Una noche. Un secreto. Una obsesión que lo cambiará todo.
Stefania solo buscaba escapar.
Damián solo buscaba control.
Pero cuando sus mundos chocan en Atenas, el deseo los arrastra a una noche tan intensa que marca a fuego sus almas.
Ella huye antes de que él descubra quién es.
Él la busca sin saber cómo encontrarla.
Lo que ninguno imagina es que un lazo invisible ya los ata para siempre:
un hijo concebido entre la oscuridad y la pasión.
Cuando la verdad salga a la luz, deberán enfrentarse a sus familias, a sus demonios…
y a una obsesión que ni el tiempo ni la distancia han podido destruir.
La Obsesión del Jefe de la Mafia.
Un romance oscuro donde amar es peligroso…
pero pertenecer es inevitable.
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Decisiones
Damián
–Déjennos solos –le ordeno al Capo de la ´Ndrangueta y a la mujer que viene entrando, que debe ser la famosa Inés Guzmán.
–Claro que no –espeta Stefano, pero se detiene cuando su mujer toma su mano y lo arrastra afuera.
De inmediato me cae mejor ella.
Una vez que estamos solos cojo el rostro de Stefania y la obligo a mirarme.
–Creo que no me acostumbro. Stefania –repito su nombre, saboreándolo con mi lengua–. En mi cabeza sigues siendo Kate.
Una sonrisa preciosa tuerce sus labios. –En realidad, todo el mundo me dice Stefy –dice y luego enreda sus dedos en mi cabello, como si llevara años deseando hacer exactamente lo que está haciendo en este momento–. Debería haber esperado un día más antes de ir a la cita con la doctora –empieza con el remordimiento nublando sus ojos. Toma mi mano y la lleva a su vientre–. Siempre has estado conmigo, Damián, al menos una parte de ti. Dejaste una marca en mi cuerpo que nunca podré borrar, y no quiero hacerlo. Seremos padres.
Todo mi cuerpo se tensa, porque no es lo que esperaba cuando pensaba en reencontrarme con Kate o Stefy. Nunca he pensado en ser padre, porque nunca he encontrado a la mujer que quiero que gobierne a mi lado. Hasta ahora.
–Son gemelos –agrega con una sonrisa antes de que sus ojos se llenen de lágrimas–. Por supuesto que tenías que hacer todo bien, ¿no? Tendremos una niña y un niño.
Reflejo su sonrisa cuando pienso en mis hijos. Unos hijos que se verán igual como su madre lo hace.
Mis rodillas se debilitan y por primera vez en mi vida, caigo frente a alguien.
Me aferro a sus nalgas y coloco mi boca en su vientre y sonrío. Cuando me follé a esta mujer en lo único que pude pensar durante toda esa noche fue en retenerla a mi lado e imagino que mi cuerpo se hizo cargo. Nos dio un lazo que durará toda la vida.
Un lazo que nada ni nadie podrá destruir jamás.
–Nunca me arrodillo ante nadie, solo lo haré frente a ustedes, porque son mi familia –digo todavía con la boca pegada al vientre de Stefy–. ¿Quieres ser mi reina? –le pregunto a la mujer que se ha convertido en mi debilidad y mi fortaleza.
–¿Tu reina? –pregunta sin entender.
–Mi mujer. Mi esposa. Mi todo –le aclaro.
Su rostro palidece. –No nos conocemos.
–Lo haremos en el camino –digo–. No hay forma de que vuelva a casa sin ustedes. Me pertenecen.
–Damián –empieza mientras se aleja unos pasos.
Me incorporo y tomo su rostro. –No tengas miedo, mi reina.
–No lo tengo, es solo que… –Antes de que pueda decir nada más, la beso.
Todo mi cuerpo reacciona ante su toque y creo que a ella le pasa lo mismo, porque se aferra a mi cuerpo como si fuera una puta boya en altamar.
Su sabor se arremolina en mi paladar y no puedo evitar que un suspiro reparador deje mis labios. No sabía si volvería a tenerla entre mis brazos y ahora está aquí, y es mía. Tiene a mi descendencia en sus entrañas. Y todos ellos me pertenecen.
