Tercera parte! En emisión asique no se desesperen que vamos a paso lento pero seguro. Escribo con mucho amor asi que espero lo mismo de ustedes 🖤
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Cap 5
Día 2
Es temprano y el bullicio en la mansión me dice que la mayoría ya está despierta para desayunar. Decido dejar atrás los vestidos elegantes y los tacones que mi madre cuidadosamente había seleccionado para mí esta semana. Primer acto de rebeldía.
Me hago una trenza que cae por mi espalda, busco una camiseta negra con la estampa de Megadeth y me pongo unos jeans ajustados, combinándolos con mis infaltables botines. Regreso a mis pendientes y pulseras, esos que me quité porque, según mi madre, "No son femeninos" y "Dan mala impresión". ¿Por qué tengo que dejar de ser yo solo porque hay visitas en casa?
Bajo las escaleras con el móvil en la mano, distraída, hasta que llego a la planta baja. Ahí está Aiden, quien, a diferencia de ayer, hoy viste casual, lo que lo hace parecer mucho más joven.
—Buenos días, cariño —dice con una sonrisa. Su mirada se detiene en mí por un segundo—. ¿Cómo dormiste?
La verdad es que caí rendida después de la ducha.
—Bien, ¿y tú? —respondo mientras me ofrece su brazo. Lo tomo, porque, aunque sé que las cosas han cambiado, quiero que todo siga igual entre nosotros—. Estoy hambrienta.
—Tú siempre tienes hambre —responde divertido—. Por fortuna, amas tanto la comida como el ejercicio.
—Es cierto, soy afortunada —le digo sonriendo.
Entramos al comedor, donde todos ya están sentados, excepto Vlad y Dima, que parece que aún no se han levantado. Busco mi lugar en la mesa, y Aiden, en su gesto siempre caballeroso, corre mi silla para que me siente. Le devuelvo una sonrisa agradecida, aunque siento la tensión en el ambiente.
Mi madre me lanza una mirada de desaprobación al ver cómo estoy vestida. Todos los demás llevan atuendos impecables, pulcros, como si estuviéramos en una reunión formal. Mi padre enarca una ceja, captando el mensaje sin necesidad de palabras. Él sabe que algo me molesta, aunque mantengo una sonrisa.
—Buenos días, familia —saludo mientras me sirven una taza de café, que tomo entre mis manos como si fuera un escudo—. ¿Cómo están esta mañana?
Mi madre se remueve incómoda en su asiento, y puedo sentir su irritación por mi aspecto, pero no me importa. Hoy quiero ser yo, sin disfraces ni expectativas ajenas.
Mis tíos y abuelos me sonríen con la calidez de siempre. La sonrisa de mi abuelo Robert es la que más me reconforta, una que lleva consigo años de amor y sabiduría, mientras que mi tia/abuela Kathe, me lanza una mirada que dice “Estoy orgullosa de ti” sin necesidad de palabras. Pero mis hermanos, como siempre, me ignoran, sumidos en sus propias conversaciones. Sin embargo, mis primos no hacen lo mismo. Ellos me hablan invitándome a unirme a las actividades que tienen planeadas para hoy. Acepto, emocionada, porque me gusta entrenar, lanzar cuchillos y practicar tiro.
Vlad y Dima ingresan al comedor, recién duchados — Estaban entrenando.— y hablando en voz baja, su risa suave se mezcla con el aire matutino. Me gusta ver cómo se comportan, con esa naturalidad que me hace sentir a gusto. Saludan a todos con un gesto despreocupado antes de tomar asiento. En mi interior, me alegra saber que, a pesar de las tensiones familiares, ellos siempre han estado ahí para mí.
Vlad no me mira y actúa como si anoche no hubiéramos tenido una conversación importante.
—Parece que tendremos un día caluroso hoy. ¿Podríamos ir al lago en la tarde? —Me dirijo hablándole a mi madre, pero ella niega con la cabeza, su mirada fija en las tareas que ha planeado.
—No, ve tú si quieres. Tengo cosas que hacer con tus tías, cariño.
Es el momento adecuado para hablar, aunque en realidad no lo es. Pero no me importa. He tomado la decisión de ser valiente.
Me pongo de pie, dejando la taza en su sitio, y aclaro mi garganta.
—Agradezco que todos estén aquí por mi cumpleaños y por haber venido una semana antes, dejando sus obligaciones para pasar tiempo en familia. —Hago una pausa, hasta que estoy segura de que todos me están escuchando. —Sé que además de eso, vinieron con otras intenciones y lamento...
—Dess. —Mi madre me llama la atención con ese tono de "Calla" que me hace querer rebelarme aún más. —Siéntate y termina tu desayuno.
