Leonardo es un joven y atractivo CEO que no cree en el amor, ni en el matrimonio. Ama su libertad y su licenciosa vida y así es muy feliz, pero una cláusula dejada en el testamento por su padre antes de morir, lo obliga a casarse en el plazo de un año para obtener su herencia. Dispuesto a no perderla, a Leonardo se le ocurre una brillante idea. Le ordena a su secretaria publicar un anuncio buscando una hermosa mujer que finja ser su esposa por dos años. No ha sido nada fácil la elección, las que responden el anuncio no son de su agrado. Pero entonces un día se presenta en la empresa una bellísima y sensual mujer buscando empleo. Cuando Leonardo la vió no dudó ni por un instante en elegirla. ¡No busquen más! Ella será mi futura esposa. ¿Aceptará Anya casarse con este playboy? ¿Y si se casan, se convertirá este falso matrimonio en UN AMOR DE VERDAD?
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CAPÍTULO 18.
Anya siente que se aproxima un carro y al asomarse por la ventana, ¡no lo puede creer! “Un auto lujosísimo amarillo claro” se estaciona frente a su puerta. Es el mismo auto que la lavó todita el día lluvioso que fue a su entrevista.
¿Fue Leonardo el que la empapó? No lo puedo creer. Furiosa agarra su maleta y sale. Víctor se acerca y toma su maleta. —Buenos días sta Anya.
—Buenos días Victor.
Él le abre la puerta, ella se sienta y se pone el cinturón. Lo mira enojada y la pregunta. —Víctor, ¿cuando llueve le gusta a usted y al sr Leonardo divertirse mojando a la gente?
—Nooo sta, jamás hemos hecho eso.
—¿Jamás? Yo fui víctima de ustedes dos. Lo recuerdo perfectamente, cómo aquella mañana ustedes pasaron frente a mi lavándome de punta a punta. Imperdonable.
—Sta Anya, discúlpeme si yo hice eso. Realmente no me di cuenta. Solo recuerdo vagamente un día en que el sr Leonardo tenía mucha prisa en llegar a su oficina y habían muchos charcos. Yo pues pasé rápido cumpliendo sus órdenes. Si mojé a alguien no lo sé…
—Ya no importa Víctor.
Al llegar frente a la imponente mansión Anya queda altamente impresionada. No puede cerrar la boca. Es un lugar demasiado hermoso y elegante. Extensos prados verdes y floridos rodean lo que se podría llamar un castillo. ¡Qué! —¿Es esta la casa de Leonardo?
—Sí sta. Hemos llegado.
Se abre una gran reja y le da paso al auto. Anya puede observar maravillada desde su asiento grandes fuentes de agua, estatuas, luces, árboles…. ¡Esto es impresionante! Sabía que Leonardo es millonario, pero no podía imaginar lo fantástico y espectacular que es su vivienda. Se dijo a si misma —¿y yo voy a vivir aquí dos años?
El lujoso auto se detiene y una incrédula Anya desciende. Se abre una gran puerta y ella ve venir a un sonriente Leonardo. —¡Hola cariño! Bienvenida a tu casa, dijo coqueto. Estás muy bella. Y la abrazó.
—Hoolaa… Leonardo. Ya estoy aquí. Gracias!
Para no incomodar, Víctor deja la maleta de Anya cerca de Leonardo y sube al auto para dejarlo en el estacionamiento.
Cariño — dice Leonardo tomando la maleta— recuerda que acá en casa todos creen que nuestro matrimonio es real. Discúlpame si me lo tomo muy en serio frente a ellos. ¿ Está bien?
—Sí, sí, lo sé.
Se toman de las manos y entran en la mansión. Anya cada vez está más sorprendida. Esta mansión por dentro es aún más lujosa y de un gusto exquisito. Solo en algunas películas había visto algo así. Pero ahorita no es ficción, es la vida real y ella está allí y de la mano de un hermoso príncipe que la observa fascinado.
