Emma con 18 años llega a trabajar a la empresa Lamborghini, cuyo dueño es Osvaldo un CEO prepotente, que no cree en el amor. Los años pasan y ella se vuelve una profesional, que por cosas de la vida, se vuelve su secretaria, las cuales se convierten en sus amantes. ¿Ella aceptara ser su amante?.
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Ego y autoestima recuperado
Dentro del baño, Osvaldo se encontraba molesto, con esa mirada que le dió Emma, le ha disgustado, incluso pudo ver desinterés en ella, así que solo se dirigió a bañarse.
Pero ahora se encontraba envuelto en una toalla por debajo de la cadera, su enojo lo había hecho olvidar que no tenía ninguna ropa limpia en ese lugar.
Decidió ir a llamar a su chofer, para pedirle que le traiga ropa, ver esa mirada le quitó todas las ganas, como es posible que no muestre interés en él, que puede tener a cualquier mujer. Su ego y orgullo de ser un macho alfa, ha quedado por los suelos, solo con una mirada de esa hormiga.
Osvaldo salió a buscar su celular, con una expresión de molestia, mientras llamaba a su chofer, sintió una mirada penetrante, que lo hizo girar.
Emma no le había quitado la mirada de encima, desde que salió del baño, detallo cada parte del cuerpo de su jefe, un abdomen con más cuadrados que un cuadro de matemáticas, los brazos bien formados, como era posible que una camisa le quedara y no se le salieran los botones, esa espalda tan ancha y dura, esa V que se le forma indicando el camino al pecado, definitivamente era un Dios griego hecho por los dioses.
Osvaldo por fin pudo ver la expresión que tanto deseaba, lujuria y deseo.
Camino despacio hacia Emma y le dijo.
Osvaldo- te gusta lo que ves_ con la voz ronca.
Emma solo asintió en forma de respuesta.
Osvaldo- y eso que no has visto nada_ con voz excitante.
Osvaldo en toalla
La tomo de la mano y la llevo a la orilla de la cama, lentamente le saco la bata, besando sus hombros y cuello, haciendo que de la boca de Emma salgan pequeños gemidos ~todo el tiempo que tiene desde que comenzó su vida sexual, no ha besado en la boca a nadie, había escuchado que solo los enamorados se besan y él no cree en eso ~ pero en ese momento tenía muchos deseos de besar esa boquita, que con cada pequeño gemido lo están llamando a pecar.
Sin pensar más, la besó, fue un beso brusco, no sabía cómo hacerlo y ella tampoco, poco a poco fueron tomando el ritmo, convirtiéndose en un beso apasionado, la entrepierna de Osvaldo, comenzó a latir con ganas de disfrutar.
Se separó de Emma y esa imagen de ella, lo hacía que se excitara más, sentada con la cara roja, sus labios hinchados entreabiertos con esa sexy lencería, lo tenía al límite.
Se sacó la toalla y Emma vio a la bestia muy despierta que trago en seco, el ego y la autoestima de Osvaldo subió al cielo, la llevo hasta en medio de la cama, se acostó encima de ella, dándole besos apasionados, que le sabían dulces y amargos por la champagne, una combinación perfecta que lo estaba haciendo adicto.
Sin más la lencería desapareció, dejando el cuerpo de su hormiga, como Dios la trajo al mundo. Aunque era pequeña tenía el cuerpo más exquisito que había visto.
Comenzó besando su cuello, sus hombros, hasta llegar a las montañas bien formadas, que antes no se había fijado que tenía, solo lamió un pezon erectos, ocasionando que Emma jadeara más fuerte, haciendo la templar, esa reacción sacó una sonrisa de satisfacción en Osvaldo, que hacía que su pecho se hinchara.
Sin aguantarse más succionó, chupo esas montañas que quedaban perfectas en su boca, mientras atendía a una, masajeaba a la otra, mientras tanto Emma se retorcía de placer debajo de él.
Sus manos recorrían cada parte de ese perfecto cuerpo, que despertaba un deseo que nunca antes había sentido.
Mientras atendía al otro seno, bajo su mano al centro de ella, que se encontraba palpitante; sintió mucha humedad, haciendo que su hombría vibrara más; se separó de ella, viéndola a los ojos, bajo a su entrepierna, viendo ese lugar rosado y húmedo, que lo llamaba.
Ahí estaba haciendo algo que nunca hacía, pero necesitaba prepararla, sus labios rozaron los pliegues de ella, dándole cargas de electricidad; comenzó a succionar, chupar, lamer, ese punto que la llenaba más de placer, adentro unos de sus dedos, sintiendo una calidez, tan excitante, mientras chupaba el punto de placer de ella, simulaba pequeñas estocadas, haciendo la retorcer de placer.
Sin esperar más Osvaldo se acomodó entre sus piernas.
Osvaldo- te dolerá un poco, pero pasara_ con voz exitante.
Emma- solo mételo ya_ con voz entre cortada.
Se introdujo despacio hasta que sintió una barrera, hizo presión hasta romperla, arrancando un gran gemido de Emma, con pequeñas lágrimas; él la besó para distraerla, beso sus lágrimas, mientras le decía: tranquila, relájate, todo estará bien.
Emma se relajo y le pido que se mueva.
Osvaldo comenzó a dar pequeñas estocadas, poco a poco aumentando la velocidad, podía ver a Emma, retorcerse, apretando las sábanas, escuchando esos lindos gemidos. Mientras sus manos se adueñaban de su cadera haciendo que el vaivén de ellas sea un deleite para su vista.
Él ya estaba llegando a su límite, cuando Emma pegó un grito de placer llegando al clímax, esa sensación de sentir como lo apretaba y aumentaba el calor en ese lugar tan exquisito, que solo dio un par de estocadas más y termino, pegado un grito ronco, votando todo sus fluidos dentro de ella.
Se separó de ella para acostarse a su lado, había sido la primera vez, que había sentido la necesidad de saborear cada parte del cuerpo de una mujer, solo se desnudaba y se introducía en ella, pensando en su deseo hasta poder terminar.
Pero ahora se había preocupado por ella, si no estaba disfrutando, tratando que no sienta dolor, viendo sus expresiones de disfrute, haciendo que ella llegara al clímax antes que él. Ver su rostro sonrojado, lleno de placer, fue el deleite más exquisito que había sentido en toda su vida.
Se giró para verla y ella se encontraba dormida, siendo su primera vez es entendible, una sonrisa de satisfacción y de gloria salió de sus labios, su ego y autoestima estaban recuperadas.