiciste tu tarea”

Simplemente, había perdido la batalla de las palabras.

“Secuestrada a los 12 años, y modificada genéticamente por medio de la magia para ser el pináculo de la humanidad en la Guerra de la Extinción, pero, no solo fue eso, lo que te hizo el Imperio Humano, a tu familia, lo que te hicieron a ti, usada de miles de maneras, un vejestorio. Fuiste nada más que un juguete, una máquina de matar, mataste a los tuyos, tu fuiste participe de la extinción de decenas de razas, tú junto a tus amiguitos los ángeles. Lo sé todo”

“¡Cállate! ¡Tú no sabes nada de mí! ¡Esa no era yo!”

Con su apariencia de niña, dio un potente grito, eran cosas que simplemente, no quería recordar.

Estaba siendo agobiada mentalmente por Nicole.

Las palabras que menos quedaría escuchar siendo usadas en su contra. Recordándole que, aunque no lo quiso, sus manos y todo su cuerpo estaba manchado de la sangre de aquellos que no merecían morir y también de los que, a su juicio, no merecían vivir.

“Claro, esa no eras tú, en esas noches donde incluso las investigadoras experimentaban contigo, no eras tú”

Una mujer de más de 250 años siendo agobiada por una de 18 años.

Agobiada por los recuerdos de lo que un Imperio que se había negado a desaparecer le había obligado a hacer.

“¡Te dije que te callaras!... ¡Explosión!”

Incapaz de contener la furia que fluía por todo su cuerpo, todo a su alrededor explotó, creando grandes cúmulos de polvo que impedían la visión.

Lentamente, la brisa del aire disipaba las cantidades de polvo, dejando visible la carencia ahora de edificio y la ausencia de Epifania en el lugar.

“¡jefa en funciones! ¿¡Se encuentra bien!?”

Preocupado, varias personas vestidas en una armadura marrón que daba la sensación de ser de pobre calidad se acercaron corriendo a Nicole.

“Rápido, busquen a Laure, puede que este débil o que no sepa usar magia todavía, pero recuerden que el mana fortalece los músculos y más aún si son personas que antes no tuvieron interacción con la magia. Avisen a los soldados del ejército regular que tengan cuidado de encontrarse con ella. Además, va armada, por lo que es demasiado peligrosa, no duden incluso de que por culpa del mana pueda destruir armaduras con sus solos puños. Y recuerden, ella está sobreentrenada”

“Entendido, en este instante comenzamos la búsqueda y captura, además avisaremos a todos los soldados del ejército regular cercanos”

Todos los que estaban bajo sus órdenes entendían la rigidez con la que debían de trabajar y el nivel necesario para no morir, pero, eso no significaba que pudieran hacer mucho para ayudar a los miles de soldados del ejército regular.

Solo podían evitar la mayor cantidad de fatalidades posibles a la vez de evitar su propia fatalidad a manos de lo que ellos ya presumían, un monstruo al mismo nivel que su jefa Nicole o de Carmilla.

Rápidamente, todos comenzaron a dispersarse por todo el lugar.

(Vol. 1) Capítulo 2: Un Lugar Desconocido Parte 2.

Atónita, su cabeza no comprendía lo que había acabado de pasar.

(¿Qué mierda está pasando en este lugar? No entiendo nada)

Hace pocos segundos estaba mirando a Nicole vistiendo una armadura dorada y, ahora, ahora sus ojos solo podían ver los edificios que se erigían a sus alrededores.

(Esto debe de ser un chiste. ¿Cierto?)

Bañada por la oscuridad de la noche, miro a sus alrededores.

Las casas no estaban construidas con los materiales que normalmente se usaban, a simple ojo, era solamente madera y una que otra piedra.

En las esquinas de las calles, había pequeños postes que daban la sensación de usarse para alumbrar el lugar, pero que estaban apagados.

Las calles a su alrededor eran estrechas, difícilmente cabria un carro.

(¿Tal vez estoy en un pueblo? Debe de ser eso. Es imposible que las palabras de esa anciana sean ciertas.)

Sus pies estaban sobre piedras que adornaban el suelo. No intentaban asemejarse al asfalto, era simplemente un camino de piedra en mal estado.

Fijándose a sus alrededores, no podía guardar su asombro. Sus ojos saltando por lo insólito de la situación.

