Vol 2: Cuarta Ciudad

Ambos ojos rojos se encontraron fijamente. La indiferencia ante una incomodidad, incluso la pequeña con ojos verdes lo notaba.

Bajo los arboles de un bosque cercano a la Cuarta Ciudad, una de las mujeres apuntaba la palma de su mano hacía la otra.

Aunque ya había visto varias veces lo que era capaz aquella mujer que le apuntaba con su mano, mantenía tranquilamente sentada frente a ella.

(Me estoy aburriendo)

Mientras estaba perdida en sus pensamientos vio como lentamente en la palma de la mujer, un pequeño circulo tomaba forma, cuando dejo de crecer, no era mas grande que toda su mano abierta.

Aun cuando vio claramente como se creaba de la nada un pequeño circulo, no mostró signos de estar interesada. En cambio, la que si mostró un gran interés fue la pequeña que miraba atentamente lo que ocurría.

Lentamente, el color de cabello de aquella mujer cambió de color de un color negro, a un morado extravagante, mientras que sus ojos rojos, cambiaron a unos ojos de color amarillo.

“Listo, ahora me toca a mi”

Rápidamente la mujer dirigió su mano a su rostro, para nuevamente hacer aparecer aquel circulo.

Lentamente, su cabello se volvió de un color rojizo y sus ojos tuvieron una tonalidad azul.

Ninguna de las dos estaba realmente impresionada por el cambio físico de la otra.

La única que estaba maravillada por ello era la pequeña que no dejaba de mirarlas de arriba hacía abajo.

Una de ellas, con un conjunto de una falda negra un poco mas arriba de las rodillas, una camisa sin mangas, que caía hasta su ombligo terminando en una forma de punta. Su antebrazo era cubierto por una tela de color negro que iba desde el codo hasta las muñecas dando la apariencia de ser protector. Por último, unos

La otra, un pantalón café, su camisa del mismo color que le tapaba todo su cuerpo, incluso las mangas llegaban hasta sus muñecas.

En su hombro derecho, partes de la camisa eran de un color gris donde se supone que debía de estar un accesorio que hacía lucir su conjunto como una armadura, del cual se deshizo.

Por otra parte la pequeña, llevaba un pantalón de un color amarillo, una camisa blanca y en su cintura un lazo que la mantenía unida.

“Solo nos queda faltando dos cosas”

Ante las palabras de la ahora mujer de cabello rojizo, las otras dos centraron su atención en ella, una con más interés que la otra.

Centro su mirada en la mujer de cabello morado y con una mirada llena de determinación, habló.

“Mientras estemos en la Cuarta Ciudad, no podemos llamarte Valerya, además de que tenemos que conseguirle ropa a Lena”

Tal vez por su irreverencia, pero las palabras de Amelia instantáneamente obtuvieron la atención de Laure que cambió su mirada de una indiferente a una que daba la sensación de querer golpear al primero que se le atravesara.

En cambio, Lena estaba dudando de lo que acababa de escuchar.

Sin duda, notó el cambio de actitud de Laure, pero no estaba preocupada por ello, tal vez porque por el tiempo que llevaban viajando juntas, solo tal vez, tenía la esperanza de que Laure sería más comprensiva.

“¿Y por qué no podemos llamarla por su nombre?”

“Ese nombre esta prohibido en la mayor parte del Imperio, el simple hecho de que alguien se llame así es justificante para una sanción”

Los ojos de Lena brillaron fuertemente.

Solo ver la expresión alegre en el rostro de la pequeña, Amelia sabía que tendría que contarle el porque.

“Quieres que te cuente la razón, ¿Cierto?”

Lena no respondió con palabras. En cambio, su cabeza se movía de arriba a abajo bruscamente.

(Tan tierna)

Dio una leve sonrisa al ver el entusiasmo de la pequeña.

“Te lo contare en el camino, así que nos vamos yendo”

“Bien”

La única que respondió fue Lena, con una alegría notable.

Laure, en cambió, cogió una bolsa del suelo y comenzó a caminar adelante Amelia y Lena que también recogieron unas bolsas del suelo, como si no tuviera nada que ver con ellas.

“¿Te acuerdas la historia que te conté, de como los anteriores Reyes se habían comprometido?”

“Sí”

No escondió la alegría al responderle a Amelia.

Lena estaba hambrienta por conocer todo lo que podía conocer, incluso si era tan irrelevante como una historia que ocurrió hace mas de15 años.

“Recordaras que el hermano del anterior Rey se había comprometido con la Reina desde pequeños, ¿cierto?”

“Si”

“¿Que pensarías si te dijera que todo fue un engaño del anterior Rey?”