—Mi bella esposa, esta es tu casa. Todo lo que ves está a tu disposición. El servicio, ya sabe que tú también puedes ordenar como si fuera yo mismo. Cualquier cosa que quieras, hasta el más mínimo capricho, no dudes en pedirlo. Luego haré las debidas presentaciones. Vamos a nuestro cuarto.
—Gracias Leonardo, no será necesario tanto protocolo. Soy una persona muy sencilla, pero gracias de todas maneras.
—Leonardo la vuelve a abrazar y le da un beso en la mejilla.
—Ven, dame la mano, subamos.
Anya sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Esta situación era algo inimaginable. No estaba preparada para enfrentar tantas emociones juntas. Debía hacer un gran esfuerzo por poner los pies sobre la tierra y auto convencerse de que esto es solo un contrato temporal.
Nada de esto le pertenece, aunque él le esté diciendo lo contrario. No podía aceptar como ciertas sus palabras, ni sus galanteos. Esto es una representación teatral, ella debe actuar y escenificar un falso matrimonio.
Se da cuenta que si se lo llegara a creer, aunque sea en una mínima porción, saldría muy lastimada. Por ello entiende que, así como él está actuando excelentemente bien, ella también debe saber mover sus cartas y no dejarse atrapar en un juego muy peligroso llamado “estúpido enamoramiento “.
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—¡Anya! ¿ Qué te pasa? Te estoy hablando…
—Oh! Discúlpame Leonardo. Estaba pensando. Esto es nuevo para mi. Tu casa es hermosa y muy grande. Seguro que extrañarás mucho a tus padres… ¿verdad?
—¡Por supuesto que los extraño! Desde que ellos fallecieron esta casa se siente muy vacía. Pero, ahorita estoy muy feliz. Me he casado con una hermosa mujer y tú llenarás ese vacío que ellos dejaron. ¿No es así amada esposita?
—Sí amorcito. —Anya le pasa una mano por su mejilla. Yo te haré el hombre más feliz del mundo. No lo dudes corazón.
Por segundos Leonardo se desestabiliza, pero haciendo una bella sonrisa, la toma de la cintura para entrar al gran dormitorio.
Todo el servicio se sorprendió al ver que el propio Leonardo subiera la maleta de Anya, cuando ni las suyas subía. Demasiada atención para esa hermosa esposa.
Todos murmuraban —y eso que él juraba que “nunca iba a casarse” , “él, que nunca hace nada por nadie y míralo tan amable”. ¡Quién lo diría!
Claro, todos ignoraban el verdadero motivo del matrimonio. Leonardo debía hacerlo creíble a todos, sino aquello podría influir en esa bendita cláusula dejada por sus padres. Y por supuesto Leonardo no quería ningún problema.
—Esta es nuestra habitación, es la más grande, fue la habitación de mis padres. Desde que ellos murieron no ha sido ocupada por nadie. Nosotros dos tendremos ese privilegio. ¿ Te gusta?
—Leonardo, pero yo pensé que no dormiríamos en el mismo cuarto.
—Tesoro, recuerda que se vería raro que nosotros durmiéramos en cuartos separados. Se lo dijo muy cerca, quería ponerla nerviosa. Sabía lo atractivo que era.
— Acomoda tus cosas. La servidumbre ya te han hecho un espacio. Mañana iremos de compras. Por ahora descansa, voy a mi despacho debo hacer algunas cosas. Nos vemos para la cena. Arréglate, quiero verte más hermosa y seductora que nunca. —La miró de arriba abajo y le lanzó un beso haciendo sonar sus labios.
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Leonardo sintió cómo la temperatura de su cuerpo se elevaba. La miró y esa mujer se le hizo tan sensual, tan seductora que alborotó todos sus sentidos. Quería en ese mismo instante arrojarla a la cama y comérsela a besos con miras hacia algo mucho más placentero.
Anya sonrió traviesa. Se había dado cuenta del efecto que logró, así que se acercó, puso sus manos en su bien trabajado pecho y lo empujó lentamente hacia afuera mientras le sonreía pícaramente. Le guiñó un ojo, lo sacó y luego cerró la puerta.
