Aksel Klutzberg no es el típico alfa de cuento. Es delgado, su forma de lobo es más pequeña que la de cualquier otro líder, y su vida está lejos del lujo o la admiración. Se convirtió en alfa siendo apenas un adolescente, cuando sus padres lo abandonaron para ir en busca de sus mates, dejándole solo una nota y una manada al borde del colapso.
Hoy, Aksel vive en la casa principal de la manada, pero prefiere usar los pocos recursos que le quedan para reparar los hogares de los demás, pagar estudios, cubrir gastos médicos y mantener unida a su gente antes que comprarse un par de pantalones nuevos. Trabaja en la única ferretería que lograron salvar, sobrevive a base de esfuerzo y sarcasmo, y no ha tenido tiempo —ni espacio— para enamorarse.
Lo último que espera es encontrar a su mate. No está listo para el amor, ni para compartir una vida que a duras penas sostiene.
Pero el destino no espera a que estés preparado.
Y Aksel está a punto de enredarse más de lo que nunca imaginó.
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Hermanos sin enredos
Zafiro y Josh se han acostumbrado rápido al ritmo de la manada. Aún no hemos hablado de la casa ni la he marcado. Ella está más tranquila. Pero ahora que dormimos juntos, soy yo el que da vueltas en la cama. Sé que está decidida, que quiere que la marque, pero no sé cómo decirle que sería mi primera vez. Temo decepcionarla.
Esta mañana la pasé entrenando con los cachorros. Zafiro vino a buscarme con una canasta llena de refrigerios para los chicos. Se le nota en los ojos: algo la preocupa.
—¿Preciosa? ¿Todo bien?
—Creo que sí. Bueno, no del todo. Quiero que me acompañes más tarde... Quiero hablar con Josh y Liam sobre lo que me pasó.
—Sabes que estoy contigo en todo —pienso al instante—. ¿Pero no preferirías hablar a solas con tu hermano?
—Lo pensé, pero Liam lo va a sentir por el vínculo y seguro terminará interrumpiendo. Prefiero que esté desde el principio. Y tú... quiero que estés cerca. Esto también nos detiene a nosotros.
—¿Lo dices porque aún no te he marcado?
—Sí, pero tienes que saber que... esa no fue mi primera vez.
Eso no lo esperaba.
—Entiendo —respondo seco, porque no sé cómo reaccionar.
—Aksel, cariño, no quiero ocultarte nada. Antes de que murieran nuestros padres, tenía otra vida. Fui feliz. Salí con un chico. No pasó nada terrible, simplemente no sentíamos lo mismo. Me gustaba, pero no lo amaba.
—Tranquila... lo entiendo. Pero eso no quita que me ponga un poco celoso.
—Lo que intento decir es que no me trates como si me fuera a romper. También quiero estar contigo. Sé bien la diferencia entre estar con alguien por gusto... y ser violentada.
La escucho y solo pienso en lo fuerte que es. Pero si supiera que el problema soy yo.
—No quiero que pienses mal... es solo que... no quiero decepcionarte. Porque... este... yo... rayos...
—Pues hemos esperado a nuestra mate y no hemos estado con ninguna mujer —interrumpe River con orgullo desde el vínculo mental.
Zafiro dice “oh” y me mira apenada.
—No, no te estoy juzgando ni nada —trato de aclarar lo que River acaba de soltar—. Es solo que nunca me sentí cómodo con nadie. No creí que alguien se fijara en mí. Siempre estuve ocupado… yo...
Ella se pone de puntillas y me besa. Luego me susurra:
—Lindo. Muy lindo. Y solo mío.
Mis rodillas ya no me sostienen. Me acaba de reclamar como suyo. Ella ríe y me abraza. La estrecho fuerte.
—Bueno —dice sonriendo—, solucionado el asunto de por qué no me has marcado aún. Creo que es momento de hablar con mi hermano.
—Ok, preciosa. Vamos. Siempre voy a estar a tu lado.
Caminamos juntos, rodeándola con el brazo por la cintura. Al llegar a casa me baño rápido, nos arreglamos y subimos al cuarto de Liam y Josh. Zafiro toca con suavidad. La puerta se abre al poco rato. Liam nos recibe con una expresión neutra.
