Entre la oscuridad y el eco de la sangre derramada, dos almas se cruzaron:
Elara Veyren, que deseaba liberarse del dolor, y Nyssa, que ansiaba una nueva vida.
El destino unió sus caminos.
Cuando Elara murió, Nyssa fue arrastrada hacia la luz, encadenada a ese cuerpo que dejaba de latir.
Cuando abrió los ojos, no estaba en el campo de batalla.
Estaba en la iglesia, vestida de novia… el día de la boda de Elara.
Pero ya no era la tímida joven.
Ahora, detrás de aquellos ojos grises, habitaba la mirada letal de La Furia Silente.
“Bien…
Me dan un matrimonio forzado, un esposo frío, una familia que la vendió…
No saben lo que acaban de desatar.”
Su sonrisa, apenas torcida y peligrosa, fue la primera señal de que la historia había cambiado para siempre.
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Nos llevaremos bien ..
El silbato del instructor cortó el aire helado de la mañana.Todos los cadetes se formaron en dos filas frente al campo de prácticas.
Elara se acomodó el cinturón y revisó el arma que le habían entregado, un viejo fusil de repetición. Con los ojos entrecerrados, lo giró en las manos como quien inspecciona un juguete defectuoso.
El instructor, levantó la voz:
—¡Primera prueba: resistencia! ¡Veinte vueltas al perímetro! ¡El que se detenga, queda fuera!
Los cadetes salieron corriendo.
Algunos soldados en las gradas silbaban y comentaban entre ellos.
Elara se lanzó detrás de los demás sin dudar.
A mitad de la carrera, varios reclutas ya jadeaban, otros aflojaban el paso.
Elara mantenía un ritmo constante, la respiración controlada, el rostro impasible.
Cuando terminó las veinte vueltas, fue la tercera en cruzar la línea.
Muchos empezaron a mirarla, pensando que en la cuarta vuelta ya caería.
Selene, sentada en la galería con su sombrilla, frunció el ceño .
—Es solo el comienzo, no llegarás hasta el final… —murmuró
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—¡Segunda prueba! ¡Fuerza y coordinación! ¡Desmontar y armar el fusil en menos de un minuto!
Quien no logre el tiempo, queda fuera.
Los cadetes se alinearon frente a las mesas donde los fusiles estaban desarmados en piezas.
Elara se arremangó los puños del uniforme, se colocó de pie, las manos listas.
—¡Listos… ya!
El sonido de piezas metálicas chocando llenó el aire.
Varios cadetes torcieron piezas o perdieron segundos preciosos buscando el resorte del gatillo.
Elara, en cambio, movía las manos con agilidad precisa, los dedos firmes y seguros.
Montó el fusil, lo revisó, y lo golpeó suavemente contra la mesa para indicar que había terminado.
El reloj del sargento marcaba 42 segundos.Un murmullo recorrió el patio.
Selene se removió incómoda en su asiento, lanzando una mirada rápida a Darius, esperando ver en su rostro alguna mueca de desagrado.
– Maldita... Como puedes saber armar un fusil.. Aun así, el no te dará atención si armas un auto – Penso burlona
Darius seguía de brazos cruzados, observando con el ceño fruncido 《¿Desde cuando sabe armar un arma? 》
—¡Muy bien, recluta! —dijo el sargento, anotando el tiempo—. Pasa a la siguiente etapa.
Uno a uno, los demás fueron completando la prueba.
Cuando el último falló al superar el minuto, el sargento bufó.
—¡Tercera y última prueba: puntería!
Tres objetivos en movimiento. Tienen tres disparos cada uno.
Elara caminó hasta la línea de disparo.
Se acomodó el arma en el hombro, ajustó la mira rudimentaria del fusil y exhaló lentamente.
—Primer objetivo… ¡ahora!
Una tabla con una silueta de color oscuro se deslizó sobre rieles a varios metros de distancia.
Elara presionó el gatillo apenas el objetivo entró en su ángulo.
¡BANG!
La bala atravesó el centro del blanco.
—Segundo objetivo… ¡ahora!