“¿¡¡¡¡¡Ehhhhhh!!!!!? ¿A qué te refieres? No entiendo como puede ser un engaño”

Lena no pudo esconder la sorpresa, tanto que pegó un grito.

Frente a Amelia, estaba Laure, que aunque pareciera que no estaba prestando atención, ella lo sabía, no había forma de que aquella Princesa que todos esperaban y que resulto ser lo que nadie esperaba, no estuviera escuchando.

A su lado derecho, Lena, con un sonrisa y a la vez con una expresión llena de dudas.

(Creo que si tuviera que decidir en caso de llegar el momento, cogería a Lena y escaparía con ella... Pero)

Estuvo varios segundos perdida en sus pensamiento, tanto que olvido responderle a Lena.

“Quien en verdad se había comprometido con la Anterior Reina, fue el actual Rey”

Como si la mayor revelación del mundo hubiera salido a la luz, los ojos de Lena brillaron aún más. Aunque su cola ya no se podía ver a causa de la magia, para Amelia no había duda que de aun poder verla, estaría moviéndola de un lado a otro.

“¿Pero como es eso posible?”

“No sé los detalles, pero el actual Rey también tuvo que pasar ciertas dificultades...”

Por unos momentos Amelia dejó de hablar.

(Problemas... Es cierto que yo he visto lo que ha pasado la Princesa, pero... ¿Es eso todo?)

Enfoco su mirada en Laure, viéndola caminar en silencio.

(Es como si ella estuviera vacía)

La alegría escapó de su cuerpo al pensar en Laure.

Tal vez si ella comparaba su pasado al de Laure, habría una gran diferencia en lo que tuvieron que vivir.

(El actual rey, su tío, había intentado matarla, y aunque ella no lo supiera, él estaba ahí, haciéndose pasar por su amigo... No)

Envuelta en sus pensamientos se dio cuenta de algo que ya sabía pero que quería ignorar.

(Ella no esta vacía, ya me lo habían dicho y yo lo ignore... Ella ya está muerta, y tal vez, nunca pueda volver)

Al ver como su rostro cambiaba esa expresión alegre, Lena cogió la mano de Amelia.

“¿Qué sucede?”

“No es nada, simplemente, estaba pensando”

La respuesta poco pudo satisfacer la preocupación de Amelia que vio como la expresión de tristeza en el rostros de la ahora pelirroja no desaparecía.

(Si el Rey nunca hubiera ido a ese mundo, tal vez la Princesa hubiese existido. Ahora solo es una mujer con el poder de la Princesa)

Fijo sus en la espalda de Laure que caminaba tranquilamente.

Lena no supo que decir, quería animar a Amelia y hacer que dejara de estar triste, pero ni siquiera sabía que era lo que la afectaba, por lo que no tuvo más que quedarse en silencio.

Las tres se quedaron un buen tiempo en silencio. Tanto que nadie pensaría que estaban viajando juntas.

Ya llevaban más de una semana viajando juntas, pero Amelia y Laure no estaban por la labor de querer ser más cercanas. La única que alegraba el ambiente era Lena.

Los ojos de Laure lentamente divisaban a lo lejos grandes muros de piedra cubiertos por la vegetación. Tras ellos, una cantidad colosal de edificios, tantos, que aun detallando era difícil saber donde terminaban.

Una ciudad aun más grande que en la que se despertó por primera vez al llegar a este mundo.

Detuvo su caminar, y junto a ella Amelia y Lena también lo hicieron.

“¿Este es nuestro destino?”

“Si, la ciudad donde esta la mejor escuela de magia y entrenamiento militar del mundo, donde incluso los hijos de los reyes de otros reinos vienen a estudiar”

Las palabras que parecían llenas de admiración por la gran ciudad,  no eran más que una simple explicación de Amelia hacía la pregunta de Laure.

En realidad, la única que estaba fascinada era Lena que mostraba un brillo en sus ojos por querer recorrer el nuevo lugar.

“¿Y por donde vamos a entrar?”

“¿Pues por donde más? Por la entrada”

“...”

No esperó a tener respuesta alguna por parte de Laure y tomó la delantera.

Los ojos de Lena cambiaron de objetivo y se centraron en el rostro de Laure. Sus labios no pudieron evitar sonreír al ver una pequeña sonrisa en Laure.

La mayoría de veces que pudo ver a Laure y Amelia hablando, casi siempre terminaba en que alguna de ellas se enojaba o cortaba la conversación, por lo que simplemente no pudo evitar sonreír al ver la expresión de Laure.

