Tras una muerte trágica, Sofía recibe una nueva oportunidad para corregir el pasado. En su vida anterior, fue despreciada por sus padres, que preferían a su hermana adoptiva, y traicionada por el hombre que amaba, responsable de su final.
Decidida a ser feliz, Sofía dejará todo atrás y valorará a quienes la amaron de verdad en ambas vidas.
Ella, una mujer plus size. Él, un hombre mayor y con discapacidad. Ambos rechazados por la familia y el mundo.
Mientras quienes los lastimaron se encaminan a la ruina, Sofía y Rafael avanzan juntos hacia el éxito y un gran amor.
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Capítulo 7
Enseguida Sofía ya estaba frente a la mansión de los Fontes, un lugar que le era familiar tanto en esta vida como en la pasada.
La familia Moreira solía frecuentar la mansión de los Fontes desde siempre, intentando siempre mantenerse cerca de la familia, esperando que los Fontes siempre los apoyaran en los negocios.
Magda atendió la puerta, usaba el cabello suelto, pintado de rojo, maquillaje y joyas de diamantes. Ella siempre fue así, vanidosa, solía despertarse y cubrirse de riquezas, incluso si fuera a quedarse todo el día dentro de casa.
— Sofía. Verónica. ¿Qué están haciendo aquí sin avisar?
— Magda Fontes, vine para…
— ¿Magda? — preguntó Magda, un poco desconcertada. Sofía solía llamarla madre, aunque a ella no le gustara, acabó acostumbrándose.
Sofía, en el pasado, enamorada de Lucas Fontes desde los doce años, comenzó a llamar a Magda madre, esperando que ella la apoyara como nuera para cuando Lucas Fontes decidiera encontrar una esposa.
Ella hacía eso ya tanto tiempo que Magda no entendió por qué de repente, Sofía la llamó por el nombre.
— ¡Madre! ¡Qué bueno verte! — dijo Verónica y abrazó a Magda Fontes. Desde que Sofía comenzó a llamar a Magda madre, Verónica comenzó a imitar. En la otra vida, Sofía pensaba que era algo de hermanas, de querer siempre hacer las mismas cosas. Pero ahora, Sofía sabía que eso era competencia por atención.
— No tomes en serio a Sofía, ella está enojada. Se peleó con mis padres nuevamente y tal vez esté rebelde. — dijo Verónica, haciendo que Magda mirara a Sofía brevemente con desprecio.
— ¡Está bien! ¡Entren rápido! — dijo Magda — ¡Lucas está en la piscina, ustedes pueden ir allá a hablar con él! Para eso fue que viniste, ¿no es así, Sofía?
— No, señora Fontes…
Antes de que Sofía negara, Verónica la jaló por el brazo.
— ¡Sí, vamos a ver a Lucas! ¡A él le encantará ver a Sofía, estoy segura!
Verónica fue jalando a Sofía, ignorando sus súplicas para que la soltara. Sofía sabía que a Lucas no le gustaría nada que ellas fueran a verlo nadar. Generalmente cuando eso sucedía, él se ponía furioso y se alejaba antes incluso de que ella se explicara.
Llegando frente a la piscina, Sofía cruzó los brazos impaciente y comenzó a mirar alrededor, buscando algo o a alguien.
Lucas salió de la piscina, sacudió la cabeza, haciendo que salpicaduras de agua salieran por todos lados.
Verónica sonrió y Sofía solo limpió algunas gotas que salpicaron en su rostro y continuó mirando en dirección al jardín.
Lucas se quedó paralizado por algunos instantes. Todas las veces que Sofía lo veía solo en traje de baño, ella se ponía roja y avergonzada. Ahora ella lo estaba ignorando abiertamente.
— ¡Sofía! — la llamó él y ella, concentrada en su búsqueda, ni siquiera escuchó.
— ¡Sofía! — él llamó nuevamente, en un tono de voz más alto y ella finalmente lo miró. Pero el rostro enrojecido de vergüenza no apareció, ella solo le dio una mirada indiferente.
— ¿Qué pasa? — preguntó Sofía.
— Toma mi toalla para mí. — dijo él en un tono autoritario.
