La Princesa Guerrera Incomparable

—¿no estoy muerta?—pensó Isabella abriendo los ojos con dificultad al sentir que estaba acostada sobre algo lo tocó con cuidado.

—¿vas a continuar tocando?—preguntó una voz llena de frialdad.

—¡es el! ¡El príncipe que trato de matarme!—pensó mientras se levantaba de forma abrupta.

Al levantarse sintió tanto dolor en su cuello que no pudo evitar mantenerse levantada, cayó nuevamente con impotencia.

—¡duele!—murmuro mirando al príncipe Malik con odió.

—¡lo sé!—habló suspirando con impotencia.

—¡yo estoy sobre sus piernas!—pensó Isabella mirando con incredulidad al príncipe Malik quien está mirando hacia otro lado—¿por qué me salvaste? ¿No era mejor matarme?—preguntó con burla.

—¡no era mi intención! Fue solo un reflejo, curaré tu herida—habló colocando su palma sobre su cuello.

La palma cálida hizo sentir cómoda a Isabella hasta que al sentirse mejor se levantó mirando al príncipe Malik quien no le dirige la mirada en lo absoluto.

—Ya que no vas a decirme nada más, me voy—dijo dándose la vuelta

—¡espera!—dijo el príncipe Malik con nervios.

Isabella se dió la vuelta pero se sorprendió al ver que está tan cercas de su cuerpo—¿qué deseas?—lo preguntó levantando la mirada.

El príncipe Malik es más alto que Isabella tiene que levantar su rostro para poder mirarlo.

—¡esto es para ti!—lo dijo el príncipe Malik interponiendo una flor blanca entre ambos.

—¿quieres darme una flor?—hablo Isabella con una expresión de ironía.

—¡tómalo como una disculpa! Te he hecho daño hace un momento.

—¡es esta siendo sincero! Debería sostener la flor—lo pensó Isabella estirando su mano.

Al tratar de sostener la flor Isabella tocó por accidente su mano, no puedo evitar acariciar sus dedos para luego tomar la flor con rapidez.

—¡acepto tu perdón! Hasta luego su alteza el príncipe Malik—lo dijo huyendo del lugar sin detenerse.

El principe Malik observó ir su figura sin perderse de ninguno de sus movimientos.

Dormitorio de Isabella.

Isabella después de bañarse se acostó en la cama sosteniendo la flor blanca al ver que brillo se sorprendió tanto que se levantó de manera abrupta observando con más atención la flor—¡brillo! Tal vez sea una flor mágica—pensó.

Mientras estaba perdida en sus pensamientos la flor brillo intensamente, una energía azul recorrió su mano hasta elevarse al techo varias luces de colores brillaron con intensidad como si se tratara de un cielo estrellado nocturno.

—¡es hermoso!—murmuro mirando el techo hasta que se desvaneció, Isabella miro la flor acariciando sus pétalos—¡ese príncipe es algo extraño!—pensó acostándose sobre la cama mientras sostiene la flor hasta quedarse dormida.

Mientras tanto en la habitación en la que se quedó el principe malik.

—¡maestro! Aún no he podido encontrar a la bestia, por favor perdóname mi incompetencia—hablo una voz familiar.

—¡Levántate Ian!—dijo el principe Malik quien está mirando hacia la ventana.

—Maestro pero sin la flor no podrá averiguar si tiene una herencia de dioses, sus padres...

Antes de que terminara la venta se rompió, está acción hizo que Ian se arrodillara sin atreverse a hablar de nuevo.

—¡es de noche! Hablaremos de este asunto en otro momento, ¡retiraré!—lo dijo cerrando los ojos.

—¡si maestro!

Cuando Ian se fue la los vidrios rotos volaron lentamente reparando la ventana cómo si nada hubiera sucedido.

. . . . . . . . .

Isabella caminó por la mansión observando todo a su alrededor hasta que llegó a la biblioteca.

—¡puedo encontrar aquí sobre la familia Azur!—pensó mientras caminaba tocando todos los libros.

Isabella llegó hasta una estantería en el hay un libro negro que llamo su atención cuando lo sostuvo alguien más lo hizo al mismo tiempo—¿quién?—lo pensó girando la cabeza—¡otra vez tú!—lo dijo en voz alta.

El príncipe Malik al escuchar sus palabras bajo la mirada observando a Isabella—¡necesito este libro!

Ambos se miraron sin soltar el libro.

—¿crees que dejaré que lo tengas?—murmuro acercándose un poco para pisar su zapato.

Inesperadamente, Isabella tropezó provocando que ambos cayeran para tratar de no lastimarse Isabella agarró su camisa con fuerza.

Los dos se miraron con incredulidad al ver que el libro se había interpuesto en los rostros de ambos en el especial en los labios de Isabella sería lo mismo con el príncipe Malik pero como lleva una máscara no sucedió.

—¡que estoy haciendo!—pensó Isabella impulsando su cuerpo hacia delante solo que al sentir que era imposible se dió cuenta de que algo sostiene su cintura miro atrás al ver que era se sonrojó involuntariamente—¡tú, suéltame!—susurró.

—¡si, tú lo dices!

Él en príncipe Malik que el soltó su cintura, Isabella pudo sentir como su cuerpo está por caer.

Isabella rodó en el suelo hasta chocar con la estantería—¡duele!—murmuró.

Los dos se levantaron tratando de evitar la vergüenza que ambos volvieron a su lado indiferente.

—¡necesito ese libro! ¿Podrías entregarme el libro?

El príncipe Malik miro al libro apretando con fuerza.

—lo entiendo también lo necesitas, ya que ambos lo necesitamos hay que leerlo juntos, tengo que investigar hoy no otro día—lo dijo Isabella con frialdad.

—Bien.

Ambos asintieron, al sentarse en las sillas, el principe malik dejo el libro sobre la mesa abriendo su contenido al instante.

—¿qué es lo que quieres averiguar?—preguntó el príncipe Malik.

—¡sobre la familia Azur!

—¡este libro no tiene esa información!

Al escuchar esto Isabella apretó los puños.

—pero yo puedo contarte sobre la familia Azur.

Isabella al escucharlo levantó la mirada mostrando una expresión algo feliz.

Esta acción hizo que el corazón del príncipe Malik comenzará a latir con fuerza.

—¿qué sabes sobre la familia Azur?—preguntó.

—La familia Azur es la primer familia más poderosa en el imperio, tiene un legado único y poderoso cada uno de sus descendientes son tan poderoso que son casi considerados de la realeza su nueva generación solo cuenta con un hijo—habló el príncipe Malik

—¡Son tan poderoso! ¿quién es su hijo?—preguntó nuevamente.

—Es una niña, nació el mismo día que tu Isabella y a la misma hora—lo dijo mirando con atención los ojos de Isabella.

—¡imposible! Ese hijo debe ser del que hablo mi padre el bebé que obtuvo el alma—pensó Isabella con incredulidad.