Secretos De Una Poción

Ursula cabalgaba por el camino que llevaba a la colina, donde el viento era más fuerte y el olor del mar más limpio. se quitó los guantes, respiró hondo y sonrió satisfecha.. todo había salido bien.. pero el sonido de cascos detrás de ella la hizo fruncir el ceño.

se giró rápidamente, y allí estaba él otra vez, el duque Charles Langley, montado en un caballo oscuro, siguiéndola con esa expresión calmada que no ayudaba en absoluto.

Ursula: ¿me está siguiendo?

Duque: no exactamente. solo… quería hablar con usted. no me dio oportunidad antes.

Ursula: ¿y por eso decidió perseguirme a caballo? ¿sabe que eso suena exactamente como algo que haría un acosador?

Duque: no era mi intención asustarla. lo juro.

Ursula: bien. si se acerca un paso más, le juro que lo dejare paralizado por tres horas.

Duque: por favor, no lo haga. prometo que solo vengo a pedir ayuda, no a importunarla.

Ursula lo miró con el ceño fruncido, sin soltar el frasco que aún sostenía entre los dedos. el duque seguía allí, sobre su caballo, con esa calma irritante que parecía imposible de romper.

Ursula: se lo advierto, no soy buena con los hombres que aparecen detrás mío sin invitación.

Duque: solo quería hablar con usted, señorita Rackman. tengo… ciertos problemas.

Ursula: problemas.. todos tienen problemas, duque. el mío es que la gente cree que me pueden hablar sin decir nada útil.

él parecía querer explicarse, pero ella levantó una mano para detenerlo.

Ursula: no me interesa, ni quién es ni qué le pasa. no escucho a desconocidos que me siguen, ¿entendido?

dio media vuelta, dispuesta a irse. el duque intentó seguirla, pero ella se giró tan rápido que hasta el caballo retrocedió.

Ursula: un paso más, y va a pasar los próximos minutos viendo luces de colores

Duque: bien, bien… no insistiré. pero no buscaba molestarla

Ursula: pero lo consiguió igual.

y sin más, continuó su camino colina arriba, con el sol del atardecer tiñendo su cabello castaño. el duque la siguió con la mirada, entre confundido y maravillado. no recordaba la última vez que alguien le había hablado así.

Para la sorpresa de Ursula, apenas unas horas después de aquel incómodo encuentro en el camino, escuchó unos golpes firmes en la puerta de su laboratorio. estaba revisando unas mezclas nuevas, el cabello recogido en un moño desordenado y las manos manchadas de polvo dorado.

[si es Ulises otra vez pidiéndome que le limpie la ropa con una poción, juro que lo enveneno un poco]

Allí, de pie en la entrada, estaba el duque Charles Langley. impecable, con su capa verde claro y esa sonrisa tranquila que solo lograba irritarla más.

Duque: buenas tardes, señorita Rackman.. lamento la intromisión, pero no tuve otra opción.

Ursula: ¿me está siguiendo otra vez? ¿o el concepto de “no me interesa hablar con usted” no existe para usted? ¿Cómo entro a mi casa?

Duque: vine en paz. no quise faltarle el respeto.

Ursula: ¡pues lo está logrando de nuevo! ¿acaso no tiene mansion? ¿no tiene algo que hacer? ¡porque si sigue apareciendo frente a mi, va a probar una de mis fórmulas nuevas!

Duque: por favor, escúcheme solo un momento. necesito su—

Ursula: ¡ni un segundo más!

Charles, sin perder la compostura, parecía más fascinado que asustado. cada palabra de ella, cada movimiento brusco, cada gesto de irritación, lo dejaban… curioso, encantado incluso.

Ursula ya estaba a punto de lanzarle el frasco cuando una voz firme resonó detrás de ella..

Uriel: ¡Ursula! ¡baja la mano!

Ursula: ¡este hombre me está acosando!

Duque: Uriel solo vine a hablar. juro que no pretendía… acosar.

Uriel: ese hombre” es el duque Langley, Ursula. yo lo invite a cenar..

Ursula: ¿lo invitaste? ¿y por que me lo encontré en el camino? claramente me estaba siguiendo

Duque: tal vez solo quería conocerla… pero admitirá que soy persistente.

Ursula: persistente es una palabra elegante para acosador con modales.

Uriel no pudo evitar reír, y el duque, por primera vez, también soltó una carcajada suave.

en el fondo, Charles estaba completamente fascinado. no solo por su talento, sino porque aquella mujer no se doblegaba ante nadie, ni siquiera ante un noble.. pero ella seguía fulminando con la mirada al duque, los brazos cruzados y el ceño fruncido. Uriel ya había desistido de intentar mediar, y justo en ese momento entró Ulises, el segundo hermano, con una expresión relajada y una manzana en la mano, como si nada pasara.

Ursula: ¿qué ocurre aquí? escuché gritos desde el patio.

Ursula: tu nuevo amigo decidió venir hasta mi puerta sin invitación, y Uriel insiste en que lo escuche. pero ya le dije que no me interesa. que lo atiendan ustedes, yo no quiero verlo ni en pintura..

Ulises: usted es el duque del norte, verdad? el de los bosques eternos.

Duque: el mismo. aunque últimamente mis bosques me están dando más problemas que orgullo.

Uriel: Ursula… ¿sabías que el duque tiene magia de madera? que puede hacer crecer árboles y flores en segundos. incluso de esas raras que tú usas para tus pociones.

Ursula parpadeó.

Ursula: ¿flores raras… como la flor de neblina, la que solo crece una vez al año?

Duque: si la he visto, puedo recrearla..

hubo un largo silencio. Ursula lo observó, interesada y poco a poco, su expresión cambió..

[es como un hada del bosque con su ayuda me ahorria meses de búsqueda de mis plantas]

el enojo se deshizo en una sonrisa traviesa, casi dulce.

Ursula: oh… entonces el duque no solo sabe seguir mujeres, también sabe cultivar milagros.

Charles no pudo evitar reírse, y Uriel soltó una carcajada detrás de ella.

Ulises: eso es un cambio drástico de tono, hermanita —bromeó él.

Ursula lo ignoró y se acercó al duque con una sonrisa fingidamente amable..

Ursula: duque Langley, creo que… quizá juzgué muy rápido. ¿por qué no pasa a cenar con nosotros? le prometo no envenenarle el postre.

Charles se rio abiertamente esta vez, inclinandose con elegancia.

Duque:en ese caso, señorita Rackman, sería un honor aceptar su invitación.

Uriel: vaya, un minuto eras su acosador, y ahora eres su proveedor de flores raras. eso fue rápido.

Ursula sonrió de lado y respondió en voz baja, sin mirarlo..

Ursula: el conocimiento vale más que la paciencia, hermano.

y mientras se dirigían al comedor, el duque la siguió, todavía maravillado. no solo por su ingenio… sino porque, por primera vez en mucho tiempo, alguien lo había hecho reír de verdad.