Sofía dio un paso hacia el lado y dijo:
— Tu toalla está a dos pasos de ti. Solo tienes que tomarla tú.
Después ella se alejó, dejando a Lucas confundido.
Ella continuó buscando por el jardín, pensando:
“A esta hora de la mañana el tío Rafael debería estar por aquí. ¿Él no sale a tomar el sol?”
— Lucas, toma aquí tu toalla. — dijo Verónica, tomando la toalla y ofreciéndosela a Lucas. Pero él ni siquiera se dio cuenta, estaba mirando fijamente a Sofía, con las cejas juntas.
Sin decir nada, él tomó la toalla y fue hasta Sofía, dejando a Verónica sola.
— Sí, mandé que arrancaran aquellas magnolias que plantaste. ¿Estás enojada?
— ¿Qué? — dijo Sofía, sorprendiéndose de que Lucas hubiera ido a hablar con ella, sin que ella lo llamara.
De repente ella se acordó, realmente había plantado un cantero de magnolias en el jardín de los Fontes. Ella hizo el cantero justo en dirección a la ventana del cuarto de Lucas, esperando que siempre que él mirara por la ventana y viera aquel cantero, se acordara de ella.
Ella tuvo casi una insolación plantando aquellas flores, rompió algunas uñas e incluso se lastimó la mano.
Y él mandó arrancarlas sin siquiera pensarlo dos veces. Allí estaban las señales de que él nunca la iba a amar, pero en su vida pasada ella no se dio cuenta.
— No estoy enojada… — dijo ella, pensativa — Fue incluso bueno que las arrancaras, yo no debería haber plantado mis mejores flores en un jardín que nunca me perteneció.
Así que terminó de decir, Sofía se dio la vuelta y se fue, dejándolo sin reacción.
Así que entró, encontró a Magda.
— Sofía, llama a Lucas y a Verónica. Mandé preparar una mesa de desayuno para recibir su visita.
— Me disculpa, señora Fontes, no voy a participar. Yo vine aquí porque quería conversar algo particular con el tío Rafael.
— ¿Rafael? — Lucas apareció de repente, escuchando la última frase. — ¿Qué tienes que conversar en particular con el tío Rafael, Sofía?
— Como dije, es algo solamente entre él y yo.
— ¿Y por qué no puedes contármelo?
Lucas estaba desconcertado, esa nueva Sofía lo asustaba. Antes ella nunca dejaba de contarle nada, contaba incluso detalles a los que él no daba importancia. Como algo que la hizo sonreír o algún recuerdo del pasado, cosas que él no recuerda por nunca haber prestado atención en las cosas que ella hablaba.
Ahora ella estaba usando pocas palabras para dirigirse a él y él no entendía qué hay de malo, él se acordaba de la vida pasada, y Sofía siempre fue sumisa hasta el fin.
“¿Será que ella se acordaba también?” — se preguntó él.
Pero Sofía lo amaba tanto que él dudaba que incluso ella teniendo recuerdos de la vida pasada desistiría de él.
“Verónica dijo que Sofía se peleó con los padres nuevamente, debe ser por eso que ella está tan fría. Ella debe estar descontando en mí su rabia.”
— Sofía, ¡necesitamos conversar a solas! — dijo Lucas y tomó en el brazo de ella, jalándola.
— ¡Suéltame! ¡Yo no tengo nada para conversar contigo! — gritó Sofía, intentando soltarse, pero Lucas apretaba su brazo, no le dejando escapatoria. — ¡Suéltame!
— ¿Qué quieres conversar conmigo, Sofía?
Ella escuchó una voz grave viniendo del segundo piso, Rafael Castro estaba allá, mirando toda aquella confusión con ojos fríos.
En ese momento Sofía consiguió soltarse y comenzó a emplear el brazo, en el local donde Lucas la apretó.
— Tío Rafael, ¿será que podemos conversar a solas en su cuarto?
Ella dijo y todos se sorprendieron, Lucas sintió una sensación extraña en el pecho, un apretón, un sofocamiento, una rabia… él no entendía bien.
— Definitivamente, no. — respondió Rafael.