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Las Sombras Del Rey

Las Sombras Del Rey

Status: En proceso
Genre:Romance / Maestro-estudiante / Apoyo mutuo / Batalla por el trono / Grumpyxsunshine
Popularitas:708
Nilai: 5
nombre de autor: IdyHistorias

Uno asesina, otro espía, otro envenena y otro golpea y pregunta después. Son solo sombras. Eliminan lo que estorba, limpian el camino para quien gobierna con trampas y artimañas.

No se involucran. No se quiebran.

Pero esta vez, los cazadores serán cazados.

Porque hay personas que no preguntan, no piden permiso, no se detienen.

Simplemente invaden… y lo cambian todo.

NovelToon tiene autorización de IdyHistorias para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Pequeña, no le digas idiota al rey

◈ Mes quinto, Año 6 del Rey Marcel Darios | Halvanor ◈(Ezran, 27 años)

Estaba en el taller, las manos ocupadas en un artefacto, pero mi mente en otro lugar. Había pasado una semana desde mi última misión, un encargo simple, pero aun así no podía sacudir la sensación de incertidumbre que se cernía sobre mí.

Volví a casa cansado, como de costumbre, y Clover, como siempre, estaba allí para recibirme. Me ayudó a quitarme la capa, preguntándome si todo había ido bien, como si fuera una esposa que le pregunta al marido después de un día de trabajo normal. Era un detalle pequeño, que me hizo reflexionar.

Las misiones siempre habían sido parte de mi vida, algo rutinario, pero ahora cada vez que salía, lo único que podía pensar era en regresar a casa. En volver a Clover. Mientras trabajaba en el taller, no pude evitar pensar en lo que vendría. Esperaba que pronto la situación se calmara, que las cosas fueran lo suficientemente seguras como para que pudiera dejar de lado este tipo de vida, retirarme del peligro y empezar una vida tranquila con Clover.

Pero claro, con ella nada sería tranquilo. Sabía que mi vida al lado de Clover siempre estaría llena de sorpresas. Y me gustaba eso. Pero al mismo tiempo, me preocupaba. Tarde o temprano tendría que ir a una misión más peligrosa, una que me alejara de ella por más tiempo, o incluso... una de la que tal vez no regresaría.

Suspiré frustrado, mi mente regresando a esa maldita lista que habíamos conseguido en la posada. Nobles corruptos, gente poderosa con conexiones peligrosas. Sabía que esa información iba a ser clave en futuras misiones, y lo que me aterraba era el pensamiento de que no siempre podría estar aquí, con ella, para protegerla.

Y Clover... Esa mujer era tan terca como yo. Sabía que si le decía que se quedara en casa, no lo aceptaría, no sin luchar. Y no podía culparla. ¿Cómo podría yo estar tan lejos de ella? No, no podía imaginarme dejándola atrás. Iba a estar cerca de ella siempre. Iba a protegerla, costara lo que costara. Pero también sabía que necesitaba que ella aprendiera más. Que fuera capaz de defenderse por sí misma si algo salía mal.

Habíamos hablado de esto antes, en una de nuestras conversaciones en la cama, cuando el cansancio nos empujaba a hablar sobre el futuro, sobre planes. Habíamos planeado algunas cosas, por si algo salía mal en el pueblo. Lugares donde encontrarnos, nombres que usaríamos si necesitábamos ocultarnos, palabras en clave para avisar si algo estaba mal.

Mi amigo, el único a quien realmente consideraba cercano, no había respondido al mensaje en el que le pedía poder sincerarme con Clover. Necesitaba decirle la verdad sobre mi trabajo, sobre quién me daba las misiones, sobre lo que realmente hacía en esas "misiones simples". Cada día me pesaba más no poder decirle que trabajaba para ese idiota, ese hombre al que Clover tendría que conocer, entender, y de alguna manera aceptar. No porque quisiera involucrarla, sino porque si algo salía mal, ella necesitaba estar preparada. Ella ya había dejado claro que iba a estar en mi vida siempre, así que tenía que saber la verdad.

Pero no era mi secreto para contar, y ahí estaba el problema.

Clover apareció con un pequeño bocadillo en la mano, interrumpiendo mis pensamientos oscuros. Sonrió y, sin decir mucho, simplemente me dijo:

—Abre.

