La historia más cliché del año", así la describiría Carla... pero, ¿qué pasa cuando los villanos cuentan su versión?
pero ¿qué pasa cuando se ve desde los ojos de Kiara? Una joven obligada a comprometerse con el príncipe a los 15 años por decisión de su padre, quien en secreto ama al hombre con el que está destinada a casarse. Todo cambia cuando Marionela entra en escena. Su aparente dulzura esconde un lado oscuro que Kiara conoce de primera mano, pues es ella quien comienza a manipular al príncipe y convertir la vida de Kiara en un caos.
La gota que colma el vaso llega cuando Marionela, en un acto calculado, se envenena para culpar a Kiara. La supuesta villana es acusada injustamente, encarcelada y casi ejecutada, pero logra reducir su sentencia. Allí, en el calabozo, un golpe la despierta a su vida pasada y con ello, un propósito claro: cambiar su destino .
este historia está completa
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capitulo 14_ inicia el juego
Esa noche, después de la recepción, recibí una carta de Ian. El mensajero llegó directamente a mis aposentos, donde estaba disfrutando de una copa de vino mientras planeaba mis próximos movimientos. La carta, escrita en su caligrafía impecable, decía:
"Kiara, este es tu escenario. Pero recuerda que todo buen acto necesita un clímax. Demuestra a Liu quién eres ahora, pero no olvides que tu verdadero objetivo está más allá de Marionela y Alber. Este viaje es solo el primer paso hacia algo más. grande. Haz que valga la pena.
—Ian siempre sabe qué decir para mantenerme enfocada —murmuré, doblando la carta con cuidado.
Marionela y Alber eran solo peones en mi juego ahora. Lo que realmente importaba era consolidar mi posición como una figura imparable, no solo para Ian, sino para mí misma.
Y mientras bebía el último sorbo de vino, sonreí al imaginar cómo se desarrollaría todo. El tablero estaba listo, las piezas colocadas y el juego apenas había comenzado.
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La llegada de Kiara al reino de Liu no pasó desapercibida. En cada esquina, cada rincón del palacio y de la ciudad, no se hablaba de otra cosa. Algunos la odiaban, recordando las historias de su "crueldad" y de cómo "casi destruyó la vida de la santa Marionela". Otros, intrigados por su regreso como emperatriz, veían en ella un misterio irresistible, una figura rodeada de poder y peligro.
Sin embargo, para Kiara, todo esto era irrelevante. Ella no había venido para ganar simpatías ni para redimir su reputación. Había regresado con un propósito claro: mostrarle al mundo quién era ahora .
Mientras paseaba por los pasillos del palacio, sintió las miradas de los nobles, algunas llenas de desdén, otras de envidia y muchas más de temor. Kiara no hacía más que sonreír, consciente de que ahora tenía algo que antes no: una posición de poder que ninguno de ellos podía ignorar.
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El rey organizó un banquete en honor a la delegación imperial. La sala del banquete estaba decorada con lo mejor que el reino podía ofrecer: candelabros dorados, mesas llenas de platillos exquisitos y músicos tocando melodías suaves en el fondo. Los nobles llenaban la sala, hablando en susurros sobre la presencia de Kiara, mientras ella, con la cabeza en alto, caminaba hacia su lugar reservado al lado del rey.
El príncipe Alber y Marionela también estaban presentes. Marionela, vestida de blanco, lucía como la imagen perfecta de la pureza y la bondad, pero Kiara sabía mejor. Alber, por otro lado, no podía ocultar su incomodidad. Sus ojos la seguían con una mezcla de resentimiento y fascinación.
Cuando Kiara tomó asiento, el rey levantó su copa para brindar.
—Hoy, damos la bienvenida a la emperatriz Kiara de Xek, quien ha honrado a nuestro reino con su visita.
Todos levantaron sus copas, algunos con entusiasmo fingido, otros con genuino interés. Kiara sonó levemente y levantó la suya, pero no dijo nada. Sabía que el silencio podía ser tan poderoso como las palabras.
Durante el banquete, varios nobles se acercaron a ella para intentar ganarse su favor, algunos con halagos descarados, otros con preguntas envueltas en veladas críticas. Kiara manejó cada conversación con la misma gracia calculada que había perfeccionado como emperatriz, respondiendo lo justo para mantener intrigados y desequilibrados.