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Promesas De Hielo Y Fuego

Promesas De Hielo Y Fuego

Status: En proceso
Genre:Amor tras matrimonio / Traiciones y engaños / Matrimonio arreglado / Amor-odio / Diferencia de edad / Venganza de la protagonista
Popularitas:9.2k
Nilai: 5
nombre de autor: Valentina Claros

En el frío norte de Suecia, Valentina Volkova, una joven rusa de 16 años con ojos de hielo y cabello dorado, se ve obligada a casarse con su padrastro, Bill Lindström, un hombre sueco de 36 años. Marcados por un pasado lleno de secretos y un presente lleno de tensiones, ambos deberán navegar entre el deber, el resentimiento y una conexión que desafía las normas. En un matrimonio tan improbable como inevitable, ¿podrá el amor surgir de las cenizas de la obligación?

NovelToon tiene autorización de Valentina Claros para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

XII. Broar av osäkerhet (Puentes de incertidumbre)

Las semanas que siguieron al diagnóstico de neumonía de Valentina fueron un período de transición, un terreno incierto donde las reglas habituales de su vida parecían haberse desdibujado. Aunque físicamente estaba cada vez más estable, los días en el hospital eran un recordatorio constante de su vulnerabilidad. Las largas noches en las que apenas podía conciliar el sueño eran interrumpidas únicamente por el sonido constante de las máquinas que monitoreaban su progreso.

Bill seguía visitándola todos los días, aunque sus interacciones eran una mezcla de momentos incómodos y silencios tensos. Había algo diferente en su comportamiento, como si tratara de acercarse a ella de una manera menos invasiva, pero Valentina no podía evitar sentirse atrapada bajo su mirada constante. Él era su tutor legal, el hombre que había tomado decisiones sobre su vida sin consultarla, y aunque había decidido posponer la boda, ella no podía confiar en que esa pausa duraría para siempre.

En una de sus visitas, Bill llegó con un pequeño ramo de flores blancas, algo poco habitual en él. Valentina levantó la vista desde el libro que estaba fingiendo leer, observándolo con una mezcla de curiosidad y desconfianza.

—¿Qué es eso? —preguntó, con un tono que intentaba ser neutral pero que no podía ocultar del todo su escepticismo.

—Son para ti —respondió él, dejando el ramo en la mesa junto a su cama—. Pensé que la habitación necesitaba algo más… alegre.

Valentina arqueó una ceja, pero no dijo nada. En cambio, se limitó a mirar las flores, como si intentara descifrar si eran un gesto genuino o simplemente otra estrategia para ganarse su confianza.

—¿Por qué haces esto, Bill? —preguntó después de un largo silencio.

Él se sentó en la silla habitual, cruzando las piernas y apoyando las manos sobre sus rodillas.

—Porque quiero que te sientas mejor. Y porque… creo que no he manejado las cosas de la mejor manera.

La sinceridad en su voz la tomó por sorpresa. Valentina no estaba acostumbrada a verlo admitir errores, y esa pequeña muestra de vulnerabilidad la descolocó.

—Eso es un poco obvio, ¿no crees? —respondió con sarcasmo, aunque su tono carecía de la mordacidad habitual.

Bill dejó escapar un leve suspiro, inclinándose hacia adelante.

—Sé que he cometido errores, Valentina. Y no espero que me perdones por todo, pero quiero que sepas que estoy intentando… arreglar las cosas.

Aunque Valentina quería ignorarlo, las palabras de Bill resonaban en su mente mientras pasaban los días. Por primera vez desde que había llegado al hospital, comenzaba a cuestionarse si detrás de la fachada de control y autoridad de Bill había algo más. Tal vez no eran solo sus propias inseguridades y miedos los que lo llevaban a actuar de manera tan dictatorial; tal vez él también estaba lidiando con algo que no sabía cómo manejar.

Sin embargo, esa pequeña chispa de empatía no era suficiente para borrar todo lo que había pasado entre ellos. La idea del matrimonio seguía siendo una sombra constante en su mente, y aunque Bill había prometido que no tomaría ninguna decisión hasta que ella estuviera completamente recuperada, Valentina no podía evitar sentir que el tiempo estaba en su contra.

