Giiuseppa Lo Vasto fue una leyenda en el mundo del crimen: elegante, letal, y temida hasta por los más poderosos. Sabe de moda, de seducción y de poder. Gobernó su cartel con inteligencia y mano de hierro… pero, al final, todo ese imperio se sintió vacío. Cansada de tanta sangre y traición, decide poner fin a su vida con una sola bala, preguntándose en sus últimos segundos qué habría sido de ella si hubiera elegido otro camino.
Despierta en un nuevo cuerpo. El de Aurora Rossetti una millonaria joven de 21 años, insegura, manipulada por su supuesta mejor amiga, y destruida emocionalmente por una traición que la llevó al suicidio. Ahora Giiuseppa tiene una nueva vida, una nueva cara, y una nueva misión: reconstruir a Aurora desde las cenizas, cobrar venganza en nombre de la joven que no pudo defenderse... y vivir, por fin, con dignidad.
Pero su pasado oscuro, su astucia afilada y su instinto de supervivencia no desaparecen. Esta vez, renacerá para hacer las cosas bien.
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Asombro.
La mañana siguiente llega muy de prisa; los ojos de la joven se arrugan cuando los destellos de sol golpean su cara.
Se levanta con un suspiro profundo y siente que hoy es el primer día de toda su vida. Los recuerdos de la antigua Aurora son cada vez más lejanos; ya no son solo algunas cosas, ahora recuerda hasta su niñez.
Decide que hoy debe sacar toda esa ropa y desaparecerla. "Mal gusto" no sería la palabra para definir por qué la otra chica la compró.
Una vez se asea, se dirige al armario nefasto y comienza a decidir qué puede ponerse. Hay cosas tan coloridas y brillantes que hasta le dañan la vista, entonces suspira.
—Pero, ¿cómo pudiste elegir esto tan horrendo? Sale de su habitación ya vestida con un enterizo fucsia que tiene rosas grandes de colores y pequeños cristales brillantes. Se amarra en el cuello y, aunque le resalta el cuerpo, es verdaderamente horrible, pero todo lo demás parecía disfraces.
Baja las escaleras con una sonrisa más de burla que de cordialidad.
—Buenos días, hija, ¿qué es tan gracioso? Su madre se le acerca y la saluda con besos en las mejillas.
—No sé cómo pueden dejar que contamine la visión de otros con esto. Una de las chicas no aguanta y suelta una carcajada, luego se disculpa.
—Lo siento, señorita. Aurora niega, riendo.
—Descuida, es horrible y debería no perdonarles por no haberlos quemado a escondidas —dice, teniendo cuidado de soltar palabras de otra década.
—Bueno, pasemos a desayunar y luego vamos a deshacer ese mal. Ellas y el padre de Aurora vuelven a compartir la mesa y no se pueden sentir más felices. Aurora observa la escena y suspira. Por fin tiene lo que pidió: una familia. Y, aunque siente tristeza por la otra chica, no puede hacer nada por revivirla.
El desayuno termina y los tres salen a la vez, pero su padre se desvía a su trabajo y ellas siguen en el otro auto hasta el centro comercial.
La joven observa el auto lujoso; según le dicen sus recuerdos, es un Audi. Queda sorprendida por cómo ha avanzado todo, pero luego se distrae hablando con su madre, a quien ya sentía como suya.
Al llegar al centro comercial, ambas bajan entre risas, y los ojos de Aurora observan todo con asombro, no solo los lugares, sino la cantidad de ropa en las vitrinas: modelos hermosos que esperan ser comprados, por ella, por supuesto.
—Vamos, cariño. Su madre la lleva hasta la tienda de los Rosetti, una de las más grandes. Una mujer de unos treinta años las recibe con una hermosa sonrisa.
—Señora Rossetti, señorita Rossetti, sean bienvenidas, pasen por aquí. Las dirigen hasta donde están los más exclusivos modelos. El cuerpo de Aurora se eriza de emoción; su imaginación vuela.
—¡Por Dios, todo es hermoso! Camina mientras escoge: pantalones plisados, tops de encaje, camisas de seda, vestidos, suéteres de cuello alto y vestidos de todo tipo.
—¿Qué te parece, madre? Su madre, Aura Rossetti, sonríe emocionada.