Como un cachorro obediente, abrí la boca y ella me dio el bocadillo. Mientras masticaba, me miró con ese aire pícaro que tanto me gustaba.

—No quiero manches tu trabajo con grasa —dijo, divertida.

Sonreí, volviendo a abrir la boca, porque con Clover siempre podía pedir más. Ella rió y me ofreció otro trozo del bocadillo, luego se inclinó y besó la comisura de mi labio. Un gesto suave, cotidiano, pero que me hacía sentir algo especial cada vez que lo hacía. Iba a decir algo, tal vez algo estúpido y sarcástico, como siempre, pero la campanita de la tienda sonó, anunciando que un cliente inoportuno acababa de entrar.

Clover suspiró, con una mezcla de frustración y resignación, y se dirigió hacia la tienda, lanzándome una última mirada que parecía decir "no te metas en problemas mientras no estoy". Siempre tan práctica, tan directa.

Me quedé en el taller, reflexionando mientras la escuchaba atender al cliente. Clover, en su eterna curiosidad, me había preguntado una vez por qué me molestaba en hacer artefactos si ya debía ganar suficiente con mis misiones. Y la verdad es que, aunque parecía una fachada, el trabajo con artefactos era algo que realmente disfrutaba. Me daba una sensación de normalidad, una especie de ancla que mantenía mi vida en equilibrio cuando todo lo demás parecía un caos.

Estas misiones no eran solo por el dinero. Claro, me pagaban bien, pero ese no era el motivo principal. Lo hacía porque éramos pocas personas en la que mi "amigo" confiara para hacerlo. Y, lo más importante, lo hacía por la causa.

La causa. La razón por la que me había metido en este mundo en primer lugar. Luchar por un futuro mejor, un reino libre de corrupción y tiranía. Ese era el verdadero propósito de mi vida, y mientras más avanzaba, más sabía que Clover necesitaba saberlo.

Clover volvió a entrar al taller y la campanita volvio a sonar. Siempre tenía esa sonrisa tranquila para los clientes, pero sabía que detestaba a los que solo venían a curiosear o perder el tiempo. Aun con la puerta entre abierta pude escuchar la conversación con el cliente.

—¿Se puede saber quién mierda eres tú? —dijo la voz de un hombre, su tono lleno de desdén y autoridad.

Oh, mierda, pensé, sintiendo un nudo en el estómago. No podía ser. El mismísimo idiota había venido a mi tienda.

Antes de que pudiera moverme, escuché la respuesta de Clover, con ese tono que usaba cuando estaba molesta, pero contenida.

—Soy quien atiende. Así que o miras en silencio, compras, o te largas.

Oh, doble mierda. Ella no sabía con quién estaba hablando. Ya estaba a medio camino hacia la puerta que conectaba el taller con la tienda cuando vi la escena.

Marcel Darios, el maldito rey disfrazado de cualquier otra cosa menos rey, estaba parado en la entrada, observando a Clover con un aire de superioridad que reconocería en cualquier lugar. Pero lo peor no era eso. Clover, con su daga en mano, lo había dejado congelado en su lugar.

La tensión en la tienda era palpable. Marcel la observaba con una mezcla de sorpresa e incredulidad, claramente no acostumbrado a que alguien lo enfrentara así, mucho menos una mujer menuda armada con una daga.

Clover, por su parte, no se dejaba intimidar. Su postura era firme, y aunque probablemente no sabía quién era este hombre, su instinto la había llevado a defenderse sin dudar.

Marcel mantenía la mirada fija en Clover, con esa mezcla de autoridad y desprecio que siempre llevaba consigo para los extraños. No sabía qué decir sin revelar demasiado, pero Marcel no me dio tiempo para pensar. Giró su atención hacia mí, con una sonrisa fría y calculadora.

—¿Es por ella que quieres dejarlo todo? —preguntó, con un tono que dejaba clara su incredulidad.

Clover no bajó la daga, manteniéndose firme, sin mostrar el más mínimo signo de miedo. Sabía que estaba midiendo la situación, calculando cómo actuar. Y yo, sin dudar, respondí:

—Sí.

