Angélica, una mujer fuerte y determinada de 40 años, ha enfrentado la adversidad con valentía. Pero cuando siente que ha perdido su motivación y las ganas de seguir luchando por salir adelante, un inesperado encuentro con un apuesto hombre llega para cambiar su destino.
Axel es mucho más joven que ella, pero aunque es arrogante y poderoso, a sus 25 años su pasión y devoción la hacen sentir viva de nuevo.
¿Podrá Angélica dejar atrás sus cicatrices y creer en el amor nuevamente?
Descubre esta historia de amor, desamor y mucha pasión, donde la edad no es un obstáculo para encontrar la felicidad.
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Capítulo Cinco
Axel llegó a su emporio a la misma hora que el día anterior. Y aunque se lo negaba mil veces, su madrugada se debía a que en el fondo quería ver a la señora de servicios generales. Ese día se organizó su barba, se aplicó su loción más costosa y peinó su sedoso cabello.
Su ropa interior cuesta más que unos zapatos Ferragamo, y se puso unos que aún no se estrenaba.
Llegó feliz en su Porsche 911 rojo, lo dejo en el estacionamiento, subió por el ascensor privado y despacito salió de él cantando:
🎶Despacito
Quiero desnudarte a besos, despacito.
Firmar las paredes de tu laberinto
Y hacer de tu cuerpo todo un manuscrito.
Sube, sube, sube, sube, su...
Abrió la puerta de su oficina: Angelica no estaba, y el vestido estaba intacto en su sitio.
Tiró la puerta y tiró su portafolios en el escritorio, se quitó la chaqueta y la tiró en el sofá y él se tiró en la silla frustrado porque la desconocida lujuriosa no estaba en la oficina.
—¿Qué me pasa? Yo no quería volver a ver esa señora. ¿Qué tal? ni que no pudiera follarme a otra mujer.
Frustrado tomó su cuadernillo de trabajo, unos colores y empezó a hacer trazos al azar. Sentía rabia, decepción, confusión, conflicto, deseo, lujuria y trazaba y trazaba hasta que, dos horas después, fue sacado de su trance por el toque en la puerta de Sarah.
—Adelante. —Axel autoriza la entrada y empieza su dejá vu.
Sarah entra, pone el café a su lado derecho y empieza a leer su orden del día. Hasta que dirige su mirada al cuadernillo de trabajo y exclama asombrada.
—¡Oh, señor Darko! ¡qué diseño más dramático!¿Qué le pasó? —exclamó Sarah y Axel la miró con rabia.
—¿Cómo así que qué me pasó? Nada, no me pasó nada. Qué pregunta más estúpida. —Axel se levanta de la silla, se dirige a su licorera y se sirve un whisky. Voltea a mirar y la secretaria sigue clavada en el mismo lugar, mirandolo. —¿Qué me miras? ¿No tiene trabajo que hacer?
Sarah reaccionó y salió de la oficina, pero como ella es bien chismosa, corrió a buscar a Marisolio.
Llegó a su sala de diseño y entró sin siquiera golpear la puerta. No como lo hace cuando va a la oficina de Axel Darko.
—¡Marisolio, Marisolio! —Entró como un huracán, sobresaltando al diseñador.
—¡Bruta, que me matas! Ay, mi mango, casi queda vuelto compota con el susto que me metiste. ¿Qué quieres, cara de espanto? —Marisolio no disimula su aversión a Sarah.
—Marisolio, el señor Darko hizo un diseño. —Marisolio la mira con cara de bacteriólogo: como mirando una mierda.
—¿Y? ¿Acaso Axelito es un panadero o un carnicero? ¡Bruta! por si no lo sabías, mi ciela, él es ¡DISEÑADOR! —Ya Sarah le está volando la piedra a Marisolio.
—Sí, yo sé. Pero hizo un diseño muy tétrico. Hizo miles de trazos como si estuviera lleno de rabia y cuando yo entré, alcancé a ver los lapizasos que le daba a la hoja del cuadernillo. De verdad que me preocupe, por eso vine a buscarlo. —Con esa descripción que le dio Sarah, ya Marisolio se preocupó y quiso ir a verlo por él mismo.
