(Vol 1) Capitulo 3: Exterminio

En su visión, entró el repentino paisaje, grandes árboles que escondían a sus espaldas las montañas difícilmente visibles por la oscuridad, pero, lo suficientemente distinguibles unas de las otras.

Miró a sus alrededores y, pudo ver muy cerca de su cuerpo, a una pequeña Elena que cargaba entre sus manos una gran piedra con cierta desconfianza.

Una Elena temerosa de lo que podría haber a sus alrededores.

Lo siguiente que entró a su campo de visión, fue aquella mujer que la había, de cierta forma, salvado.

(¡Esta pe...!)

Pero, en vez de alegrarse por su ayuda, su furia se encendió

Abalanzándose contra ella, la agarró desprevenida con sus manos de su gabardina blanca.

Aunque no tenía sus armas, la imponencia en sus acciones no se hicieron esperar, incluso, con la persona que la había salvado.

Pero, el miedo no pudo reflejarse en la mujer frente a ella, su nerviosismo era evidente al intentar alejar su mirada de Laure.

“¿Quién mierda eres y que estás buscando de nosotras? O ¿Es que acaso vas salvando gente gratis?”

Incapaz de evitar la mirada de Laure, ambos ojos rojos se encontraron.

El nerviosismo en su mirada daba paso libre a que Laure se impusiera sobre ella.

“Yo... Yo solo vi que necesitaban ayuda y quise ayudar, ¿Qué tiene eso de malo?”

Aunque su mirada y tono mostraba los nervios a flor de piel, por momentos, sus ojos se desviaban a la esfera transparente que contenía una sustancia de color negro que sostenía en su mano izquierda.

“Un alma caritativa, ya veo; el problema es que, yo no te creo, ¿Qué tal si me vas diciendo tu nombre?”

Con una rabia casi incontrolable, ejercía más fuerza en su agarre, casi al punto de levantarla de la tierra.

“Amelia, solo Amelia... Por favor, por favor, no hagas demasiado ruido”

Con nervios, intentó pedir ayuda a la pequeña tras Laure, pero, al igual que ella, parecían estar en la misma situación.

Por alguna razón, la pequeña miraba a los alrededores con ansiedad.

“Valerya... Estamos en el exterior”

Con un nerviosismo casi rayando el miedo, comenzó a acercarse a Laure tímidamente.

Casi como si tuviera miedo, de lo que escondía la oscuridad.

“¿Y eso que tiene de extraño?”

“...”

Laure que miró momentáneamente a Elena no recibió respuesta alguna, en cambio, solo pudo observar como la pequeña temblaba del miedo.

Volvió su mirada a Amelia, que al igual que Elena estaba nerviosa.

“Entonces, Amelia. ¿En dónde se supone que estamos ahora?”

“Estamos cerca de un bosque a las afueras de la ciudad capital de la Sexta Provincia, ¿Es que acaso no lo ves?”

Tal vez burlándose de Laure, apuntó su dedo en dirección hacia la ciudad.

La misma ciudad que, desde dentro, tiene un aspecto decadente, por fuera, era completamente brillante; casi como un faro entre la oscura y desconocida llanura, que servía como puente entre la ciudad y el bosque.

“¡Aún sigo sin entender una mierda! ¡Ni siquiera entiendo como terminé en este estúpido intento de Imperio medieval!”

Casi como si estuviera frustrada, liberó sus pensamientos en Amelia.

Pero, esas mismas palabras, hicieron que la mirada de la morena se llenara de dudas.

“¿Qué tal si me sueltas ahora? Si nos demoramos demasiado podrían olernos”

Pero la extrañeza y el nerviosismo en las palabras de Amelia fueron suficiente como para ganar la atención de Laure.

“¿Qué? ¿Quién va a olernos en un valle como este? ¿Las vacas?”

En su mente, no hubo sentido alguno para la respuesta de Laure.

“¿Que son las vacas?”

“¿Eh?”

En sus ojos, Laure pudo distinguir la genuina duda. No le estaba mintiendo o haciéndose la que desconocía.

Cuando giró para ver a la pequeña, también pudo vislumbrar la duda en su mirada.

“...”

Mientras las tres estaban envueltas en sus propias conjeturas, el viento sopló violentamente, como si quisiera arrancar los pocos árboles del suelo.

“Mierda, ¡Por eso te dije que me soltaras! ¡Ya nos encontraron!”

“¿Quién nos encon...?”

Para los ojos de Amelia y Elena, todo había ocurrido demasiado rápido, tanto, que solo pudieron ver una pequeña distorsión.