Unos días después, los médicos consideraron que Valentina estaba lo suficientemente estable como para regresar a casa, aunque bajo estrictas condiciones. Necesitaba evitar cualquier tipo de estrés, seguir tomando los medicamentos recetados y asistir a sesiones regulares de terapia física y emocional.

Cuando el helicóptero aterrizó en el helipuerto de la mansión, Valentina se sintió invadida por una mezcla de alivio y ansiedad. Por un lado, estaba contenta de salir del hospital, pero por otro, regresar a ese lugar la hacía sentirse como un ave enjaulada.

La mansión seguía siendo tan imponente como siempre, con sus altos techos y sus grandes ventanales que dejaban entrar la luz del invierno sueco. Pero ahora, todo parecía más frío, más distante. Los guardias que Bill había contratado seguían vigilando los terrenos, y aunque nadie mencionaba abiertamente el tema, Valentina sabía que estaban allí para asegurarse de que no intentara escapar de nuevo.

Los días en la mansión adquirieron una extraña monotonía. Valentina pasaba la mayor parte del tiempo en su habitación, leyendo o mirando por la ventana, mientras los terapeutas y médicos llegaban a diferentes horas para supervisar su recuperación. La fisioterapia era agotadora, pero poco a poco comenzaba a recuperar algo de fuerza en su cuerpo debilitado.

Bill, por su parte, parecía más reservado de lo habitual. Aunque seguía asegurándose de que Valentina tuviera todo lo que necesitaba, evitaba imponer su presencia como lo había hecho antes. A veces, Valentina lo veía desde la ventana de su habitación, caminando por los terrenos de la mansión o hablando por teléfono en tono bajo. Había algo en su postura, en la forma en que se llevaba una mano al cabello mientras pensaba, que le hacía parecer… humano.

Una noche, mientras Valentina estaba en su cama, Bill llamó a la puerta y entró con una expresión seria pero tranquila. Llevaba una bandeja con una taza de té y un plato pequeño con galletas, algo que jamás habría esperado de él.

—Pensé que podrías querer algo caliente antes de dormir —dijo, dejando la bandeja en la mesa junto a su cama.

Valentina lo miró con desconfianza, pero aceptó la taza.

—Gracias —murmuró, sorprendida por lo natural que sonaba la palabra en su boca.

Bill se sentó en la silla, observándola en silencio por un momento antes de hablar.

—Valentina, sé que todo esto ha sido… demasiado. Para ti, para mí, para todos. Pero quiero que sepas que estoy dispuesto a esperar. No voy a presionarte más.

Sus palabras la tomaron por sorpresa, y aunque quería responder, no sabía qué decir. En su mente, todavía estaba luchando por entender qué quería realmente de ella.

Esa noche, mientras el silencio envolvía la habitación, Valentina se dio cuenta de que, por primera vez, no sentía la misma rabia visceral hacia Bill. Seguía siendo el hombre que había tratado de controlar su vida, pero también era alguien que, a su manera, parecía estar tratando de enmendar sus errores.

Aunque el camino hacia el entendimiento estaba lleno de incertidumbres, Valentina sabía que no podía seguir viviendo con el peso del resentimiento. Tal vez, solo tal vez, había una manera de construir algo diferente.

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Beatriz Coelho
Lo que no entiendo es cómo le dan tanto poder y le enseñan a manejar negocios si es una niña de 16 años o ya para 17, no estudia no va a la preparatoria???
y de paso es una maquiavélica...no, no, no aburre
Magda borquez
mucho preámbulo. repite mucho. da vueltas en lo mismo...
Magda borquez
una pregunta... Valentina no estudia? sólo tiene 16 años...
Mayelin Almonte
fotos porfavor
うacacia╰︶
Quiero saber más, ¡actualiza pronto! ❤️
Celia Luis Huamani
Emocionada por la continuacion
Max >w<
No puedo esperar a leer el siguiente capítulo! 😃
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