Esther es una mujer llena de luz, apasionada por el ballet y la vida. Su mundo parece perfecto al lado de Lucas Belmonte, su esposo y el amor de su vida. Pero todo cambia en un instante cuando un trágico accidente automovilístico le arrebata al amor dejándola rota, perdida y convencida de que jamás volverá a amar.
En busca de sanar sus heridas, Esther emprende un viaje por el mundo, decidida a reencontrarse consigo misma. Cada lugar, cada rostro, cada paso la confronta con su dolor, pero también le abre puertas a nuevas emociones, aprendizajes y posibilidades.
¿Será capaz de reconstruir su vida? ¿Podrá abrir su corazón otra vez y volver a amar?
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Solo un instante
...Esa noche, Esther no pudo dormir. El aire, cálido y pegajoso, entraba por la ventana entreabierta, haciendo que las persianas se movieran suavemente. En la quietud de la casa, solo se oía el murmullo lejano del viento jugando con las hojas del jardín....
...Se levantó descalza, como si el suelo frío pudiera anclarla a la realidad, y salió al patio trasero. El cielo estaba cubierto de estrellas, como si todo el universo se hubiera dispuesto a observarla. El aire de junio la envolvía, tibio y lejano, y se dejó llevar por él, sintiendo cómo acariciaba su piel....
...Se sentó en la vieja mecedora, la misma que su abuelo había construido años atrás, se sentó y se balanceó ligeramente, mientras el sonido de la madera chirriaba bajo el peso de sus pensamientos. No entendía bien qué estaba sintiendo....
—“¿Es esto vivir de nuevo?” —se preguntó, mientras el silencio nocturno la envolvía como una manta protectora.
...No era felicidad. No era tristeza. Era algo difuso, algo que le costaba nombrar, pero que se desplegaba delicadamente, como un brote verde que surge de la tierra después del largo invierno. Algo frágil y hermoso....
—“¿Cómo es posible que algo duela y, al mismo tiempo, se sienta tan vivo?” —Pensó. Algo en su interior comenzaba a resquebrajarse, pero de una manera que no temía, sino que anhelaba.
^^^—¿No puedes dormir? —La voz de su madre la sorprendió, cortando el hilo de sus pensamientos.^^^
...Clara se acercó, con una bata ligera y el cabello suelto, como una figura materna salida de un sueño. Se sentó junto a Esther, compartiendo el silencio, como si no necesitara más que estar allí, en la quietud de la noche....
—Mamá… cuando te diste cuenta de que era momento de sanar después de la muerte del abuelo —murmuró Esther, con una vulnerabilidad que no había mostrado en mucho tiempo.
...Clara observó las estrellas, buscando las palabras en el cielo. Después de un rato, habló suavemente:...
^^^—No lo supe —dijo, finalmente, con un tono tan tranquilo que parecía que hablaba desde una memoria muy profunda^^^
^^^—Solo un día me di cuenta de que ya no era solo el dolor lo que ocupaba mi ser. Había tristeza, sí… pero también había espacio para cosas pequeñas. Nuevas alegrías. Nuevas formas de amor. No reemplazan lo que perdiste, Esther… solo crecen a su lado.^^^
...Esther la miró, sintiendo un nudo en la garganta. Era lo que siempre había temido: que al permitir que algo nuevo ocupara su corazón, estuviera traicionando la memoria de Lucas....
—Siento que le estaría fallando si permito eso —confesó, la voz quebrada.
...Clara apretó su mano con suavidad, como si transmitiera toda su calma en un gesto....
^^^—Lucas no está atrapado en tu dolor, hija. Él vive en ti, en tus risas, en tus pasos, en cada movimiento que haces cuando te permites ser tú misma. No le fallas al vivir. Le honras.^^^
...Las lágrimas llegaron sin aviso. Esther las dejó caer sin intentar frenarlas. Se permitió estar vulnerable, como cuando era niña, y encontraba consuelo en el abrazo de su madre....
