BDSM ¿Abuso O Placer?

Las horas pasan volando y las cuatro chicas, luego de prepararse y vestirse, se dirigen hacia la "cueva".

—Bueno, chicas, ¿están listas para hundirse en el BDSM? —el entusiasmo de Pía es palpable.

—Sí, listas para demostrarles que son solo un montón de machistas llenos de testosterona —bufa Clara, una joven rubia de cabello corto, ojos grises y varios piercing en la nariz.

—Ya, chicas, no discutan, pasemos un buen rato —anima Giorgia, con una sonrisa tranquila, mientras Livia asiente de acuerdo.

—Sí, entremos a relajarnos —responde Livia, con una sonrisa serena.

La "cueva" es un lugar que parece sacado de un sueño oscuro y sofisticado. Las paredes de piedra, en tonos grises y negros, están adornadas con detalles lujosos: cortinas de terciopelo negro que cuelgan con gracia, sofás de cuero oscuro y mesas de cristal que reflejan una luz tenue. Unas lámparas de gas flotan suavemente en el aire, creando un ambiente íntimo, misterioso y ligeramente etéreo.

Una mujer de cabello negro trenzado se les acerca con una sonrisa cálida y las guía hasta la recepción, donde les hace una pregunta muy importante.

—Buenas tardes, señoritas, bienvenidas a Diamond. Antes de entrar, necesito que me digan qué tipo de rol tienen. Su tono es amable y educado.

Las chicas se miran entre sí. Giorgia y Clara no entienden mucho de la dinámica, pero Pía y Livia sí.

—Buenas tardes, yo soy sumisa y estoy disponible —responde Pía, con seguridad, ya familiarizada con la dinámica del club.

La mujer le coloca un collar rojo con la etiqueta "disponible", que resalta de manera sutil pero clara. Giorgia y Clara observan el collar, algo sorprendidas por lo extraño y excesivo que les parece. Livia, por su parte, sonríe tranquilamente, sin incomodarse.

—Yo soy sumisa, pero no estoy disponible —responde Livia, su tono sereno y calmado mientras recibe un collar negro, una clara señal de su estado.

—Y ustedes, señoritas —la mujer mira a las otras dos, que solo niegan levemente.

—Nosotras no somos nada de eso, solo vinimos como oyentes —responde Giorgia con una risa suave.

—Maravilloso, en ese caso, a ustedes les daré estos broches de invitadas —dice la mujer, colocando prendedores dorados en las solapas de sus chaquetas con las palabras "Invitada". Las chicas se ríen entre ellas, aliviadas, y siguen su camino detrás de la mujer que las guía.

Al centro de la sala, una gran chimenea arde suavemente, enviando pequeñas chispas al aire. Alrededor, estanterías llenas de artículos de lujo y accesorios de BDSM crean una atmósfera tan intrigante como desconcertante. Una enorme pantalla proyecta imágenes educativas sobre las prácticas y normas del BDSM, pero es la figura de Rodrigo, de pie al frente, la que realmente atrapa la atención de todas.

Rodrigo es un hombre de presencia poderosa y calmada. Tiene el porte de un líder, pero no es dominante, aunque muchos lo pensaban al principio. Es un sumiso, y el collar de cuero negro que lleva alrededor de su cuello lo delata.

Esta noche, usa un traje negro sin corbata y una camisa blanca de bajo.

A pesar de ser un sumiso, tiene una gran seguridad y calma, cualidades que le permiten guiar a la audiencia a través de las complejidades de la práctica del BDSM. La sala está llena de personas, algunas en pequeños grupos, otras sentadas en silencio, escuchando atentamente mientras el sonido del reloj marca el paso de los minutos.

Rodrigo se encuentra de pie frente a ellos, con un aire tranquilo pero imponente. Con un micrófono en mano, su voz clara resuena por la sala, captando la atención de todos los presentes.

—Hoy quiero hablarles de algo fundamental —dice, su voz resonando con autoridad y suavidad al mismo tiempo. La sala se queda en silencio, como si todo lo que se compartiera allí fuera más que conocimiento, un descubrimiento. —La dinámica entre dominantes y sumisos es mucho más compleja de lo que se muestra comúnmente. Lo primero que debemos entender es que no existe un único tipo de dominante ni de sumiso. Cada persona tiene su propia manera de expresar y vivir estas relaciones.

Sus ojos recorren la sala, asegurándose de que todos estén con la mente abierta, listos para escuchar.

—Empecemos con los dominantes —continúa, señalando a un par de participantes que han levantado la mano. —El dominante, independientemente de si es hombre o mujer, debe ser alguien capaz de guiar a su sumiso, establecer límites y, lo más importante, asegurarse de que esos límites sean respetados. Existen varios tipos de dominantes, y cada uno tiene sus propias características.

Rodrigo ajusta el micrófono, proyectando autoridad con cada palabra. La sala sigue en completo silencio, todos atentos a lo que está por compartir. Incluso Giorgia, que antes estaba algo nerviosa, ahora escucha con fascinación, absorbiendo cada palabra.

—Hoy hablaremos de los diferentes tipos de dominantes que pueden encontrarse dentro de la comunidad BDSM. Cada uno tiene características únicas, y es importante entenderlas para poder navegar de manera saludable y consensuada dentro de este mundo. No todos los dominantes son iguales, y la clave está en la comunicación clara. Vamos a ver algunos de los más conocidos.

Da un paso hacia la pantalla donde se proyectan los nombres de los tipos que iba a mencionar.

—Sádico —dice con una leve sonrisa—, suena para salir corriendo, pero un dominante sádico no busca solo el control, sino que disfruta infligiendo dolor. Es importante notar que el dolor que se proporciona debe estar siempre consensuado. El sádico se siente alimentado por el sufrimiento de su sumisa, pero esto siempre debe estar dentro de los límites establecidos. La diferencia entre un sádico y alguien que simplemente disfruta del control es que el sádico tiene una fascinación por el sufrimiento físico, pero no por eso es alguien abusivo.

La sala murmura, algunos se miran entre sí, mientras Rodrigo sonríe de manera tranquila, como si esperara esa reacción.

—Daddy o Mommy: El dominante asume un rol protector y cuidador, brindando seguridad y confort a la sumisa o sumiso, pero sin tratarlo como un niño. Es una dinámica donde el dominante guía y ofrece dirección, y el sumiso busca apoyo emocional y control. Puede incluir comportamientos como regañar, cuidar o dar cariño, pero siempre en un contexto de madurez y respeto mutuo.

Giorgia está completamente cautivada, sus ojos no se apartan de Rodrigo, su mente procesando todo lo que está escuchando, mientras las otras chicas observan con expresiones variadas.