Alumbrados por una tenue luz, varias personas, tanto hombres como mujeres, tumbados en la calle durmiendo, como si poco o nada les importara.

(¿Por qué están durmiendo en la calle? ¿Por qué están vistiendo eso?)

Sus ojos se centraron en sus vestimentas, todas ellas parecidas a sucios trapos, algunos de color blanco o marrón, pero, extrañamente, ninguno daba la sensación de estar pasando hambre.

Miró a los alrededores y no había señales de que estuvieran borrachos.

(Ahora que me fijo. ¿De dónde viene esa luz? Si no hay lámparas)

Rápidamente, perdió el interés en las personas.

Su mirada se fijó en las partes más altas de los edificios a su alrededor, pero, ninguno emitía o parecía tener algo con lo que emitir luz en la ciudad. Sus ojos solo podían percibir lo deteriorado que estaban las construcciones.

(No parece que estén pasando hambre, pero, no tienen para mantener las casas en buen estado...)

Con su mirada posando en lo alto, pudo ver algo que incluso para sí era hermoso, pero, al mismo tiempo, la aterraba.

(Es que acaso, ¿Aún estaré en mi mundo?)

Sus ojos no saltaban de la emoción, sino del estupor que estaba sintiendo en el momento. Bajo la oscuridad de la noche, sus ojos podían contemplar las incontables estrellas del firmamento.

Pero, lo que debía de haber allí, esa roca que alumbraba en las noches oscuras, no lo estaba. No era que las nubes la taparan, es que, simplemente, no podía ver una luna.

En cambio, sus ojos vieron un gigante astro de un color blanco amarillento que bañaba a la ciudad con la luz que reflejaba del sol. Un sol que Laure aún no había visto.

(Yo... Enserio ¿Yo ya no estoy en La Tierra?)

Incapaz de creerlo, miró nuevamente sus alrededores. La forma de vestirse, las casas en piedras y madera en un punto de casi caerse en descomposición, las piedras descompuestas que imitaban un camino.

“Tal vez estoy soñando o, de seguro, es que estoy muerta. Debe de ser eso, es imposible que hubiera podido sobrevivir a esa caída desde el helicóptero. ¿¡Qué CLASE DE ESTUPIDEZ ES ESTA!?”

Con un fuerte grito de frustración, despertó las personas que dormían en la calle.

“¡Cállate pelotuda! Hay gente durmiendo”

Tanto Laure como las personas a su alrededor se restaron importancia entre sí, incluso, le restó importancia a lo que estaba a su lado.

(Si estoy en otro mundo, ¿Cómo es que terminé aquí? ¿Por qué Nicole también está en este lugar? ¿Cómo es posible que sobreviviera si yo la envié a morir a la Península Ibérica?)

Por dentro, la frustración, la carcomía; la expresión en su rostro solo mostraba una furia que no podía controlar; con ahínco, mordía las uñas de sus dedos.

“Valerya”

Aunque las personas intentaban hacer la vista gorda ante la actitud de Laure, no eran capaces de esconder sus rostros de asco al solo verla.

No es que para ellos Laure no fuera hermosa, no eran capaces de encontrar la belleza en sus acciones.

“¿¡Por qué!? ¿¡Qué hice mal!? ¿¡Acaso el infierno europeo no era suficiente!?”

Su expresión enojada, sus gritos, incluso la ropa que estaba vistiendo, contrastaba completamente con su belleza.

“Valerya”

Estaba tan absorta en sus pensamientos que ignoraba por completo la voz que la llamaba.

“¡Es simplemente imposible!”

“¡Valerya!”

Su atención había sido robada, la furia en su expresión se disipó, pero, con ojos que demostraban desagrado y cierto desprecio, miró a la dueña de la voz que le había gritado su supuesto nombre.

Su mirada llena de rechazo se encontró con aquellos ojos verdes como una gema preciosa, unos ojos brillantes que, en su expresión, transmitían el miedo. pero, al mismo tiempo, una preocupación ante la actitud de Laure.

Una niña de ojos verdes, con cabello negro y orejas de gato que jalaba de la manga de su uniforme.

“¿Estás bien?”

Con un tono bajo, lleno de nervios, como si quisiera llorar, la pequeña miró fijamente a Laure.

