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Nacido Para Reinar Destinado A Morir

Nacido Para Reinar Destinado A Morir

Status: Terminada
Genre:Completas / Batalla por el trono / Viaje a un mundo de fantasía / Reencarnación
Popularitas:3.4k
Nilai: 5
nombre de autor: Gabrielcandelario

En un reino sumido en la incertidumbre, el inesperado fallecimiento del rey desata una sucesión al trono llena de intrigas y peligros. En medio de este caos, nace un príncipe, cuyo destino está marcado por la tragedia. Desde el momento de su nacimiento, el joven príncipe es reconocido como el legítimo heredero al trono. Criado en la sombra del poder, su vida transcurre entre los muros del palacio, donde aprende el arte de gobernar y se prepara para asumir el manto de la corona. Sin embargo, su destino está irremediablemente sellado. Una antigua profecía dicta que el nuevo rey deberá pagar un precio aún más alto: su propia vida. Cuando la amenaza se cierne sobre el reino, el príncipe se encuentra ante una disyuntiva inquietante: aceptar su inevitable muerte o luchar por la supervivencia de su pueblo. En una trama trepidante, que combina la alta fantasía con la intriga política, el príncipe se enfrenta a la encrucijada de su vida. Deberá tomar una decisión que determinará el futuro del reino y su propia existencia, enfrentándose a fuerzas oscuras, traidores y a su propio miedo a la muerte. "Nacido para Reinar, Destinado a Morir" es una épica historia de sacrificio, lealtad y el poder transformador del amor, que cautivará a los amantes de la ficción heroica y los relatos sobre el destino. ¿Qué le parece esta sinopsis? Espero haber capturado adecuadamente los elementos clave de la trama que ha planteado. Estoy abierto a cualquier comentario o sugerencia que quiera hacer.

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Negociaciones a Contrarreloj

Capítulo 6 - "Negociaciones a Contrarreloj"

Damián abrió los ojos, atónito. ¿Cómo se atrevían esos señores feudales a exigir semejantes concesiones a cambio de su lealtad?

—¿Cómo se atreven a hacer tales demandas? —exclamó, con evidente enojo—. ¿Acaso creen que pueden dictar los términos de mi coronación?

Lord Víctor asintió, compartiendo la frustración del joven monarca.

—Me temo que así es, majestad —dijo, con pesar—. Algunos de ellos incluso amenazan con levantarse en armas si no accede a sus exigencias.

Damián apretó los puños, sintiendo cómo la ira le hervía la sangre. Había intentado ser conciliador, pero esos hombres parecían empeñados en desafiarlo a toda costa.

—No puedo ceder ante semejantes exigencias —declaró, con firmeza—. Eso sería como renunciar a mi autoridad como rey.

Víctor asintió, comprendiendo la difícil posición en la que se encontraba el joven monarca.

—Lo sé, majestad —dijo, con tono grave—. Pero si no logramos llegar a un acuerdo, me temo que tendremos que considerar medidas más drásticas.

Damián sabía que Víctor tenía razón. Si no encontraba una solución pronto, la ceremonia de coronación podría verse gravemente amenazada. Y eso era algo que no podía permitir.

—Convoca a mis consejeros de confianza —ordenó, con determinación—. Necesitamos trazar un plan de acción que nos permita negociar con esos señores feudales sin tener que ceder a sus absurdas demandas.

Víctor asintió y se apresuró a cumplir con la orden. Mientras tanto, Damián se retiró a sus aposentos, donde Elisa lo esperaba con evidente preocupación.

—Damián, ¿qué ha ocurrido? —preguntó la reina, al ver el semblante turbado de su hijo.

El joven rey le relató los últimos acontecimientos, sintiendo cómo la frustración y la ansiedad se apoderaban de él.

—Madre, no puedo ceder ante esas exigencias —dijo, con vehemencia—. Sería como traicionar a mi pueblo y renunciar a mi autoridad como rey.

Elisa lo miró con ternura y comprensión, consciente de la difícil situación que enfrentaba su hijo.

—Lo sé, mi querido Damián —dijo, colocando una mano reconfortante sobre su brazo—. Pero debemos encontrar una solución que nos permita mantener la unidad del reino.

Damián asintió, sabiendo que su madre tenía razón. Ahora más que nunca, necesitaba de su sabiduría y experiencia para guiar sus pasos.