Un pelaje negro, más rápido que la brisa del viento, arrebató a Laure de los brazos de la pequeña y deshizo el agarre que mantenía a Amelia incapaz de moverse libremente.

La alejó varios metros de las dos, mordiéndola desde el hombro.

Solo podían ver el peludo lomo gris de lo que parecía ser un lobo intentando mover la cabeza de un lado para otro para destrozar a Laure.

“¡Joder!”

Dispuesta a socorrer a Laure en lo que parecía ser un momento crítico se acercó al lobo, pero...

“¡Maldito perro!”

Antes de siquiera poder tocar el lomo del lobo, pudo ver como las manos de Laure sujetaban la cabeza del animal y sin vacilación alguna, le dio un giro hasta que soltó el ruido de los huesos quebrándose.

Sus ojos lo siguiente que pudieron ver fue al animal cayendo sobre Laure sin dar señal alguna de vida.

(Ella... mató a un lobo de las estepas tan fácilmente)

Lentamente, pudo ver como Laure se levantaba del suelo, a la vez que le propinaba una patada al lobo que ya no podía hacer nada.

Con su uniforme desgarrado por los lados de su hombro izquierdo, solo la mugre del suelo estaba presente.

“¡Valerya!”

Preocupada, casi a punto de morir de los nervios por lo ocurrido, la pequeña salió disparada hacia Laure para abrasarla. Al mismo tiempo, Amelia se acercó apresuradamente hasta estar frente a Laure.

En el momento en que ambos ojos rojos se encontraron, en la mano libre de Amelia, una pequeña llama que alumbraba en la oscuridad apareció, sorprendiéndola.

“¿Cómo es posible que estés bien?”

Miró con sorpresa, fijamente a los ojos a Laure.

La miró de arriba hacia abajo, pero, lo único diferente es que parte de su ropa estaba rasgada y sucia, no había signo alguno de una herida por la mordida del lobo.

“¿Eh? ¿¡De qué mierda estás hablando?”

Irritada, devolvía una mirada penetrante a Amelia que no le prestaba la mínima atención.

“Te mordió un jodido Lobo de las Estepas, ¡Son anímales Venenosos! ¡Solo a los Dragones no les afecta su mordida! ¡Sin mencionar que no tienes ninguna herida!”

Claramente estaba nerviosa, desconocía el por qué no le había pasado algo tras la mordida, incluso la falta de herida le era preocupante.

“¿Y eso que tiene de raro? Para mí es más extraño poder ver claramente en la oscuridad”

“...” “...” “...” “...”

Con nerviosismo, la mirada de Amelia se desvió de Laure hacia su espalda, solo para encontrarse a lo que más temía en ese momento, ya no era solo uno, ahora eran 4.

Los cuatro animales mirándolas con completa precaución mientras giraban a sus alrededores.

“...”

Podían ver claramente los ojos rojos de los animales, un rojo brillante que tanto en Amelia como Elena las hacia temblar.

“Nos tienen rodeadas... y ya estoy sin mana para transportarnos...”

Con los nervios a flor de piel, Amelia miraba con temor el hecho de que ninguno de los lobos se abalanzaba para atacarlas, como si esperaran una orden.

Pero, para Laure, no parecía ser una situación de vida o muerte, su rostro no mostraba preocupación alguna.

“... ... ... ...”

Poco a poco, a los oídos de las tres llegó el sonido de los gruñidos de un animal que extrañamente reverberaban en el campo abierto. Gruñidos que iban acompañados de la aparición de un lobo que se mostraba desde el bosque.

Sus ojos rojos brillantes, un pelaje negro que parecía tragarse la luz del astro que iluminaba el planeta, su altura que a lo lejos podía distinguirse que igualaba o incluso, superaba a la de Laure.

Su única diferencia con el resto de los lobos que las rodeaban era un cuerno blanco en la cabeza.

“Estos no son Lobos de las Estepas...”

“...”

Apenas los ojos de Amelia se fijaron en aquel animal, los nervios aumentaron. Como si de una broma más que pesada se tratara.

Solo obtuvo el silencio de Laure y Elena.

“¿Qué hace un Demonio con los traidores?”

El sudor comenzó a bañar a Amelia, como si todo su plan hubiera sido destruido en pocos segundos.

Pero, a diferencia de Amelia, para Laure era casi un juego, veía claramente a un animal hablando como si se tratara de una de las tantas fabulas de las que había leído.

