Lourdes Bridge, está comprometida con el futuro duque Kenny Flores desde la adolescencia, su mejor amiga es Raquel Pérez casada con el duque frío Christopher Duran.
En una de sus visitas descubre a su prometido y su mejor amiga teniendo un encuentro muy apasionado.
Su venganza volverse la amante del esposo de su amiga. Y exponerlos ante todo el pueblo.
¿PODRÁ LLEGAR A LA CAMA DE UN HOMBRE TAN FRÍO COMO EL?
¿PODRÁN ENAMORARSE EN EL CAMINO DE LA VENGANZA?
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Soportando a los traidores
Llegue al lugar donde me esperaba Nicole y me regaño.
- señorita Lourdes, le recuerdo que aún está soltera, he podido ocultar su escapada pero me tenía muy preocupada.
-se supone que ayer al atardecer debía estar aquí, no recién.
- Su padre envió una carta, espera que tenga algunas ideas para poner en marcha.
Si no regresamos hoy, le cortará la cabeza a su prometido y se va al agua sus planes.
- Basta Nicole, no vez lo feliz que estoy, cada vez que escucho que estoy comprometida con ese idiota se arruina mi día.
- está bien ya pedí comida y luego partiremos a casa.
- Si está bien, es lo mejor y si ya tenemos un plan.
- Qué bueno verla tan feliz.
Así regresaron a su hogar donde la condesa esperaba por su hija.
- Hija mía, que bueno que ya estás aquí. Necesitamos hablar en privado.
- madre yo...
- Cuéntame, sé que no estuviste con Nicole, al menos valió la pena estar con ese caballero.
MADRE. Que cosas dices, por supuesto que estuve con Nicole.
-Lourdes te conozco como la palma de mi mano y lo que veo es una chica enamorada.
- lo lamento madre, si te decepciona mi comportamiento.
-Dime una cosa, es un buen hombre, está dispuesto a esperar que estés libre y formalizar una relación.
- estoy segura de eso madre. Es un buen hombre, me siento yo misma a su lado.
Siendo así, te apoyaré, por ahora tu padre ya envió a buscar pistas de quien es la mujer que anda con Kenny.
- madre eso, ella es...
- acaso la conocemos, si es así dime
- Es Raquel madre.
-¡cómo! - Raquel no se supone que son amigas.
Ha estado aquí organizando con nosotras el matrimonio.
-lo sé, madre y tampoco entiendo por qué nos hace esto.
- el duque Christopher debe saber esto.
- él ya lo sabe, está dispuesto a ayudarme a vengarme de ellos.
- Bueno sabemos que el emperador en estos casos otorga el divorcio sin mayores problemas.
- lo sé madre, lo que ahora debo es intentar controlar mis emociones frente a esos dos.
-bueno descansa nos vemos después.
- Al otro día, hablé con mi padre y él con ayuda de su amigo comenzó a trabajar en que algunos negocios de mi prometido, tengan pérdidas.
Así es más fácil darle el tiro de gracia, cuando se cancele la boda o mejor dicho lo dejé plantado en el altar.
- unas horas después llegó Raquel, me vino a contar la hermosa velada que su esposo le dio hace dos días, y que está muy enamorada de él.
Ja, hace dos días yo estaba con su esposo.
- ahora la podía observar bien.
Sus gestos y palabras, todo derrocha desprecio hacia mí.
- pero ahora todo es correspondido. Mientras tomábamos el té, hizo una pequeña maniobra para tirar el té en mis manos, pero justo me levante y el té le cayó a ella.
- se levantó apurada y enojada que no se fijó que venía un soldado, tropezó y cayó encima de unos rosales.
Terminó llena de espinas, fingí preocupación y la llevé a su casa.
Al entrar la ayudé a quedar en su cuarto y luego el doctor llegó a curarle las heridas. Le dijo que debía cuidarse y no, salir en unos días para evitar que se infecten las heridas.
El doctor se fue y yo me excusé que debía regresar a mi hogar.
Así fue que al salir, fui tomada del brazo y metida a una habitación, quise gritar hasta que escuche, ya te vas sin despedirte de mi vida mía.
- reí- no sabía que estabas aquí. No piensa ir a ver a su esposa.
- No, claro que no, por mi lado hubiera caído de un acantilado.
- que malo eres. Primero hay que humillarla luego sí que se caiga del acantilado.
- ja, ja, ja, eres perversa pero me encanta.
Nos besamos y nos entregamos a la pasión, sus brazos fuertes rodeaban mi cintura mientras me tenía contra la pared, dando fuertes embestidas.
Quería gemir fuerte pero tenía miedo que nos escuchen y mordía mi labio o lo besaba para acallar mis gemidos.
Él hacía lo mismo. Al llegar al clímax, me dejó arreglarme y partir no sin antes, decirme el lugar donde nos veremos en estas semanas, antes de dar el golpe final de nuestra venganza.
Al llegar a casa me encontré esperando en la sala a mí "querido prometido" pecado más grande el mío, tener que fingir ser amable y cordial cuando quería cortarle el cuello.