(¡Ah! ¿Qué debería de hacer ahora con este encarte?)

Por varios segundos, miró a la pequeña sin darle una respuesta.

(Tal vez la dejaré tirada por ahí... Tal vez cuando consiga más información de en donde estoy la dejaré con alguien que la cuide...)

“Ese no es tu pro...”

Antes de poder terminar de hablar, no solo pudo ver, pudo sentir como las miradas que antes eran de curiosidad o desaprobación, se convertían en miradas de rechazo, de asco e incluso hostiles.

Miró a sus alrededores, como las personas, aunque mantenían distancia, se iban acumulando.

(¿Qué demonios está pasando aquí?)

Lentamente, tras su espalda, la pequeña buscaba refugio.

“Es una híbrida”

“¿Que hace aquí una híbrida?”

“¿Acaso no estaban prohibidos los híbridos en el Imperio?”

“Que asco, ella la está protegiendo”

Las miradas se iban acumulando, las expresiones de asco y rechazo se acentuaban.

(¿Híbrida? ¿Qué significa todo esto?)

“Que alguien les avise a los guardias”

Casi como si estuvieran coordinados, las palabras de la multitud se sumaron a las fuertes pisadas metálicas que alteraban a la pequeña y tranquilizaban a la multitud.

(¿Entonces ella es una híbrida? ¿Pero que se refieren con híbrido? ¿Acaso les temen a los híbridos?)

Con el ruido a su alrededor, Laure volvió a mirar a la multitud

Encontrando solo las miradas iracundas, de asco y en algunos casos, de rechazo dirigidos a la pequeña y a ella.

(No, ellos no le temen, simplemente la ven como un estorbo. Algo de lo que deshacerse)

En su cintura, sintió como dos brazos la rodeaban. Asustada de las miradas, Elena estaba con las lágrimas por bajar de sus mejillas.

“Tengo miedo. Quiero ir con mi abue”

Sin darle tiempo a pensar, a su alrededor, el sonido del metal chocando contra el suelo se detuvo.

En frente, dos hombres recubiertos completamente por una armadura gris, entre sus manos sostenían lanzas que entre la punta y el mango había una pequeña piedra verde.

“¿Es ella?”

“Si, ten cuidado. Nos dijeron que es muy peligrosa”

Con solo ver por unos segundos a Laure, ambos hombres apuntaron sus lanzas ignorando por completo la existencia de Elena.

“¿Que significa esto? ¿Acaso van apuntando sus armas a cualquiera que va pasando?”

Al ver la lanza que apuntaba a su cuerpo, la expresión de Laure se nublo.

(¿Por qué nunca puedo relajarme?)

Sin dar su voluntad a torcer, los ojos que apenas se podían distinguir entre la oscuridad y las voluminosas armaduras, no alejaron su mirada de ella.

“Señorita, venga con nosotros, si quiere puede traer a la híbrida que la acompaña. No haga esto más difícil por favor”

Ninguno de los dos daba tiempo a relajarse, sus brazos temblaban de los nervios del momento.

(¿Será que Nicole les dio las ordenes?)

“Y si me niego ¿Qué?”

Con irreverencia, lanzó su pregunta como respuesta.

Sin vacilar, uno de los caballeros envió su lanza contra el hombro de Laure para intentar incapacitarla.

Pero, como si ya lo supiera, Laure agarró con sus manos la lanza unos pocos centímetros abajo de la punta.

Jalándola hacía un lado para intentar quitársela al hombre, su fuerza, fue inesperadamente, suficiente como arrastrar al caballero cerca del su cuerpo.

El soldado que intentó mantener entre sus manos su posesión, al ser arrastrado, inesperadamente fue recibido por un golpe en el pecho que le abollo parte de la armadura y al mismo tiempo, lo había desmayado.

“¡Demonios!”

Perdiendo los nervios, el otro caballero también dirigió su lanza contra Laure en un intento de atravesarla lateralmente, pero, antes de que su lanza pudiera siquiera tocarla, su cabeza fue golpeado por algo que lo lanzó al suelo al instante.

La lanza que Laure había arrebatado del primer caballero, la había partido en dos.

(¿Qué mierda? ¿Desde cuándo mis manos pueden dañar así el hierro?)

Asombrada, miró el hueco formado en la armadura del caballero, y, sin poder asimilarlo por completo, se miró la mano.

