SE MI ESPOSO, POR FAVOR.

Perla lo observa con burla. Si bien ella no quiere abortar, prefiere que sea rápido, así se va encariñar menos con el bebé.

— Puedes llevarme hoy si quieres.

— ¿No te importa nuestro hijo?

— ¿A ti si? — Ella se burla. — ¿Quién te dijo que es tuyo? La última noche, no fuiste el único que me violó, tu hermano también lo hizo, y al día siguiente también, esté bebé puede que sea de él. — Damián la toma por el cabello. — Le vamos a hacer una prueba de ADN, si es mío te lo quedas. Si es de mi hermano lo abortas.

— ¿En serio te vas a quedar con el bebé si es tuyo? — Ella no le cree.

— Ya me oíste. — El sale y azota la puerta detrás de él. Perla le pide al cielo que, aunque odia mucho a su esposo, el bebé sea suyo. Así no la hará abortar una tercera vez.

— No podré soportarlo. — Se dice.

Damián se siente muy extraño, ¿por qué no pudo chantajearla? no tuvo oportunidad se consuela. Pero sabe que algo está cambiando en su interior. Ahora su mayor deseo es que el bebé sea suyo.

Dionisio se entera por Selina sobre el embarazo, y que el bebé podría ser suyo. El visita la casa de su hermano, y va directo a la habitación de Perla, ella al verlo grita por ayuda. Dionisio le topa la boca.

— ¿Es verdad que estás embarazada? — Ella se queda callada.— Esté bebé, ¿podría ser mío?

— Espero que no. — Dice horrorizada. — O Damián me hará abortar.

— Eso jamás. Si estás esperando a mi hijo no permitiré que abortes.

— ¿Ahora resulta que tienes humanidad? ¿Qué es lo que realmente quieres? ¿Dinero? ¿Poder?

— Quiero a mi hijo. Y a ti. Si el bebé es mío escapa conmigo.

— ¿Para que? ¿Quieres violarme de nuevo?

— No. Yo estoy dispuesto a asumir mi responsabilidad. Seré el padre de este bebé. Te cuidaré de mi hermano.

— Tú y Damián son iguales, son unos desgraciados, se aprovecharon de una mujer vulnerable, que aparte de todo la esposa de uno y cuñada de otro, no respetan nada. Los dos me dan asco. Ojalá mi bebé no se parezca a ninguno de ustedes.

— Lo siento. Lamento lo que pasó. Eres bonita, me dieron ganas y no me contuve, déjame reparar mi error. Si te quedas aquí nunca tendrás paz. Mi hermano te va ofrecer como la puta de cualquiera. Si te vas conmigo, yo cuidare de los dos.

— ¿Qué carajos haces en la habitación de mi esposa? — Damián lo jala de la camisa. — ¿No te quedó claro que ya no usarás a mi juguete?

— Tu juguete está esperando un hijo mío.

— Eso todavía no lo sabemos.

— Ni pienses en hacerla abortar. Si ese bebé es mío lo quiero.

— Tu no vas a tener un hijo con mi mujer. ¿Crees que soy estúpido? Lo que quieres es reclamar la fortuna.

— Debiste pensar en todo antes de dejarme usarla. Estás advertido. Si ese hijo en mío, yo me quedaré con ella.

— Sobre mi cadáver. — Damián saca a su hermano a empujones.

Pasan unos meses, Perla y Damián van al hospital, le hacen la prueba al niño, y días después, para la fortuna o desgracia del bebé, se enteran que es hijo de Damián. Esté se alegra, y se lo comunica a Selina. A la que no le da mucha alegría, para fastidiar un poco, llama a Dionisio, y le dice que el bebé es de él. Esté se alegra, pues si salva al bebé podrá ser el heredero de Perla, y de paso usarla un poco más. Una sola noche no le pareció suficiente.

Los días pasan, el embarazo parece tranquilo, Perla está cuidando mucho de su bebé, es su razón de vivir.