No había muestra alguna de emoción ante ello o de interés, solo de indiferencia.

En cambio, para Elena, el miedo se filtraba en su mirada. Su cabello se erizó como el de un gato que estaba en guardia listo para defenderse.

“¿Cómo sabes que no soy humana?”

“¿¡Qué hace un descendiente con el enemigo!?”

No hubo intención por parte del animal de responderle, en cambio, solo aumentó su hostilidad hacia las tres.

“¡Aquí no hay ningún enemigo! ¡Aquí solo hay Demonio, una híbrida y una humana!”

Con desespero, los gritos de Amelia solo obtuvieron como respuesta los gruñidos de los 4 animales de los alrededores.

“Qué patético”

De parte de Laure, solo hubo una burla ante la forma de actuar de Amelia.

Como respuesta, solo obtuvo una leve mirada de preocupación.

“¡Mentirosa! ¡Puedo olerlas! ¡Un demonio, un ángel, y un puto dragón!”

No hubo un tiempo, momento, o algo que le permitiera a Amelia estar lista para lo que escuchaba. Simplemente, estaba estupefacta.

Sin poder entenderlo, miró rápidamente en el orden en que las había mencionado y mirado a cada una, pero, no podía creerlo.

Tal vez el lobo se equivocó o... Tal vez era cierto.

“Entrega al Ángel y al Dragón. Cumple con tu deber, descendiente”

Aún estupefacta, no pudo pensar bien, pero, con impavidez, dio su respuesta con una completa seguridad que se filtraba incluso en su atmósfera.

“Me niego, si las quieres, tendrás que matarme. He incluso, un estúpido Lobo Demoníaco debe saber lo que eso significa”

Los gruñidos del Lobo comenzaban a resonar por todo el lugar, vibrando por los alrededores.

La sorpresa volvió a invadir el cuerpo de Amelia; el miedo atrapó a Elena, pero, a Laure, parecía no poder importarle en lo mínimo.

“¡Muerte a los traidores!”

La vista se había vuelto a los ojos de Elena, terrorífica.

Con desesperación, Amelia puso con todas sus fuerzas su mano libre sobre el suelo.

Las tres podían ver claramente, como el hocico del animal de partía en 4 partes para dejar al descubierto su garganta.

“¿Qué es eso?”

Mientras que, sobre ellas, una leve capa translúcida dejaba ver pequeños objetos de chocaban contra lo que era una barrera.

En pocos segundos, los alrededores brillaron con una luz purpura que parecía querer tragarlas.

La misma luz purpura que quería tragarlas era desviada por la barrera.

“¿Qué hago? ¿Qué hago?”

Entre los nervios que se escapaban, Amelia volteo a mirar a una asustada Elena y a una extremadamente tranquila Laure.

En una mirada rápida, observó la esfera en su mano, lo que parecía, un líquido negro casi brillante.

En sus ojos se podía vislumbrar la ansiedad.

Con remordimiento, volvió a mirar a Laure.

“Nos transportaré de nuevo”

“¿De qué...?”

Sin dejarla hablar, bajo sus pies, hizo aparecer un círculo dorado que las hizo desaparecer.

Para cuando la luz purpura expulsada del hocico del lobo se superpuso a la barrera, ya no había nada, ni nadie.

.....................................................................

Parada frente a dos columnas de caballeros y soldados a su lado, con su armadura dorada brillando, su cabello rubio, ojos azules, y en su cintura, la funda de su espada dorada.

Sin sus yelmos puestos, podía verse en sus miradas no solo el miedo, sino, la admiración o, incluso, el respeto que le tenían. Tanto hombres como mujeres que vestían las armaduras grises de los caballeros, como las marrones de su unidad.

Algunos, conteniendo los nervios, esperaban las primeras palabras que iban a salir de la boca de Nicole, ya fueran de enojo o de compasión.

“¿Alguno puede explicarme cómo es que las cosas salieron así?”

“...”

Tal vez por el miedo al notar los atisbos de enojo o, el simple hecho de carecer de una respuesta llevó a que todos mantuvieran el silencio.

De entre las dos columnas, un hombre vestido en armadura marrón dio un paso al frente, temblando.

“Capitana, ¿A qué se refiere?”

Todos en el lugar entraron en pánico al ver como Nicole, se acercó violentamente al hombre.

Mirándolo fijamente, pudo ver el pánico que le generaba.

“¿Qué a que me refiero? ¿¡Por qué carajos no han encontrado a Laure si ya confirmamos que está en la ciudad!?”

“...”