Sus nudillos bañados en el color rojo por el golpe, pero, no sentía dolor alguno por ello.

A los alrededores, las expresiones de odio y miedo se acentuaban.

En pocos segundos, ella había dejado fuera de combate a dos caballeros, con nada más que sus manos.

Varias personas, por temor a verse envueltas, comenzaron a dejar el lugar.

“Maldita”

Con su voz temblorosa pero llena de enojo, tirado en el suelo, tembloroso, gateó por el suelo hasta poner sus manos solo la pierna de Laure.

“¡No te dejaré ir!”

Con desanimo, Laure movía su pierna izquierda de un lado para otro intentando soltar el agarre, pero, solo conseguía que la fuerza fuese mayor.

“¡Suéltame pedazo de mierda!”

Perdiendo en pocos segundos los estribos, su expresión y tono cambió bruscamente.

Con su pierna derecha, dirigió varias patadas que abollaban el casco de la armadura.

“No te dejaré ir. Más vendrán y te detendrán”

Con sangre que comenzaba a brotar del casco empezaba a asustar a las masas al rededor.

Cada patada era el sonido no solo del hierro siendo abollado, sino del fuerte impacto de la cabeza.

Pero, aún con todos los golpes, la fuerza con la que se aferraba a Laure solo aumentaba.

El solo ver como su rostro no mostraba asco ante tal escena, hizo que, en los espectadores, las expresiones de rechazos se convirtieran en miedo.

Sus ojos claramente mostraban que querían intervenir, pero, el cuerpo de todos temblaba, incluso, el miedo era mayor al solo ver ese desconocido palo de hierro que estaba en la espalda de Laure.

Tras varias patadas que destruyeron el casco dejándolo casi como una piedra, su expresión furiosa se convirtió en rechazo, en asco, como si la mayor diferencia es que las cucarachas fueran a reunirse.

“¿Y? ¿Acaso debería de importarme que imbécil va por ahí buscándome problemas?”

“...”

No hubo tiempo de reaccionar o de si quiera taparse los oídos.

Los potentes ruidos habían dejado estupefactos a todos los presentes; cuando miraron al caballero, solo vieron que su mano había dejado de ejercer presión; en ambos, pudieron ver como un líquido rojo se habría paso por los desgastados caminos de piedra.

Ninguno quería verse involucrado en la clara muerte de dos caballeros del Imperio.

“Vámonos, Elena”

“Ah...”

No hubo cambios en su expresión, como si eso no hubiera sido nada. Ni siquiera se molestó en mirar la expresión de la pequeña, simplemente para ella, no había sucedido nada.

No le prestó la más mínima atención a Elena, que aún caminando tras Laure, no había podido asimilar lo ocurrido.

“¿Qué les...? ¿Qué...? ¿...?”

Quien viera a la pequeña, descubriría al instante que su expresión no era la mejor.

“¿Ellos están? ¿Muer...? ¿Muertos?”

Su cabeza en el momento era más que un desastre, las náuseas, la clara muestra de poca importancia por parte de Laure.

“¿Y que si lo están?”

“...”

Tal vez por su poco tacto o, por su claro desinterés ante la situación, no previo que la pequeña comenzara a vomitar por el desagradable recuerdo.

“¿Era ello necesario?”

Con la marcha detenida, y con dificultades para hablar, de Elena salieron palabras que tal vez molestaron a Laure.

“¿A qué te refieres?”

La incomodidad se notaba en las palabras o, tal vez, no era la incomodidad en su tono, sino, el desdén.

Claramente, a Laure no le había afectado en lo más mínimo arrebatar dos vidas.

“¿Era necesario el matarlos? ¿No podíamos simplemente hablarlo? Ellos ya ni siquiera podían luchar”

Inmersa en sus pensamientos, los ojos de Elena bailaban de un lado a otro, su mente se había convertido en una sopa a medio cocer, simplemente, no podía asimilar lo que sus ojos acaban de presenciar.

“...”

Desde su garganta, el sonido del líquido queriendo escapar de su estómago se escuchó claramente.

Pero, aunque sus ojos bailaran mirando a Laure. El baile solo aumentaba su ritmo al notar la misma expresión con la que había respondido a su pregunta con otra pregunta.