—Cuando termine de hablar, lo haré. —Dejo claro que no voy a sentarme ni callar. —Como les decía —mientras miro a mis primos, sintiendo su apoyo, pero sabiendo que las miradas de mis padres abuelos y tíos son las más pesadas—, sé que vinieron con la idea de pedirme matrimonio y también sé que, como yo, no quieren hacerlo. Así que mejor les digo de una vez que no estoy interesada ni quiero un compromiso por ahora.
Los rostros de los más jóvenes se ven aliviados. Aiden y Ares, por otro lado, tienen una mezcla de molestia y sorpresa, mientras que Dima y Vlad dejan su conversación para sonreírme, mostrando su apoyo.
—Pero yo sí quería hacerte una propuesta digna de ti para que me tengas en cuenta —dice Ares, con esa confianza que siempre lo caracteriza.
—Eres mi primo, Ares. Todos ustedes lo son. Aunque no compartamos sangre, no puedo verlos de otra manera que no sea esa. Búscate una chica de tu edad; o regresa con la que has dejado antes de venir aqui, yo no estoy para comprometerme con alguien mucho mayor que yo. —Ahora fijo mis ojos en esos azules que por tanto tiempo miraba de una manera muy distinta a como lo veo ahora. —Tu tambien Aiden, esa pobre chica que dejaste en Londres debe tener el corazón roto.
Los hermanos no pueden creer que les diga en la cara algo que me han ocultado.
—Desiree, te dije que... —Mi madre intenta cambiar el tono de su voz por uno más amable, pero sus ojos no dicen lo mismo.
—Si las dejamos, es porque ellas no eran importantes como lo eres tu. —Aiden se defiende y asiento.
—Pero debiste hablar conmigo primero antes de dejarla.
— ¡Dess! —Mi madre levanta la voz advirtiéndome por última vez que cierre la boca.
—Ya, mamá. No te enojes conmigo. Si me hubieras preparado para esto con tiempo, hasta les habría enviado un mensaje formal para que no se molesten en venir con intenciones de pedirme matrimonio.
—Estoy de acuerdo contigo, prima —dice Zack, uno de los hijos de mi tío Eliot. Su apoyo me reconforta—. No queremos comprometernos todavía; somos jóvenes como para atarnos a una persona cuando todavía no hemos vivido lo suficiente, te quiero muchisimo, lo sabes, pero no estamos listos, no todavia.
Mi tía Emilie lo fulmina con la mirada, pero su reacción solo refuerza mi confianza.
—Ves, todos piensan lo mismo —digo, sintiendo la complicidad en las miradas de mis hermanos, mientras mi padre muestra una sutil e imperceptible sonrisa. Él me había dicho que me apoyaría; no entiendo por qué mi madre ha cambiado de parecer cuando me había dicho lo mismo. —Ahora quiero que olvidemos esto y pasemos un buen rato.
—Sabes que esto tarde o temprano tendrá que ser una realidad para ti. — Las palabras de mi madre son una sentencia.
—Sí, y cuando lo haga, quiero estar enamorada de la persona que me acompañe el resto de mi vida o minimamente quiero estar segura de que esa persona no me quiera solo por mi poder.—Digo esto utimo para que se enteren de que no soy una idiota— Por ahora solo quiero ir a la universidad y vivir un poco más antes de tomar semejante decisión.
Tomo asiento, y mi abuela Kathe sonríe, orgullosa de mí, su mirada es un bálsamo que me reconforta.
—Bueno, ¿Qué más da? Es una lástima, pequeña, pero aceptamos tu decisión —dice mi tío Theo, y su esposa sonríe, aliviando la tensión que surgió después de mi aviso informal.
La atmósfera se siente un poco más ligera ahora, y aunque la charla alrededor de la mesa retoma su curso, en el fondo sé que aún me espera el regaño del siglo por la forma en que me he librado de elegir a uno de mis primos para comprometerme.
Cuando terminamos el desayuno y pienso volver a mi habitación para cambiarme, Dimitri me agarra del brazo y me carga en su hombro como un costal, igual que lo hacía cuando era pequeña.
—Tú no te me escapas —dice con una sonrisa traviesa—. Hoy escucharás mi oferta de matrimonio, y si no aceptas, te secuestro. ¡Qué clase de Vor sería si no me salgo con la mía!
Me da una nalgada y me lleva hacia afuera, riéndome a carcajadas. Él se mueve con una agilidad sorprendente, quitándome el móvil de la mano y guardándoselo en el bolsillo.
—¿Qué vas a hacer sin esto? —bromea. — mirándome con picardía mientras me lleva hacia el jardín.
—¡Dima, no! —grito, pero ya es muy tarde. Me lanza al agua helada de la piscina y la sorpresa me deja sin aliento. Emerjo con el escalofrío que me envuelve, el agua fría me hace reír mientras le echo un chorro de agua con las manos, pero es rápido a la hora de apartarse.
—Vi que tenías calor y no pude evitar hacerte el favor de ayudarte a refrescarte, prima —dice, riendo mientras se aparta ágilmente.