Marcel soltó una risa sarcástica, cargada de escepticismo. Su mirada volviendo a Clover, luego a mí.

—¿Sabes algo realmente acerca de ella? —me preguntó con tono áspero—. Te pregunto si la has investigado, si has comprobado que algo de lo que te ha dicho es cierto, o si te has embobado tanto que estás arriesgando todo por un simple entretenimiento.

Mi estómago se tensó de rabia contenida. Tenía ganas de partirle la cara al rey, pero él era la única persona a la que jamás haría eso. Tenía un punto, aunque fuera un maldito arrogante. No la había investigado, no en el sentido en el que él lo sugería. Pero no lo necesitaba. Confiaba en Clover, algo que Marcel jamás entendería.

Frustrado, Marcel soltó un suspiro irritado, como si estuviera lidiando con un niño testarudo.

—Dime que, por lo menos, la daga que lleva u otro artefacto tiene magia que revela la verdad —dijo, su tono gélido y calculador.

Los ojos de Clover se achicaron, y pude ver cómo su enojo empezaba a subir. Nunca quise involucrar artefactos en nuestra relación. Quería algo real, algo fuera de la vida que había estado llevando, sin tener que recurrir a trucos para saber si ella me mentía o no.

Marcel miró a Clover, expectante, con esa arrogancia que siempre llevaba consigo, y soltó otra pregunta.

—¿Sabes quién soy, chica?

Para sorpresa de ambos, Clover no se amedrentó. Su voz fue directa, clara y cargada de la misma valentía con la que siempre enfrentaba todo.

—Sí, lo sé. —respondió, con los ojos llenos de fuego—. Un idiota. Y si sigues con esto, serás un rey muerto por una mujer furiosa que no soporta que alguien moleste a su Ezran.

Juro que esta mujer me va a matar. Pero lo más sorprendente fue que el rostro de Marcel se suavizó, como si el desafío de Clover hubiera encendido algo más que simple irritación en él.

—En serio, mujer, baja esa daga —dijo Marcel, con una calma que no esperaba—. Prometo no ser grosero con tu Ezran... —hizo una pausa y, como siempre, añadió algo más—. Pero tienes que saber que, primero, es mi Ezran.

Quise gritarles a ambos. Este rey, con toda su actitud de autoridad, me exasperaba en momentos como este. Cuando Marcel estaba en "modo rey", lo toleraba. Pero cuando aparecía el amigo con el que peleé hombro a hombro, aquel al que le debía mi lealtad y mi amistad, era absolutamente insoportable.

Para mi sorpresa, Clover bajó la daga, pero no de la manera sumisa que Marcel hubiera esperado. Lo miró como si fuera una cucaracha.

—Por alguna estúpida razón, él te tiene aprecio —dijo, su tono seco y cortante—. Y supongo que, si te pasa algo, se sentiría mal. Así que agradece. —Avanzó un poco más hacia las escaleras y, con un giro teatral agregó—: Además, no tengo ganas de limpiar tu sangre del piso.

Y con eso, subió hacia la cocina, sin siquiera mirar atrás.

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Liliana Barros
Clover es la pareja perfecta para Ezran. Y más vale que el Rey no se olvide de su amigo o Clover va a hacer que lo lamente 😱😂😂😂
IdyHistorias: Siiii Clover es de temer… incluso Ezran le teme …
total 1 replies
Liliana Barros
Así que sus vidas estuvieron cruzándose desde el inicio. Y Clover en lugar de ser Reina, eligió a Ezra 😂😂😂😂😂
Liliana Barros
Amé la personalidad de Cloe y como trató al Rey, que se merece el mote de imbécil jajaja. Y el pobre Ezra viendo como se peleaban los dos por él 😂😂😂😂😂
Liliana Barros
Me encanta la historia. Aquí esperando más capítulos 😍😍😍
Liliana Barros
Me gustó que se decidieran a hablar y aclarar su relación. Son perfectos el uno para el otro
Liliana Barros
Creo que Rowen es mujer, por la descripción de delicadeza. Quizás por eso la quieren los prestamistas
Liliana Barros
Ezran acaba de cambiar su destino. Aunque todavía no lo sabe. Será un chico o una chica, el testigo? 🤔
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