Una total carencia de importancia ante lo ocurrido.

“Claro que lo era, y lo seguirá siendo. ¿Por qué debería de sentarme a hablar con un par de incompetentes que trabajan con Nicole y que se atrevieron a desafiarme?”

La expresión de desdén, una expresión que no la rechazaba a ella, sino, su manera de ver el mundo.

Pero de igual forma, Elena dirigía su mirada que rechazaba esa forma de ver el mundo de Laure.

“¿Por qué se atrevieron a desafiarte? Eran personas, como tú o como yo. Eran simples personas”

“¿Uh?”

Con esa respuesta, la expresión de Laure cambió al instante, el desdén ante la forma de ver el mundo de Elena se había convertido en interés.

(¿Será por qué es una niña que no es consciente? ¿Quién le habrá enseñado eso?... ¿Tal vez habré pensado así en el pasado?)

Mientras hablaba en sus adentros, miro a los alrededores, a aquellos alrededores alumbrados por la luz que se reflejaba en el astro visible en la oscuridad de la noche.

A los alrededores que tenían un aspecto, no de decadencia, sino moribundo, una ciudad que parecía haber muerto incluso antes de nacer.

Casas y edificios de madera, con fachadas en completa descomposición, algunas al punto de parecer no tener ningún habitante.

Una ciudad que irónicamente, era muy transcurrida en la noche.

Transcurrida por las personas que, al pasar, dirigían una mirada de completo rechazo, rozando el asco ante la pequeña Elena que solo tenía su mirada puesta en Laure.

“¿Simples personas? Elena, no creo que te des cuenta, pero, nadie de los que está a nuestro alrededor parece estar de acuerdo con lo que estás diciendo”

Como si sus palabras hubieran alimentado la duda, miró a sus alrededores, solo para encontrar aquello que le disgustaba.

Esas miradas que parecían estar juzgándola, miradas que la rechazaban sin siquiera conocerla.

“Estoy segura de que, si hablamos, podemos llegar a entendernos y que ese rechazo se arregle”

Estaba dispuesta a creer hasta lo último, que todo podía solucionarse tranquilamente, pero, sus esperanzas morían al pasar del tiempo, o tal vez, las esperanzas murieron al ver a la mujer frente a ella.

“Elena, en esta porquería de ciudad, nadie parece sentir que tu seas igual a ellos, diría que, con solo verlos, te odian... Es más, creo que odian a los de tu especie, de no ser así, ¿Por qué solo veo humanos en todo lo que llevamos caminando?”

Frente a ella, solo podía ver a una Laure que en su expresión era completamente indiferente, pero, en su forma de hablar, era totalmente diferente.

Una alegría que se escapaba.

“Elena, las palabras no valen para nada, ellos solo van a querer acciones”

“¿¡Por qué eres tan extremista!?”

La frustración comenzaba a filtrarse en sus palabras.

Aunque fue poco tiempo, la forma de ver el mundo de Laure, frustraba a Elena. Una Elena que no estaba consciente de la vida de la mujer que tenía en frente.

“...”

En medio de la discusión, la atención tuvo que ser desviada a aquellas pisadas metálicas que tensaban la atmósfera a los alrededores.

Antes de si quiera poder enterarse, frente a ella y, a su espalda, se acercaban varios caballeros, claramente, dispuestos a atacarla.

Con sus manos listas para desenfundar sus espadas.

Sin mostrar signo alguno de temor, ni siquiera lo pensó por primera vez. Salió corriendo, dándole la espalda a Elena, para abalanzarse contra uno de los caballeros que se le acercaban.

Ni ella, ni el Caballero pudieron entenderlo.

En pocos segundos, la considerable distancia que había entre ellos fue cerrada.

Tan rápido que el Caballero no tuvo tiempo de desenfundar su arma para poder defenderse.

Su cuerpo solo pudo reaccionar al golpe que destruyó su yelmo y que lo estrujó contra el suelo.

Como si su instinto le hablara, desvió su mirada hacía uno de los lados, solo para ver como otro de los Caballeros estaba por cortarla con su espada.

En completo silencio, el hombre se le había acercado, pero, aunque su espada estaba lista para dar su tajo, en el momento en que su vista se encontró con la mirada de Laure, perdió por completo el equilibrio.

