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El Omega Quiere Venganza

El Omega Quiere Venganza

Status: En proceso
Genre:Romance / CEO / Posesivo / Omegaverse / ABO / Fantasía LGBT
Popularitas:32.8k
Nilai: 4.8
nombre de autor: Wang Chao

Keiran muere agotado por una vida de traición y dolor, solo para despertar en el mundo del libro que su único amigo le regaló, un universo omegaverse donde comparte nombre y destino con el personaje secundario: un omega marginado, traicionado por su esposo con su hermana, igual que él fue engañado por su esposa con su hermano.

Pero esta vez, Keiran no será una víctima. Decidido a romper con el sufrimiento, tomará el control de su vida, enfrentará a quienes lo despreciaron y buscará venganza en nombre del dueño original del cuerpo. Esta vez, vivirá como siempre quiso: libre y sin miedo.

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📌 Historia BL (chico × chico) si no te gusta, no entres a leer.
📌 Omegaverse
📌 Transmigración
📌 Embarazo masculino.

NovelToon tiene autorización de Wang Chao para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 14. El primer paso.

Frederick estaba sentado en el sofá de su lujoso departamento, el diseño moderno y minimalista del lugar enmarcaba su figura como si formara parte de una pintura perfectamente compuesta. Acababa de salir de la ducha, y su cabello, todavía húmedo, dejaba caer pequeñas gotas que mojaban su piel, deslizándose y perdiéndose en el albornoz. En su mano sostenía una copa de vino tinto, cuyos reflejos carmesí contrastaban con la luz tenue del atardecer que se colaba por las ventanas.

Sobre la mesita de centro descansaba un documento, el origen de su reciente frustración. Lo observó con desdén mientras daba un sorbo al vino, como si el mero acto de beber pudiera diluir las palabras que resonaban aún en su cabeza.

"Entiéndelo, Frederick, Izan no se recuperará. Ya tienes treinta años, debes casarte y darnos un heredero."

Las palabras de su madre habían sido como un látigo, cada una de ellas cargada con la inquebrantable voluntad que siempre había usado para doblegarlo. Su mirada severa le dejaba claro que no aceptaría un no por respuesta.

"Si no buscas a alguien tú, lo haré por ti. Tienes un mes. Y deja de pasearte con cualquiera por ahí; le das mala reputación a la familia."

Frederick dejó escapar un suspiro pesado mientras giraba lentamente el vino en su copa, observando cómo el líquido se movía con la misma elegancia que el peso de sus pensamientos.

—Un mes... —murmuró, apenas audible, como si decirlo en voz alta pudiera darle sentido al ultimátum.

A pesar de haber alcanzado más logros que su padre en un tiempo récord y consolidar el nombre de la familia como uno de los más influyentes del país, eso nunca parecía suficiente para su madre. Ella siempre encontraba una nueva forma de intentar controlarlo, de manipular su vida.

No iba a permitir que eso sucediera. No otra vez.

Sin embargo, la idea de encontrar a alguien adecuado en tan poco tiempo lo frustraba. Las opciones eran innumerables: un desfile de hermosas mujeres omega que estarían encantados de atarse a él, pero Frederick sabía lo que realmente buscaban. Dinero. Poder. El estatus que el apellido Bellerose les proporcionaría.

—No... —susurró, tomando otro sorbo de vino mientras su mente empezaba a trazar un plan—. Necesito a alguien manipulable, sumiso... alguien que pueda usar como un simple adorno.

No tenía intención alguna de comprometerse de verdad. Aquella persona no sería más que una fachada, una herramienta para mantener a sus padres a raya. No habría hijos, ni una vida en común, ni la más mínima intención de mancillar su propia libertad.

A punto de tomar su teléfono para llamar a su secretario personal y darle instrucciones, el sonido insistente del timbre de su puerta lo sacó de sus pensamientos.

Ding-dong. Ding-dong.

Los golpes se sucedieron casi de inmediato, rápidos y desesperados, como si la persona del otro lado estuviera al borde del pánico.

—¡Ayuda, por favor, ayuda! —gritó una voz quebrada, llena de angustia.

Frederick se puso de pie de inmediato, dejando la copa sobre la mesa con un movimiento firme pero controlado. Se dirigió a la puerta con pasos rápidos, pero precavidos, sus sentidos en alerta. Algo no estaba bien.

Al abrir, lo primero que vio fue a un omega, su figura temblorosa y desaliñada era un contraste absoluto con la elegancia inmaculada de su departamento. Sus ojos, llenos de lágrimas, buscaron los suyos con una desesperación que lo golpeó de forma inesperada.