Superado por la situación, el hombre agachó la cabeza y dio un paso atrás, regresando a la formación.

Al mismo tiempo, pudo sentir como otra persona daba un paso al frente.

Al mirar un poco más adelante de las formaciones, vio a una mujer de cabello rojo, un poco más baja que ella, vistiendo la misma armadura marrón, pero que, no mostraba signo alguno de nervios.

Con la misma intensidad, se acercó a la pelirroja que seguía sin mostrar signo alguno de doblegarse.

“Entonces, responde a mi pregunta”

Los ojos azules de Nicole se encontraron con los brillantes ojos cafés de la pelirroja.

“Señora Nicole, en base a lo que nos dijo, lo más probable es que ella junto a la mujer demonio y la híbrida ya hubieran salido del centro de la ciudad. Considerando que en esta ciudad aún existe el gremio de aventureros, es más que seguro que la mujer las llevara a ese lugar en busca de refugio”

Como si la respuesta hubiera bajado los humos de Nicole, su expresión se relajó al igual que su tono.

“¿Y qué te hace pensar que fueron a ese tal gremio, en vez de otra dirección?”

“Señora, el gremio es lo más cercano, además de que es independiente del gobierno nacional, es un refugio adecuado. También, el demonio debe de saber que la señorita Laure es buscada incluso en los demás reinos, tanto dentro como fuera del continente.”

“...”

Mantuvo el silencio unos segundos ante la mujer, pensando.

“¿Cuál es tu nombre, edad, provincia y cargo?”

“Adrianne do Alanna, 16, sin cargo actualmente, vengo de la segunda provincia, exactamente de la 5 ciudad, capitana”

“...”

Como si se hubiera dado cuenta de algo importante, la miró unos segundos.

“Muy bien, te vienes conmigo”

“¡Si!”

Volviendo al inicio, de las formaciones siendo seguida por Adrianne. Miró a las dos tropas.

“Esto es para los guardias. Continúen en sus puestos y arreglen la situación de desconcierto que genero lo de antes, también, estén listos para dentro de dos semanas, pueden retirarse”

Con la poca información que les habían proporcionado y, viendo que mientras mantengan una posición segura, sus preguntas iban a ser respondidas, uno de los guardias salió al frente.

“Señora, ¿Estar listos para qué?”

“En dos semanas vendrán nuevas unidades que los reemplazarán en la protección de la ciudad”

El nerviosismo explotó en todos al escuchar que serían reemplazados, aun así, otro guardia dio un paso al frente.

“¿Cómo que reemplazar? ¿Qué sucederá con nosotros?”

“Las unidades de toda la provincia serán reemplazadas y dividas entre las provincias de Carmilla, Viktor, Elías y Diana. Si tienen dudas, esperen a que Jalila se digne en responderlas. ¡Ahora dispérsense!”

“¡Si!”

Con cierto ánimo, los guardias parecían alegres, no por la noticia de que iban a ser reemplazados, sino, porque iban a ser reasignados en las provincias que para ellos eran las más ricas del Imperio a excepción de la gobernada por Viktor.

Poco a poco, los guardias de la ciudad desaparecieron del lugar, a excepción de las tropas comandadas por Nicole que se mantuvieron en formación.

“Adrianne, ahora serás mi segunda al mando”

Sin poder soportar la sorpresa, la pelirroja casi escupe al suelo por el repentino ascenso.

“Pero, señora, soy una recién llegada, hay personal más que capacitado para esa tarea”

Al igual que ella, la mayoría de los presentes estaban sorprendidos, pero, con la gran diferencia que esa sorpresa se convertía en alegría.

“¿Y a mí que me importa eso?”

“Pero... pero... ni siquiera tengo experiencia comandado grandes tropas”

“Pues aprendes y ¡Listo!”

La alegría de los demás soldados era claramente haberse salvado de un puesto que, para ellos, no era riesgoso, sino, posiblemente estresante.

Sin más opciones, Adrianne solo pudo mantener el silencio ante alguien que ocupaba un puesto superior a ella.

Esperando la orden para poder dispersarse, seguían mirando a Nicole y a una Adrianne muerta en los nervios.

Los segundos pasaban y solo veían como su capitana se quedaba allí de pie pensando.

“Prepárense, dentro de unas horas irrumpiremos en el gremio”

Si la mandíbula pudiera separarse del cuerpo, todos, incluso Adrianne, hubieran perdido el color de la piel al escuchar la orden de su capitana.

El nerviosismo había aumentado a un punto en que algunos parecían querer desmayarse.