No solo había perdido el equilibro, sus manos no pudieron soportar el mantener la posición de la espada, su cuerpo había sido enviado a volar varios centímetros.

Ambos puños de Laure habían golpeado de lleno la armadura del Caballero en la zona abdominal izquierda.

Sus manos, incluso en las palmas, estaban rojas a más no poder.

(¿Por qué soy capaz de hacerle esto al hierro?)

Vagamente por su mente, pasó nuevamente la duda sobre esa fuerza tan estúpida que mostraba.

“¡Quédate quieta o, no responderemos por lo que le pase!”

“Uh”

En ese momento, su expresión volvió a la furia de una bestia por estallar.

Se giró para ver al dueño de dicha voz que le había dado una orden.

Solo pudo encontrarse a dos caballeros, el uno cargaba a Elena mientras mantenía su espada apuntando al cuello de la pequeña.

En cambio, el otro, tenía empuñada su espada, pero, en ambos, la situación era la misma. El sonido producido por sus armaduras los delataba, tenían miedo, los simples puños de lo que para ellos era una niña había sido suficiente para destruir a dos Caballeros.

Ni siquiera sabían, si la mujer frente a ellos sentía un apego emocional real por la pequeña híbrida que habían atrapado y que forcejeaba inútilmente para obtener su libertad.

“¿Acaso me estas dando órdenes?”

La sola pregunta había destruido aún más su valor.

Las palabras filtraban cierto sentimiento, un sentimiento que los hacía temblar aún más, no era repudio, no era odio, era terror.

“Venga con nosotros por las buenas, o tendremos que usar la fuerza, contra usted o contra ella”

“¡Valerya, no lo hagas!”

Tal vez por el grito de la pequeña, o porque simplemente, no podían creer que la pequeña se estuviera preocupando por Laure.

Era entregarse, o tal vez...

“¡Por favor! ¡No lo hagas!”

Tras el grito, solo vino el ruido, un ruido que duro unos pocos segundos que, fue acompañado por el ruido del metal chocando bruscamente contra el suelo, para solo quedar la sangre corriendo por la calle.

“Tú, ¿Qué fue lo que...?”

Sin miramientos, el ruido volvió a asolar las calles por pocos segundos.

Con el cuerpo perdiendo toda su fuerza, nuevamente se escuchó el ruido del hierro chocando con el suelo.

Ambos disparos, perfectamente en la frente de ambos Caballeros.

La expresión de Laure parecía igual, llena de furia, pero, lentamente, una pequeña sonrisa se formó en donde antes había muecas por la furia; a diferencia de Elena que, cayó al suelo, incapaz de asimilar lo que vio.

“Dime, ¿Era ello necesario? ¿No podíamos simplemente hablarlo?”

Con monotonía, Elena volvió a preguntar a Laure, sin siquiera mirarla.

“Claro que lo era o, ¿Crees en realidad de que ellos querían hablar conmigo?”

Con cierta alegría, Laure respondía a las preguntas, pero, para Elena eran respuestas vacías.

Por alguna razón, enrollaba y apretaba con frustración el trapo que fungía como vestido.

“Claro que podían hablarlo, Laure, al final, estaban bajo mi mando. No sé porque eres tan violenta”

Lentamente, tras Elena, sin que sus pasos hicieran un ruido significante, se acercaba lentamente.

Siendo lentamente visible para Laure.

“¿Es que acaso no te cansas de molestarme? Ya te debió de quedar claro que no quiero nada más”

Su tono había cambiado drásticamente, la leve alegría se convirtió en una profunda furia.

En sus manos, empuño su pistola, lista para dispararle a aquella mujer que se acercaba lentamente.

Como si no tuviera miedo de nada, ni siquiera de las balas.

“Laure, tú misma sabes que eso es imposible. Vamos es hora de que regreses conmigo, ya hemos pasado más tiempo del que debíamos en este mundo”

“No tengo porque regresar y menos contigo”

“No lo entiendo. Nunca te he fallado, siempre cumplí con nuestra promesa, entonces, ¿Por qué me odias tanto como para enviarme a morir a la península ibérica?”

Unos brillantes e imponentes ojos azules, un largo y hermoso cabello rubio; con una hermosa piel blanca cubierta por su armadura dorada que brillaba bajo la oscuridad.

