El Italiano Y Yo

(Karlo)

Esta sensación es indescriptible, el solo hecho de verla a los ojos me provoca un extraño cosquilleo en mi cuerpo.

Yo el frío CEO de Vitale construction, el que no permite ningún tipo de acercamiento ni confianza de ninguna mujer, Yo estoy aquí hechizado por una chiquilla y sus ojos de hechicera.

Yo, que soy un hombre vacío por dentro muerto en vida, que perdio todo tipo de esperanza, estoy aquí, sintiendo como mi corazón revive, este corazón que creía muerto, está dando muestras de signos vitales.

Jamás en mi vida pensé, volver a sentir esta atracción que siento en este momento, lo reconozco, me siento sumamente atraído, por esta mujercita, que únicamente tengo 10 horas de conocer, tengo una terrible necesidad de tocarla, es algo fuera de mi voluntad, no es que quiera hacerlo; Yo necesito hacerlo.

Estoy aquí frente a ella en total silencio, aunque gritando por dentro, pidiéndole auxilio, gritando por su ayuda, queriendo que me salve, de la muerte en vida que padezco, desde hace 5 años.

Sé que es complicado entenderlo, parece ridículo, creer que con una mirada alguien le dio aliento de vida, a mi corazón inerte.

El toque de la puerta nos saca de nuestro trance, un trance de contemplación mutua,

es la Señora Dalia, viene con desayuno y para mi sorpresa es para dos.

—Gracias Abu, —Elieth le agradece con una sonrisa, por la que yo muero.

—De nada mi niña, traigo para dos.—contesta la anciana con una sincera sonrisa.

Yo, me apresuro a tomar la bandeja del desayuno y camino hacia Elieth, como si conociera a esta Mujercita de toda mi vida, me acomodo en la cama y con total confianza, comienzo a darle desayuno en la boca, como a una niña pequeña.

Ella sonríe, inocentemente y abre su boca, para comer lo que le ofrezco, se nos olvida que tenemos solamente horas, conociéndonos.

Elieth me dice que yo también puedo comer y con los mismos cubiertos tomo de mi plato, y lo llevo a mi boca, la comida es casera pero extremadamente deliciosa, quizá se deba a que tengo varias horas sin probar alimento, pues lo único que le di a mi estómago es licor o porque estoy con esta Mujercita hechicera, de cualquier forma, me parece una delicia.

Ni siquiera sentí, en que momento terminamos el desayuno sin dejar siquiera migajas, al ver los platos vacíos, no hacemos más que sonreír el uno para el otro, en un momento mágico.

Yo con cautela toco su mejilla con el dorso de mi mano, y le digo:

—Es el mejor desayuno que comido en mi vida, pero estoy seguro que es por la buena compañía. —

—Si también lo disfrute... igual, creo que es el mejor, lo recordaré toda mi vida, como el mejor desayuno y con la mejor compañía.

—Elieth... créeme que no quiero irme, y no entiendo por qué, pero sé que debes estar cansada y como dijiste cuando veníamos para este lugar, tú quieres dormir, dormir y dormir.

Así que yo me voy, para que descanses...

Esta es mi tarjeta, para lo que sea estoy a tu orden, por favor recuérdalo. ¿de acuerdo?.

—De acuerdo. Adiós Karlo.

—No, adiós no, es un hasta luego, muy luego.—Le digo...

Me acerco a Elieth y le di un beso suave en su mejilla, fue la sensación más electrizante, que he sentido en mi vida, su piel tersa, tibia, delicada.

Quiero hacer este momento perdurable...pero debo irme, ella tiene que descansar y yo debo hacerme un auto análisis de lo que me sucede con esta Mujercita hechicera.

Cuando voy saliendo de su habitación veo un hombre Joven parado frente a la puerta de la Preciosa, la Señora Dalia se acerca y me dice, él es Daniel, y también vive en esta casa, desde hace 4 años.

Veo al tal Daniel y me causa enojo, y saber que yo me voy y él se queda, me causa coraje, lo veo fríamente como él a mí.

—Doña Dalia, ya me contó lo que pasó con la Bonita, Gracias por llevarla al hospital y por traerla hasta aquí.

Cuando se refiere a Elieth, como la Bonita, siento mi sangre hervir, sin saber por qué.

—No tienes por qué agradecerme, lo hice con todo el gusto del mundo, atenderla a ella siempre será un placer.

Veo la mirada fúrica del tal Daniel, y como empuña sus manos y tensa su cuerpo, esa no es la actitud de un amigo lo tengo claro, pero que puedo hacer, ellos se conocen y lo peor de todo, viven bajo el mismo techo.

Eso es algo que no me debería de importar; pero por un carajo me importa y me importa mucho.

Contra mi propia voluntad, salgo de esa humilde casa, dejo allí a la Mujer que con solo mirarme, provocó un torbellino de emociones, devolviéndole a mi vida una chispa de esperanza.

Llego al Hotel y aunque debería ir a mi habitación a descansar, lo primero que hago es ir al restaurante.

Busco al Gerente y le explico del incidente, lo que obviamente El ya sabe, pero debo explicarlo, por mi reacción de llevarme a Elieth al hospital, le digo que me entregue su bolsa, para llevársela a casa de la Señora Dalia, con todas sus cosas que dejo en el locker de empleados y ella llamara para explicarle, con amabilidad aunque con un poco de desconfianza me las entrega, lo cual agradezco, le doy mi tarjeta y el número de mi habitación para que se tranquilice.

Subo a mi habitación y como si fuera un adolescente curioso, abro la bolsa que es bastante grande y tiene muchas cosas adentro.

Elieth, es bastante interesante, sí...es la más hermosa e interesante mujer que he visto en mi vida, debo reconocer que me hechizo con solo una mirada de sus ojos color miel.

Encuentro su celular, unos libros, cuaderno de apuntes, y una cartera de bolsillo donde están sus documentos.

Pensé que encontraría cosméticos, pero de eso no hay nada.

En lugar de eso, encuentro papeles con dibujos y muy bien hechos.

Mi curiosidad no se detiene y saco sus documentos encontrándome con una credencial de la universidad llevándome una gran sorpresa al leer, 4.º año de Arquitectura, así que la Mujercita hermosa está a punto de ser arquitecta, eso me encanta... es magnífico.

Siguen mis sorpresas, al ver una página impresa con sus calificaciones y veo que es una chica, muy, muy inteligente.

Como un adolescente suspiro profundo con una emoción incontrolable, queriendo saber más, mucho más de ella.

finalmente, me encuentro con su teléfono móvil en mis manos para mi sorpresa no tiene ningún bloqueo, facilitando mi investigación privada, quien lo diría yo Karlo Vitale de 35 años, comportándose como un chiquillo curioso. Todo por Elieth la Mujercita Preciosa que me hechizo.