Graciela Sáenz una joven de 20 años que despierta en la cama de un extraño y años después tiene que volverlo a enfrentar con una realidad que unirá sus mundos.
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Lebron
Mis pasteles han sido un éxito en la cafetería, tanto que están pensando en abrir otro piso para ellos. Se han convertido en mis obras de arte y mi historia que contar. Trabajo sentada la mayor parte del tiempo, ya que todos están pendientes de mí. Mi embarazo ha avanzado exitosamente, y al menos he logrado sobrevivir al primer trimestre y con él se fueron los vómitos. Mi apetito sigue en aumento, pero este pequeño detesta las verduras. Aun así, me obligo a comerlas la mayor parte del tiempo por salud. Todavía no me hago mucho a la idea de mi situación. No me gusta que acaricien mi vientre o que indaguen en el tema. Las personas suelen preguntar por el padre, lo que hace que, en ocasiones, sienta a este bebé como si no fuese parte de mi cuerpo. Pero todo es un proceso.
Lo que gano en la cafetería con la decoración de pasteles es bastante bueno, demasiado diría yo para una labor como esta. Pues yo no preparo ni horneo, ni soy la que se encarga de recibir los pedidos. Solo los decoro y ya. Pero en poco tiempo he podido reunir algo de dinero para mis controles, algo de ropa y cosas que tengo pensadas para mi bebé. Pienso seguir reuniendo para poder tener un lugar propio, pues no deseo seguir abusando de Fiorella y Damián. Ellos son un matrimonio y necesitan espacio. Creo que han hecho mucho por mí, y es momento de pensar en partir de su hogar.
Aunque sé que será difícil, a Fiorella le preocupa mucho mi gestación y el proceso de aceptación de mi bebé. Pues aunque no tengo mucho tiempo, siento un palpitar dentro de mí que me resulta tan incómodo como cuando desean tocar mi vientre. Ha insistido en tomar clases prenatales y en una consulta psicológica para que todo sea más fácil y pueda tener esa conexión a plenitud con mi hijo.
Así es como, de la mano de Fiorella, ingresé una vez más a la consulta prenatal. Yo creo que las personas la ven tan conectada con mi embarazo que incluso han pensado que somos pareja. La verdad, es muy cómico ver cómo nos miran, pero es que Fiorella exagera todo. Me lleva de la mano a donde vamos por temor a que pueda caerme o desmayarme. Me ha dado un celular que, obviamente, al inicio no acepté, pero ella insistió. Ya que en ocasiones había que salir de la cafetería, y aunque quedaba acompañada por los demás, mantenía llamando cada cinco minutos, lo que hacía que tuvieran que parar sus labores para llevarme el celular hasta donde estaba. Por qué les llevaba a atención si tenía que pararme a ir por él era algo no muy exagerado.
En la casa no era menos. Había pasado mi habitación a la primera planta de la casa para que no subiera escaleras por miedo a que me cayera. Tenía hasta un monitor de audio en caso de que necesitara algo, ella estaba pendiente. Era increíble.
Damian solía burlarse de ella, por qué de verdad se habían convertido en mi familia y ella era como mi madre. Era agobiante, pero hermosa. Siempre estaba pendiente de mis comidas, de mi estado de ánimo y, sobre todo, de los controles. Trataba de controlar mi dieta lo mejor posible o hasta donde mi cuerpo tolerara. Salía en mi tiempo libre a dar caminatas, algunas veces con Nana y en otras me acompañaba Damián, con el cual pasaba largos momentos burlándonos de Fiorella. Se había convertido en un gran amigo y con él podía hablar abiertamente de mis sentimientos acerca de mi embarazo, mis sentimientos encontrados y mi incomodidad con Fiorella. Podía hablar, pero no igual, por qué ella lo veía como algo hermoso, y yo igual, pero no era lo mismo. Había días en los que no dormía recordando aquel suceso, y aunque no quería, el rechazo era parte del proceso de aceptación y una parte de mí protegía a este bebé con mi vida. Era algo extraño para mí.
En mi habitación habían colocado un caballete y muchos lienzos en los que me desahogaba pintando, ésta era mi pasión y sé que tendría que retomar todos mis estudios. En algún momento voy a ser la profesional que me prometí ser. Había estado averiguando universidades, costos y materiales con la ilusión de retomar mi vida en el punto en el que lo había dejado. Me faltaba ya muy poco para terminar y sé que lo lograré. No sé cómo será con un hijo, pero eso debe de ser mi fuerza. Si había decidido tenerlo, no será para que pasara trabajos ni hambre y mucho menos para que le faltara estudio.
Era extraño para mí cada vez que había visitas en la casa, pues ellos me presentaban como una más de la familia. Fiore solía decir que era su hermana, haciendo muchas veces que mis ojos se aguaran con tan hermosa palabra. Mi hermana de sangre nunca se llevó bien conmigo, por lo que nunca tuvimos esa hermandad y ese cariño que siento por Fiorella.
A la casa había llegado LeBron, el hermano menor de Damián. Sin duda, era hermoso, carismático y una excelente persona. Solía hablarle a mi vientre, lo cual lo hacía aún más incómodo. Hablaba constantemente de ella, refiriéndose a su princesa. Era como un amigo tipo chicle, insistente pero que vivía en una casa que era más de él que mía. Solía ingresar a mi cuarto para observarme pintar, lo que hacía que me distrajerá un poco. Cada día se veía más interesado en conocerme, conocer mi historia y sobre todo, quién era el padre de mi bebé. Esto hacía que me pusiera de mal humor y lo terminara sacando a gritos y sollozos de mi habitación.
Nadie más que Fiore y Damián sabía por qué yo no quería hablar del tema. Para mí, no era nada sencillo hablar del tema con las demás personas. La psicóloga me dice que debo comenzar a decirlo en voz alta. Cuando logre aceptar todo esto y logre soltarlo, así de una manera natural, será más fácil aceptar a este bebé en mi vida.
Lebron tiene un carisma único. Se ha dedicado a ser mi sombra, sumando a Fiore. Con él voy a centros comerciales o a comerme un helado. Muchas veces me invita a cenar. Solía sentarse con una pequeña lista en la mano, comentando nombres. Parecía realmente un padre primerizo o al menos, ante los ojos de las personas. Siempre era atento, corría mi silla, limpiaba la comisura de mis labios cuando comía algún postre, con mi mano siempre en mi espalda. Me mira con un brillo en su mirada que quiero pasar por alto. En este punto de mi vida, no me imagino en una relación sentimental. Además, hasta que mi falso matrimonio complete un año, soy una mujer casada. Digo falso no porque los documentos lo sean, más bien es porque nosotros no nos conocemos y espero nunca hacerlo. Es lo que nunca debe salir a la luz. Eso fue solo la salida para marcharme de ese lugar donde me hicieron tanto daño.