Aunque su tono mostraba cierta tristeza o decaimiento, su mirada la contradecía.

La seriedad y la imponencia que mostraba.

“...”

“Innecesario”

El sonido había envuelto todo el lugar nuevamente, pero, a diferencia de los Caballeros, ella seguía caminando como si nada hubiera pasado.

Su mera mano, envuelta en la armadura, había atrapado la bala.

“...”

“Laure, detente”

Nuevamente, disparó contra la rubia que volvió a detener la bala con su mano.

“...”

“Parece que no bastara con solo decírtelo”

Por tercera vez, disparó sin pensarlo más de una vez; pero, en ese momento, Nicole ni siquiera se había molestado en detener la bala.

La bala que había impactado en su rostro cayó al suelo, como si hubiera golpeado un muro de hierro.

Acercándose lentamente, sin ninguna complicación.

“...” “...”  “...” “...” “...”....

En su desesperación, disparó todo el cargador de su pistola.

Todas las balas que habían acertado en su objetivo solo cayeron al suelo, ninguna hizo un daño verdadero.

Como si de la misma bala se tratase, Nicole aprovechó y cerró distancia con Laure.

Teniéndola frente a frente, había ignorado por completo la existencia de Elena.

“Laure, no importa cuánto me dispares, las balas no podrán matarme”

No tuvo tiempo para pensar en su siguiente movimiento, simplemente, dejó que sus manos hablaran.

“...”

Cuando su puño tocó el rostro de Nicole, el ruido de los quejidos salió disparado de la boca de Laure.

Su mano había tomado una coloración roja.

(Duele... Duele... Es como si hubiera golpeado una roca)

“...”

Sin vacilación alguna, agarró de la camisa a Laure y con una sola mano, la levantó del suelo varios centímetros.

“Suéltame”

“No importa que tanto creas que puedas ganarme. Aunque tu cuerpo haya sido reforzado gracias al mana, parece que por ahora ha sido muy poca su influencia, mientras que yo ya estoy versada en su uso. Tus golpes no significan nada”

“¡Que me sueltes Nicole!”

“...”

Ignoró las palabras de Laure.

Con su otra mano libre, destruyó la correa que mantenía unida su fusil a su espalda.

En el instante que cayó al suelo, el fusil se convirtió en partículas hasta desaparecer por completo.

“¡NICOLE!”

“Lo siento Laure, pero, esto es necesario para que pueda llevarte conmigo”

Como si no le importara en lo más mínimo, su cuerpo recibía por completo las decenas de golpes y patadas llenas de desesperación.

Al igual que con su fusil, arrebató de las manos de Laure su pistola y la hizo desaparecer entre las partículas que se dispersaban por el aire.

“Laure, por favor, detente y escúchame”

Con una mirada tranquila, intentó calmar a una Laure que estaba dirigiendo toda su hostilidad hacia ella.

“Cuando regresemos a casa, podremos conversar tranquilamente, como lo hacíamos antes”

Tal vez creyendo que sus palabras la podrían alcanzar o mínimamente tranquilizar, notó como la velocidad de y la fuerza en los golpes de Laure disminuía.

Pero, tal vez, simplemente, se equivocaba.

“Nicole... Por lo que me hiciste, y por esto, ¡Te juro que te voy a matar!”

“...”

No hubo respuesta por parte de Nicole. Simplemente, mantuvo su mirada fija sobre Laure por unos momentos.

Pensativa.

“Nicole, sí que eres un maldito incordio o, ¿Tan estúpida eres?”

“¿Quién demonios...?”

Antes de siquiera poder terminar de hablar, sintió como algo había golpeado su cabeza.

Al mirar hacia su espalda, vio como la pequeña con orejas de gato le había lanzado una piedra que fungía como pedazo de la calle.

“¡Déjala ir!”

“Niña, quédate…”

Sin siquiera poder terminar de hablar, fue obligada a soltar a Laure que cayó al suelo.

De la nada, una pequeña explosión la impulso contra las edificaciones.

Rápidamente, tanto Laure como Elena vieron a una mujer acercándose a ellas.

“Vengan conmigo”

“¿Y por qué debería de hacerlo?”

“Entonces, ¿Quieres ir con ella?”

Viéndose superada por la situación, no tuvo más opción que acercase a la desconocida, para luego desaparecer en una brillante luz.

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