— Mi chiquito. Cada día estás más lindo. — Ella acaricia su panza. — No te parezcas al maldito de tu padre. Tú abuelo es muy guapo, puedes parecerte a el.

— ¿Ahora quieres controlar a mi hijo? — Damián entra a la habitación y ella en seguida se baja la blusa. — Está creciendo bien. — Intenta tocarla, pero ella se hace para atrás. — Incluso con esa panza me dan ganas de cogerte. — El la jala.

— Puedes lastimar al bebé.

— No le va a pasar nada. El sexo es bueno para el.

— No. Mi embarazo es delicado. Recuérda. El médico lo dijo. — Ella hace todo lo posible por evitarlo, Damián entra en razón y la deja en paz.

— En unos meses no te vas a salvar. — Ella siente mucho asco. Si tan sólo su padre no estuviera en coma, ella se escaparía sin pensarlo dos veces.

Dionisio sigue tratando de verse con Perla. Damián ordenó que su hermano no puede entrar a la casa. Así que el pide ayuda a Selina, está al conocer sus planes no está muy de acuerdo. Sabe que su cuñado busca la fortuna también.

Para acabar con los problemas, ella envenena el té de Perla, acabará con los dos de una vez. Perla siente un sabor extraño en su boca, ella no bebe un sorbo más. Deja el te y va a descansar, pues se siente mareada, en camino a las escaleras, su estado empeora, un dolor insoportable se forma en su vientre, ella le pide ayuda a una empleada. La cuál se niega. Selina se acerca a ella y le pregunta cómo está.

— Ayúdame por favor. Mi bebé. — Selina le golpea la panza.

— Esa cosa no va a nacer. Te lo aseguro.

— Ayúdame. Selina por favor. — Está la ignora y se va. Cuándo Damián llega y la ve inconsciente, pregunta que sucedió. Una de las sirvientas da un testimonio falso.

— No lo sé señor. La señora puso algo en su té, lo bebió y empezó a sangrar. No quiso que la lleváramos al hospital, dijo que sola se le pasaría. — Damián la lleva al hospital, pero no cree en nada de lo que dijo la sirvienta. Sabe perfectamente todos los cuidados que Perla tenía con él bebé, su sonrisa al saber que está vez podría quedarse con el no era falsa. Ella no se habría provocado el aborto.

— Tu no eres capaz. — Le dice mientras juega con el cabello negro de su esposa. — Tu amabas al bebé. — Un bebé que ahora no existe. Ella también salió muy afectada por el veneno que tomo, pasa varios días en el hospital, cuando despierta, lo primero que hace es tocar su panza. Al sentirla plana rompe a llorar. Damián le pregunta que paso. Ella no puede responderme, llora impotente. — Voy a castigar a quien te hizo ésto.

— Eres un maldito hipócrita. — Ella lo golpea. — Me prometiste que podía tenerlo. Tú me lo prometiste. — Llora y grita llena de rabia. — Me dejaste ilusionar para arrebatarmelo de está manera. Eres lo peor. ¡Te odio! ¡Te odio! — Perla le grita y lo empuja.

— Yo no fuí. Te juro que yo no fuí.

— No te creo. Eres la peor de mis desgracias. Ojalá nunca te hubiera conocido. Maldito sea el día en que me comprometí contigo.

— Tu me elegiste como esposo.

— En la televisión parecías tan distinto. Eras tan risueño y listo, pensé que serías un esposo amable y bueno, te elegí de entré muchos. Pero veo que me equivoqué. No todo lo que brilla es oro. Tú eres una escoria, una porquería. Te detesto. Te aborrezco, te odio, te maldigo. Maldito infeliz. — Ella se altera tanto que le avienta una vaso de vidrio en la cabeza. Damián lo esquiva. Ella busca más cosas para arrojarle.

Un médico entra a la habitación y evita que ella se ponga más violenta. Le pone un sedante y la deja dormir.