—Por favor... —susurró el omega antes de desplomarse en sus brazos, su cuerpo pequeño y frágil quedando completamente inerte contra el suyo.

Frederick reaccionó con rapidez, sujetándolo antes de que cayera al suelo. El aroma del omega lo envolvió, una mezcla de fragancia dulce y notas metálicas, como si el miedo y la adrenalina se hubieran mezclado con su esencia natural.

—¿Qué demonios...? —murmuró, mirando el rostro del joven que ahora sostenía entre sus brazos.

El omega estaba pálido, sus labios temblaban ligeramente y su respiración era errática. Frederick lo cargó con facilidad y lo llevó al interior de su departamento, cerrando la puerta tras de sí con un movimiento de su pie. Lo colocó con cuidado sobre el sofá, intentando no pensar en lo absurdo de la situación.

Mientras lo examinaba, notó pequeños cortes y moretones en su piel expuesta, como si hubiera huido de algo o alguien. La camisa del omega estaba desgarrada en un lado, y su cabello desordenado caía sobre su frente perlada de sudor.

Frederick frunció el ceño.

—¿Quién eres? ¿Qué te pasó? —preguntó, aunque no esperaba una respuesta inmediata.

El omega no respondió, pero su rostro se contrajo en una mueca de dolor mientras intentaba murmurar algo incoherente. Frederick lo observó con una mezcla de irritación y preocupación. No era el tipo de persona que se involucraba en los problemas de otros, pero algo en aquel joven le decía que esto no era algo que pudiera ignorar.

Tomó su teléfono y marcó el número de su médico privado. Mientras esperaba a que respondiera, su mirada no se apartó del omega, como si temiera que desapareciera o empeorara en cualquier momento.

—Sí, necesito que vengas de inmediato —dijo con voz firme cuando finalmente lo atendieron—. A mi departamento. Tengo una situación urgente.

Colgó y dejó el teléfono a un lado. Aunque su mente estaba inundada de preguntas, había una que resonaba más fuerte que las demás:

—¿Quién eres tú y qué demonios te trajo a mi puerta?

El silencio reino en la sala, roto únicamente por los sollozos entrecortados del omega. Frederick permanecía de pie, observándolo con una mezcla de desconfianza y curiosidad, aunque ningún atisbo de compasión cruzaba su semblante. Después de unos segundos, dejó escapar un suspiro y se dirigió a su habitación.

Tomó una manta del armario y, tras pensarlo por un momento, fue a la cocina. Sirvió un vaso con agua fría antes de regresar a la sala. Al llegar, sus pasos firmes resonaron sobre el suelo de mármol. Con la precisión de alguien que evita involucrarse más de lo necesario, colocó la manta sobre los hombros del omega, sin tocarlo directamente, y dejó el vaso sobre la mesita. Luego, se sentó frente a él, estudiándolo con detenimiento.

Fue entonces cuando el omega levantó la mirada. Sus ojos, de un púrpura tan brillante que parecían imposibles, se encontraron con los suyos. Había una vulnerabilidad cruda en esa mirada, algo que incluso Frederick, con su corazón endurecido por años de indiferencia, no pudo ignorar del todo.

—Ke… Kieran… —murmuró el joven, apenas audible, con una voz quebrada que le costaba sostener.

Keiran subió las piernas al sillón y las abrazó con fuerza ocultando su rostro en ellas. Su cuerpo seguía temblando, y sus ojos, enrojecidos por las lágrimas, no podían dejar de llorar. Había algo profundamente frágil en él, como si estuviera a punto de romperse. Su rostro delgado y pequeño, decorado con marcas de moretones y heridas, era un espectáculo doloroso. La camisa desgarrada y manchada no hacía más que reforzar la imagen de alguien que había pasado por un verdadero infierno.

Cualquiera, al verlo, habría sentido el impulso de abrazarlo, de ofrecerle refugio. Cualquiera menos Frederick.

El alfa arrugó las cejas mientras lo observaba más de cerca. Había algo familiar en aquel omega. Algo que su mente, siempre pragmática, se apresuró a buscar entre sus recuerdos. Entonces, lo vio con claridad: era el mismo chico con el que había cruzado miradas fugazmente el día que llegó a la ciudad.

—Bien, Keiran —dijo Frederick con voz firme, aunque intentó inyectar un poco de empatía en su tono—, cuéntame. ¿Qué ocurrió?