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La hora de la cena pasó rápido. Leonardo presentó su esposa a la servidumbre y todos quedaron encantados con su sencillez, belleza y con su agradable personalidad.
Y se llegó la hora de ir al cuarto a dormir. Anya entró al baño, se bañó y se puso una piyama. Al salir, vio a Leonardo tendido sobre la cama, sin su camisa y viendo su celular. Nerviosa le dijo —¿Te puedo proponer algo, por favor?
—Lo que quieras Anya, dime…
—Dormiremos en la misma cama, ok. Pero yo tomo esta cobija y tú toma la otra. Yo me enrollo con mi cobija y tú te cubres con la otra. Así, esteeee, no nos tocamos. Y otra cosa, por favor, no duermas desnudo.
—Jajajajajajaja. ¿A qué tienes miedo querida esposita? ¿Será a que en medio de la noche termines abrazándome y entre los dos hagamos algo más delicioso, quizás?
Nerviosa por la manera como reacciona su cuerpo ante sus insinuaciones, Anya lo mira muy seria y le responde —Sr Leonardo, le recuerdo por si se le olvidó, que en el falso contrato de matrimonio que usted y yo firmamos, no están contempladas las relaciones sexuales. Así que absténgase de hacerme insinuaciones lascivas, que están muy fuera de lugar. Buenas noches.
Leonardo sintió como si le hubieran lanzado un balde de agua fría. Se quedó observando, cómo ella ya en la cama, se enrollaba en su cobija y se disponía a dormir ignorándolo por completo.
!No lo podía creer! Una mujer lo había ignorado así tan de frente. A él que era un cotizado playboy? Decepcionado y algo molesto, no le quedó más remedio que ir a bañarse y luego ponerse una piyama. Se sentía como un niño regañado.
En la oscuridad de la noche hacía pucheros. No lograba conciliar el sueño. ¿De qué pasta está hecha esta mujer, que no cae rendida ante sus encantos varoniles?
Anya, fingiendo que dormía, se mentalizaba para tomar todo con calma, sin nervios, hizo una oración, y se puso a contar ovejitas. Estaba realmente cansada. El estrés del reciente matrimonio, la enfermedad de su hermanita, el flirteo continuo de su falso esposo, todo eran emociones fatigosas, por lo cual estaba rendida.
Escuchaba la regadera de la ducha, se imaginó a Leonardo bañándose y se regañó a si misma. ¡Basta Anya, basta! Hoy es el primer dia, faltan muchos para que esta situación termine. Contrólate, ¿qué te pasa? No pudo más, al final sintió que el dulce sueño llegaba.
Leonardo salió de la ducha mojado y en bata. Quería impresionarla una vez más por si aun estaba despierta , pero cuando se acercó a mirarla ella dormía profundamente.
Frustrado pero resignado, se puso su piyama y se dispuso a dormir. No sería tan fácil. Hacía días que no había estado con alguna mujer y eso lo hacía sentir incómodo.
Peor aún, tener al lado una bella criatura y no poder tocarla era algo que requería de mucho autocontrol. ¿Cuánto tiempo necesitaría para tenerla a su placer? 😳 😳 😳 De momento ni la más mínima idea.
Pasaban las horas y no lograba conciliar el sueño. Más que molesto se empezó a sentir muy decepcionado. La euforia y la ilusión del día de su boda, empezaba a desvanecerse para dar paso a una dura realidad: LO OBLIGARON A CASARSE Y EL ODIABA ESO. AMABA SU LIBERTAD. ERA FELIZ CÓMO ESTABA, PERO ESA BENDITA CLÁUSULA....
No había pasado una semana de su boda y ya extrañaba su soltería, el dormir con quien le daba la gana y amanecer donde mejor le pareciera.
Al fin y al cabo, no iban a ser tan fáciles esos dos años. Todo por culpa de sus ilusos padres y su herencia.
Dio vueltas y vueltas en la mitad de la cama que le correspondía. Imposible, no iba a dormir. No aguantó más y se levantó. Se vistió, salió de la casa, tomó su auto y se fue...