Poco después, los consejeros de confianza de Damián se reunieron en la sala del consejo. Allí, el joven rey expuso la grave situación que enfrentaban y solicitó su asesoramiento.

—Señores, como bien saben, algunos de los señores feudales se han negado a asistir a mi coronación a menos que acceda a sus exorbitantes demandas —explicó Damián, con tono serio—. Necesito ideas sobre cómo proceder sin tener que ceder a sus exigencias.

Los consejeros intercambiaron miradas preocupadas, conscientes de la delicada naturaleza del problema.

—Majestad, me temo que no tenemos muchas opciones —intervino lord Víctor, con tono grave—. Si no accedemos a algunas de sus peticiones, es muy probable que se nieguen a reconocer su autoridad.

Damián se mantuvo en silencio, escuchando atentamente las diferentes propuestas que sus consejeros iban exponiendo. Algunas eran más conciliadoras, mientras que otras abogaban por una postura más firme.

En ese momento, Elisa tomó la palabra, con tono sereno pero resuelto.

—Caballeros, entiendo vuestra preocupación —dijo, dirigiéndose a los presentes—. Pero creo que debemos intentar una estrategia que nos permita mantener la dignidad del trono sin necesidad de ceder a todas sus demandas.

Varios de los consejeros la miraron con escepticismo, pero Elisa continuó, sin inmutarse.

—Propongo que ofrezcamos concesiones limitadas a aquellos señores feudales que muestren señales de buena voluntad y acepten reconocer la autoridad de mi hijo —explicó, con determinación—. Pero bajo ninguna circunstancia aceptaremos que dictaminen los términos de su coronación.

Damián observó a su madre con admiración, sintiéndose reconfortado por su firme liderazgo. Sabía que, con ella a su lado, tendrían mejores posibilidades de resolver esa crisis.

—Me parece una estrategia prudente, majestad —intervino uno de los consejeros, con tono reflexivo—. Quizás de esa manera podamos convencer a algunos de los señores feudales rebeldes de que se unan a la celebración sin tener que hacer concesiones demasiado onerosas.

Otros asintieron, y lord Víctor, aunque con evidente renuencia, terminó por aceptar el plan de Elisa.

—Muy bien —dijo Damián, con determinación—. Entonces preparemos a nuestros emisarios de confianza y enviémoslos de inmediato a las provincias rebeldes. Que ofrezcan concesiones moderadas, pero dejen en claro que no aceptaremos nada que ponga en duda mi autoridad como rey.

Los consejeros asintieron y se apresuraron a cumplir con las órdenes de Damián. Mientras tanto, el joven monarca se retiró a sus aposentos, sintiéndose agobiado por la responsabilidad que recaía sobre sus hombros.

—Madre, ¿crees que esta estrategia funcionará? —preguntó, con evidente preocupación—. ¿Y si esos señores feudales se niegan a ceder?

Elisa se acercó a él y lo envolvió en un cálido abrazo, brindándole el consuelo que tanto necesitaba.

—Debemos tener fe, mi querido Damián —dijo, con voz serena—. Sé que no será fácil, pero creo que esta es la mejor opción para evitar un derramamiento de sangre.

Damián suspiró profundamente, sintiéndose un poco más tranquilo. Sabía que su madre tenía razón, y que debía confiar en su plan.

Horas más tarde, los emisarios partieron rumbo a las provincias rebeldes, llevando consigo una oferta de concesiones que Damián esperaba fuera suficiente para convencer a los señores feudales de reconocer su autoridad.

Mientras tanto, los preparativos para la ceremonia de coronación continuaban a toda marcha. Los artesanos trabajaban incansablemente, creando suntuosos trajes, joyas y estandartes que realzarían la magnificencia del evento.

Damián recorrió los salones del castillo, observando cada detalle con ojo crítico. Sabía que esa ceremonia no solo marcaría el inicio de su reinado, sino que también sería un momento crucial para demostrar la fuerza y la unidad de su reino.

...ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ...

Varios días pasaron en medio de una creciente tensión. Damián y sus consejeros aguardaban con nerviosismo el regreso de los emisarios enviados a las provincias rebeldes.

Finalmente, uno de los enviados llegó al castillo, con un semblante grave que no auguraba buenas noticias.

—Majestad, príncipe Damián —dijo, haciendo una reverencia—. Lamento informarles que nuestras negociaciones han fracasado.

