Chloe huye de sus captores en los barrios de la zona roja para salvar su vida, al ir hilando los acontecimientos se da cuenta que cayó en la trampa de su prima que resulta ser la amante de su esposo, hay una incógnita más ¿Dónde está su hijo?. Logra sobrevivir gracias a una indigente que no solo le salva la vida, también le ayuda a recuperar a su pequeño, su fortuna y el amor.
Te invito a que te sumerjas en esta historia donde la tradición, envidia se desarrollan, una serie de eventos donde la protagonista después de pasar momentos desagrables encuentra a su alma gemela.
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Escapando a Ciudad Dorada...
Mi padre adquiría a bajo costo bienes inmuebles, el señor William Steel tiene un sentido muy agudo para detectar las urgencias de sus clientes y pagar por debajo del costo, aun así era legal pagaba en efectivo y de una sola exhibición, con esto sus clientes quedaban satisfechos.
Amasó su fortuna a pasos agigantados.
Yo, simplemente vivía.
Sí, se me dio una educación de primera, en colegios particulares exclusivos de alto nivel.
Soy administradora con un máster en ventas, pero lo que más me llama la atención son las adquisiciones.
Desidí seguir patrón de negocios de mi padre, ya no era suerte las gangas que encontraba, no, primero investigaba las propiedades que se ponían en venta, a sus dueños y lanzaba una oferta. A diferencia de mi padre no esperaba por ellas si no iba en su búsqueda.
En el mundo de los negocios; La mayor ganancia se consigue con la menor inversión.
En fin, conocí a Joseph en la universidad y me enamoré perdidamente de él.
--¡Malditos sea el amor!
Recitó como mantra por milésima vez en esta última semana.
Sigo sin poderme mover con la cabeza sobre mis rodillas, tal vez sea el miedo o cansancio, supongo que mi estado adrenalínico se acabó.
Suspiro nuevamente con mi sarta de recuerdos hilarantes.
Me golpeo la cabeza con ambas manos y lloro en silencio.
--¡No hagas ruido!
Me recuerdo, vuelvo a cerrar los ojos y sigo con mis recuerdos.
Aún puedo sentir la frustración que sentí cuando le conté a mi padre que Joseph era mi novio y que deseaba casarme con él ya me lo había propuesto.
En respuesta grito:
--¿Qué te puedo ofrecer? Penas, angustias, mala vida, es un don nadie Chloe. ¡No lo acepto!
El señor William Steel se había pronunciado, no lo quería como yerno, lo había juzgado sin conocerlo.
La dureza de sus palabras me hicieron llorar, supliqué incluso intenté chantajear argumentando con rudeza.
--Si mi madre no hubiese muerto seguro ella me apoyaría en esta decisión.
-- Pero está muerta y tú haces lo que yo diga punto.
Por primera vez vi la ira en los ojos de mi progenitorr.
Bajé la guardia por un día más.
Muy temprano me asegure que mi padre ya había salido al trabajo, regrese a mi habitación, saqué una maleta deportiva, metí mis documentos personales, credenciales, tarjetas, el título de propiedad de mi departamento y mi auto, mi colección de joyas lo vendí todo.
Con esa rápida transacción entendí la técnica de mi padre, la sentí en carne propia, no me importó que me pagaran por debajo de su valor.
Me dirigí al departamento que rentaba Joseph, en donde vivía solo, no tenía familia y le propuse huir conmigo.
Aceptó de inmediato con un: "Te amo" y un. "Te seguiré hasta el fin del mundo".
Fue inevitable que me ría de mí, claro sin hacer ruido.
Por último, pasamos al banco, retiré lo que tenía en mi cuenta de ahorros y huimos de Ciudad azul donde mi padre prácticamente era el rey, pero en Ciudad Dorada no figuraba en lo más mínimo.
Hice también mi tarea que en 24 horas desaparecí de la vida de mi padre, sabía perfectamente que en ese otro lugar, el brazo de mi papá, no llegaría.
Cuando aterrizamos en Ciudad Dorada nos dirigimos al registro civil y nos casamos por bienes mancomunados.
Mi esposo al principio se negaba a aceptar.
Muy contentos, salimos de oficina de asuntos civiles, buscamos un lugar para nuestra celebración.2
-- ¿En qué te gustaría que invirtiéramos?
Le pregunté ansiosa mientras comíamos en el restaurante de media categoría, sabía que tenía que ahorrar por ahora.
-- ¡No lo sé!
Joseph jugaba con su comida sin mirarme a los ojos, lo suyos eran de color café claro que a mí me encantaban, sus pestañas rizadas, su boca pequeña que esbozaba la más hermosa de la sonrisas me cortaban la respiración
No estaba segura que rasgo era mi preferido, si los hoyuelos que marcaban su sonrisa o esa corona de oro en uno de sus dientes; simplemente me encantaba.
Su bien formado cuerpo se lograba apreciar aún con la ropa puesta y qué decir de su cabello castaño rizado.
Recuerdo perfectamente la emoción que sentía al verlo acercarse a mí, mi corazón latiendo a mil.
Corto su trozo de carne con movimientos firmes, varoniles y los llevó a su boca, logré ver su corona dental y sonreí sorbiendo mi bebida.
--¿Y si compramos y vendemos casas como tu padre? Al fin conoces el negocio, te sería muy fácil, yo te ayudaré.
Me propuso con cierta emoción
--No, deseo hacer algo nuevo.
Respondí agraviada.
Él no tenía idea de cuánto dinero llevaba en esa maleta deportiva aparte de dos los cambios de ropa.
Después de sugerencias, algunas tontas o descabelladas nos decidimos por dedicarnos al servicio de paquetería, un negocio muy rentable.
Nunca olvidaré cuando después de armar la empresa, darle una razón social, registrarla en Hacienda y realizar los pagos correspondientes, conseguir los permisos necesarios, nos dirigimos a una sucursal automotriz adquirimos una flotilla: 15 camionetas pequeñas y cinco tractocamiones para iniciar el negocio en Ciudad Dorada.
Mi corazón papito con más fuerza cuando antes de entrar a la sucursal me entregó un pequeño favor de billetes diciéndome:
--Estos son mis ahorros "esposa" respondiendo de inmediato; esta es su aportación "socio".
Con la prosperidad bendiciendo, en poco tiempo, el trabajo iba a en aumento, lo que dio pie que adquiriéramos más unidades.
Formando un equipo genial, él se encargaba de la contratación de los operadores bajo un estricto y riguroso proceso de selección, el personal administrativo era muy eficiente: todo iba perfecto.
Sí, en tan solo tres años éramos los put*s reyes del transporte y lo mejor me desembolvia sin la sombra de mi padre.
Al siguiente año felizmente di a luz a un bebé para completar nuestra buena ventura lo llamamos Nathan Smith Steel.
Sonrío entre dolorosas lágrimas al recordar a mi hijo y vuelvo a llorar con más fuerza.
Me levanto poco a poco recargado una de mis manos a la fría pared y la otra al contenedor de basura, mis piernas están entumidas, sigo asustada, pero decidí recuperar a mi hijo.
--¡Maldita Grace!
Pagarás caro cada una de mis lágrimas, el sufrimiento de mi hijo, lo cobraré con tu sangre.
Susurro entre dientes.
He obtenido la fuerza que senti haber perdido, mi motivación sin duda sería mi hijo y por el haría cualquier cosa.
Aprieto tanto los puños, mis manos van perdiendo su color.
Respiro profundamente, camino lento, recargándome en la sucia pared, el trayecto hacia la salida de mi escondite se me hizo tan largo, como si estuviese en un túnel oscuro, con una intensa luz al final.