CASADA CON EL TÍO DE MI EX

⪻ Samantha Hamilton ⪼

Con una copa de vino en mano, regresé a la sala y tomé mi teléfono para intentar comunicarme con Ana, pero no respondía.

—¡Por favor, contesta, Ana! —exclamé en voz alta, sintiendo cómo la frustración me abrumaba.

Por más que intentaba, ella seguía sin atender mi llamada, lo cual incrementaba mi enojo. Opté entonces por llamar a mis padres para averiguar si Ana se encontraba con ellos. Mi madre contestó al tercer timbrazo.

—Hola, mamá. ¿Está Ana con ustedes? —pregunté, esforzándome por mantener la calma.

—No, hija. ¿Todo está bien? ¿Qué le ha sucedido a mi nieta? —La preocupación en su voz era palpable.

—Nada, mamá. Solo salió de viaje y asumí que estaba con ustedes —mentí, tratando de evitar que se alarmara.

—¿Estás segura de que todo está en orden? —insistió mi madre, su tono reflejaba inquietud.

—Sí, mamá. No te inquietes. Te llamaré más tarde —respondí rápidamente antes de finalizar la conversación.

              ⪻Noah Dawson ⪼

Me encontraba en la oficina de Mike, observando cómo la luz del atardecer se filtraba, generando sombras alargadas en las paredes. Mike estaba sentado detrás de su escritorio, con una expresión de preocupación en el rostro.

—Me resulta difícil aceptar lo que está sucediendo con James y Ana —comentó, rompiendo el silencio.

—James se lo merece —respondí con firmeza, experimentando una mezcla de satisfacción y tristeza.

Mike me observó con intensidad, como si en mis ojos pudiera encontrar las respuestas que tanto anhelaba.

—¿Todavía sientes algo por Ana? —preguntó, su voz impregnada de una profunda curiosidad.

No dije nada; mi silencio, sin embargo, hablaba por sí mismo y fue suficiente para que él comprendiera. Mike asintió con lentitud, como si hubiera validado una sospecha que había mantenido en secreto durante mucho tiempo.

—Lo imaginaba. Tus sentimientos hacia ella siguen siendo los mismos, ¿no? —continuó, suavizando su tono mientras me miraba con atención.

Lo miré fijamente, mientras una marea de recuerdos me envolvía, trayendo a mi mente momentos pasados que parecían cobrar vida de nuevo.

—¿Cómo pudieron hacerlo? Sabes que me gustaba desde aquella época en la universidad. Si no hubiera sido por James, ella estaría a mi lado ahora —respondí, mi voz temblando y apenas audible, como si tuviera miedo de romper el silencio.

Mike se acomodó en su silla, observándome atentamente con una mezcla de compasión y curiosidad, como si intentara desentrañar la historia detrás de mis palabras.

—¿Por qué nunca se lo dijiste? —preguntó, cerrando la distancia con sus ojos, que se mantenían fijos en los míos, esperando una respuesta que parecía estar atrapada en mi interior.

             ⪻𓊈FLASHBACK𓊉⪼

Solté un suspiro profundo, dejando que mis pensamientos volaran hacia aquellos días inolvidables en la universidad. Era un tiempo lleno de energía y risas, un periodo en el que Ana siempre estaba rodeada de un grupo de amigas que la acompañaban. Siempre era perseguida por chicos, que querían su atención pero siempre eran rechazados.Su risa, contagiosa y melodiosa, parecía llenar cada rincón, creando una atmósfera vibrante. La recuerdo con claridad, encantadora como siempre, con su cabello al viento y esa chispa en su mirada que capturaba la atención de todos.

Recuerdo un día en particular, el momento que decidí dejar a un lado mi timidez y hacer algo diferente. Reuniendo todo el valor que podía, me acerqué a ella con una bebida de fresa en la mano, un pequeño pero significativo regalo. El corazón me latía con fuerza mientras me acercaba, por lo que podía sentir la adrenalina recorriendo mis venas.

—Esto es para ti, Ana —le dije, con una sonrisa nerviosa que apenas lograba mantener en mi rostro.

La expresión en su rostro fue de sorpresa al principio, pero rápidamente se transformó en una sonrisa que iluminó su cara, haciéndola aún más hermosa a mis ojos.

—Gracias, Noah. Eres muy amable —respondió, sus ojos brillando con una mezcla de sorpresa y gratitud que me hicieron sentir que mi esfuerzo había valido la pena.

Esa interacción sencilla, pero cargada de emociones, quedó grabada en mi memoria como un momento decisivo, el principio de algo que nunca llegó a desarrollarse, pero que siempre recordaré con cariño.

Desde ese día, decidí comenzar a dejarle pequeñas notas en su casillero, cada una de ellas adornada con una rosa. Me encantaba imaginar la expresión en su rostro al descubrir esos sencillos regalos; su sonrisa iluminaba mi mundo y me hacía sentir como si mi corazón latiera con más fuerza cada vez. Sin embargo, a pesar de la emoción que me provocaba esa conexión silenciosa, nunca encontré el valor necesario para abrirme y confesarle mis verdaderos sentimientos. La relación de amistad que mantenía con James, que era muy cercana, me hacía dudar y me retenía.

Regresé al momento presente y, al mirarlo, vi a Mike observándome con atención. Su mirada era inquisitiva.

—¿Te arrepientes de no habérselo dicho? —me preguntó, con un tono de voz cálido y suave.

Asentí lentamente, una punzada de dolor se apoderó de mi pecho en ese instante.

—Sí, me arrepiento. Pero en aquel momento creí que estaba tomando la decisión correcta. No quería arriesgar lo que había construido con James —admití, dejando que el pesar se reflejara en mi voz.

Mike suspiró, reclinándose sobre el escritorio y entrelazando sus manos frente a él.

—Siempre supe que tenías sentimientos por Ana. Me cuestionaba por qué nunca te atreviste a decírselo. Ahora comprendo que fue por lealtad hacia James —dijo, con un tono que denotaba una profunda reflexión.

—Sí, pero ahora comprendo que tal vez debí haber sido sincero acerca de lo que sentía. Quizás, si hubiera tomado esa decisión, las cosas habrían resultado de una manera distinta —respondí, experimentando una intensa mezcla de arrepentimiento y resignación en mi interior.

Mike asintió lentamente, su rostro reflejando una profunda comprensión de mis palabras.

—En ocasiones, la vida nos coloca en situaciones complejas y desafiantes. Sin embargo, lo fundamental es aprender de esas experiencias y encontrar la manera de continuar hacia adelante —expresó, su voz impregnada de una sabia tranquilidad.

Me quedé en silencio, sumido en una profunda reflexión sobre lo que acababa de decir. Era evidente que tenía razón en sus observaciones, pero eso no disminuía la intensidad del dolor que sentía en mi interior. Mi mirada se desvió hacia la ventana, donde el sol comenzaba a descender lentamente en el horizonte, arrastrando consigo las últimas luces del día, como si estuviera llevándose también mis esperanzas y momentos de alegría.

—Gracias, Mike. Realmente necesitaba hablar de esto —logré decir al fin, sintiendo cómo un peso pesado se aliviaba un poco de mis hombros, como si un gesto de comprensión me ofreciera un respiro.

—Para eso están los amigos, Noah. Siempre contarás conmigo para escucharte —respondió, y en su voz percibí una sinceridad profunda que me reconfortó en ese instante.