Mónica es una joven de veintidós años, fuerte y decidida. Tiene una pequeña de cuatro años por la cual lucha día a día.
Leonardo es un exitoso empresario de unos cuarenta y cinco años. Diferentes circunstancias llevan a Mónica y Leonardo a pasar tiempo juntos y comienzan a sentirse atraídos uno por el otro.
Esta es una historia sobre un amor inesperado, segundas oportunidades, y la aceptación de lo que el corazón realmente desea.
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Los primeros pasos de Sofía
La vida en la casa se transformó en un remolino de momentos inolvidables, llenándose de risas y pequeñas sorpresas a medida que Sofía crecía. A los pocos días de haber nacido, Diego continuó durmiendo junto a Mónica y la bebé. No era la situación ideal, pero había funcionado durante una semana. Sin embargo, una noche, mientras cenaban, Inés planteó una cuestión importante.
-No me malinterpreten- dijo Inés, sirviéndose una porción de sopa- pero creo que debemos hacer algo para que Sofía aprenda a dormir sin Diego.
Diego levantó la mirada de su plato, algo sorprendido. No había pensado en ello, y aunque le encantaba estar cerca de Sofía, sabía que Inés tenía razón. Mónica, también pensativa, miró a la bebé que dormía en su cuna portátil al lado de la mesa.
-No es porque sea malo que estés con ellas- continuó Inés- sino que si algún día tienes que trabajar de noche, Sofía se va a desesperar si no estás ahí y ninguno de nosotros va a poder hacer nada al respecto.
-¿Y qué sugieres?- preguntó Mónica, un poco nerviosa- Ya intentamos que duerma sola, pero no hay forma… si Diego no está, llora.
Inés sonrió, como si hubiera estado esperando esa pregunta.
-Cuando yo era joven, había una vecina que tenía el mismo problema con su bebé- explicó mientras se acomodaba en la silla- Ella tenía que trabajar y no podía estar todo el tiempo con su hijo. Entonces, lo que hacía era dejarle una prenda de ropa con su olor al lado de la cuna, y el bebé se calmaba.
-¿Una prenda de ropa?- preguntó Diego, con curiosidad- ¿Y funcionaba?
-Funcionaba como magia- respondió Inés- La idea era que el bebé sintiera que estaba cerca de ella. Podríamos hacer lo mismo, pero con una prenda tuya. Así, de a poco, Sofía aprenderá a dormir sin que estés físicamente allí.
Mónica asintió, pensativa.
-Podríamos intentarlo… no tenemos nada que perder- dijo, mirando a Diego.
Diego se encogió de hombros y sonrió.
-Si crees que eso ayudará, por mí está bien. Aunque no sé si quiero que Sofía me reemplace por una camiseta- bromeó.
Y así lo hicieron. Esa misma noche, en lugar de que Diego se quedara en la habitación, pusieron una camiseta suya cerca de Sofía, justo a la cabecera de su cuna. Al principio, la bebé protestó, pero luego, al sentir el olor familiar, se calmó y se quedó dormida.
-Parece que funciona- susurró Mónica, mirando a Diego con una sonrisa de alivio. El muchacho se siguió quedando en la habitación, porque a veces la pequeña despertaba y lloraba, entonces para no hacerla sufrir la llevaban a la cama con ellos.
Con el paso de los días, la presencia de Diego en la cama fue reemplazada por su camiseta, y poco a poco, Sofía aprendió a dormir sola en su cuna. Para cuando cumplió dos semanas con el "truco de la camiseta", ya no necesitaba que Diego estuviera allí físicamente.
-Esto es un éxito- dijo Mónica una mañana, mientras acomodaba a Sofía en su cuna- Ya duerme sin problemas… aunque siempre con tu camiseta cerca.
Diego rió mientras se dirigía al trabajo.
-Ella no me extraña, me ama porque soy encantador- bromeó, haciéndole una mueca graciosa a Sofía, quien lo miraba desde su cuna con ojos curiosos.
Los primeros meses...
Sofía comenzó a crecer rápidamente, las noches eran más tranquilas y todos iban aprendiendo sobre la marcha como manejarse con un bebé en la casa. Al cumplir su tercer mes, ya comenzaba a mostrar sus primeras sonrisas. Mónica estaba radiante cada vez que la pequeña sonreía, y no podía esperar a que Diego llegara del trabajo para contarle.
-¡Diego!- gritó una tarde mientras él entraba por la puerta- ¡Sofía sonrió!
Diego, con el rostro cansado pero feliz, dejó sus cosas en la mesa y se acercó rápidamente.
-¿De verdad?- preguntó emocionado- ¿Me perdí su primera sonrisa?
-Sí, pero seguro lo hará de nuevo- respondió Mónica, levantando a la bebé para que Diego la viera.
Diego comenzó a hacerle caras graciosas, y después de unos segundos, una pequeña sonrisa apareció en el rostro de Sofía.
-¡Ahí está!- exclamó Mónica, emocionada- ¡La viste!
Diego la observó, con el pecho hinchado de orgullo.
