Completa
La vida nos da siempre segundas oportunidades y donde hubo fuego cenizas quedan, eso decía mi abuela.
Ari conoce a Álvaro cuando apenas tenían 16 años, ellos se enamoran, Pero por las circunstancias de la vida hace que cada quien tome un camino distinto a lo que ellos pensaron.
El destino los junta reviviendo el pasado amor de adolescente que tuvieron y ahora con mas fuerza.
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Cap. 8: Sentimientos sinceros
ÁLVARO GRUBSTEIN
Ari me mostró dónde vivía, me estuve enfrente de su casa.
— Aquí me bajo. Te veo mañana— ella sonrió.
Hasta que ella entró me fui. Me sentía feliz.
Llegué a mi casa, subí al cuarto y me cambié. Mi padre me llamó, ignoré la llamada y bajé al gimnasio a hacer un poco de ejercicio. Mi madre estaba ahí, haciendo un poco de cardio.
— Madre. No sabía que estarías aquí. Regresaste temprano.
— Si. Me sentía un poco estresada y lo mejor es hacer un poco de ejercicio.
Mis padres siempre han estado al frente de la empresa que mis abuelos les heredaron, y con trabajo duro se han expandido por todo el país y también por toda Europa y Asia.
Terminé de hacer una rutina corta de ejercicios y subí a mi cuarto a darme una ducha.
A las 7 pm bajé a cenar. Mi padre estaba en uno de los extremos del comedor, tenía una actitud fría, parecía molesto.
Terminando de cenar. Me levanté.
— Álvaro ven a mi despacho.
Lo acompañé al despacho, cerró la puerta. Yo sabía el porqué de su actitud.
Me dio una cachetada. No dije nada.
— Eres estúpido o ¿qué?
— ¿Por qué me pegas? — Estaba molesto.
— No puedes despreciar a Anne por una don nadie. He trabajado duro todos estos años para que tomes mi lugar un día en la empresa, pero necesitas a alguien decente, que esté a tu mismo nivel.
— No quiero a Anne.
— No me digas que te enamoraste. Solo lo diré una vez. No puedes despreciar a Anne. Terminando el bachillerato te casarás con ella.
— ¿Qué? Solo tengo 17 años, no me quiero casar con ella y menos a esta edad.
— Con el tiempo la amarás.
Salí del despacho muy molesto, dejando a mi padre hablar solo. Me encerré en mi habitación. Le di un golpe al espejo, hiriendo mis dedos.
No entiendo a mi padre. Él no me puede decir a quien voy a amar.
Tomé mi celular y llamé a Anne.
— Hola mi amorcito.
— Eres una maldita loca. Que le dijiste a mi padre.
— A tu papá nada. A mi padre si le dije que me has tratado mal y que me has despreciado por una aparecida.
— Escúchame muy bien, NO TE QUIERO, NO TE AMO, NO SIENTO NADA POR TI, estás loca.
— Eso no me importa, yo si te quiero, yo si te amo y yo si siento mucho por ti. No tienes que amarme, mi amor es suficiente para los dos— Colgué la llamada.
No pude dormir toda la noche. A la mañana siguiente me alisté para ir a clase. Me salté el desayuno. Quería llegar lo más temprano posible a la escuela.
Esperé afuera del salón de clase a Ari. En cuanto llegó, le tomé la mano y la llevé casi corriendo a fuera del colegio, no importaba si todos veían, quería hablar con ella.
—Hoy saltaremos las clases. Necesito hablar contigo.
— Álvaro, ¿Qué sucede? Van a llamar a mi mamá si no entro a clases.
— Sube de inmediato al auto— Ella subió.
Conduje hasta llegar a una tienda de ropa.
— No te vayas. Espérame.
Entré a la tienda que recién estaba abriendo. Escogí un par de camisetas y un par de jogger negros. Pagué y regresé al auto.
— Cámbiate la ropa.
Ella se pasó a la parte trasera del auto. No dijo nada. Y yo esperé afuera del auto. Ella se cambió y salió. Yo entré al auto y me cambié.
— Me estoy empezando a poner nerviosa. Mi mamá me va a regañar fuerte.
— Sube, ahora vamos a dar una vuelta.
La llevé al "mirador" desde ahí se podía observar el lago. Es una área turística que está dentro de la ciudad.
Ella salió del auto. El viento movía su cabello y puso una sonrisa en sus labios al ver el paisaje.
La abracé. Acaricié su cabello.
— Quiero decirte que me importas mucho y soy sincero cuando te digo que me gustas de verdad. Nunca dudes de este sentimiento.
— Quiero venir otra vez para mí cumpleaños. Me gusta este lugar.
— Vendremos. ¿Cuándo es tu cumpleaños?
— Muy pronto— Ari sonrió, no me contuve y la besé.
Nos sentamos en una banca frente a frente. Parecíamos un par de tontos viéndonos.
No tuve valor para decirle lo que había sucedido anoche con mi padre. No quería arruinar este momento, que era como nuestra primera cita.