—¿Podemos pasar?
—Claro —responde con cortesía.
Entramos. Josh está en el sofá, mirando la televisión. Al vernos, apaga el aparato y se gira. Zafiro se sienta frente a él, incómoda. Josh la mira preocupado. Liam observa en silencio, tenso. Sabe lo que viene.
—¿Josh? —dice Zafiro, suave—. Hay algo que necesito contarte.
—¿Es por lo que pasó hace tiempo? —dice él con una mirada de reproche a Liam—. Él no tenía derecho a tratarte así. Sé que estaba protegiéndome, pero yo decidí olvidar todo, así que no te angusties más.
—Mentiroso —susurra Zafiro. Todos lo oímos—. Sé que no me perdonaste, que te esfuerzas por quererme, pero aún crees que soy una egoísta. ¿Verdad?
—Prefiero no hablar de eso —responde Josh, molesto.
—Joshi, por favor escúchala —dice Liam tomándole la mano—. A mí también me dolió lo que hizo, pero merece que la escuches de verdad.
—Está bien. Dime lo que tengas que decir. Tal vez así entienda por qué quisiste dejarme solo.
Zafiro respira hondo. Cierra los ojos. Abre el corazón. Y empieza a hablar.
Le cuenta todo. La verdad, sin adornos. Lo que le hicieron. Lo que hizo. El dolor. El miedo. La vergüenza. Le habla de la reunión con el accionista. Josh escucha, primero incómodo, luego atento. Su expresión va cambiando a medida que Zafiro revela lo ocurrido. Cuando menciona las fotos, él palidece. Parece recordar algo.
Liam se acerca más a él y lo abraza con fuerza.
—No fue tu culpa, Josh. Tenías derecho a estar con alguien. Que te hayan fotografiado sin que lo supieras fue una violación a tu intimidad, no tu error.
Zafiro intenta no entrar en detalles, pero debe contar cómo, tras ese “trato”, el accionista la secuestró para violarla. Josh no puede contener las lágrimas. El aire se llena con su dolor. Liam y yo lo sentimos, lo olemos. Mi lobo quiere destruir al desgraciado que le hizo eso. Pero me contengo. No puedo cargarla con mi rabia.
Zafiro sigue hablando. Explica que en la casa ya no se sentía segura, que creía que los vigilaban. Que por eso insistía tanto en irse, en llevarse a Tobi. Josh parpadea, confundido. Luego abre los ojos, impactado.
Tobi. El peluche de la infancia. Su palabra clave. Su señal de emergencia.
—Zafiro... lo siento. Yo fui el que te abandonó primero. Debí notar tu miedo, tu forma de cambiar. Recuerdo que mencionabas a Tobi, pero no te hice caso porque pensaba que estábamos solos.
—No te preocupes. Yo debí decirlo de otra forma, pero tenía miedo. Y vergüenza.
—¿Por eso quisiste quitarte la vida? —pregunta Liam, con voz quebrada.
Ella niega con la cabeza y le cuenta sobre el sobre que llegó a su casa. La amenaza que venía adentro. Las instrucciones.
Josh se levanta furioso. Liam intenta calmarlo, pero Josh rompe a llorar. Golpea su propio pecho, grita que falló, que no protegió a su hermanita, que la juzgó sin saber. Siento a Zafiro temblar entre mis brazos, la consuelo, la sostengo.
Josh se arrodilla frente a nosotros. Le acaricia la espalda. Zafiro se gira y lo abraza. Él le pide perdón una y otra vez.
—No tienes que pedir perdón —le dice ella—. No sabías. Cualquiera habría pensado lo mismo.
—No, Zafi —dice Josh, mirándome—. Aksel, sin saber nada, siempre supo que eras dulce, buena. Yo, en cambio... te juzgué por miedo.
—Joshi, no te sientas mal —interviene Liam.
—Tú y yo vamos a superar esto —dice Josh, mirando a su hermana—. Vamos a estar bien.
me encantó la personalidad de este alfa