Keiran permaneció inmóvil por unos segundos más, con el rostro oculto entre las rodillas y el cabello largo y sedoso cayendo como una cortina alrededor de él. Era un escudo, una barrera que lo mantenía a salvo, al menos en apariencia. Sin embargo, detrás de ese gesto retraído, algo más se estaba gestando.

Una sonrisa apenas perceptible curvó sus labios mientras se mantenía en su posición. Había dolor, sí, pero también satisfacción. Todo estaba saliendo como lo había planeado, incluso si su cuerpo dolía por los golpes que había recibido.

No levantó la mirada ni dejó que Frederick notara su momentánea expresión de triunfo. En cambio, dejó que su respiración entrecortada y su postura encogida hablaran por él.

Frederick lo observó en silencio, sin dejar que ninguna emoción traicionara su rostro. Algo en el omega seguía perturbándolo, una sensación que no lograba identificar del todo.

—Keiran —repitió, esta vez con un poco más de autoridad en su voz—, si no me cuentas qué pasó, no podré ayudarte.

Keiran levantó la cabeza lentamente, dejando que sus ojos, aún húmedos por las lágrimas, se encontraran nuevamente con los de Frederick. Su expresión era una mezcla perfecta de vulnerabilidad y determinación.

—Lo siento… —susurró con voz apenas audible—. No sabía a dónde más ir…

Frederick frunció el ceño, sintiendo una punzada de incomodidad. No era alguien que se conmoviera fácilmente, pero había algo en ese joven que lo desconcertaba.

—Entonces estás aquí por una razón —dijo, cruzando las piernas mientras mantenía su mirada fija en el omega—. Habla.

Keiran respiró hondo, como si estuviera reuniendo fuerzas. Sabía que tenía que elegir cuidadosamente sus palabras, jugar sus cartas con precisión. No podía permitir que Frederick notara que, en el fondo, todo aquello era una estrategia.

—Me estaban persiguiendo… —dijo finalmente, dejando que su voz se quebrara al final—. No sé qué habría pasado si no hubiera llegado aquí.

Frederick no respondió de inmediato. Su mente analítica estaba trabajando, evaluando la verdad detrás de esas palabras. Algo no encajaba del todo, pero, por el momento, decidió no presionar más.

—Descansa. Estás a salvo aquí —dijo finalmente, aunque su tono seguía siendo frío.

Keiran asintió lentamente, dejándose caer contra el respaldo del sofá. Por ahora, su papel estaba desempeñado. Sabía que había sembrado la semilla de la duda en Frederick, y eso era suficiente. El resto del plan tendría que esperar.

Y mientras Frederick se levantaba para dirigirse nuevamente a la cocina, Keiran cerró los ojos, permitiéndose un respiro. Estaba lejos de estar a salvo, pero sabía que este era solo el primer paso hacia lo que realmente quería.

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Diosa David Torres
Bueno creo que nuestro bello Alfa y Omega serán un 100%☺️☺️
Diosa David Torres
Según ellos 🤣🤣🤣🤣y ya están bien enamorados 🥰❤️🤣🤣🤣🤣
Diosa David Torres
🤣🤣🤣🤣🤣me encanta cuando están juntos 🤣🤣❤️🥰
Diosa David Torres
Vaya muy detallista nuestro Alfa nada que hacer muere por su Omega 😁😁😁😁
Andrea Osorio
Excelente
Gladys Zapata
jajajajajaja pobre idiota
Erika Garcia
ese alfa está como me lo recetó el doctor/Chuckle/
Topy71 🇦🇷
Ayyyy noooo, almenos termino de leer el libro? 😱
Topy71 🇦🇷
Maldita psicópata 😡
Gladys Zapata
eso vamos Keiran tu puedes
Gladys Zapata
bellos
Nidia Mojica
Esto se pondrá buenisimo y mas cuando sepan con quién se va a casar.
Nidia Mojica
Me agrada Austin.
Nidia Mojica
Encuentra un aliado dentro de casa, esa Margaret y la Shelby sorpresota se llevaron.
shumy
excelente me encanta ☺️
Antonia Pérez
Excelente
Pimpollo_
Mi vida, por mujeres como tú los hombres se comportan como cretinos porque creen que eso nos gusta a las mujeres🫵👺
Antonia Pérez
me gusta
Gladys Zapata
jajajajajaja pobre idiota le comieron la lengua los ratones
mine🍭
aguanta esto no tendrá nada que ver con el trauma de kieran ¿¿verdad??
no puede ser o si?
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