—Me parece que, por fin, mi niña despertó su buen gusto. Las dos escogen varias prendas y luego van a los vestidores. Cada conjunto es más hermoso que el anterior. Hay elegancia y actualidad en lo que lleva, no son los vestidos de antes ni los pantalones que solía usar. Son aún mejores, más cómodos y livianos, sin tanta tela ni fondos y, mucho menos, corsés que le corten la respiración.
—Todo te queda precioso, hija. Aurora elige cada cosa que necesita, luego es turno de las joyas y los zapatos. Al final, llegó el turno de la lencería.
Las risas son infinitas por lo mínimo de cada prenda y así terminan un maravilloso día de compras entre madre e hija.
Una vez llegan a la mansión, deciden hacer un día de películas. El suave sonido del aire acondicionado llena el ambiente, mientras que su madre le acaricia el cabello con ternura, observando la gran pantalla que ilumina la sala. Aurora se siente acogida en ese espacio, disfrutando de esos momentos tan bonitos y únicos. Esta vez, usa uno de los nuevos atuendos: una hermosa pijama de algodón, suave al tacto y perfecta para un día de relax. Se acomoda en el sofá, sintiendo la suavidad de la tela contra su piel mientras pasa horas viendo películas junto a su madre.
El tiempo parece detenerse entre risas y charlas, pero al día siguiente, la realidad la llama. Es hora de regresar a la universidad. Aunque aún tiene fresco el recuerdo de la calidez de su hogar, sabe que tal vez se cruce con la arpía de Sabrina. Un sentimiento de determinación la recorre; está lista para todo.
Aurora cruza las puertas de la universidad con una calma que no ha sentido antes. Lleva un suéter de lana marrón claro, es manga larga y deja sus hombros descubiertos haciéndola ver sensual, más no vulgar. La falda es corta y plisada de color café al igual que sus botas, lleva medias panty color negro y un pequeño collar de oro con un dije hermoso, un cinturón delgado descansa en su cintura dándole el toque final.
Outtfitt de Aurora.
Cada paso que da es seguro y derrocha elegancia. A pesar de no estar acostumbrada, sabe que debe adaptarse, y según los consejos de su madre, así es como se visten ahora. Nadie la reconoce. Su cabello está suelto y lleva un maquillaje sutil que resalta sus hermosos ojos grises azulados.
Los murmullos comienzan a elevarse como un susurro colectivo. Algunos se giran para observarla, pero ella, con la cabeza erguida, no hace caso. Sus pasos resuenan firmes sobre el suelo, como si el mundo fuera suyo.
De repente, un susurro conocido corta la atmósfera.
—¿Aurora?
Ella detiene su marcha por un instante, luego gira lentamente. Su mirada es fría, distante.
—Perdona, ¿nos conocemos? —pregunta, sin una pizca de duda en su voz, como si en realidad no tuviera ni la más mínima idea de quién es ella.
Sabrina la mira, desconcertada, su ceño ligeramente fruncido, no puede creer que, en vez de estar muerta, esté así de diferente.
—¿Cómo que si nos conocemos? —dice, con incredulidad, dando un paso hacia ella, pero Aurora no se inmuta.
—No recuerdo haberla visto antes —responde, su tono firme, pero elegante, sin dejar espacio para discusiones, pero mirándola como si fuera insignificante.
Y, sin más, da media vuelta y continúa su camino, dejando atrás a Sabrina, que permanece allí, con la boca entreabierta y la mente atónita.
Los murmullos se intensifican, pero ahora no son de burla, sino de asombro. Los que la conocen comienzan a mirarla con otros ojos. Sus gestos, antes distraídos y desordenados, ahora son suaves, medidos, llenos de una gracia inesperada. Su lenguaje, preciso y refinado, deja una impresión profunda en quienes la escuchan. Su porte, elegante y seguro, parece llevar una interesante historia detrás.
Aurora no es la misma. Poco a poco, la verdadera Aurora Rossetti renace ante los ojos de todos.
Ese día deja a muchos boquiabiertos no solo por ignorar a Sabrina, sino por cómo se desenvuelve en cada clase. Incluso personas que jamás le hablaron hoy lo hicieron, y con solo pocas palabras se dan cuenta de que no es como la han pintado.
Aurora.
Hablando de otro tema, pienso que Aurora no debería contarle a los papás quien es ella en realidad, para que causarles ese dolor? tal vez a Luca, ya que él no conoció a la verdadera Aurora y no sufriría esa perdida. 🧐🤔🇨🇴
hay que hacerlos sufrir a todos