Adaptándome A Mi Nueva Vida

Capítulo 8

La mansión era grande, demasiado grande. Y aunque había sido un lujo vivir allí, la soledad me comenzaba a pescar por todos lados. Las largas horas en las que simplemente me quedaba en mi habitación, rodeada de papeles y libros viejos, me comenzaban a parecer una prisión. Así que, un día, decidí aventurarme más allá de las paredes doradas de mi cuarto. Diana me acompañaba, como siempre, pero hoy iba a darme un respiro de su vigilancia constante.

Bajé las escaleras con una sonrisa en el rostro, dispuesta a explorar. La mansión, aunque lujosa, tenía algo sombrío. Quizás era la quietud, o tal vez el aire pesado de secretos que se colaban entre los rincones. Pero, sea como fuera, estaba decidida a descubrirla por completo. Pasé por el salón principal, donde las estatuas y los muebles de época decoraban el espacio como si todo estuviera congelado en el tiempo.

—Duquesa, ¿adónde va? —me preguntó Diana, que no se separaba de mi lado ni por un segundo.

—Voy a conocer a los sirvientes —respondí con una sonrisa. —Me aburro de estar siempre sola, y ellos parecen mucho más interesantes. —

Diana me miró, sorprendida, pero no dijo nada. Parecía que no comprendía por qué alguien como yo, la Duquesa de Ravenshade, querría socializar con el personal de la mansión, pero no me importaba. Necesitaba algo de compañía real, no la fría cortesía de los nobles.

Empecé por la cocina. No era tan grande ni tan impresionante como otros espacios de la mansión, pero estaba llena de vida. Las cocineras se movían rápidamente, cortando, picando, horneando, y las manos de los sirvientes se movían al ritmo del bullicio de la comida que se preparaba. Me acerqué a una de las cocineras, que se veía bastante ocupada, pero, al verme, hizo una pausa y sonrió.

—Duquesa, ¿le gustaría algo? —preguntó, con un tono cordial, pero también ligeramente temerosa.

Sonreí, disfrutando de su reacción genuina. Me senté en una de las mesas de la cocina, observando cómo el personal se movía en el ajetreo cotidiano.

—Solo quería darles las gracias —dije, mirando a mí alrededor. —La comida ha estado excelente. Estuve mucho tiempo en cama, y verlos trabajando con tanto empeño me hace sentir bien. —

Las cocineras me miraron con sorpresa, algunas se ruborizaron y otras simplemente sonrieron tímidamente. La atmósfera era diferente a la de los salones elegantes o las recepciones formales. Aquí, la gente parecía relajada, y, por un momento, me sentí menos atrapada en ese papel de Duquesa. Decidí quedarme a almorzar con ellos, un festín modesto pero sabroso, y aunque Diana protestó al principio, al final se sentó también.

Al mediodía, después de comer, decidí explorar más. Me dirigí hacia el patio trasero, donde los soldados estaban entrenando. Al principio, los vi desde lejos, como un simple espectador curioso. Pero cuanto más observaba, más me fascinaba la precisión con la que se movían, la fuerza que empleaban, y, por alguna razón, eso me hizo pensar en lo... sexy que se veía todo. Cada uno de ellos, con sus espadas y armaduras, exhibía una destreza que me deslumbraba. Tal vez era la fuerza o la disciplina, o simplemente el hecho de que no estaba acostumbrada a ver hombres tan concentrados en algo tan físico.

Me quedé allí por un rato, sin darme cuenta de que Diana me observaba.

—¿Duquesa? —dijo, con una voz algo tensa.

—¿Qué? —respondí, despertando de mi trance. —Solo estoy observando. ¿Te parece raro? —

Diana suspiró, claramente incómoda con la situación, y cambió de tema rápidamente.

—No debería ser usted tan curiosa, Duquesa. No todos los soldados son personas... amables —dijo, evitando mirarme a los ojos.

En ese momento, decidí cambiar de tema. Después de todo, no había sentido que ella, me contara todo en cuanto a la imagen que tenía, la sociedad sobre mí. Era hora de saber más.

—Diana, sé que has sido muy paciente conmigo, pero necesito que seas sincera —le pedí, volviendo a caminar por el pasillo hacia los salones. —Quiero saber más sobre la Duquesa de Ravenshade, sobre la persona que era antes de despertar sin mis recuerdos. —

Obvio que nunca iba a tener esos recuerdos, ya que no eran míos, sino de la huésped original de este cuerpo. Diana se quedó callada por un momento, y su rostro se tornó serio. Sabía que había algo que no me estaba contando, algo importante. Finalmente, después de unos segundos, habló en voz baja.

—La gente... la gente la veía como una mujer arrogante. Hacía muchas buenas acciones a escondidas, sí, pero fuera de eso... no era querida. Era calculadora, fría, cruel en muchos aspectos. No tenía miedo de hacer lo que fuera necesario para mantener su estatus, y no le importaba pisotear a quien fuera. Le gustaba jugar con las emociones de los hombres, además tenía un amante. Nadie en la alta sociedad la respetaba realmente, aunque todos temían sus maniobras. —

Me quedé en silencio, sorprendida por sus palabras.

—¿Un amante? —pregunté, sin poder evitarlo.

Diana asintió, y su mirada se oscureció.

—Sí, un hombre llamado Nicolás. Un hombre al que quería hacer su esposo. Fue él quien estuvo con usted, mientras el Duque... bueno, el Duque estaba ocupado con otras cosas. Pero, en una vuelta de tuerca, el Duque terminó encerrando a Nicolás. Ya que él fue el hombre que usted casi mata… Ese que le dio el veneno junto con su doncella—

Una oleada de desconcierto recorrió mi cuerpo. Nicolás, el mismo hombre que había intentado aprovecharse de mí, el que había sido tan repulsivo al principio de mi llegada a este mundo... ¿era él realmente el amante de la mujer cuya vida había ocupado? ¿Acaso todo en esta historia estaba vinculado de alguna forma?

—Entonces... ¿él está encerrado aquí? —pregunté, mi voz apenas un susurro.

—Sí —respondió Diana, con un brillo de preocupación en sus ojos. —Y el Duque... bueno, no le permite salir de su prisión. —

—¿Hay alguna forma que salga de prisión? —

Diana me miró preocupada, creo que sé lo que está pensando y me apresuro a decirle que se equivoca

—No me malinterpretes, solamente quiero asegurarme que esa basura sufra, ni bien me termine de recuperar me gustaría visitarlo y vengarme con mis propias manos…—

Un suspiro de alivio salió de Diana, mientras yo solo me mostraba risueña

-Por un momento me preocupe señora—

La mire con una sonrisa donde dejaba ver toda mi perfecta dentadura —Nadie me molesta y menos como él lo hizo y sigue tranquilo con su vida….—

Diana solo reía un poco nerviosa y yo quería recuperarme de una vez para comenzar con mi vida… pero primero me vengaría de esa escoria…