...Esa noche, bajo el cielo portugués, Esther no tomó ninguna gran decisión. No prometió nada. No juró nada. Solo respiró profundamente, permitiendo que su corazón, por fin, comenzara a dar espacio a algo más que el dolor....
...Y dejó que la vida siguiera brotando, como un pequeño milagro que aún no comprendía del todo, pero que ya empezaba a reconocer....
...Septiembre llegó con la misma tibieza que el verano dejaba atrás, con atardeceres dorados que daban paso a noches llenas de promesas en Lisboa. Ya habían pasado siete meses desde la muerte de Lucas, y aunque el tiempo parecía haberse diluido, Esther ya no era la misma. Su risa, aunque a veces tímida, volvía a nacer, como un suspiro robado al viento. Había vuelto a bailar, no solo en el estudio, sino también en su vida. Ahora improvisaba, aceptando momentos imperfectos y dejándose sorprender por la belleza en lo inesperado....
...Fabio seguía allí, como un refugio, pero también como el impulso que la empujaba a dar pasos más firmes en el camino de su propio renacer. Habían compartido meses explorando la ciudad, tomando café en pequeños rincones, asistiendo a recitales de poesía en cafés oscuros. Y, sobre todo, creando. Él escribía. Ella bailaba...
...Aquella tarde, el plan era sencillo: recorrer la feria artesanal que se extendía a lo largo del río....
^^^—No puedes estar en Lisboa en septiembre y no probar los pastéis de nata de la feria —dijo Fabio, dándole un codazo con picardía.^^^
—¿Me estás sugiriendo que toda mi experiencia cultural dependa de un pastel? —río Esther, jugando con la broma.
^^^—De uno muy pequeño, sí. Y glorioso.^^^
...Caminaban entre los puestos de cerámica y cestas de mimbre, y Fabio hacía comentarios divertidos sobre todo lo que veían: un perro más grande que su dueño, los turistas luchando con el portugués, y las canciones antiguas que flotaban por el aire. Esther se sintió ligera. Tan ligera que, por un momento, se permitió olvidar la gravedad que siempre la había acompañado....
...Se detuvieron frente a un músico callejero que tocaba un fado lento. Esther cerró los ojos, dejándose mecer por la melodía, tan triste como hermosa, tan llena de nostalgia, que parecía hablarle directamente al alma....
...Cuando abrió los ojos, vio que Fabio la miraba. No como un amigo, ni como un compañero de viaje. La miraba con una intensidad silenciosa, como si la viera en su totalidad, con algo profundo que no podía expresar con palabras....
...Un estremecimiento recorrió su cuerpo, pero no de miedo, sino de reconocimiento. En ese instante, un susurro de comprensión nació entre ellos, algo que ya no podían negar....
...Fabio extendió la mano con una sonrisa tranquila....
^^^—¿Bailamos?^^^
...Esther soltó una risa suave e incrédula....
—¿Aquí? ¿En medio de la feria?
^^^—¿Por qué no? —dijo él, sin moverse, con un tono despreocupado—. Nadie nos conoce. Y si nos conocen, que se unan.^^^
...Esther dudó por un segundo. Pero luego dejó que su mano se deslizara en la de él, aceptando el momento con una sencillez que la sorprendió....
...No era un baile elegante, ni estructurado. Era torpe, improvisado, lleno de risas y pasos descoordinados, pero, mientras giraban lentamente entre la multitud, el resto del mundo desapareció. Solo existían ellos. Y esa conexión silenciosa, tan poderosa y tan genuina, ya no podía negarse...
...Cuando terminaron, Esther no soltó su mano de inmediato. Y Fabio no la apartó....
...No dijeron nada. No hacía falta. Todo estaba claro en ese gesto compartido, en ese instante suspendido en el aire....
...Algo estaba cambiando. Muy despacio, como la marea que sube sin que uno se dé cuenta. Pero estaba allí. Innegable....
...Como quien no quiere, pero ya quiere....