Santiago Jr. y Maggie se casaron en una noche de copas en Las Vegas. Ella desapareció después de la noche de bodas y Santiago Jr. comenzó a buscarla para corregir su error y divorciarse. Pero Maggie después de esconderse por meses viene dispuesta a sacarle a Santiago Jr. hasta el último dólar a cambio de darle su libertad.
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CAPÍTULO 5
El señor Olegario le entregó las llaves y se retiró. Maggie tomó al pequeño por la mano y corrió por toda la casa, observando cada rincón.
—Peque ¿te gusta esta habitación? —le preguntó Maggie y el pequeño asintió.
—Para tu y para mí. —le dijo el pequeño, señalándose con el dedo y después señalando a Maggie.
Maggie soltó una pequeña risa y lo abrazó con mucha fuerza.
—No, Titi. Así no.
Magdalena sonreía con ternura al ver a su familia feliz. Todavía su corazón se oprime al ver la foto de sus hijas. Ella dio todo por ellas, por verlas felices y aunque el destino ha sido muy duro con ellas, tiene mucha fe en Dios saldrán adelante.
Maggie volteó hacia la puerta al sentir la presencia de su madre. Ella le extendió la mano y su madre se acercó.
—¿Te gustó la casa? —le preguntó y su madre solo asintió con la cabeza, mientras se sentó junto a ella.
—¿De dónde sacaste tanto dinero, Maggie? —le preguntó su madre con una mirada inquisitiva.
Maggie sonrió y besó la frente de su madre.
—No te preocupes, Male. No es nada ilegal, ni vergonzoso.
—Ay, Maggie me duele tanto que hayas dejado tus sueños de lado para hacerte cargo de nosotros.
Maggie negó con la cabeza y tomó a su pequeño en brazos, para besarlo.
—No digas eso Male. Mi sueño es verlos feliz. Además, mi pequeño es mi mejor sueño hecho realidad. Este pequeño duende llegó a mi vida para mostrarme el camino correcto.
—Te amo, mami. —le susurró el pequeño y Maggie no pudo evitar que una lágrima rodará por su mejilla.
—Yo te amo más. Mi regalo de Dios.
La familia se abrazo y después comenzaron a ordenar su nuevo hogar.
Mientras tanto, un casanova estaba sentado en su auto esperando que su esposa saliera.
Pero después de una hora se aburrió de esperar y decidió entrar por ella.
La gerente de la tienda iba a cerrar la puerta cuando vio a ese hombre guapo acercarse y le abrió la puerta.
—¿En qué puedo servirle, caballero? —le preguntó la mujer, mostrando una sonrisa cautivadora.
Santiago Jr. bufó y le susurró.
—Estoy esperando a mi esposa. Tiene como dos horas metida aquí.
La mujer frunció el ceño y negó con la cabeza.
—No, señor. Ya no hay clientes en la tienda. Incluso ya es hora de cerrar.
Santiago Jr. sacó su celular y observó el punto rojo parpadeando a pocos metros de él. Entonces, le pidió permiso a la mujer y siguió el camino marcado por el GPS
Santiago Jr. entró al pequeño baño y se sorprendió al ver el bolso de Maggie guindado en el perchero.
Santiago Jr. tomó el bolso y salió del baño. Él colocó el bolso en el mostrador y revisó todos sus bolsillos hasta que sacó el pequeño dispositivo y una hoja de papel doblada cuidadosamente.
La mujer se sorprendió al ver que nivel de toxicidad tenía este hombre.
Santiago Jr. abrió el papel y había una imagen de una mano mostrando el dedo del medio.
—Ja, ja, ja. Me diviertes, esposita.
La mujer sintió curiosidad, pero no se atrevió a preguntar nada. Solo trató de recordar a la joven. Después de algunos segundos. Se dirigió a Santiago Jr.
—Ah, ya recuerdo. Era una joven hermosa, parecía una modelo. Ella compró un bolso y algunos dulces para su hijo.
Santiago Jr. sintió el piso derrumbado bajo sus pies. Él miró a la mujer fijamente y le preguntó
—¿Qué hijo? ¿Está segura de que era la dueña de este bolso? —le preguntó Santiago Jr. y la mujer rápidamente asintió.
—Sí, sí. Estoy segura, pero no se preocupe. Tengo cámaras de seguridad. Puedo mostrarle. Ella dijo "Voy a llevar estos dulces para mi pequeño"
Santiago Jr. frunció el ceño y le respondió a la mujer.
—Eso estaría perfecto. Dígame, ¿qué dulces compró?
La mujer tomó unos dulces de chocolate y se los mostró. Santiago Jr. le retiró el envoltorio a uno y se lo comió.
—Están deliciosos. Tal vez sea para algún sobrino. Pero no tenemos hijos ¿o si?
La mujer se sintió apenada, pero decidió ignorarlo. Ella encendió la laptop y le mostró el vídeo. Santiago Jr. claramente vio a su joven esposa. Comprar algunas cosas, entrar al baño, pasar por la caja y después de pagar. Miró fijamente a la cámara y disimuladamente le mostró el dedo del medio.
—¡Oh por Dios! Eso sí, no lo esperaba. —Exclamó la mujer con una risa de vergüenza.
Santiago Jr. soltó una sonora carcajada y volvió a reproducir el video.
—¿Por qué me siguen las locas? Si está mujer se atrevió a ocultar a mi hijo, no va a encontrar un lugar donde esconderse —susurró para si mismo antes de salir de la tienda y subir a su auto. Mentiría si decía que no se sentía algo frustrado, pero a la vez se sentía más motivado a cazar a su esposa y traerla frente a él.