-Sabía que le caía bien- dijo, acariciando suavemente la mejilla de la bebé.
En el quinto mes, Sofía comenzó a balbucear, ya se sentaba en una silla para comer papilla. Sus sonidos eran pequeños y adorables, pero llenaban la casa de vida. Cada mañana, Mónica se levantaba al sonido de sus balbuceos, y en lugar de llorar para pedir comida, Sofía parecía estar hablando con las paredes.
-Ya está comenzando a dar sus primeros discursos -bromeó Cintia una mañana mientras desayunaban.
Diego, que no perdía la oportunidad de bromear, le contestó:
-Es porque tiene muchas cosas importantes que decir. Deberíamos prepararnos, porque en un par de años no nos va a dejar dormir con tanta charla.
Alrededor del sexto mes, Sofía comenzó a explorar más su entorno. Agarraba todo lo que tenía a su alcance y lo llevaba a su boca. Fue también en ese mes cuando empezó a hacer esfuerzos por gatear.
-¡Mira esto!- dijo Diego una tarde, llamando a Mónica desde el suelo del salón.
Sofía estaba en el centro de una manta, empujándose con las piernas, intentando moverse hacia un juguete que Diego había colocado frente a ella.
-¡Vamos, Sofí! ¡Tú puedes!- la animaba Diego mientras la observaba con una sonrisa enorme.
-No puedo creerlo, ya está tratando de gatear- dijo Mónica, con lágrimas en los ojos de pura emoción- Crece tan rápido...
A los siete meses, Sofía ya era toda una experta en moverse. Aunque todavía no gateaba por completo, lograba impulsarse hacia delante usando sus pequeños brazos y piernas. Pero lo que más sorprendió a todos fue cuando comenzó a comer alimentos sólidos.
-¡Mira cómo se come todo!- dijo Mónica, asombrada, mientras le daba su primera papilla.
Diego observaba desde la mesa con una sonrisa, sacando su teléfono para grabar el momento.
-Nuestra niña ya está creciendo- dijo en tono dramático- Pronto estará pidiendo pizza.
Mónica soltó una carcajada.
-Aún falta mucho para eso, Diego
Cuando Sofía cumplió nueve meses, había logrado conquistar cada rincón de la casa. Gateaba de un lado a otro con una velocidad sorprendente, siempre curiosa por descubrir cosas nuevas.
-¡Cuidado con los cables!- gritó Cintia una vez, mientras Sofía se acercaba peligrosamente a un enchufe.
-Es como si supiera dónde no debe ir- bromeó Diego, corriendo tras la bebé para apartarla, y a partir de allí toda las instalaciones eléctricas pasaron a ser áereas.
Al llegar a los diez meses, Sofía comenzó a pararse apoyada en los muebles. Sus pequeños pies se tambaleaban, pero se mantenía firme, mirando a su alrededor con ojos curiosos.
-Creo que pronto va a caminar- dijo Alicia , nerviosa y emocionada a la vez.
-Definitivamente. Está preparándose para su primer maratón- respondió Samuel, observando con atención cada uno de sus intentos.
Finalmente, cuando Sofía cumplió once meses, llegó el gran momento. Estaban en la sala, todos reunidos como de costumbre, cuando de repente, la pequeña se soltó del sofá y dio un paso hacia Diego.
-¡Dios mío!- exclamó Mónica, llevándose las manos a la boca- ¡Está caminando!
Diego, sin moverse, abrió los brazos para recibirla mientras la pequeña daba otro paso, tambaleante pero decidida.
-¡Vamos, princesa! Ven conmigo- la animó Diego, con una sonrisa enorme en el rostro.
La pequeña dio un tercer paso, y luego un cuarto, antes de caer suavemente en los brazos de Diego.
-¡Lo hizo!- gritó Cintia desde el otro lado de la sala- ¡Está caminando!
Todos se unieron en una ovación, y Mónica no pudo evitar llorar de alegría.
-Nuestra niña- murmuró Mónica, abrazando a Sofía y a Diego- Ya está dando sus primeros pasos.
Diego, con lágrimas en los ojos, la miró y le dijo:
- Esto es solo el comienzo, Mónica. ¡Nuestra pequeña va a conquistar el mundo!
1° = MUY BUENA REDACCIÓN .
2° = MUY BUEN ARGUMENTO.
3° = MUY BUENA ORTOGRAFÍA .
----= ESCASOS ERRORES, LOS CUALES LOS CON-
----= SIDERO ERRORES DE TIPEO , LOS CUALES ----= POR LO GENERAL LOS COMETEMOS ( NO ----= SUPERAN LOS 10 EN TODO EL LIBRO.)
----= SOLO ME RESTA DECIRLES : LA ----= RECOMIENDO SIN DUDARLO . POR ----= CONSIGUIENTE , DESPUÉS DE LEER ALRE-
----= DEDOR DE 200 LIBROS Y SIENDO MI ----= SEGUNDA CINCO ESTRELLAS Y LA RECOMI-
----= ENDO SIN DUDARLO . ❤❤❤❤❤🌹🌹🌹🌹🌹🌟🌟🌟🌟🌟