“Lena, vamos”

Asintiendo, comenzó a caminar siguiendo a Laure.

Poco a poco, los arboles iban desapareciendo de sus alrededores y entre más caminaban, el suelo se volvía más uniforme.

A pocos metros, frente al inicio de la montaña, los gigantes muros evitaron que vieran las puntas de los edificios.

Tras la puerta, los guardias estaban sentados en el suelo aburridos mirando al suelo.

Uno de los guardias movía su lanza de u lado para el otro. No porque estuviera entrando, sino porque estaba aburrido.

Ninguna de las tres dijo nada ante la decepcionante escena que estaban presenciando. Simplemente se dispusieron a cruzar la entrada.

(Esto es más que decepcionante)

Y como si nada, pudieron entrar a la ciudad.

A varios de los guardias no les importó y otro no sintieron sus presencias, y los que las vieron entrar, simplemente no hicieron nada.

“Ya vinieron más, ¿Cuantos más vendrán?”

“¿Y yo que voy a saber? Ni que fuera adivino para andarlo sabiendo todo”

“Ahh, no pues, por importante el niño”

Tal vez por la decepción, o por el cambio de actitudes, pero el rostro de Laure mostró cierta decepción al escuchar la pequeña discusión de los guardias.

Por dentro esperaba que fuera como en las anteriores ciudades, donde todos intentaban asesinarla o por lo menos, atraparla.

Pero en cambió, se encontró en un lugar tranquilo, donde la infraestructura estaba bien cuidada, y aunque fuera una calle con poco transito, las casas no tenían imperfectos, ninguna estaba destruida. Eran coloridas y transmitían una belleza que solo es perceptible en los pueblos en los que estuvo.

“Oigan, ustedes”

La voz de uno de los guardias las detuvo en seco.

Se voltearon para ver como los dos guardias tranquilamente se acercaban a ellas.

Sus armaduras de cuerpo completo evitaban que pudieran ver sus rostros, y sus pisadas sonaban a varios metros, sus tamaños eran muy diferentes, pero incluso el más bajito de ellos seguía siendo más altos que  Laure y Amelia.

“¿Que sucede? ¿Acaso hicimos algo mal?”

La voz preocupada de Amelia no concordaba con lo que miraban sus ojos. Tal vez ni estaba preocupada por los soldados, sino por Laure que no hiciera nada que pudiera traerles problema alguno.

“Solo queremos saber algunas cosas. Así que esperamos que puedan responder nuestras preguntas”

“Claro, no hay problema”

Esta vez, quien cambio el tono al hablar fue Amelia. Su seriedad cambió a una falsa alegría.

(Y tan bien que iba todo)

Por dentro, el temor de que algo pudiera ocurrir la estaba invadiendo.

“¿De donde vienen?”

“Vinimos de la capital”

“¿Entonces por qué entraron por esta puerta? El camino de la capital hacia aquí da a la entrada principal y no a la trasera”

“En el camino nos encontramos con unos ladrones y tuvimos que escapar, por lo que perdimos el camino”

Solo pudo responder con mentiras.

El temor aumentaba al ver que ambos guardias se mantenían en silencio pensando. Intentó mirar a Laure en busca de un apoyo, pero solo se encontró con la indiferencia en sus ojos.

A Laure simplemente no le importaba en lo más mínimo la situación. Sus ojos estaban enfocados en los alrededores.

Al ver la negativa de Laure, buscó apoyo en Lena, pero la pequeña tampoco estaba por la labor, mientras tenía su mano agarrando el brazo de Laure, sus ojos brillaban viendo los alrededores.

“¿Cuales son las razones que vinieron a la ciudad?”

“Vinimos porque queremos inscribirnos en la escuela de magia”

El nerviosismo en Amelia se disparó de golpe al ver la reacción de los guardias.

Ninguno de ellos quería luchar, pero el asco de escuchar mencionar la escuela de magia se hizo más que palpable en sus rostros.

Era un asco que solo podía verse en personas que acababan de comer algo podrido.

“¿Son nobles?”

“Hmmm, no. ¿Por qué?”

“Por nada. Tch”

Ambos se dieron media vuelta y regresaron por donde vinieron.

Pero eso no calmo el nerviosismo de Amelia. Ya no solo sus rostros, sino también sus palabras demostraban asco hacía ellas por el hecho de haber mencionado la escuela de magia.

No sabía la razón del asco de los guardias, y tampoco quería saberlo.

(Ni siquiera se donde queda esa cosa)

Al instante se desanimo.

Solo dio media vuelta para ver todo el camino que le quedaba por recorrer junto a Laure y Lena en la ciudad más  grande del Imperio.

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