La Cuarentona Divorciada Y El Arrogante CEO

La relación entre Luca, Alessia y Franco sigue fuerte, pero a la pequeña Alessia sí le ha pegado un poco lo de su padre. Ya está en un nuevo colegio con Franco y, aunque ambos son nuevos, ambos han sido aceptados por el resto. Ya no se encuentra la pesada de Roberta, pero igual él está pendiente de que nadie se le acerque, sobre todo los chicos.

El director y dueño del colegio anterior se ha visto envuelto en varios escándalos y la mayoría de sus estudiantes han sido retirados, llevando poco a poco al desprestigio de la institución; un lugar donde se fomente la injusticia no puede ser un lugar de enseñanza.

Por otro lado, Alessandra se prepara para la cena donde conocerá a la familia de su prometido. Aquí se verá si ella sigue con esta farsa o Francesco deberá buscar a otra, debido a que la matriarca Barbieri es realmente exigente; quiere para su nieto y bisnieto lo mejor.

En la familia Barbieri hay varias mujeres, esposas de sus hijos y nietos, pero son mujeres que, según ella, no tienen lo que se necesita para reemplazarla como cabeza de familia.

La señora Justina está en sus años finales, según ella, y quiere dejar a alguien que guíe a la familia como mano dura pero justa.

Francesco tiene a su padre Fabio, a sus tíos Ernesto y Lauro, y también a sus primos Guillermo, Renzo y Dominico, cada uno con esposas, pero sin mujeres muy superficiales; gastar y ver quién tiene más es su primer objetivo.

Alessandra se encuentra en casa de Francesco ultimando detalles en su atuendo de esta noche. Deberán quedarse en la casa de los Barbieri al menos hasta el día siguiente; luego vendrán con sus hijos. Ella debe asegurarse de que no tratarán mal a sus pequeños, aunque eso es algo que Francesco no permitiría.

Alessia, Franco y Luca se quedarán en la mansión de Francesco rodeados de gente calificada para sus cuidados; de igual manera, las cámaras están en los teléfonos de ellos, no hay forma de que no sepan si necesitan algo.

“Estás hermosa, cariño”, dice Francesco delante de los muchachos al verla bajar las escaleras.

“Gracias, cariño, espero caerle bien a tu familia”. Le sonríe delante de sus hijos y Franco. Lleva un vestido negro hasta la mitad de la pierna, es de tirantes finos y tiene un escote recto; en una de sus piernas tiene una abertura hasta el muslo, unos tacones negros y su cabello suelto; se ve divina.

Francesco se acerca y la besa. Luego comienzan los lagos.

“Mamá, estás bella”, dice Alessia.

“Sí, mamá, estás muy hermosa”, ese fue Luca.

“Hermosa, no es una palabra que te haga justicia; creo que mi padre no se merece tanto”, dice a modo de broma Franco y todos sonríen.

“Bueno, ahora sí nos vamos. Cuídense de la princesita”, dice Francesco, y besa la cabeza de Alessia y se despide de los otros dos.

“Se portan bien, Luca, Franco, por favor cuiden a Alessia”. Ella los besa en la mejilla y salen rumbo a la casa de la abuela de Francesco.

El hombre le abre la puerta a Alessandra y suben a la parte de atrás del auto; un chófer los llevará a la mansión de Justina Barbieri.

“Estás nerviosa”, pregunta Francesco y ella niega.

“No, para nada, no te preocupes, no te voy a dejar mal”, dice y él sonríe.

“Eso lo sé, pero mi familia es un poco peculiar; ellos son impertinentes y todas las mujeres tratan de quedar bien con mi abuela, aunque no lo logran”. Ella asiente.

“Veremos qué tan difícil es la señora Justina”. Él la observa.

“Recuerda que eres una mujer muy enamorada de acuerdo, tenemos que demostrar que no hay nada pactado y todo es muy natural”. Ella le sonríe.

“Creo que he sido muy convincente frente a los niños, tanto que Alessia me dijo que de grande quiere una relación como la nuestra”. Él sonríe de lado.

“Tiene buen gusto”. Alessandra pone sus ojos en blanco.

“Habló de la relación, no de ti”. Él solo se ríe; le encanta molestarla.

Minutos más tarde, el auto estaciona frente a una enorme mansión de color blanco, con jardines hermosos, varias fuentes y dos estatuas en la entrada en forma de ángeles.

El auto se detiene y Francesco le abre la puerta, le ofrece el brazo y ambos entran a la hermosa mansión. Lujo y ostentosidad rodean el lugar: paredes de mármol y blancas, cuadros hermosos de arte y muebles de color blanco. Hay lámparas de cristales; el lugar es impresionante.

Son llevados hasta la sala donde hay varios ojos observándolos con desdén; su abuela sonríe al verlo y luego lleva sus ojos a Alessandra.

“Buenas noches, abuela, te presento a Alessandra Ferrari, mi prometida”, dice y caminan de la mano hacia la abuela.

“Un placer conocerla, soy Justina Barbieri, abuela de este mal nieto”, dice y le da la mano a Alessandra, es una señora mayor de cabello rubio, no sabe si es por cirugías, pero está muy bien conservada, sus ojos también son grises azulados, es una mujer elegante y de carácter .

“Es un placer conocerla, soy Alessandra Ferrari”, le sonríe con cordialidad mientras los demás carraspean.

“Ven, cariño, ellos son mis padres, Fabio Barbieri y mi madre Lucia”. Ella se acerca y les da la mano.

“Es un placer conocerlos al fin, también he escuchado de ustedes”, dice con su sonrisa amable.

“Cosas buenas, espero”, dice el padre y ella sonríe. Es un hombre mayor, pero aún es guapo; su cabello es canoso y sus ojos también son azules.

“Estoy feliz de que mi hijo encontrara a alguien nuevamente”. La señora es muy amable y hermosa, tiene sus ojos tan azules como los de su hijo y el cabello rojizo.

Luego se acerca a cada uno de los familiares de Francesco: tíos y primos; hay más de los que le nombró. Algunas mujeres son mayores, otras tienen entre treinta y cuarenta años y son muy hermosas, pero la ven con superioridad, aunque eso a ella no le incomoda.

“Pasemos al comedor, la cena está servida”, dice la abuela y ella sigue a los demás del brazo de su prometida.

Las mujeres la observan con envidia y Alessandra se da cuenta de que algo traman sus primos por las sonrisas que tienen en sus rostros y que tratan de ocultar.