El cuerpo de Stefy presiona el mío y un calor inesperado se acumula en mi espalda baja cuando siento su vientre empujando contra mi cadera. Ese vientre es la prueba de que es mía, cada pequeña parte de ella me pertenece.
Coloco mis dedos en su precioso cuello y la alejo unos segundos.
–Te cuidaré –le juro–. Te adoraré de rodillas cada maldito día.
Su respiración acelerada compite con la mía, y luego una sonrisa rompe sus labios. –Papá se enojará conmigo.
–No eres su problema. Ahora eres mía y tendrá que entenderlo.
–¿Podemos vivir aquí?
Todo mi cuerpo y mi corazón quiere darle lo que me pide, porque hay algo delicioso en la forma que tiene esta mujer de pedir algo, una fuerza que me obliga a cumplir cada uno de sus caprichos.
Oh, mierda. Si mi hija tiene ese poder estaré perdido.
–Gobierno sobre toda Grecia y sus alrededores, preciosa. No puedo irme de casa.
–Mierda, lo olvidé, eres un capo.
–Jefe –la corrijo–. Capo es una palabra italiana, y no me gusta que nos comparen con esas ratas.
Stefy ríe y me abraza. –Tendrás que acostumbrarte a las ratas italianas –susurra contra mi pecho–. La mitad de mi familia lo es, y mi hermana está casada con el Capo de la mafia Siciliana, y nuestra prima es la Capo de la Camorra y papá….
–Por ti lo haré –la corto–. Sé quiénes están en la organización dorada.
–¿Organización dorada?
–Es como todos llaman a la sociedad que formó tu familia –respondo–. Tendremos que casarnos hoy, porque mis hombres verán con malos ojos si llego con una mujer embarazada que no es mi esposa –miento, porque la verdad me da lo mismo lo que puedan pensar o decir. Lo único que tienen que hacer es obedecerme, pero quiero estar atado a esta mujer cuánto antes.
–¿Sin acuerdo prenupcial? –pregunta con una sonrisita tirando de sus labios–. Si me aburro de ti, podría dejarte en la calle.
–No lo harás –le aseguro y tiro de su mano para salir de este lugar–. Tenemos que ir al ayuntamiento o a Las Vegas, mi Jet está esperando.
Stefy pone los ojos en blanco y les sonríe a sus padres cuando pasamos frente a ellos. –Nos casaremos ahora.
–¡Ahora! –exclama su padre.
–Hija, ¿no crees que es muy apresurado casarte con un hombre que no conoces? –pregunta su madre a mi espalda. Me volteo para verla y puedo ver en sus ojos que está preocupada por la seguridad de su hija.
–Su hija estará a salvo conmigo.
–Y si no funciona, existen los divorcios –dice Stefy mirándome para que muestre mi acuerdo, pero niego con mi cabeza.
El divorcio está fuera de la discusión.
No pienso perderla de vista de nuevo.
–No estoy de acuerdo –dice Stefano–. No te llevarás a mi hija.
Stefy vuelve a poner los ojos en blanco. –Papá, lo haré aquí con tu ayuda o en Las Vegas sola, tú decides.
Veo como uno de los hombres más fuertes que ha dado nuestro mundo se desmorona frente a otro capricho de su hija.
Mierda. Estoy frito.
Algo me dice que nuestra hija será exactamente igual a su madre.
Stefano toma su celular y se aleja, vencido y furioso.
–Cuídala –me pide su madre y yo asiento de inmediato–. Stefy es difícil, es una niña mimada y eso es agotador en el mejor de los días –dice cuando mi mujer se acerca a su padre, quien la abraza mientras habla por teléfono–. No acabes con su espíritu rebelde.
–No lo haré –digo y espero poder cumplir esa promesa.
No quiero acabar con la mujer que significa todo para mí.
*****
Antes de cinco horas estamos casados y arriba de mi Jet con destino a empezar nuestras vidas como una familia.
–¿Lista? –le pregunto mientras tomo su mano.
Suspira profundamente antes de asentir.
Solo me queda esperar que esto funcione, porque si no lo hace tendré que retenerla a mi lado y terminará odiándome y no sé si eso es algo con lo que pueda vivir.
A HUEVO!!!
vamos Stefy no seas egoísta y dale a Damian de tu comida y veras como se vuelve loco con su sabor...