Él nacimiento de Kevin acabó en el divorcio de Zaira, debido al ADN, pero ¿Quien es el padre del pequeño?
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Capítulo 9 ACEPTO
Saira Martínez
Me dieron de alta al día siguiente y Aidan no volvió a aparecer por aquí, algo positivo para mis nervios.
Mi bella hermana estaba preocupada diciéndome de todas las maneras posibles que "ese demonio" como lo llamaba no era alguien que pudiera traer cosas buenas a nuestra vida y que debía mantenerme alejada de él.
Llegamos a la pensión, un hombre que dijo iba de parte de él nos estaba esperando a la salida del hospital para que lleguemos seguras. El mensaje en su gesto estaba explícito, esperaba una pronta respuesta.
Entramos a nuestro cuarto al que llamamos hogar. Sólo tenemos una habitación con dos pequeñas camas una en cada rincón y una pequeña mesa con dos sillas contra la otra pared. Estar aquí me da tristeza, tenemos tan pocas cosas y eso que ahora estamos mejor que cuando apenas mamá falleció ya que debimos vender cosas para los gastos de su funeral.
Cuando mí hermana se va a la universidad es cuando puedo pensar con claridad la decisión que debo tomar.
En el bolsillo trasero de mí desgastado jean guardé su tarjeta, la saco y la leo con claridad. Todo en el pequeño rectángulo destila elegancia y poder. Es que si es capaz de ofrecerme un millón cómo si nada es porque tiene una cuenta con muchísimos ceros.
No he soñado con ser madre, apenas si puedo mantenernos a duras penas a mí hermana y a mí como para pensar en traer un niño a sufrir al mundo junto a nosotras para pasar necesidades. No tengo tiempo ni para tener un novio, sexo mucho menos luego de lo cansada que salgo de trabajar y si no trabajo estoy buscando por todos los sitios que sea donde pueda ganar dinero.
Acaricio los bordes de la tarjeta de presentación pensando si debo o no llamar. Aún me resulta un poco vergonzoso pensar en abrirme de piernas para que me inseminen.
-Al diablo, perdóname Mil pero llamaré aunque luego quieras matarme- dije en voz alta
Comencé a marcar aquellos números de a uno, con mí corazón latiendo dolorosamente en mí pecho, mí respiración se hizo errática y superficial mientras mis pulmones quemaban por recibir oxígeno adecuadamente.
No pude marcar el último número que desistí de la llamada. El dolor de tener que decirle a mí hermana lo que planeo hacer me atraviesa el corazón como una daga afilada y duele como el infierno. Lo que menos quiero es desilusionarla, me he esforzado tanto por ser la mejor figura materna para ella que si le fallo es el equivalente a fallarle a todo el mundo ya que es lo único que me queda.
Pasó una semana donde seguí trabajando en la chacra esforzándome al máximo para poder tener dinero suficiente pero es un trabajo de temporada ¿Y después? ¿Que haré después? Tendré que volver a buscar trabajo donde sea y hay tanta gente en mí misma situación que conseguir algo es casi una bendición. Además de eso los empleadores se aprovechan de la necesidad y la desesperación para pagar algo inferior al mínimo.
Decidí llamar a Buckley y contestó al segundo tono con esa voz gruesa que me intimida al punto de poderlo imaginar mirándome con severidad así como lo hace.
-Habla Buckley
-Señor Buckley soy Saira Martínez, ¿Me recuerda?
-Asumo que me llama para darme una respuesta
-Así es, acepto
-Grandioso. Mañana mí chófer la recogerá a las 09:00 horas para llevarla al hospital y hacer las pruebas correspondientes
-Está bien, lo estaré esperando
-Muy bien. Cualquier inquietud que tenga o lo que necesite me lo informa, estaremos en contacto. Adiós- colgó sin darme tiempo a decir una sola palabra.
El haber aceptado llevar en mí vientre al hijo de un desconocido es la menor de mis inquietudes en éste momento. Lo que me preocupa ahora es ¿Cómo le explicaré esto a Mil?