“Espere, capitana, piénselo por favor. Aunque el gremio sea una entidad independiente, y estén casi exterminados a nivel interno, siguen teniendo influencia a nivel externo.”

Sin dar un paso al frente, uno de los soldados no pudo soportar la impresión por las palabras de Nicole.

“¿Y eso en que nos afectaría?”

En ese momento, varios de ellos lo entendieron, a Nicole no le importaba las consecuencias que su decisión podría acarrear. Al final de cuentas, para ella, tal vez, eso era algo de lo que Alexander debía hacerse cargo como el Emperador.

“Señora, por favor, el gremio maneja una política de que, si cualquier Reino los atacase, todos los aventureros irán a la guerra contra el atacante. Además, la sede del gremio de la provincia está protegida por la anterior heroína”

“De ese problema se encarga Alexander no…”

Interrumpida por el sonido del acero chocando, miró tras ella para ver a uno de los guardias corriendo como si la vida le colgase de un hilo.

Cuando estuvo frente a Nicole, lo único visible tras su yelmo eran sus ojos cafés.

“Traigo noticias urgentes”

Con la voz cansada, el hombre no paraba de jadear.

“¿Qué pasó?”

“Los exploradores... dicen haber visto a la princesa...”

En ese instante cerró la boca al ver la mirada que quería descuartizarlo en el instante proveniente de Nicole.

“Reportan haber visto a la señorita Laure junto a una híbrida y un demonio por los bosques en dirección a la sede del gremio. También, reportaron haber visto a los remanentes”

“¿Remanentes?”

Con duda en tono, dirigió su vista a Adrianne.

“Son las fuerzas sobrevivientes del ejercito del Rey Demonio en la última guerra”

“¿Y qué hacen aquí?”

“Se cree que los remanentes están en busca de lo que ellos llaman: Traidores”

Con algo de preocupación, Adrianne miró a Nicole que se quedó pensativa por unos segundos tras su respuesta.

“¿Entonces están buscando a los Dragones?”

“No solo dragones realmente, también a los ángeles y a los mismos demonios”

“Tendré que hablar la próxima con Alexander sobre esto”

“¿A qué se...?”

Ignorando a Adrianne, camino hacía sus tropas mirándolas uno a uno. De entre los 15 presentes, se fijó en un hombre casi 3 centímetros más bajo que ella, con un cabello castaño al igual que sus ojos, pero, en su mirada, parecía haber miedo alguno ante las palabras del guardia.

Lo miró fijamente por unos segundos.

“Tú, ¿Nombre? ¿Cargo?”

“Alejandro Sáenz, soy el capitán de una escuadra”

“Lideraras al resto de los aquí presentes y exterminaras a esos tales remanentes, si lo necesitan, usa el cañón. No quiero malas noticias, ahora lárguense”

“¡Sí!”

Viendo como poco a poco, los soldados se retiraban y solo quedaban Nicole y Adrianne en el lugar, la atmósfera se volvió pesada.

“Adrianne, para mañana tendrás lista a las tropas, irrumpiremos en el gremio apenas salga el sol”

“Entendido”

Con nerviosismo, vio como Nicole simplemente se alejaba del lugar.

...................................................

Bajo la noche, de pies frente a las entradas del espeso bosque, once soldados vistiendo armaduras marrones, con los yelmos tapando sus rostros, parecían estar pensando.

“¿Cuánto tiempo ha pasado desde que nos avisaran hasta que llegamos?”

Frente a los otros diez soldados, uno de los hombres había preguntado al resto con una voz grave.

Sin esperar mucho tiempo, otro de los soldados sacó de entre su armadura un pequeño reloj.

“Han pasado por lo menos 3 horas con 11 minutos”

“¿Creen que los remanentes se hayan dispersado en este momento”

“Es poco probable, si la princesa y el demonio fueron al gremio, puede que estén cerca o, que incluso hayan dejado una parte de sus fuerzas como retaguardia”

Esta vez, la voz de una mujer que transmitía una completa devoción a su trabajo llenó el lugar.

“Alejandro, estamos esperando órdenes”

Mientras pensaba, uno de sus hombres le habló.

“Meternos al bosque es sin duda buscar la muerte, aunque podamos ver a oscuras, no quiere decir que seamos invencibles, además, es tan grande que podríamos pasar horas ahí dentro y no terminaríamos”

“¿Y si los hacemos salir?”

Nuevamente, la sugerencia de la mujer fue suficiente para que todos se decidieran en actuar sin dudar.

