¿Qué pasa cuando la vida te roba todo, incluso el amor que creías eterno? ¿Y si el destino te obliga a reescribir una historia con el único hombre que te ha roto el corazón?
NovelToon tiene autorización de Daricha0322 para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
CAPITULO 6
En las semanas siguientes a la conversación en la cocina, la lucha de Ana contra la enfermedad se había recrudecido. El dolor había regresado con una ferocidad que la obligaba a esconderse. Ella sabía que esta vez no ganaría.
Ana había firmado los papeles del divorcio en privado con su abogado. Luego, con una precisión terminal, movió sus fichas para asegurar el futuro de su hijo. Su mente, la de la Jefa de Acero, se enfocó en el legado:
La Empresa: Dejó su puesto de Directora Ejecutiva al subdirector de confianza, bajo la supervisión del Sr. Méndez. Los números estaban en verde, el futuro asegurado. "Necesito un retiro forzoso por un tiempo," le dijo a su suegro, fingiendo agotamiento.
Las Finanzas: Aseguró un fondo fiduciario blindado para Martín.
La Libertad de Daniel: Su último acto de amor fue liberarlo completamente.
Ana esperó la noche. Mientras Daniel dormía en el cuarto de invitados y Martín en su habitación, Ana entró sigilosamente al estudio.
Sobre el escritorio de Daniel, depositó un sobre de manila. Dentro, estaba la copia del divorcio finalizado y firmado por ella. Con ese gesto, cerraba legalmente su matrimonio y su promesa de "tregua" quedaba sin efecto. Daniel, legalmente, era un hombre libre.
Ana caminó hasta la habitación de Martín. Se arrodilló junto a la cama y lo besó suavemente en la frente. Las lágrimas cayeron en la almohada del niño.
En su mesita de noche, dejó una carta cuidadosamente sellada. Era un adiós, escrito con la letra firme de una madre y el corazón roto de una mujer que se sabía al borde de la muerte.
—Querido Martín: Mamá tiene que irse a un lugar muy, muy lejos para descansar y hacer un viaje muy largo. Recuerda siempre que tu papá y yo te amamos con todo nuestro corazón, y que fuimos una familia muy feliz. Por favor, sé el niño fuerte que eres y cuida mucho a tu papá...—
Ana se retiró sin hacer ruido. Unos minutos después, estaba al volante de su coche, dejando la casa en la oscuridad antes del amanecer. Iba a morir sola. Su sacrificio sería completo: Daniel sería libre de la farsa y la culpa, y Martín solo recordaría a la Jefa de Acero que se fue, no a la madre que se desvanecía.
A la mañana siguiente, Daniel se despertó sin prisa en el cuarto de invitados. Bajó a desayunar esperando encontrar a Ana, pero solo estaba Martín.
"¿Mamá se fue a la empresa muy temprano?" preguntó Daniel, sintiendo un extraño vacío.
"No, Papá. Ella no se despidió. Dejó esta carta para ti y este sobre en tu escritorio," dijo Martín, señalando la pila de correos y la carta de su madre.
Daniel tomó el sobre con una creciente sensación de inquietud. Lo abrió. El título en la primera página lo golpeó: DECRETO DE DIVORCIO FINALIZADO.
Daniel sintió un nudo en el estómago. Era libre. El año de farsa había terminado. Pero la libertad se sintió fría y vacía. Se desplomó en la silla de su escritorio, sintiendo el remordimiento por todo lo que había dicho y hecho.
En ese instante, su teléfono vibró. Era el mensaje del investigador: Informe de la Sra. Méndez listo. Datos altamente sensibles. Se lo envío ahora.
Daniel, sintiéndose culpable por haber invadido su privacidad justo cuando ella lo liberaba, tecleó: Sí, envíalo ya.
El informe llegó en un PDF encriptado. Daniel se frotó los ojos y empezó a leer. Su rostro, somnoliento, se transformó en una máscara de horror absoluto al pasar de una página a otra:
"El aislamiento de la Sra. Méndez no fue por abandono emocional. Fue para asistir a citas oncológicas. La Sra. Ana Méndez fue diagnosticada hace 13 meses con carcinoma de... y comenzó tratamiento intensivo. La Dra. Herrera informa que su pronóstico mejoró durante el año, pero las últimas pruebas indican una recaída agresiva. Su reclusión era un intento de proteger a su familia de la verdad de su enfermedad terminal."
Daniel dejó caer el teléfono. No era abandono. Era el sacrificio de una mujer que prefirió que la odiara antes que causarle dolor. Él había traicionado a su esposa mientras ella estaba muriendo para protegerlo.
Corrió al dormitorio principal. Vacío. Abrió el armario de Ana. Vacío, excepto por algunas prendas viejas. Corrió a la habitación de Martín y encontró al niño despierto, llorando silenciosamente, aferrado al oso, con la carta de despedida de Ana en sus manos.
Daniel tomó la carta. Al terminar de leer las palabras de despedida, el dolor se convirtió en un grito silencioso. Ana se había ido para morir sola.
El hombre libre se puso de rodillas en el cuarto de su hijo, con los papeles del divorcio en una mano y el informe de la investigación en la otra. Había perdido todo por su ego y su ignorancia.