Estuve diez años casada con el amor de mí vida, aún sabiendo que el amor de mí vida, amaba a mí hermana.
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Capítulo 10
...Aspen....
Así comenzaron a pasar las semanas y, en mí agenda no tenía tiempo libre para nada.
Contraté unos trabajadores para arreglar el local.
Así comenzaron a cambiar los cables viejos, para no tener problemas eléctricos.
Taparon las grietas y comenzaron a pintar el lugar.
Cambiaron las ventanas y puertas.
Para ésto, cuando acabaron de remodelar, ya habían pasado alrededor de tres meses más.
Él lugar estaba hermoso pero, aún así, necesitaba limpiar.
Había mucho polvo por todas partes.
El aroma a pintura fresca seguía impregnado en el lugar.
Así que, debía encargarme de que todo estuviera presentable para cuando llegaran las mesas y sillas que encargué.
Entonces me puse en marcha.
Aproveché que Calen estaba con su padre y, fue entonces cuando Carolina y yo fuimos al local para comenzar con la limpieza.
—¿Entonces el idiota sigue tratando de comunicarse contigo? –Habló Carolina, mientras limpiaba las ventanas–.
El desdén en su tono al hablar de mí ex-esposo, me causa gracia.
—Sí, llama todos los días con la excusa de que se trata sobre Calen pero, al final, siempre me pregunta lo mismo. –Agarré la escoba, comenzando a barrer–.
Ella me observó con confusión, esperando que continuara.
—¿Qué te pregunta? –Indagó–.
Mí mente va a mis conversaciones con Aziel, donde siempre me pregunta lo mismo.
<<¿Estás molesta conmigo?>>
<<¿Me odias por lo que hice?>>
<<¿Me extrañas?>>
Sin embargo, nunca respondo a tales preguntas.
Cuándo comienza con eso, siempre termino la llamada.
Suspiré y me detuve un momento.
—Me pregunta si lo extraño. También me pregunta si lo odio y, si estoy molesta con él por sus acciones. –Comenté casualmente–.
Pude ver cómo la rabia inundaba el rostro de Carolina.
—¡Ese hijo de puta! –Exclamó con repleto odio–. ¡Se divorció de ti y se comprometió con esa zorra de Dakota! ¡¿Y TODAVÍA TIENE EL DESCARO DE HACERTE ESE TIPO DE PREGUNTAS?! ¡¿QUÉ MÁS ESPERA DE TI?! –Su pecho subía y bajaba, debido a lo alterada que se encontraba–.
—Cálmate, no es para tanto. –Levanté mis manos, tratando de hacer que se relaje–.
—¡NO! –Gritó–.
No es ninguna sorpresa lo molesta que está. Ella me acompañó en todo mí matrimonio y mí divorcio también. Vió lo mal que Aziel me trataba y, también vió cómo él se fue corriendo a los brazos de Dakota.
Conclusión, Carolina lo odia a muerte.
—¡Tenemos que cortarle el pene y dejarlo castrado! –Habló con determinación, mientras yo la observaba con incredulidad–.
Antes de que pudiera responder, la puerta del local se abrió, causando que la campana suene.
—¿Eh? –Volteé, y ahí vi al señor Lalo, seguido de un hombre muy alto–.
Me sorprendió su altura, estoy segura que media un poco más de dos metros.
Su cabello rojizo, tez bronceada. En su cuello se asomaban muchos tatuajes debajo de su camisa.
Era tan musculoso, tanto que su traje le quedaba ajustado.
Lo observé en shock, por más que haya querido apartar la mirada, me fue imposible.
Mis ojos lo observaron detenidamente.
Ojos color verde grisáceos. Barba corta. Tatuajes también en los nudillos. Increíblemente atractivo y sexy. Sin mencionar, su apariencia intimidante.
Creo que puede ser un posible asesino en alguna película barata.
—¡Señorita Aspen! –La voz del señor Lalo me trajo de regreso a la realidad–.
—¡Ah! –Reaccioné, y pude ver qué Carolina estaba tan embobada como yo–. ¿Si? ¿Puedo ayudarlo, señor Lalo? –Mis ojos se posaron en el anciano–.
—No, en realidad quería presentarle a mí nieto. –Apunta al hombre a su lado, quien no había apartado sus ojos de mí–. Él es Kendric.
El hombre asintió, saludándome sin decir una palabra.
—¡Mocoso! –El señor Lalo le dio un golpe en la espalda–. No seas grosero y saluda a la amiga de tu abuelo. –Lo regañó–.
El pelirrojo rodó los ojos pero, finalmente dió un paso al frente, extendiendo su mano hacia mí.
—Soy Kendric Maynard. –Se presentó, estrechando mí mano–.
Asentí en reconocimiento y sonreí.
—Soy Aspen D'Oggioni, es un placer conocerlo. –Sonreí–. Ella es mí hermana, Carolina. –Señalé en dirección a Carolina–.
Él asintió sin moverse.
—Lo traje para que te ayude con lo que necesites. –Comentó Lalo–.
Me sorprendí, en especial porque Kendric estaba usando un traje muy caro, realmente dudo que quiera ensuciarlo.
—Oh, es muy amable de su parte, señor Lalo. Pero realmente no es necesario. Carolina y yo podemos solas. –Rechacé su oferta amablemente–.
Ambos asintieron levemente.
—Bueno, cuando necesites ayuda, ya sabes dónde encontrarnos. –Sonrió el anciano, saliendo de la tienda–.
—Adiós. –Habló Kendric, con voz ronca mientras seguía a su abuelo–.
Juro que dejé de respirar.
Cuando ambos estuvieron fuera de la vista, Carolina chilló.
—¡¿Viste a ese hombre?! –Exclamó extasiada–. ¡Parece un jodido stripper! –Jadeó–.
—Shh... –Cubrí su boca–. Cállate, idiota. Ellos están en la tienda de al lado, pueden oírte. –La regañé y ella rió–.
—Algo me dice que el viejo quiere que salgas con su nieto. ¡Y yo apoyo la moción! –Verbalizó con entusiasmo–.
Suspiré negando.
—¿Me estás jodiendo? Literalmente me divorcié hace poco. –Le recordé–.
—Sí, y tu ex-marido ya está cogiéndose a otra. –Soltó la cruda verdad, cosa que me dolió escuchar, pero me mantuve calmada–.
—Lo que Aziel haga o deje de hacer, no me incumbe. –Suspiré–.
—Por dios, Aspen. –Ella se quejó–. Tienes a un maldito dios griego en la tienda de al lado, pero sigues suspirando por un imbécil. Quién te entiende, mujer.
—Ya vete a limpiar. –Le ordené y ella obedeció–.