Es un juego que tenemos, y aunque siempre termino empapada, no puedo evitar disfrutarlo. La risa compartida hace que valga la pena. Dima se acerca al borde y me tiende la mano para ayudarme a salir. Intento hacer que caiga, pero no lo logro.
—¡Qué malo eres, Dima! Ahora tendré que entrar a la casa mojando todo.
Empiezo a escurrir el agua de mi trenza.
—Eso te pasa por tener el descaro de rechazarme antes de que siquiera te haga mi oferta de matrimonio. ¡Rompiste mi corazón! —dice, haciendo un gesto exagerado y ridículo, llevando las manos a... su entrepierna. Me echo a reír aún más.
—No sabía que tenías el corazón ahí, Dima. —Me siento en el piso caliente. ¿Qué más da? Escurriré la mayor parte del agua aquí mientras pasamos el rato. —Pero ya, no bromes. Sé que sales con alguien y además te gusta. ¿Quién es ella?
—La hija de uno de mis Vory v Zakone, pero no es como piensas. Solo pasamos el rato.—See encoje de hombros con desinterés.
—A mí me dijeron otra cosa. —Le sonrío con picardía. —¿Estás enamorado de ella?
Niega y se sienta en una de las tumbonas junto a mí.
—No, te dije que solo pasamos el rato. Y apuesto a que Vlad te dijo sobre Katia, pero no es como él cree. Llevamos tiempo juntos, sin ninguna intención de formalizar nada.
—¿Entonces, si quieres pedirme matrimonio? —la idea me aterra, y me río nerviosa.— ¿Por qué?
—Sip, quería hacerlo. Pero tienes razón, soy mayor que tú y estoy de acuerdo en que quieras vivir antes de elegir a alguien. Pero respondiendo tu pregunta, queria hacerlo porque te quieo mucho y me da miedo que no te protejan como es debido.
—Sé que pensar en cosas como el amor es típico de mi edad, pero todos aquí llegaron con la idea de casarse conmigo solo porque quieren ser la segunda persona más importante en el mundo criminal, no porque me quieran realmente. Y yo no quiero eso. Me siento mal porque al final, soy solo un puesto en la vida de muchos.
—Aquí todos te queremos, pequeña. No es que nadie sienta algo por ti. ¿O te crees que no hemos notado cómo has crecido y madurado? Eres inteligente, ruda, increiblemente bella y no te callas. Eso atrae a cualquiera, desde el más chico hasta el más adulto, y tienes razon en algo, todos quieren ser el clan mas poderoso del mundo.
—Eso no es amor, es atracción, lo otro ya lo sabia.
Dima sonríe, con orgullo en los ojos.
—Por eso estoy orgulloso de ti, peque. Porque evitaste comprometerte. Estos idiotas —See refiere a sus primos— no te merecen, ninguno te quiere de esa forma... bueno, Vlad sí. —Dima me mira, esperando una reacción, pero no le doy nada.
He aprendido a ser una maldita pared vacía como ellos, pero...
—¿Finalmente te lo dijo, no? —Sonríe, y quiero que la tierra me trague. —¿Cómo te sientes con eso?
—Para ser sincera, es difícil de creer. Vlad es con quien menos hablo. No es de mensajes, ni memes, ni videos graciosos. Solo me saluda en mi cumpleaños, Navidad, Año Nuevo, y cuando está de visita, apenas se acerca a charlar conmigo... Hasta anoche y sí que me tomó por sorpresa.
—Es igual a mi tío Iván, como una maldita caja cerrada. ¡Nunca sabes lo que tienen adentro! —Asiento, porque no podría haberlo descrito mejor. —¿Te animarías a darle una oportunidad?
Suspiro al verlo salir de la casa, hablando por teléfono.
—¡Es diez años mayor que yo! Y sé que es una idiotez, porque mi padre le lleva más que eso a mi madre y se aman, pero... me pone nerviosa siquiera pensarlo, por muy atractivoo que se vea el condenado. — Me muerdo el labio inferior mientras lo miro de lejos.
Dima suelta una carcajada que me contagia, llamando la atención de Vlad, que cuelga la llamada y se acerca con una sonrisa en el rostro. Dima tapándose la boca, un gesto que siempre hace cuando no quiere que le lean los labios.
—Te gusta, no seas tonta. Aiden solo quiere follarte, y Ares solo quiere que seas el trofeo que le quitó a su hermano.
—¿Y tú? —le susurro justo antes de que Vlad nos alcance.
—Mejor ni te digo. —Sonríe de lado—. Ahí viene tu futuro esposo, sonrie pequeña siniestra.
—Maldito pervertido. — Suelto una risita nerviosa.
—Ya sabes donde tengo el corazon, peque. —Se rie tambien al notar mis mejillas rojas.
Besos a todas.