¡Le Vendí Mi Virginidad!

Eykel no entendía por qué a las mujeres les gusta tanto el romanticismo. Le dijo a Paola que eligiera el restaurante y ella eligió un sitio para enamorados.

— ¿Por qué elegiste este restaurante?— cuestionó un poco enfadado.

— Es hermoso, todo romántico, buena comida, música suave, Eykel mírame, ¿no me quieres ni un poquito?— preguntó con curiosidad.

— Sabes lo que pienso del amor, la pasamos bien juntos y nada más, si no puedes estar conmigo de esa manera vamos a dejar de tener sexo.

—No, no, como tú quieras.— acepto la mujer.

Se dieron un apasionado beso, al separarse, Eykel miró a una esquina, había un rostro conocido y desagradable para su vista, era Maicol Green, su enemigo. Trató de ver la mujer que andaba con él, porque le parecía conocida, le recordó a la chica de la subasta. — Maldición, estoy alucinando.— pensó el joven.

— Vámonos! — dijo apresurado y se levantó.

— ¿Pero por qué?— preguntó confundida.

—Te puedes quedar si quieres. — sugirió con sencillez.

— Tu frialdad no tienes límites. — dijo Paola, indignada. 

— No esperes más de lo que puedo dar.

Salieron del restaurante. A Eykel, ver a ese personaje le hizo recordar su pasado, ese pasado que no podía dejar atrás. Eso era verdaderamente frustrante para él.

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Maicol llevó a Sorimar de vuelta a su casa, se dieron un beso de despedida, algo incómodo para ella y aún más después de ver a Eykel. El joven se retiró feliz, y ella quedó lamentando lo que había hecho.

— Qué romántico y sentimental a la vez. — dijo Luchi, quién la estaba mirando por la ventana y la sorprendió al entrar.

— ¡Uh!, qué susto, ¿qué haces ahí?— preguntó nerviosa.

— ¡Ay!, tú supiste linda!, ¿cómo te fue con Maicol?— preguntó ansioso.

Sorimar terminó de entrar, se quitó los zapatos y se sentó en el sofá. Era imposible no contarle a su grandioso y curioso amigo.

— Pues bien, supongo, me pidió que fuera su novia y acepté, también voy a trabajar en su agencia.— dijo desanimada.

Luchi abrió la boca y se puso la mano en en pecho, haciendo sus acostumbrados gestos. — Definitivamente, contigo me tengo que tomar las pastillas de la presión, porque me puedes dar un infarto, dijiste que no iba a aceptar ¿qué pasó?.

— Eykel Cáceres paso, lo vi en el restaurante, acompañado de una mujer, dándose tremendo beso.— habló apenada.

— Gobiérnate, querida, supera a ese cretino, ¡oye!, ¿qué piensas hacer cuando Maicol quiera hacer el delicioso?— preguntó curioso.

— Pues no voy a hacer virgen toda la vida. Maicol es bueno, estoy segura de que lo voy a llegar a querer.— dijo segura.

— No, definitivamente no puedo contigo. 

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Eykel estaba en el apartamento de Paola, tuvieron su encuentro sexual y nada parecía sacarlo de sus pensamientos.

— ¿Eykel por qué estás tan extraño?— preguntó la rubia.

— ¡No tengo nada!— contestó en un tono frío.

— Si tienes algo, una amargura que no te deja ver más allá de tus ojos. No todo es sexo, no todo es coger rico, existen los sentimientos.— se expresó triste.

— Paola, lo mejor será que dejemos de tener estos encuentros íntimos, veo que estás tomando esto en serio.

— ¿Acaso crees que solo quería coger?, quiero por lo menos dormir contigo.

Él se levantó de la cama, se puso su ropa y salió del apartamento, dejándola con la palabra en la boca. Ella estaba demasiado sentimental para su gusto. Iba conduciendo su auto y la chica de la subasta no salía de su mente.

 Siguiente día

Sorimar iba a empezar a trabajar en la agencia Green, Maicol como todo un caballero pasó a buscarla para llevarla a su primer día de trabajo. 

Al llegar a la agencia le presentó a su papá, el señor Miguel Green, un señor muy gentil, su mamá no se encontraba presente, estaba indispuesta.

— Bienvenida, señorita. — dijo el señor.

— Muchas gracias.

— Vamos, Sorimar, te voy a dar un breve recorrido por el lugar.— expresó Maicol emocionado.

En otro sitio. Eykel no logró levantarse de la cama cuando sonó su alarma, ya que le fue difícil conciliar el sueño. Después de darle los buenos días a su mamá, desayunó algo ligero y se fue a la agencia. Llegó de muy mal humor, al entrar se encontró con un alboroto.

— Buen día, Melania, ¿qué está pasando aquí?— le preguntó a la secretaria.

—Buen día, joven, su papá al llegar despido a varias modelos, incluyendo a Paola.— expresó asustada.

—¡Joder!, gracias.— se enfureció a un más.

Fue directamente a la oficina de su papá, entró muy molesto. El señor Rodrigo sabía de lo que iba a pasar con la decisión que había tomado, y conocía el pésimo carácter de su hijo. Antes que él empezara a reclamar le dijo con una pequeña sonrisa. — Hijo, buen día, mucho ruido en esta mañana.