Soy Sandra Mehias mi familia era una de las mas poderosas del país, pero debido a un mal negocio hecho por mi padre quedamos sin nada, mi esposo Fabriccio Berlusconi un poderoso empresario dueño de empresas Berlusconi.
Nuestro matrimonio siempre estuvo cargado de amor, aunque en ocasiones teníamos problemas como en cualquier matrimonio habíamos logrado formar un hogar estable para nuestros hijos: Maria Alejandra de 16 años e Iker de 14 años, ambos la luz de mi vida.
Pero un día todo cambió el cuento de hadas que había creado desapareció y mi matrimonio de 20 años fue marcado por una tragedia. Acompáñame a descubrir secretos ocultos y traiciones que marcaron el fin y el inicio de mi vida
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Capítulo VII La nueva asistente
El sonido del tráfico de la ciudad se filtraba a través de las ventanillas de mi auto, era un recordatorio constante de que fuera, la vida seguía su curso. Recargandome sobre el espaldar de asiento de mi vehículo veía pasar las calles una a una, observando el horizonte mientras pensaba en las decisiones que había tomado. La llegada de la nueva asistente era un tema que no podía ignorar; Amanda había hablado mucho de ella, despentando en mi la curiosidad por conocerla.
“Amanda eres tan ocurrente", murmure para mí mismo, recordando las veces que había complacido a su hermana menor y las consecuencias que tuvo que pagar por eso. Pero esta vez era diferente, no permitiría que Amanda me metiera de nuevo en problemas. La combinación de mi vida personal y profesional siempre había sido complicada, y con los rumores que me rodeaban, no podía permitirme errores.
Llegue a la empresa temprano como todos los días, mi asistente ya me esperaba; extrañaría mucho a Maria, pues ella había estado a mi lado por muchos años, pero por cosas de salud le tocara irse a descansar junto a sus hijos. "Buenos días, Maria".
"Buenos días, señor. En su escritorio tiene la planificación del día y además la hoja de vida de la candidata a asistente". Maria sonaba apagada, ya que ella no quería irse, pero no tenía más remedio. Le agradecí a mi asistente.
"Cuando llegue mi hermana le dices que solo hablare con la candidata a asistente y que ella ya sabe lo que debe hacer". Entre a mi oficina cerrando la puerta tras de mí.
Mientras repasaba los documentos sobre mi escritorio, me senti tentado a preguntar qué podía aportar esta nueva asistente al equipo de trabajo. ¿Sería capaz de mantenerse al margen de mis problemas personales? ¿O terminaría siendo solo otro eslabón en la cadena de complicaciones que me seguían?
Con un suspiro, me levantó y caminé hacia la ventana, dejando que la luz tocara mi rostro. La vida en la cima tenía sus ventajas, pero también venía con un precio. No podía dejar que mis decisiones afectaran a quienes estaban a mi alrededor.
“Es hora de centrarme en lo que realmente importa”, pensé mientras me preparaba para recibir a la amiga de Amanda.
Volví a mi escritorio y continué leyendo los documentos que estaban sobre este hasta que escuche la puerta abrirse. "Señor, la señora Mehias ha llegado". Anunció Maria.
"Que pase". Respondí sin alzar la mirada, estaba muy concentrado en unos nuevos diseños y esta interrupción me estaba molestando.
Escuché que Maria salió de la oficina, olvidando lo que me había dicho. "Buenos días, señor Ferrari". La voz de una mujer resonó en mis oídos.
"Buenos días, por favor pase y tome asiento, en lo que terminó de revisar este documento", dije manteniendo la vista en el diseño.
Escuche el sonido de unos tacones acercándose a mi escritorio, ese sonido me hizo perder la concentración así que con frustración levante la mirada. "Ese sonido es muy molesto...", dije encontrándome con los ojos color café más impactantes que jamás había visto.
"Lo siento señor, Ferrari", respondió con voz fuerte y decidida.
"Por favor tome asiento", indiqué señalando la silla frente a mí.
"Gracias, señor", con mucha clase la mujer frente a mí se sentó donde le indique.
"Tal y como le dije a Amanda le daré un mes de prueba, si en este mes demuestra no ser competente para el puesto se le informara para que tome sus precauciones. Quedando claro que en cualquier momento durante el mes podemos prescindir de sus servicios". Trate de ser lo más profesional posible, pero la verdad la belleza de esta mujer me tenía impresionado, cuando Amanda me hablo de su amiga imaginaba una mujer mayor y desaliñada.
"Entiendo señor Ferrari, sé que no tengo experiencia laboral; sin embargo, estoy dispuesta a aprender. Agradezco sinceramente la oportunidad que me está dando y le aseguro que no le fallaré". Su elegancia al hablar demostraba de que no era una mujer cualquiera y que no sería ningún sacrificio llevarla a la cama.
"Muy bien, vaya con Maria para que le dé las instrucciones, ella le dirá cuál es el horario que manejo y le explicara el manejo de mi agenda personal. También la llevara al departamento de recursos humanos para que firme un papel de confidencialidad", Dije pidiéndole que saliera de mi oficina.
Mientras la mujer se alejaba, mi mente se llenaba de pensamientos contradictorios. Sabía que no debía dejarme llevar por la atracción, pero su figura seguía apareciendo en mi mente, como un eco que no podía ignorar. Intenté concentrarme en el trabajo, pero cada vez que miraba hacia la puerta, esperaba verla regresar.
Necesitaba distraerme, así que abrí el archivo de un proyecto importante, pero las palabras se volvian borrosas en la pantalla. En ese momento, Amanda entró a la oficina sin previo aviso. Su sonrisa iluminó la habitación, pero yo solo podía pensar en su amiga.
"¿Todo bien? Te veo distraído", dijo, sentándose en una esquina de mi escritorio.
"Sí, solo... muchas cosas en la mente", respondí, tratando de ocultar mi confusión.
Amanda arqueó una ceja y miró hacia la puerta. "¿Es por María?" Pregunto divertida.
"Puede ser. No se como haré cuando se vaya", dije tratando de que no se me notara la verdad.
Amanda soltó una risa suave. "Sabes que no puedes cruzar esa línea, ¿verdad? Lo complicado de las amistades..."
Sus palabras resonaron en mí, era increíble como Amanda podía llegar a conocerme tan bien.
"Lo sé —respondí con un suspiro. Pero a veces lo que es complicado es lo más tentador". Dije con cinismo.
Amanda me observó con atención, como si estuviera evaluando mis intenciones. "Solo ten cuidado. Las decisiones impulsivas pueden traer consecuencias inesperadas. Además mu amiga esta pasando por un momento difícil y lo que menos necesita es un gigolo rondandola.
Sabia que Sandra acababa de enviudar y que su situación no era la mejor, por eso tenia claro que no podía pretender tener nada con ella.
Ella tiene q andarse con cuidado, porq una resbalada y lamalvada exsuegra le quita los niños