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Confusión Nuestra

Confusión Nuestra

Status: En proceso
Genre:Grandes Curvas / Malentendidos / Romance entre patrón y sirvienta / Diferencia de edad / Apoyo mutuo / Mi novio es un famoso
Popularitas:1.3k
Nilai: 5
nombre de autor: Koh

Dalia comenza a trabajar como ama de llaves para un pariente /no pariente lejano de su padre, quien era un pintor famoso de pintura erótica; para ayudarse en sus gastos personales mientras termina la universidad. Pero termina en las manos seductoras y perversas de este pintor, confundiendo sus prioridades en la vida.

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Capítulo 18

Dalia le contó todo lo que llevaba cargando sola, desde el primer encuentro con Kei Smith, el famoso pintor, hasta su inminente ruptura. Ella misma sabía que el tiempo lo curaba todo, pero necesitaba desahogarse o no podría continuar los días más livianos, aunque estaba su padre para poder pedir un consejo, no quería que supiera que se había encandilado de un hombre que no le prometió nada, solo noches apasionantes. Como una estúpida se dejó llevar e ilusionar, y ahora pagaba por su ingenuidad.

-Bueno – suspiró Rose – Él nunca te prometió nada, ni te pidió que sean pareja ahí había señales – puso su mano en el hombro de Dalia – Debiste ser directa y exigir la aclaración de su relación.

-La verdad – Dalia sonrió con reproche – Ya sabía yo que nuestra relación era más frágil que el cristal, pero tuve la estúpida fantasía de que, al estar juntos por un tiempo él correspondería mis sentimientos. Obviamente no fue así…

Dalia sabía que la relación estaba condenada, pero como cualquier tonta enamorada, esperaba ser la excepción y ser correspondida, sin embargo, la realidad era más cruel de lo previsto, aunque aún había duda de si él siquiera sintió algo, esa última vez, parecía dudoso cuando le preguntó… sacudió su cabeza. No, no debía seguir soñando, mientras deje pasar el tiempo, su decepción y su tristeza se irá borrando.

-Ay niña – se cruzó de brazos – Por eso debes evitar entregar el corazón tan fácil, muchas veces sales herida por anhelar lo imposible.

-Rose – Dalia la vio pensativa – ¿Estás bien?

-Sí, sí. – le mostró su sonrisa de siempre – He vivido tantas cosas y engaños que yo misma me he cerrado a ello, ya no creo en el amor, eso no es tangible así que tampoco puede estar seguro en tus manos.

Dalia quiso decir algo, parecía que Rose también necesitaba consuelo, pero ella solo alzó la mano para detenerla.

-Estoy bien y me ha ido de maravilla – se cepilló el traje de color rojo vivo – Estoy aquí gracias a mi esfuerzo y sin necesitar de esa emoción, vivo al día y soy feliz, aunque de vez en cuando un hombre por mi cama es más que bienvenido.

Le mostró una sonrisa pícara, haciendo sonreír a Dalia y sintiéndose un poco menos congestionada. Se secó las lágrimas y se pasó unos pañitos húmedos para limpiar el maquillaje corrido de su rostro. Luego ambas salieron del baño hablando de cosas amenas, con una amistad construida.

+++

Por otro lado, Kei había recibido una visita no solo inusual sino terrible.

Cuando abrió la puerta, esperó desde el fondo del corazón que se tratase de Dalia, pero la imagen de una mujer joven embarazada lo esperaba.

-¿Quién es usted?

-Hola señor Smith, me llamo Lisa Tan – la chica parecía nerviosa, jugueteaba con sus dedos por encima de su enorme estomago – Tal vez no me recuerde, pero hay algo que debo decirle, ¿puedo pasar?

Kei no se dejó engañar y no la invitó a su casa, solo se paró firme con los brazos cruzados. En ningún recuerdo aparecía el rostro de esa mujer, pero por alguna razón tenía un mal presentimiento con su llegada.

-Solo dígame a lo que vino y no, no la recuerdo y no creo conocerla.

Lisa estaba nerviosa. Sabía que esto que estaba haciendo estaba terriblemente mal, pero bajo la desfachatez de Luciano de jurarle de casarse con ella, aceptó seguir el plan de Luciano de molestar al pintor Kei Smith. Lisa era una estúpida enamoradiza, y sin tantas disculpas, ella aceptó de nuevo a Luciano en su vida, además de extrañarlo, él se veía más demacrado, angustiándola, creyendo que él había recapacitado y ahora quería aceptar la presencia del bebé, pero más lejos estaba esa creencia de Lisa, porque a Luciano no le importaba a ella ni a su hijo, él solo quería hacer miserable a su eterno rival y enemigo y no escatimaría de hasta usar a una mujer ilusa para sus propios deseos egoístas.

Lisa respiró profundo y sobó su barriga debido al nerviosismo de lo que iba a decir.

-Bueno – se secó las manos en su ropa – Es triste que no me recuerde a pesar de pasar… la noche juntos – Lisa tragó saliva – Y ahora tiene que hacerse responsable, como ve… estoy embarazada de… de su hijo…

Lo último lo dijo con extrema dificultad, incluso sintiendo nauseas. Empezaba a cuestionarse de haber aceptado esta absurda idea de Luciano, porque se sentía mal, e incluso el bebé se removía inquieto en su vientre, es como si él supiera que estaba escupiendo mentiras.

En cuanto Kei quería reírse de lo absurdo de las palabras de la mujer. Jamás habían usado ese truco para intentar atraparlo, pero tampoco era un estúpido que se dejaba embaucar.

-Si es mío, ¿Cuándo más o menos fue que estuvimos juntos?

-No miento – se defendió, porque estaba segura que, su bebé fue concebido ese día que ayudó al hombre a llegar a su habitación aunque, el papá era Luciano – Usted quedó muy borracho luego de competir con Luciano Portinari en una apuesta de bebidas, yo lo ayudé a llegar a su habitación y ahí… ahí pasó – suspiró, intentando calmar su corazón – Eso ya fue casi nueve meses.

Kei hizo memoria y recordó esa competencia absurda contra Luciano. Estaba enfadado de las humillaciones de ese cretino y sobre todo cuando empezaba a decaer sus obras, estaba seguro que le ganaría, pero al despertar no recordaba nada, solo que estaba desnudo en la cama sin nadie a su lado. Aun así, no estaba asustado.

-Recuerdo el día pero no a usted y – la miró a los ojos, haciendo que la mujer retrocediera un paso – Sepa que solicitaré la prueba de paternidad.

-Cla… claro – Lisa se sintió nerviosa pero solo dijo lo que Luciano le había pedido – No tengo problema.

-Bien – miró su reloj – Haré una cita con un médico especialista para hacer las pruebas. Solo sepa que si es una mentira no se irá de rositas.

Con esas palabras cerró su puerta con un golpe, mientras que Lisa soltó un suspiro, mientras un ligero dolor se instaló en su vientre. La angustia había puesto inquieto al bebé y tratando de calmarlo, sobó su vientre mientras tarareaba una canción que siempre le cantaba. Luego de unos minutos el bebé estaba quieto y Lisa prosiguió en irse del lugar. Esperaba fervientemente que Luciano supiera lo que estaba haciendo y que al final cumpliera su palabra, porque quería se estaba arriesgando a mucho, con tal de que pudieran formar una familia.

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