—Vamos, flacuchenta, ya me preocupaste. —Marisolio agarró a Sarah de la mano y prácticamente la arrastró a la oficina de Axel.
—Marisolio, no le vaya a decir que yo le dije —Sarah le advirtió, preocupada.
—Claro, tú tranquila. No te preocupes. Déjame, yo entro solo. —Marisolio dejó a Sarah afuera y entró con sigilo. Ni siquiera se tomó el trabajo de tocar la puerta, pues él nunca lo hace.
Sin hacer el mínimo ruido, como el gato más sagaz, Marisolio abrió la puerta, miró alrededor de la oficina y visualizó a Axel parado al frente del gran ventanal donde se podía visualizar parte de Madrid. Aprovechó que Axel le estaba dando la espalda y, en puntillas, se acercó al escritorio y allí vio el macabro diseño.
«¡Oh! «¿Qué es eso tan exótico?», pensó para sí mismo. Era un diseño de un vestido rojo, pero llamaban la atención los trazos que tenía, como si Axel estuviera descargando su frustración.
—¿Qué quieres, Marisolio? —Axel supo que él entró desde que abrió la puerta. —¿Ya Sarah te fue con el chisme de mi nuevo diseño?
—Sí, la flacucha esa irrumpió en mi templo y me asustó diciendo que estabas haciendo un diseño con trazos bruscos mientras llorabas como si estuvieras en trance y que ni te diste cuenta de que ella había llegado. —«Ojalá Axelito me crea y la eche por chismosa», pensaba Marisolio, esperando la reacción de Axel, que ni siquiera había volteado a mirarlo.
Pero Axel sabía que Marisolio odia a Sarah, y sabe también que la mitad de lo que acaba de decir es mentira.
—Entonces, ¿tú que no eres para nada chismoso viniste a ver si era cierto lo que Sarah te fue a contar? ¿Cierto? —Ahí si Axel volteó y se acercó a Marisolio mirándolo fijamente y este retrocedió al ver la cara de enojo de Axel. Un paso de Axel hacia adelante era un paso que Marisolio daba hacia atrás.
—Axelito, no me amedrentes. Mira que si llega mi espalda a la pared, de pronto me animo y te beso, y si te enamoras de mí, no respondo. —Axel recordó con esto a su musa y decidió mandarla a buscar. Ella despertó su inspiración y la necesitaba.
—Marisolio, me has dado una gran idea. Gracias, ya te puedes ir. —Axel abrió la puerta y sacó a Marisolio para después cerrar de nuevo la puerta.
📲Sarah, llama a Ramona Chávez, la supervisora de servicios generales. Que la necesito en una hora en la oficina.
Una hora después, la señora Ramona estaba sentada frente a Axel, que la miraba de manera inquisidora.
—Señora Ramona. Necesito saber de la empleada que le hizo aseo a esta oficina la madrugada de ayer. —La señora sabía que esa tonta de la Angelica le iba a traer problemas y nada más y nada menos que con el jefe mayor.
—Señor Darko, no se preocupe. Yo ya prescindí de los servicios de la señora Angélica Sosa. Anoche mismo fue notificada. En los siguientes días se le pagará su finiquito. —Axel se paró tan bruscamente de su silla que esta se cayó y, de dos zancadas, estaba al lado de Ramona, que no entendía por qué su jefe de un momento a otro se convirtió en Hulk. Trago saliva y no se atrevía a mirarlo mientras le rezaba mentalmente a San Miguel arcángel para que apaciguara la ira de ese demonio.
—¿Cómo así que despedida? ¿Y con autorización de quién? —Axel brama a una espantada Ramona.
—Señor Axel, yo tengo autonomía de contratar o despedir el personal a mi cargo —la voz de Ramona temblaba. —Así está estipulado en mi contrato. Por eso la despedí, pues ya tenía varios llamados de atención acumulados y con lo que hizo ayer en la mañana fue la gota que derramó el vaso.
Axel no lo podía creer, lo primero que le advirtió y fue lo primero que hizo. La maldita contó lo que pasó en esa oficina.
para que vea Axel 😉 que eres una cajita de sorpresas 🤷♀️
Axel estará orgulloso de su musa 😍