Un acuerdo nada convencional. Bryan Roignz, un famoso empresario y abogado, es un hombre apuesto y deseado por muchas, por su dinero, belleza, fama y poder. Sin mencionar que su apellido ya tiene su propia fama. Él ve una gran oportunidad, pero necesita ayuda. Samantha, una mujer fuerte, decidida y con habilidades únicas, se encuentra sin nada. De un día para otro, su vida da un giro total. Él necesita un acuerdo y ella dinero. El destino decide ponerlos cara a cara. Ven conmigo, viajemos juntos en esta historia de amor, comedia, superación y fe...
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Capítulo 8
Las exigencias
Bryan: - Disculpa, pero necesito que cambies tu apariencia, me refiero a la ropa, los accesorios y demás componentes de un look.
Samantha: - ¿Qué hay de malo en mi ropa?
Bryan: - Nada, solo que es informal, ¡jamás me casaría con una mujer así, no lo creerían! Tienes que usar tacones, vestidos, maquillaje, joyas...
Samantha: - ¿Quieres que use masilla?
Bryan riendo: - ¿Cómo?
Samantha: - ¡En mi cara! ¿Quieres que me llene de porquería y parezca lo que no soy? Bryan, eso es un sacrificio, ¡es peor que tener pesadillas!
Bryan riendo: - Pensé que usabas, todas las mujeres usan.
Samantha: - No todas, no todas las usan, están las que les gustan, las que las aman, las que son tan feas que las necesitan, las que no les importa y las que las detestan, ¡en mi caso, ¡me identifico con estas últimas! ¡Rímel, lápiz y labial es lo máximo que he usado!
Bryan: - No entiendo de eso, pero cuando estaba casado, sé que ella tenía muchas cosas y se demoraba.
Samantha: - No empieces a compararme, que ni siquiera hay acuerdo.
Bryan: - Solo lo dije, es que vamos a tener cenas, almuerzos, eventos... Vas a tener que salir conmigo o no lo van a creer.
Vas a tener que salir conmigo varias veces, hasta que la gente se acostumbre a vernos juntos, porque pronto los italianos van a querer una reunión y conocerte, ¿imaginas si notan algo raro? Más aún, el señor con el que estoy negociando, es muy inteligente.
Samantha piensa que no hay un millón de euros en juego y no tengo mejor alternativa...
Samantha: - Está bien, maquillaje, pero lo mínimo posible, tacones está bien, ¿¿¿vestido??? ¿Puede ser solo pantalón?
Bryan: - ¡No! Las mujeres tienen que usar vestido, imagínate en un baile por ejemplo.
Samantha: - Creo que empiezo a desistir, hace años que no me pongo un vestido y es más, ¡ni siquiera tengo!
Bryan: - Eso te lo doy yo, ropa, zapatos, joyas... todo lo que necesites, como es una exigencia mía, lo más justo es que corra con los gastos.
Otro punto, y es, ¡¡¡muy importante!!! tienes que cuidar mucho cómo hablas y lo que hablas, a mí no me molesta, pero como abogado jamás me involucraría con una mujer que usa palabras inadecuadas.
Samantha: - ¿Quieres decir sin palabrotas, que insulte bonito, que hable como los estirados?
Bryan la interrumpe: - Sam, por favor, solo cuida lo que vas a decir y cómo lo vas a decir, siempre que estemos juntos. Te voy a presentar a mucha gente.
Samantha: - No siempre vamos a estar juntos, no vengas con eso ¡y sin traiciones!
Bryan: - Soy un hombre y mi cuerpo necesita sexo.
Samantha: - Soy una mujer y mi cuerpo también necesita sexo.
Bryan pensando, qué directa.
Samantha: - Además de la ropa, las palabras... ¿qué más quieres?
Bryan: - Vas a tener seguridad y vas a tener que cuidarte adónde vas y con quién vas, ¡vamos a ser el objetivo de los medios de comunicación en todo momento!
Tienes que tenerlo muy claro, otra cosa es que te van a cuestionar, van a querer saber cómo nos relacionamos, cómo nos enamoramos y hablando de eso
¿Y si uno de los dos, se enamora y el otro no?
Samantha: - Si uno de los dos se enamora, problema del que se enamoró, somos adultos y estamos haciendo un trato, el riesgo existe.
Bryan: - ¡Perfecto! Vamos a poner todo eso en un contrato.
Samantha: - ¡No! No, nada de contratos. Tengo palabra y espero que tú también.
Bryan: - ¡No! Necesitamos un contrato, hago contratos para todo.
Samantha sonriendo: - No, nada de contratos.
Bryan: - No puedo, tenemos que ponerlo todo por escrito, lo hago desde que empecé a escribir.
Samantha: - El único papel que vamos a tener es el del matrimonio y si así lo quieres o nada.