Esta vez el blanco era más pequeño, moviéndose en zigzag.
Elara inclinó ligeramente la cabeza, esperó un par de latidos, y disparó.
¡BANG!
Otro acierto, justo en el centro.
El murmullo entre los soldados se volvió más intenso.
Algunos se inclinaron para ver mejor.
Selene apretó los labios, sintiendo que la atención que siempre había buscado se escurría entre sus dedos– ¿ Cómo carajos sabe disparar?- bufo
—Tercer objetivo… ¡ahora!
El último blanco salió disparado de un extremo a otro
Elara ajustó la mira en un solo gesto fluido y disparó sin dudar, se movió por el camino con paso rápido.
¡BANG!
El blanco cayó.
El sargento levantó el brazo, satisfecho.
— Valla.. Valla.. Su esposa es todo una experta Comandante..- dijo mirando a Darius quien no dejó de mirarla más que atónito
– ¡Descansen! Llamaremos a los seleccionados.
Elara suspiro, se sentó en el banco con su grupo tomando agua, los soldados miraban pero no se animaban hablarle, hasta que uno fue el valiente, un joven pelirrojo de su misma edad.
– Señorita Elara Kaelthorn.. Es un gusto estar en su grupo.. Soy Lord Gabriel Berty..
Elara le paso su mano, el joven la tomó dudoso, pero completo su saludo
– Solo dime Elara, Buen tiro de costado por cierto..
– Gracias.. Usted estuvo increíble¿El comandante le enseñó?
– No, Él no me enseña nada - dijo con toda naturalidad dejando a todos incómodos
Darius miró de reojo ese acercamiento, hasta que el Sargento Maxwell dio a los seleccionados.
— Elara de Kaelthorn... Bienvenida al Servicio Militar – Le entrego horario y una gran mochila con su uniforme
—Gracias Sargento.
Darius la observaba en silencio.
Era imposible negar que la había creído frágil y se movía como alguien que conocía el oficio desde siempre.
En las gradas, Selene se levantó, su rostro mantenía una sonrisa forzada pero sus manos estaban crispadas.
— No deja de mirarla.. ¿ como carajos lo logro ..? —susurró entre dientes.
Elara, al pasar de regreso al grupo de cadetes, levantó la vista hacia ella.
La miró apenas un segundo, con una sonrisa que hirió más que cualquier insulto, y siguió caminando.
— Me impresiono Señorita Elara
Elara sonrió ladina, esa voz era de quien estaba esperando escuchar. Se giró despacio. Era el. Treytan de Veilá.
– Que bueno Comandante Veilá, me halaga
Treytan se acercó, su uniforme negro, su sombrero cubría la mayoría de su rostro, con unos ojos oscuros opacos como si pudiera ver lo que pensabas.
– Quisiera saber como aprendió a disparar así..
– Sola en el patio de mi casa
Treytan sonrió burlón, se acercó más a ella, como si midiera su miedo, buscando una mentira pero Elara estaba seria y no apartó su mirada para nada, esto le gustó más, sosteniendo la mirada unos minutos.
– Espero verla mañana.. Parece interesante su forma de desafiarme.
– Me siento alagada, muchos no aguantan a una mujer con mi actitud, parece que usted si es hombre de verdad.
— ¿Y el comandante? Él no puede hacerlo..
– No, hago que su enojo salga a flote como un niño, y eso lo lleva a ocuparse con mi hermana, No lo culpo.. Las sumisas atraen a hombres débiles – Miró hacia donde estában Darius con Selene.
Treytan sonrió ladino, notó la mirada de reojo que le dio Darius. Volvió su vista a Elara y tomó su mano dejando un beso.
– Parece que nos llevaremos muy bien Señorita Elara Kaelthorn
– Solo Elara.. Comandante.- sonrió ladina.
Él asintió gustoso agarrando la punta de su sombrero para luego irse,Ella le siguió su andar y sí que era todo su tipo.
Darius notó su interacción, apretando los dientes, ni siquiera escucho lo que Selene le dijo sobre la fiesta del Pueblo, y su decoración.
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