narra la intensa y misteriosa historia de dos poderosos empresarios en Seúl. Gael Kim, un enigmático y carismático magnate que oculta su identidad, y Jinwoo Lee, un frío y calculador multimillonario con conexiones en el mundo criminal. A pesar de sus diferencias, ambos se sienten atraídos de manera inexplicable tras un primer encuentro. Mientras enfrentan a sus enemigos, Seo-jun y Minji, que buscan separarlos por venganza y ambición, Gael y Jinwoo luchan contra sus propios demonios, descubriendo que sus destinos están entrelazados por algo mucho más profundo que el poder.
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Entre Copas y Secretos
La noche cayó sobre Seúl, cubriendo la ciudad con su característico brillo de luces y sombras. Jinwoo se preparaba para la cena con Gael, algo que, de forma sorprendente, lo había mantenido inquieto durante todo el día. No estaba acostumbrado a estas situaciones. Cada relación que había tenido, ya fuera en negocios o en su vida personal, estaba cuidadosamente calculada. Pero con Gael, nada parecía seguir sus reglas habituales. Algo en él lo desafiaba, lo desarmaba, y eso le provocaba una extraña mezcla de atracción y reticencia.
Por otro lado, Gael se sentía intrigado, pero también cauteloso. La cena no solo era un encuentro para discutir negocios, sino una oportunidad para conocer mejor a Jinwoo, el hombre frío y distante que, de alguna manera, había logrado penetrar sus pensamientos desde su primer encuentro. Había algo en Jinwoo que despertaba en Gael un deseo profundo, más allá del control y la lógica que normalmente gobernaban su vida.
Ambos hombres sabían que esa cena marcaría un punto de inflexión.
La cita fue organizada en uno de los restaurantes más exclusivos de Seúl, reservado en su totalidad por Jinwoo para asegurarse de que no hubiera miradas indiscretas. A pesar de su frialdad habitual, le importaba mantener su privacidad, especialmente cuando sentía que se acercaba a un territorio peligroso.
Cuando Gael llegó, vestido con una impecable chaqueta oscura que resaltaba su imponente presencia, notó de inmediato la elegancia del lugar. Jinwoo ya estaba allí, sentado con una copa de vino en la mano, observando el panorama nocturno desde la ventana que daba a la ciudad. Parecía sereno, pero Gael pudo notar la tensión que residía bajo la superficie.
—Puntual, como esperaba —dijo Jinwoo sin levantarse, su mirada fría pero intensa.
—No suelo hacer esperar —respondió Gael, acercándose a la mesa con una sonrisa ligera, aunque sus ojos mostraban la misma intensidad.
Se sentaron frente a frente, el silencio entre ellos era más elocuente que las palabras que aún no habían pronunciado. El camarero sirvió vino a Gael y desapareció discretamente, dejándolos solos en el amplio espacio del restaurante.
—No suelo hacer este tipo de cosas —confesó Jinwoo después de un largo trago de su copa, rompiendo el hielo—. Cenas con... intenciones ambiguas.
Gael arqueó una ceja, intrigado por la franqueza poco habitual de Jinwoo.
—¿Y qué tipo de intenciones crees que tenemos esta noche?
Jinwoo se tomó un momento para responder, sus ojos oscuros fijos en los de Gael.
—Eso es lo que me intriga. En el mundo en el que vivo, cada movimiento tiene una razón. Cada acción está calculada. Y sin embargo, desde que te conocí, siento que algo escapa a mi control.
Gael tomó un sorbo de su vino, saboreando no solo la bebida, sino también las palabras de Jinwoo. Podía sentir la vulnerabilidad oculta tras su fachada, una que pocos habrían notado, y mucho menos experimentado.
—No todo en la vida se puede controlar, Jinwoo —respondió suavemente—. A veces, las cosas suceden sin una razón aparente, y es ahí donde descubrimos lo que realmente somos.
Jinwoo frunció el ceño, poco convencido. Toda su vida había girado en torno al control, tanto sobre su imperio como sobre las personas a su alrededor. No le gustaba la incertidumbre, pero algo en Gael lo hacía dudar de sus principios más firmemente arraigados.
La cena continuó, y la conversación oscilaba entre los negocios y pequeños detalles personales que, de otra manera, ninguno de los dos habría compartido con facilidad. Jinwoo reveló algunos de los desafíos que enfrentaba en su conglomerado empresarial, mientras que Gael habló sobre los retos de mantener su anonimato en un mundo tan competitivo.
Sin embargo, a medida que avanzaba la noche, ambos comenzaron a relajarse. Las palabras fluían con más naturalidad, y las sonrisas que intercambiaban ya no estaban llenas de cautela, sino de un reconocimiento tácito de la conexión que estaban comenzando a forjar.
En un momento dado, la conversación tomó un giro más personal.
—Dime, Gael —dijo Jinwoo, apoyándose ligeramente en la mesa—, ¿por qué alguien como tú, con toda esa riqueza y poder, prefiere mantenerse oculto?
Gael dejó su copa en la mesa y lo miró directamente, sin esquivar la pregunta. Sabía que tarde o temprano tendría que responderla.
—Porque no me interesa ser parte del circo que rodea el éxito —respondió con honestidad—. He visto lo que la exposición puede hacer a las personas, cómo destruye vidas y crea monstruos. Prefiero vivir en las sombras, mantener mi privacidad y alejarme de todo lo que considero tóxico.
Jinwoo asintió lentamente, entendiendo su perspectiva. Él mismo había adoptado una postura similar, aunque en su caso, había sido para protegerse y consolidar su poder. Pero aún así, algo en la respuesta de Gael resonaba profundamente en él.
—Parece que tenemos más en común de lo que pensé —dijo Jinwoo, sorprendiéndose a sí mismo con la revelación.
La noche continuó, y mientras compartían más sobre sí mismos, ambos comenzaron a bajar las defensas. Sin embargo, justo cuando las cosas parecían volverse más personales, Gael notó un cambio en la expresión de Jinwoo. Sus ojos se habían endurecido de nuevo, como si algo lo hubiera alertado.
—¿Qué sucede? —preguntó Gael, volviendo a su actitud cautelosa.
Jinwoo bajó la mirada, apoyándose en el respaldo de su silla. Parecía dudar por un momento antes de responder.
—Parece que hay más personas interesadas en nuestra reunión de lo que pensaba —murmuró Jinwoo, su tono ahora serio.
Gael sintió cómo la tensión volvía al ambiente. Miró alrededor, sin notar nada inusual, pero confiaba en el instinto de Jinwoo.
—¿Crees que estamos siendo vigilados?
—No lo creo. Lo sé.
Ambos hombres se miraron, conscientes de que la paz de esa noche había llegado a su fin. Lo que había comenzado como una cena para explorar sus sentimientos, ahora se había convertido en una cuestión de seguridad y desconfianza.
La cena terminó rápidamente, pero la sensación de peligro no los abandonó. Al salir del restaurante, tanto Gael como Jinwoo sabían que las sombras que los seguían esa noche no eran solo figurativas. Alguien estaba vigilando sus movimientos, y no tardarían en descubrir quién.