Mackenzie Bailey joven hermosa descendiente de una aristocrata familia, es maltrada y humillada por sus hermanos y cuñada, hasta casi llevarla a la muerte, despreciada por su fisico, tratada como el petito feo, la han quebrado de mil y una formas hasta dejarla rota, lograra unir sus pedazos y obtener venganza.
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Cap 7: Lugar tranquilo
Mackenzie fue dada de alta ese día en la tarde.
Esa mañana fue bastante movida para Mackenzie varios estudios realizados para determinar si estaba de alta o no.
La sesión con Darío que la dejo agotada, tanto que se durmió sin comer.
La nana había ido a preparar las cosas para la llegada de su niña a su nuevo hogar, un lindo y amplio Penthouse en el centro de la ciudad no estaba muy cerca de la universidad, pero al final de cuentas tampoco estudiaría más allí.
Nada de esto era sabido por Mariano quien desde ya, pensaba cobrárselas toda a su hermana, le haría la vida miserable, bueno se quedara con las ganas.
Esa mañana tuvo que llamar a Felipe para que los buscara, ni muerto iría en taxi.
Tenía dinero en su cuenta personal una que su padre no tenía conocimiento y en la cual le depositaban los premios obtenidos en las carreras clandestinas de motos en las que secretamente participaba.
Podía mantener su estilo de vida por un tiempo, pero le puso limites a Brenda de no ir de compras ni nada de eso, o llamarían la atención y eso significaría más problemas.
Molesta Brenda hizo un berrinche, pero no consiguió persuadirlo.
Ya le inventaría algo a sus amigas para no ir de compras con ellas.
Por otro lado, Cristal muy asustada recibía el resultado de una prueba de embarazo que para su fortuna dio negativo.
Todas unas joyitas los hijos del prestigioso abogado, el mayor corredor de carreras clandestinas y la menor una casco flojo que con tan solo 16 años ya perdió la cuenta de cuantos chicos la han follado.
La única que era diferente era Mackenzie a la que ellos llamaban la vaca o el patito feo de la familia.
Lo ocurrido con Mackenzie puso más atento a Adolfo quien vigilaba a sus hijos y conocía cada uno de sus pasos.
Supo desde antes el resultado de los exámenes, no tenía conocimiento de la vida sexual de su hija o sino se habría infartado, pero tomó una decisión drástica aun si eso afectara su matrimonio.
Realizo un par de llamadas y coordino la visita a un internado de señoritas donde pensaba enviar a Cristal.
Mackenzie fue despertada por la nana y el doctor Jacobo con la noticia que estaba de alta.
Luisa le dio aviso a Adolfo, quien se disculpó por no poder ir.
Iba camino al internado, debía ponerle un alto a los abusos y excesos de sus hijos.
Mackenzie fue llevada por la nana Luisa y los dos guardaespaldas a su nuevo hogar.
Se maravilló del hermoso departamento y más cuando la nana le dio una carpeta con los papeles que estaban a su nombre, ella era la propietaria.
No estaba en el contrato, pero le encanto el gesto de su padre.
Se duchó con ayuda de la nana, comió un postre sentada en la terraza, admirando la hermosa vista de la ciudad.
Se sintió en paz en ese lugar, un lugar tranquilo y lo mejor era suyo, solamente suyo.
Le envió un mensaje con la dirección a Susana y otro a Darío.
El doctor Jacobo ya la tenía pues estaban en los documentos del hospital.
Ceno feliz con su nana, aunque sentía una gran tristeza, al verse sola, prefería eso que vivir entre víboras ponzoñosas de maldad.
Adolfo dejó especificaciones para la educación de su hija en el internado, dio una suma considerable para que todo se cumpliera como deseaba y luego se marchó a la mansión.
Se frotaba la frente con frustración, su vida era un desastre.
El chofer lo miro con lástima a través del espejo, su jefe aunque serio y prepotente no era una mala persona.
Llegaron a la mansión Bailey.
Adolfo se tomó unos minutos para bajarse, le esperaba enfrentar una fiera, pero no había marcha atrás
Entro y fue directo a su habitación, se duchó y coloco ropa más informal para cenar con su familia.
Una familia que se estaba desmoronando.
Bajo y todos aguardaban su llegada para comer.
Se sentó en la cabecera de la mesa y miro el asiento de su princesa vacío con nostalgia.
Eso molesto a sus otros hijos, quienes sintieron celos tontos e infundados.
Ceno con amargura de corazón, se sentía fracasado como padre, hasta la comida estaba desabrida o eso le pareció.
La cena estuvo en silencio, un silencio incómodo.
Al terminar pidió la palabra, todos esperaban lo que diría.
Cuando contó lo ocurrido, Cristal avergonzada agacho la cabeza y comenzó a llorar.
Te irás a un internado de señoritas, vengo del lugar y ya todo está listo.
Las empleadas están preparando tus cosas yo personalmente te llevaré mañana a primera hora, todos quedaron impactados.
Cristina casi se desmaya con la noticia y Cristal lloro como Magdalena suplicando no ser llevada, pero era una decisión tomada y ni todo el ruego o todas las lágrimas harían a Adolfo Bailey cambiar de opinión.
Mariano comprendió que eran vigilados y ahora más que nunca debían mantener un perfil bajo, hasta que se calmen las aguas.
Nada de carreras y se enfocaría más en los estudios, eso alegraría a su padre.
Brenda se sentía frustrada, pensaba invitar a Cristal para que esta pagara sus compras.
Te lo dije que debías tener cuidado, mira lo que has ocasionado, no podremos ayudarte, pues estamos mal con tu padre por culpa de la vaca inmunda hablo Brenda enojada.
Por más que Cristina rogó y lloro Adolfo no accedió a cambiar de parecer, incluso tomo su pijama y se fue a dormir a una habitación de huésped.
Era la primera vez que no dormían juntos luego de una discusión, eso demostraba el nivel al que habían escalado las cosas.
Cristinconsolólo a su hija y le dijo que no podía hacer nada por ella.
La abrazo hasta que se quedó dormida y ella se durmió llorando al saber que su hogar perfecto, su maravillosa familia se desplomaba como castillo de naipes en su cara sin que nada pudiera hacer.