Después de dos años de matrimonio, me di cuenta de que nuestra relación era un fracaso. Durante ese tiempo, intenté ganarme el amor de James, pero el heredero de la corporación Sterling simplemente me despreciaba.
James, un hombre atractivo, codiciado y rico, hacía que yo fuera la envidia de muchas mujeres. Sin embargo, nadie sabía que detrás de las puertas cerradas de nuestro hogar, James me trataba con frialdad y desdén.
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CAPÍTULO#17: UN ANUNCIO IMPORTANTE
⪻Rachel Starling ⪼
Me encontraba en mi oficina, sumida en la revisión de algunos documentos, cuando de repente sentí la necesidad de llamar a Ana. Habían transcurrido varios días desde nuestra última conversación y había algo en su ausencia que no lograba entender del todo. James me había asegurado que solo habían tenido una discusión, pero mi instinto me decía que había algo más profundo detrás de su repentina partida.
Sin pensarlo más, tomé el teléfono y marqué su número. Tras unos tonos que parecieron eternos, finalmente escuché su voz al otro lado de la línea.
—Hola, Rachel.
—¡Por fin contestas! ¿Qué ha pasado? ¿Dónde te encuentras? —exclamé con cierta preocupación.
—Tuve que irme de viaje, necesitaba un cambio de aires —respondió Ana, su tono de voz era tranquilo pero había algo que me inquietaba en sus palabras.
—¿Un viaje? Ana, ¿qué está sucediendo de verdad? James me mencionó que tuvieron una discusión y que tú decidiste irte, pero nunca me reveló la verdad completa. Necesito que me cuentes todo lo que ha pasado.
Transcurrió un silencio incómodo al otro lado de la línea antes de que Ana interrumpiera esa quietud, su voz era un susurro tembloroso y lleno de emociones contradictorias.
—Rachel, James me fue infiel. Y ni siquiera se tomó la molestia de negarlo. Simplemente aceptó todo lo que le dije, mirándome a los ojos. ¿Qué más podía hacer? Solo irme.
Un nudo se formó en mi estómago. No podía creer lo que estaba escuchando.
—¿Qué? No puedo creerlo. ¿Cómo pudo hacerte esto?
—No lo sé, Rachel. Pero lo hizo. Y no podía quedarme allí, viviendo en una mentira.
—Ana, lamento tanto que esto te haya pasado. No tenía idea de que las cosas estaban tan mal. ¿Estás bien?
—La verdad es que me siento mejor que en cualquier otro momento de mi vida. París me ha brindado un respiro necesario, un poco de tranquilidad en medio del caos.
—¿París? ¿Estás realmente allí, en París?
—Sí, así es. Sentí que era necesario alejarme de todo lo que me rodeaba. Aquí tengo la oportunidad de reflexionar con una claridad que no había experimentado antes.
—No pensé que mi hijo fuera tan descarado, pero tengo la intención de darle una lección que no olvidará fácilmente.
—¿Mm? ¿Qué es lo que planeas hacer? — preguntó, intrigada.
—Primero, necesito que regreses. Una vez aquí, te explicaré todo lo que voy a hacer.
Colgué el teléfono con una sensación abrumadora de incredulidad y rabia. La voz de James resonaba en mi mente, repitiendo una y otra vez las palabras que acababa de escuchar. ¿Qué has hecho, James? reflexioné internamente, mientras una ola de frustración me invadía. No podía quedarme inactivo frente a esta situación. La impotencia me empujó a actuar, y sin pensarlo dos veces, llamé a mi asistente.
—¡Julia!
No pasó mucho tiempo antes de que Julia se asomara por la puerta de mi oficina, lista para atender cualquier solicitud. Su expresión mostraba curiosidad, sin saber aún el revuelo que se había desatado en mi mente.
—Sí, señora. ¿En qué puedo ayudarle?
—Por favor, dile al chofer que se prepare; necesitamos salir de inmediato.
Julia asintió con agilidad y se apresuró a salir de la habitación. Yo, mientras tanto, empecé a recoger mis cosas, con la mente aún sumida en la tormentosa conversación que había tenido con Ana. Me preguntaba cómo era posible que James, a quien consideraba un hombre honorable, hubiese cometido un acto tan despreciable.
Salí de casa y el chofer me recibió abriendo la puerta del automóvil con una actitud servicial.
—¿A dónde nos dirigimos, señora Rachel? —preguntó amablemente.
—Vamos hacia la casa de mi hijo —respondí—. Hay varios asuntos importantes que debemos tratar allí.
El trayecto se extendió por un largo período de tiempo y se mantuvo en un silencio casi absoluto, lo que me permitió reflexionar y ordenar mis pensamientos. Cuando finalmente llegué a destino, María, la ama de llaves, se encontraba esperándome y me abrió la puerta con una sonrisa cordial.
—Buenas tardes, señora Rachel. ¿Cómo se encuentra? —me saludó de manera amable.
—Buenas tardes, María. ¿Podrías indicarme dónde está James?
—Claro que sí, señora. Él se encuentra en la sala principal. Le invito a que pase, por favor.
Caminé con paso firme hacia la sala principal, sintiendo cómo mi corazón palpitaba con intensidad en mi pecho. Al abrir la puerta, encontré a James sentado en el sofá, charlando con una mujer que reconocí al instante. Mi pulso se aceleró aún más mientras me acercaba a él, mis ojos fijos en aquella mujer.
—¿Qué hace esta mujer aquí? —pregunté con voz firme y un toque de indignación.
James se levantó de inmediato, claramente sorprendido por mi llegada inesperada.
—Mamá, ¿qué haces aquí? ¿Por qué no me avisaste que vendrías? —exclamó, con un tono que mezclaba sorpresa y preocupación.
Lo miré con severidad, sin dejar de sentir que la situación que se estaba desarrollando ante mí no me gustaba en absoluto.
—¿Debería avisarte ? Contesta mi pregunta ¿qué hace esta mujer aquí?
La mujer se levantó de su asiento y se acercó a mí, tratando de saludarme con amabilidad.
—Señora Rachel, es un placer volver a verla...
La interrumpí con un movimiento de mi mano, pidiendo silencio.
—¿Cómo te atreves a aparecerte aquí? —dije, dejando que mi voz impregnara cada palabra con desprecio. Luego volví mi atención hacia James— ¿Acaso engañaste a Ana con esta mujer? ¿De verdad, James? No tienes ni una pizca de decencia.
—¿Q-qué?—preguntó, con la voz temblorosa y una expresión de sorpresa en su rostro.
James intentó expresar algo, pero decidí interrumpirlo antes de que pudiera decir más.
—pasado mañana a las 3 hay una reunión en la empresa. Estarán todos presentes. No te olvides de ello. Haré un anuncio muy importante —dije con firmeza—. Hasta luego.
Con esas palabras, me di la vuelta y abandoné la sala, dejando atrás a James y a su amante, quienes quedaron sumidos en un silencio que resultó bastante incómodo. Mientras caminaba hacia mi auto, una mezcla de satisfacción y tristeza me invadió. Era consciente de que la confrontación era necesaria y que no podía seguir postergando esta situación.
Dónde dejaste a la sanguijuela de la Débora ????!!!!
A sobarse pués 🤭
Nunca estuviste de acuerdo con ese matrimonio arreglado....
Espero las próximas líneas no sean de maldad desmedida y una mujer doliente, sumisa
ayyy Dëbora.... pobre de tï 🤭