Bryan: - ¿Cómo puedo confiar en ti?
Samantha: - Vas a dormir conmigo, ¿quieres más confianza que esa? Si quieres, ¡me caso contigo por 18 meses!
Pero no voy a firmar ningún contrato, que diga que tenemos un acuerdo, solo firmo una declaración renunciando a tus bienes, haz un acuerdo prematrimonial, eso sí lo firmo, pero que sea solo referente al dinero, no quiero bajo ninguna circunstancia que nadie se entere de este acuerdo nuestro.
Bryan: - De acuerdo, pero si tienes palabra, no quiero ningún contrato, ¡yo también la tengo!
Bryan pensando ¡una locura! ¡no sé si puedo confiar en ella y mi*rda! ¡incluso estoy diciendo palabrotas y confío! No puedo hacer esto, estoy rompiendo mis reglas, ¡y todo debe tener un contrato! Ella está acabando con todas mis reglas y parezco un idiota, aceptando.
Bryan: - Vamos a vivir en mi ático, dormiremos en la misma habitación, tengo empleadas y todos, ¡absolutamente todos! Deben pensar que estamos enamorados.
Samantha sonriendo: - ¿Por un millón de euros? ¡Hasta puedo llamarte mi amor!
Bryan riendo: - Después dices que no estás loca.
Samantha: - Cada uno con sus problemas, si tu ego te va a hacer casarte, en mi caso es el dinero, así de simple.
Bryan: - ¿Y cuáles son tus exigencias?
Samantha: - Que no me engañes, quiero un millón en efectivo y en billetes no secuenciales y un perro.
Bryan: - No engañarte ya lo hemos hablado. Voy a respetarte. ¿Y por qué no puedo ingresarte el dinero?
Samantha: - Después dices que soy yo la loca, ¿cómo voy a justificar esa cantidad en mi cuenta de la noche a la mañana?
Bryan pensando, ella tiene razón, pero quería provocarla.
Bryan sonriendo: - Me gusta tu inteligencia, piensas rápido y actúas rápido.
Samantha: - Gracias.
Bryan: - Te voy a dar dos opciones, una te doy el dinero como quieres o te doy una de mis cuentas, te quedas con el dinero, la tarjeta... en fin, lo usas como quieras,
en caso de que no hayas utilizado todo el importe hasta nuestra separación, lo saco y te lo doy en efectivo.
Desde mi punto de vista es mejor que tengas una tarjeta, que esa cantidad en mano y muchos van a sospechar de ese retiro de la nada. Normalmente hago transferencias y sin contar que voy a tener que inventar por qué retirar un millón de euros en billetes y no secuenciales, incluso pueden pensar que estoy pagando el rescate de alguien de la familia.
Samantha piensa un poco - Tienes razón, estoy de acuerdo con lo que dices, acepto la tarjeta.
Bryan: - No engañarte, de acuerdo, sin contrato, de acuerdo, el dinero, de acuerdo, ¿pero el perro? ¡No! Ya he roto muchas reglas.
Samantha: - Quiero el perro.
Bryan: - Tengo un ático y soy extremadamente sistemático, imagínate que suelte pelo o pis o peor, ni quiero pensarlo...
Samantha riendo: - Deja de ser tiquismiquis, me comprometo a ocuparme de todo eso, pero sin perro, ¡no hay trato!
Bryan: - Serán solo 18 meses, ¡después podrás comprarte millones de perros!
Samantha: - Negativo, ya he renunciado a muchas cosas y es más, voy a tener que usar maquillaje y hablar bonito, sin contar con la ropa.
Bryan: - Acabas de romper muchas de mis reglas y la del perro estaba entre las primeras.
Pero vamos a tener reglas para el perro.
Samantha sonríe pensando que ya ha aceptado.
Samantha: - Habla.
Bryan: - ¡No podrá bajo ninguna circunstancia entrar en nuestra habitación! Ni subirse al sofá, tú te harás responsable de todo eso y ¡no lo quiero cerca de mí!
No me gustan, y encima babean, sueltan pelo, no hablan, viven pidiendo mimos...
Entonces, cuando esté en casa, déjalo en la zona exterior del ático o en la zona del servicio.
Samantha piensa que sueña con que sea así, pero no lo va a ser y después le va a encantar tener un perro.
Samanta: - De acuerdo.
Bryan: - Samantha, estoy viendo que no te estás tomando en serio lo que he dicho.
Samantha piensa que es bueno, tengo que fingir que lo voy a hacer.
Samantha: - ¡Ya he dicho que sí! Así que no seas dramático, Bryan.
Bryan: - Claro, ahora vamos a crear una historia de cómo nos conocimos, ¡eso es muy importante! Tiene que ser muy convincente.