Damián sintió cómo un nudo se formaba en su garganta. Después de tanto esfuerzo, ¿acaso todas sus esperanzas se habían desvanecido?

—¿Qué ha ocurrido? —preguntó, con evidente preocupación.

—Los señores feudales se han mantenido inflexibles en sus demandas —explicó el emisario—. Insisten en que usted debe ceder a todas sus exigencias o de lo contrario no asistirán a su coronación.

Damián apretó los puños, sintiendo cómo la frustración se apoderaba de él.

—¿Acaso creen que pueden dictar los términos de mi ascenso al trono? —exclamó, con indignación—. ¡Eso es inaceptable!

Elisa, que había estado presente durante el informe, colocó una mano tranquilizadora sobre el brazo de su hijo.

—Cálmate, Damián —dijo, con tono sereno—. Debemos buscar una solución, sin perder la compostura.

El joven rey asintió, respirando hondo para recobrar la calma.

—¿Hay algo más que deba saber? —preguntó, dirigiéndose nuevamente al emisario.

—Sí, majestad —respondió el hombre, con pesar—. Algunos de los señores feudales han amenazado con tomar las armas si no accede a sus demandas.

Un tenso silencio se apoderó de la sala. Damián intercambió miradas preocupadas con sus consejeros, consciente de que la situación había empeorado aún más de lo que esperaba.

—Esto es intolerable —intervino lord Víctor, con tono severo—. No podemos permitir que esos hombres pongan en jaque la autoridad del rey.

Damián asintió, sintiendo cómo la determinación se apoderaba de él.

—Entonces, es hora de tomar medidas más enérgicas —declaró, con voz firme—. Convoca a nuestras tropas y prepáralas para marchar a las provincias rebeldes.

Víctor lo miró con una mezcla de satisfacción y preocupación.

—¿Está seguro de que es la decisión correcta, majestad? —cuestionó—. Una confrontación abierta podría desencadenar una guerra civil.

Damián lo miró con resolución.

—No tenemos más opción, lord Víctor —respondió—. Debo demostrar que mi autoridad como rey no está sujeta a negociación.

Elisa intervino, con tono conciliador.

—Tal vez podríamos intentar una última ronda de negociaciones —sugirió—. Quizás haya una forma de llegar a un acuerdo sin tener que recurrir a la fuerza.

Damián la miró con duda, pero finalmente asintió. Su madre tenía razón, debía agotar todas las vías diplomáticas antes de enviar a sus tropas a las provincias.

—Muy bien —dijo, dirigiéndose al emisario—. Regresa de inmediato a las provincias y ofrece a esos señores feudales una última oportunidad para que reconozcan mi autoridad. Pero déjales claro que no aceptaré más exigencias.

El hombre asintió y se apresuró a cumplir con la orden. Mientras tanto, Damián se retiró a sus aposentos, sintiéndose abrumado por la carga que pesaba sobre sus hombros.

—Madre, ¿y si mis intentos de negociación fracasan? —preguntó, con evidente preocupación—. No puedo permitir que el reino se sumerja en una guerra civil.

Elisa se acercó a él y lo envolvió en un cálido abrazo, brindándole el consuelo que tanto necesitaba.

—Confía en ti mismo, Damián —dijo, con voz serena—. Sé que no será fácil, pero estoy segura de que encontrarás una solución que preserve la unidad de nuestro reino.

El joven rey asintió, sintiéndose un poco más fortalecido por las palabras de su madre. Sabía que, pase lo que pase, debía mantener la calma y la determinación.

Días después, el emisario regresó al castillo, con noticias que, si bien no eran del todo alentadoras, tampoco eran tan negativas como Damián había temido.

—Majestad, algunos de los señores feudales han aceptado su oferta de concesiones —informó el hombre—. Sin embargo, otros siguen insistiendo en que deben imponer sus propias condiciones.

Damián escuchó con atención, sintiendo cómo la esperanza renacía en su interior.

—¿Cuántos de ellos han aceptado nuestra propuesta? —preguntó, con cautela.

—La mitad, aproximadamente —respondió el emisario—. Y la mayoría de los restantes han accedido a asistir a la ceremonia de coronación, aunque no han confirmado su lealtad.

Damián asintió, consciente de que eso significaba un importante avance, aunque aún quedaba mucho trabajo por delante.