“Tienes razón, pero, ninguno de nosotros entrara a ese bosque”

“Entonces, ¿Como los haremos salir? ¿Destruiremos el bosque?”

“Exactamente. Preparen la magia de fuego, debe de afectar a un área de 15 a 25 metros. Quémenlos a todos”

Sin vacilar o decir palabra alguna, los diez soldados se pusieron en posición horizontal.

“...” “...” “...” “...” “...” “...” “...” “...” “...” “...”

Con susurros coordinados, pusieron sus palmas frente al bosque.

En cambio, Alejandro, frente a ellos, sacó su espada mirando fijamente los grandes troncos en búsqueda de enemigos.

Poco a poco, el cielo sobre el bosque se iba iluminando como un foco que ganaba energía lentamente.

Las partículas lentamente formaban círculos rojos en el firmamento que crecían con el paso de los segundos.

“.......”

De los enormes troncos, en carrera, salieron varios lobos negros que no mostraron signos de cambiar de objetivos. Todos ellos siguieron la trayectoria a los soldados que seguían susurrando.

Pero, incluso si quisieran acercarse, muchos de ellos al estar a pocos pasos de Alejandro, fueron cortados sin mayor muestra de movimiento de este.

Su espada aún seguía en la misma posición.

Con el ataque de los lobos habiendo fallado, desde el cielo, decenas de flechas con su punta encendida en fuego, alumbraba el terreno. Al mismo tiempo, grandes pisadas que arrancaban los troncos se apresuraban a él.

Pero, de igual forma, antes que del bosque se pudiera vislumbrar lo que destruía los troncos de los árboles, la llama de las flechas había desaparecido sin siquiera poder caer sobre su objetivo.

Saliendo con gran fuerza y enviando lo arboles de la entrada por los aires.

Por más de tres metros, con un cuerpo robusto, aun con dos cavidades, solo poseía un solo ojo y, en su mano cargando un garrote de casi dos metros.

Se abalanzo contra Alejandro con la intención de aplastarlo de un solo golpe, pero, antes de poder alzar su garrote, su brazo fue cortado de un tajo, sin siquiera un movimiento de la espada.

Para el gigante ser, no había movimiento alguno que diera justificación a la pérdida de su brazo, que en segundos comenzaba a crecer.

“¿Quiénes son... ustedes?”

Con terror o, tal vez como un intento de ganar tiempo, el ser les lanzo la pregunta.

Tras él, otra ráfaga de flechas alumbró el lugar, pero, nuevamente fueron apagadas y destrozadas sin un movimiento por parte de Alejandro o de los otros diez.

“Somos los 150, aquellos que están más cerca de los generales y la Compañía más fuerte del Imperio bajo las órdenes de Nicole di Reyjavik”

Con su otro brazo, el gigante ser, se acercó y golpeó a Alejandro en su yelmo.

Pero, aún con su robusto cuerpo y sus grandes músculos, no pudo abollar su yelmo y mucho menos, moverlo un centímetro.

“¡ARGHHHHHH!”

Uno tras otro, incluso con su brazo completamente regenerado, siguió golpeando, pero, no hubo cambio alguno.

“¿¡Por qué no puedo herirte!? ¡Maldito humano!”

“Nosotros, los 150, hemos trascendido la magia y cuerpo. No tengo porque gastar energía en un estúpido”

No hubo movimiento por parte de Alejandro, solo una pequeña brisa del viento que separó la cabeza del cuerpo del gigante ser.

“¡Fuego!”

Violentamente, desde los círculos que tapaban el firmamento, una enorme columna de luz se estrelló contra el suelo.

A lo lejos, una explosión se tragaba en llamas los árboles visibles, pero, la onda de choque arrancó varios de ellos de la tierra y los envió por los aires.

Para Alejandro o los otros 10 que lo acompañaban, parecía no haber problema alguno con la violenta ráfaga que los quería arrastrar.

“Vamos a entrar”

Tras la orden, todos ingresaron al centro de la explosión, cargando en sus manos sus espadas.

No parecían querer mostrar signo alguno de piedad.

Entre las llamas, los lobos que lograron sobrevivir intentaban levantarse, pero, antes de poder hacerlo, una espada los cortaba, al igual, que los pequeños seres que vestían trajes negros que los tapaban por completo.

Incapaces de defenderse al carecer del arco y flecha con el que normalmente contaban.

“¡Que nada salga de este bosque!”

Con ímpetu, todos se abalanzaron a sus indefensas presas.

Presas que ya no podían luchar.

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