—Bien —dijo, con determinación—. Entonces prepararemos la ceremonia para que se lleve a cabo según lo planeado. Debemos enviar nuevos emisarios a las provincias rebeldes, ofreciendo concesiones aún más generosas a cambio de su reconocimiento.

El emisario asintió y se retiró para cumplir con la orden. Damián se volvió hacia su madre, quien lo miraba con orgullo y preocupación.

—Madre, sé que aún no hemos resuelto el problema por completo —dijo, con tono grave—. Pero al menos hemos logrado evitar que la ceremonia se vea seriamente amenazada.

Elisa le dirigió una sonrisa cálida y colocó una mano reconfortante sobre su hombro.

—Eso es un gran logro, Damián —dijo, con ternura—. Estoy segura de que, con tu determinación y sabiduría, lograrás unir a todo el reino bajo tu liderazgo.

Damián asintió, sintiendo cómo la confianza de su madre lo llenaba de fortaleza. Sabía que aún enfrentaba un enorme desafío, pero estaba decidido a superarlo.

En los días siguientes, los preparativos para la ceremonia de coronación continuaron a toda marcha. Los artesanos trabajaban incansablemente, creando un espectáculo que reflejaría la grandeza y la majestuosidad del nuevo reinado.

Mientras tanto, Damián y sus consejeros se esforzaban por convencer a los señores feudales rebeldes de que se unieran a la celebración. Ofrecieron concesiones aún más generosas, pero sin ceder en su determinación de mantener la integridad de la corona.

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Lía Thiago
Ay no, esto me recuerda ciertas negociaciones políticas donde las partes toman ventaja para traicionar.
Gabriel: ¡Me voy a reír!. Gracias por leer mi historia. Si hay faltas autografica me disculpo y también me disculpo por los párrafos repetidos.
total 1 replies
Lía Thiago
🤣🤣🤣 Pensé igual🤣🤣
Lía Thiago
Ese es el precio de la guerra, al menos es un rey valiente.
Milcaris
Difícil y muchas muertes pero se ganó y ahora debería reinar la paz..
Milcaris
Que lastima, cuántas muertes por no llegar a acuerdos.
Lía Thiago
Ya salió el peine.
Lía Thiago
¿Será qué Victor no es lo que parece?
Lía Thiago: estamos igual 🤣🤣🤣
Milcaris: Estoy confundida, primero dude de él y lo creí en contra del rey. Ahora estoy pensando que si está ayudando.
total 2 replies
Lía Thiago
Este bicho como que está alborotando a los señores feudales.😡
Lía Thiago
Victor es un rastrero 😡
Lía Thiago
No soy yo y ya estoy molesta🤣🤣🤣
Lía Thiago
Eso es de sabios.
Lía Thiago
Estaría alejado de las cuestiones políticas, pero tiene mucha agudeza al observar, eso le será beneficioso.
Lía Thiago
Excelente, atrapa desde un inicio, además del uso de un lenguaje culto y redacción impecable, Seguido a partir de este momento. Exitos 🌹
Milcaris: Pocas veces encontramos historia de hombres en esta app. Es una novela muy buena y como dices vale la pena seguir y apoyar, más cuando son escritores que están comenzando y su trabajo es bueno.
total 1 replies
Lacarvel
Mano dura y con eso aprenden las minorías 👌🏼
Lacarvel
ellos merman pero los rebeldes también
Lacarvel
eso pasó esta vez perooo en las demás provincias no será así por qué ya vieron hasta donde llegas.
Lacarvel
Ya era hora que pusiera mano dura
Lía Thiago: siiii una mezcla del tuyo con el de la uruguaya 🤣🤣🤣🤣
Milcaris: 🤣🤣🤣solo un poco 🤏🏻🤏🏻🤏🏻
total 3 replies
Milcaris
Damian con punto a favor. La guerra no se gana en una sola batalla.
Milcaris
Damian debería hablar con uno de ellos, quizás las órdenes del Rey para su pueblo no fueron llevadas a cabo y ahora la rebeldía.
Milcaris: Vale la pena apoyar a quien hace un buen trabajo.
Gabriel: Gracias por leer mi historia. “Si encuentras capitulo repetidos, me disculpo de ante mano”. Te quiero mucho
total 2 replies
Milcaris
Victor es definitivamente la piedra de tranca. Sabía que algo así iba a ocurrir.
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